999 resultados para Guerra Fría Cultural
Resumo:
Desde el inicio de su primera gestión presidencial, en el año 2002, el presidente Álvaro Uribe Vélez convirtió el concepto de Seguridad Democrática en un término recurrente para invocar una política de seguridad que legitimara la acción del Estado contra las principales amenazas identificadas por los colombianos: el terrorismo (condensado en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC - EP) y el narcotráfico. La presente investigación tiene como objetivo discutir si este discurso del presidente Álvaro Uribe Vélez que privilegia, entre los años 2002 y 2004, una política del miedo, fue una estrategia de marketing del miedo o fue una estrategia de profundización democrática.
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A lo largo de esta investigación se analizaron comparativamente tres experiencias auto-definidas como de Educación en Derechos Humanos, a saber, una organización no gubernamental, la Escuela de Derechos Humanos de Cinep; un colegio oficial de la ciudad de Bogotá, la IED Eduardo Umaña Mendoza; y un movimiento social, el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado-Capítulo Bogotá. En lo fundamental, se analizaron los procesos de constitución de cada escenario, los discursos, y las prácticas políticas y pedagógicas a la luz de un enfoque antropológico de la Educación en Derechos Humanos. Lo que he denominado el enfoque o mirada antropológica de esta noción, implica, por una parte, una aproximación etnográfica alrededor de los discursos, las prácticas y los sentidos que los protagonistas movilizan en cada escenario con respecto a lo educativo, a los Derechos Humanos y a los sentidos de la Educación en Derechos Humanos, y por otra, la distinción entre la diversidad de redes de significado que precedieron su proceso de institucionalización, a lo cual denominaré campo simbólico, y su cohesión como un campo de saber dotado de claves analíticas propias. Campo simbólico y campo de saber operan como dos momentos analíticos diferenciables. A través del primero, se hacen evidentes las representaciones políticas, sociales y culturales heredadas del “mundo bipolar” y de la guerra fría que en términos generales exponen una defensa a ultranza de los valores y principios de la democracia liberal y de la lucha anti-comunista. Por otra parte, la noción de campo de saber permite 6 esbozar las trayectorias que le han permitido a la Educación en Derechos Humanos recrear nociones como la de sujeto de derechos o pedagogías de la memoria, claves que sin lugar a dudas cohesionan un cuerpo de saber ciertamente autónomo, dotado de fronteras porosas y móviles. La distinción entre una y otra esfera de análisis permite trazar cuando menos tres rutas de emergencia e institucionalización de la Educación en Derechos Humanos que, como se expondrá en el análisis de las experiencias, no trascurren paralelamente sino en medio de superposiciones, intersticios y desplazamientos. Así, se hacen plausibles las huellas del colonialismo, permanentemente ligadas a voces disonantes que eventualmente arrojan pistas en torno a una Educación en Derechos Humanos capaz de impugnar su propia institucionalización.
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El artículo forma parte de una sección de la revista dedicada a intercambio de experiencias
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El artículo forma parte de un monográfico de la revista dedicado a los museos.- Resumen tomado parcialmente de la revista
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El presente trabajo se basa en el análisis de las prácticas sonoras y, a partir de ahí, de una apuesta por un nuevo campo de estudios, el de los Estudios Sonoros; cuyo fin último es establecer una perspectiva epistemológica y política de las prácticas experimentales con sonido, en diálogo con proyectos provenientes de los Estudios Culturales, como son el proyecto modernidad/ colonialidad, las teorías poscoloniales y los estudios subalternos. Desde estas posiciones teóricas y políticas, estoy conciente de que el sonido, y sus posibilidades experimentales, articulan un régimen influyente en el mundo contemporáneo. Razón por la cual, sobre todo, esta es una reflexión desde las prácticas sonoras que surgen en dos ciudades andinas: Quito y Bogotá, como una expresión emergente para establecer encuentros Sur-Sur, que puedan generar diálogos epistemológicos sobre el sonido. En otras palabras, en este libro estoy proponiéndo a mis lectoras y lectores, una especie de “juego epistémico”: comprender el sonido como un lugar de conocimiento.Y el sonido es conocimiento precisamente porque el sonido nos permite vernos (y permite verme) como un sujeto históricamente ubicado. En el capítulo primero abordaré la pregunta de cómo se fue articulando el régimen discursivo del sonido como arte, dentro de diálogos y conflictos que se generaron en el contexto de la Guerra Fría que, para el caso de Latinoamérica, constituyó la transferencia de conocimientos articulados desde promesas como el desarrollismo y la modernización. También analizaré el cómo se configuraron, tanto en Quito como en Bogotá, las nuevas subjetividades “artísticas” frente al discurso de las vanguardias europeas del siglo XX y el experimentalismo estadounidense. Como verán mis lectoras y lectores, estos modelos, aparentemente originales e innovadores, fueron influidos por formas de saber y poder moduladas alrededor de la idea de la renovación de las artes a través del sonido, formulación que instaló el sonido como dispositivo/materia desde el cual, en detrimento de lo local, se articuló la fantasía de un universal deseado: las máquinas de sonido y de reproducibilidad técnica. En el segundo capítulo me centraré en algunas prácticas de experimentación sonora para indagar cuestiones como el estilo, procedimiento posmodernista ampliamente diseminado dentro de las instituciones artísticas y de éstas hacia la vida cotidiana. A partir de lo cual intentamos esclarecer el porqué de la confiscación y sometimiento de lo sonoro bajo el cuidadoso encierro del régimen discursivo del arte, que de manera eficiente lo absorbe como un “nuevo” medio para disciplinarlo y nombrarlo como proyecto sonoro, pieza sonora, instalación sonora, performance sonoro, acción sonora, objeto sonoro, paisaje sonoro, composición, loop. En otras palabras, cómo todo lo que genera el posmodernismo es apropiado por las universidades para crear la noción de “pastiche”, en donde todo cabe, bajo la indulgencia del “estilo”, procedimiento desde el cual se va instalando el régimen de verdad de un nuevo universal deseado: El Arte Sonoro. En este mismo capítulo, indagamos sobre las lógicas de producción de estas prácticas, para avanzar hacia las lógicas culturales donde lo sonoro se define y redefine por el posicionamiento y el lugar desde el que actúan los sujetos. Bajo estas consideraciones, queda planteada la propuesta, acuñada por esta investigación, la de un nuevo campo de estudio: Los Estudios Sonoros, propuesta que debe ser entendida como lo que algunos intelectuales latinoamericanos llaman epistemes emergentes11, precisamente porque esta investigación hace un esfuerzo por esclarecer las interdependencias existentes entre prácticas artísticas con sonido, el campo discursivo del arte y otras construcciones discursivas de la modernidad-colonialidad que establecen y regulan la formación del régimen sonoro. En el capítulo tercero analizaré cómo un “medio de creación” se vuelve hegemónico y cómo ciertos artistas que usan el sonido, bajo la pretensión de representar la marginalidad, marginalizan aún más a las personas que han sido históricamente subalternizadas. Seguido de este análisis, en el capítulo cuarto, indagamos sobre las tácticas que marcan nuevas formas de adhesión, de representación y de resistencia cultural, las mismas que son estrategias suplementarias frente, y en contra, de los discursos dominantes de las prácticas artísticas con sonido y las geopolíticas de conocimiento.
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En la América Latina contemporánea, la herencia de las formas coloniales del poder ha perpetuado un régimen de dominación a través de un sistema jerarquizado que ha operado desde la fuerza legítima del Estado, con la aparición de los regímenes republicanos. La entrada en la modernidad ha acarreado para nuestro continente la agudización de las inequidades, lo que inevitablemente ha desembocado, desde los años 1960 en una serie de conflictos internos, guerrillas y gobiernos dictatoriales. La inestabilidad política y la fragilidad democrática, así como las tendencias autoritaristas de los gobiernos de la región han conllevado a un recurrente ambiente de violencia social. Paralelamente, las políticas de seguridad, en la época de la “guerra fría” se sustentaron, para los Estados Unidos en la lucha anticomunista como justificativo para su intervención en otros países. Una vez finalizada, ésta derivó, desde la década de 1990, hacia la lucha antiterrorista y antinarcóticos, fenómenos identificados como las nuevas amenazas a la seguridad de los Estados Unidos y del planeta. La identificación de este nuevo “enemigo” ha sido reforzada por un conjunto de representaciones estigmatizantes sobre el narcotráfico y quienes estarían involucrados en este fenómeno Junto al discurso oficial emitido desde los Estados Unidos, y se ha difundido globalmente, se ha configurado en los países más azotados por el narcotráfico como Colombia y México, un modo de representación del fenómeno del narcotráfico que ha alimentado el imaginario social. Es así que se han desarrollado formas culturales que relacionan los modos de vida e interacciones sociales locales propias del narcotráfico con símbolos regionales y nacionales particulares: este fenómeno ha aparecido en la escena bajo el nombre de “narco cultura” En tanto la cultura es un escenario de lucha entre diversas representaciones del mundo, el propósito de este trabajo de investigación es el análisis de una de las expresiones de la llamada “narco cultura”: la telenovela “narco” colombiana, que será definida aquí en como un producto de la industria cultural televisiva. A través de este trabajo se pretenderá dilucidar, cual es el papel ideológico que ésta desempeña a través de sus construcciones discursivas, el peso que alcanza en medio de la lucha de poder entre la imposición de políticas de seguridad anti-drogas globales y la posibilidad de construcción de un sentido alternativo a la negatividad del discurso securitista contra el narcotráfico y, que además, recoge rasgos culturales y sociales desde los contextos en los que se produce, en el caso de esta investigación, en Colombia.
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Pós-graduação em História - FCHS
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Este artículo se concentra en la vida política de algunas organizaciones anticomunistas de derecha en Argentina entre 1955 y 1966: se intenta poner de manifiesto la pluralidad de tradiciones anticomunistas presentes en el país, así como algunas de las diferentes vinculaciones internacionales de las que participaban. A partir de la consulta a fuentes periodísticas, oficiales y de la inteligencia policial, se reunió información para reconstruir las posturas ideológicas, las lecturas sobre los problemas sociales y culturales argentinos y algunas de las actividades políticas lideradas (o acompañadas) por diversos actores anticomunistas. Este período se caracteriza por una súbita coronación del anticomunismo en los discursos políticos, al punto de desplazar o subsumir una preocupación sobre el peronismo, originariamente más relevante. El anticomunismo terminó convirtiéndose en una pieza clave en la articulación entre las distintas familias de derecha.
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Este artículo se concentra en la vida política de algunas organizaciones anticomunistas de derecha en Argentina entre 1955 y 1966: se intenta poner de manifiesto la pluralidad de tradiciones anticomunistas presentes en el país, así como algunas de las diferentes vinculaciones internacionales de las que participaban. A partir de la consulta a fuentes periodísticas, oficiales y de la inteligencia policial, se reunió información para reconstruir las posturas ideológicas, las lecturas sobre los problemas sociales y culturales argentinos y algunas de las actividades políticas lideradas (o acompañadas) por diversos actores anticomunistas. Este período se caracteriza por una súbita coronación del anticomunismo en los discursos políticos, al punto de desplazar o subsumir una preocupación sobre el peronismo, originariamente más relevante. El anticomunismo terminó convirtiéndose en una pieza clave en la articulación entre las distintas familias de derecha.
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Este artículo se concentra en la vida política de algunas organizaciones anticomunistas de derecha en Argentina entre 1955 y 1966: se intenta poner de manifiesto la pluralidad de tradiciones anticomunistas presentes en el país, así como algunas de las diferentes vinculaciones internacionales de las que participaban. A partir de la consulta a fuentes periodísticas, oficiales y de la inteligencia policial, se reunió información para reconstruir las posturas ideológicas, las lecturas sobre los problemas sociales y culturales argentinos y algunas de las actividades políticas lideradas (o acompañadas) por diversos actores anticomunistas. Este período se caracteriza por una súbita coronación del anticomunismo en los discursos políticos, al punto de desplazar o subsumir una preocupación sobre el peronismo, originariamente más relevante. El anticomunismo terminó convirtiéndose en una pieza clave en la articulación entre las distintas familias de derecha.
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Este artículo se concentra en la vida política de algunas organizaciones anticomunistas de derecha en Argentina entre 1955 y 1966: se intenta poner de manifiesto la pluralidad de tradiciones anticomunistas presentes en el país, así como algunas de las diferentes vinculaciones internacionales de las que participaban. A partir de la consulta a fuentes periodísticas, oficiales y de la inteligencia policial, se reunió información para reconstruir las posturas ideológicas, las lecturas sobre los problemas sociales y culturales argentinos y algunas de las actividades políticas lideradas (o acompañadas) por diversos actores anticomunistas. Este período se caracteriza por una súbita coronación del anticomunismo en los discursos políticos, al punto de desplazar o subsumir una preocupación sobre el peronismo, originariamente más relevante. El anticomunismo terminó convirtiéndose en una pieza clave en la articulación entre las distintas familias de derecha.
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La investigación militar ha sido durante mucho tiempo el motor del desarrollo tecnológico. El fin de la 'guerra fría' abrió la esperanza para que la investigación con fines civiles la sustituyera, pero la guerra del Golfo ha frenado el proyecto. El profesor Martín Pereda cree que aún hay tiempo de rectificar.
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El presente trabajo aborda el análisis de la idea de monumentalidad, así como el diseño y la construcción de monumentos concretos, a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, prestando especial atención al intento del Movimiento Moderno de introducirse en un campo que hasta entonces le había sido ajeno. Entendiendo que el monumento es ante todo un artefacto para la memoria, y analizando las teorías de sociólogos como Émile Durkheim, Maurice Halbwachs, Jan Assmann o Iwona Irwin-Zarecka, la tesis se propone explicar el papel que juegan los monumentos en la creación de una memoria colectiva que, a diferencia de la historia, es una recopilación selectiva de acontecimientos del pasado cuyo fin es procurar y celebrar la permanencia del grupo social. También se propone analizar el papel del monumento como elemento de estabilidad en el paisaje urbano que genera de forma natural el apego de los ciudadanos, puesto que forma parte destacada del marco espacial en el que se han desarrollado sus vidas. Desde estas dos facetas se pretende justificar la necesidad de monumentos que experimenta cualquier grupo social, y por qué las guerras, que ponen en peligro la estructura, e incluso la propia vida del grupo, son acontecimientos que generan una tendencia especial a la construcción de monumentos que conjuren el peligro al que éste se ha visto sometido. Se explicarán las razones por las que la conmemoración de la Segunda Guerra Mundial se volvió especialmente problemática. Entre las principales, la desaparición de fronteras entre frente y retaguardia, entre objetivos militares y civiles; por otra parte la despersonalización de la acción bélica como consecuencia de la aplicación de la tecnología; en tercer lugar el papel de los medios de comunicación de masas, que por primera vez en la historia irrumpieron de forma masiva en una guerra, y ofrecían imágenes instantáneas, más impactantes y con un aura de realidad con la que el monumento convencional no era capaz de competir; en cuarto lugar el inicio de la era atómica, que enfrentaba por primera vez a la humanidad a la posibilidad de su destrucción total; y finalmente la experiencia del Holocausto, en cuanto que aniquilación carente de objetivo e ideología, que se servía del progreso de la ciencia para ganar en eficiencia, y que puso de manifiesto la manipulabilidad de la tecnología al servicio de unos intereses particulares. Como respuesta a esta dificultad para la conmemoración, se popularizaron dos fórmulas hasta entonces marginales que podemos considerar características del momento: una de ellas es el living memorial, que trataba de ofrecer una lectura constructiva de la guerra poniendo de relieve determinadas funciones prácticas de carácter democrático, cultural, deportivo, etc. que se presentaban como los frutos por los que se había combatido en la guerra. En esta fórmula es donde el Movimiento Moderno encontró la posibilidad de abordar nuevos proyectos, en los que la función estaba presente pero no era el ingrediente determinante, lo que obligaría a un enriquecimiento del lenguaje con el que responder a la dimensión emotiva del monumento. Y si bien hay en esta época edificios modernos que podemos calificar justamente de monumentos, el desplazamiento del centro del debate teórico hacia cuestiones estilísticas y expresivas limitó considerablemente la claridad de los enunciados anteriores y la posibilidad de consenso. Dentro de los living memorials, las sedes de la Organización de Naciones Unidas y sus correspondientes agencias representaron la mayor esperanza del Movimiento Moderno por construir un auténtico monumento. Sin embargo, el sistema de trabajo en grupo, con su correspondiente conflicto de personalidades, la ausencia de proyección de los edificios sobre el espacio urbano anexo, y sobre todo el propio descrédito que comenzaron a sufrir las instituciones con el comienzo de la Guerra Fría, frustraron esta posibilidad. La segunda fórmula conmemorativa sería el monumento de advertencia o mahnmal, que renuncia a cualquier rasgo de heroísmo o romanticismo, y se concentra simplemente en advertir de los riesgos que implica la guerra. Dicha fórmula se aplicó fundamentalmente en los países vencidos, y generalmente no por iniciativa propia, sino como imposición de los vencedores, que de alguna forma aprovechaban la ocasión para hacer examen de conciencia lejos de la opinión pública de sus respectivos países. ABSTRACT This paper explores the idea of monumentality through the analysis of the design and construction of several monuments at the end ofWorldWar II. It pays particular attention to the attempt of the Modern Movement to enter a field that had been ignored until this moment. With the assumption that a monument is primarily a mnemonic device, this thesis focuses on the thinking of sociologists like Émile Durkheim, Maurice Halbwachs, Jan Assmann or Iwona Irwin-Zarecka, with the aim of explaining the role of monuments in the creation of a collective memory which, unlike history, consists of past events selected in order to secure and celebrate the permanence of a social group. It also considers the role of monuments as elements of stability in the urban landscape that naturally get assimilated by society, since they are prominent elements in the shared spaces of daily life. These two features explain the need felt by any society for monuments, and how wars, events that endanger the structure and even the existence of that same society, generate a special tendency to build monuments to conjure that inherent danger. The reasons why the memorializing of World War II became especially problematic will be explained. Primary among them is the blurring of boundaries between the front line and the domestic front, between military and civilian targets; moreover, the depersonalization of warfare as a result of advances in technology; thirdly, the role of mass media, which for the first time in history extensively covered a war, instantly broadcasting images of such power and with such an aura of reality that conventional monuments became obsolete; fourthly, the beginning of the atomic age, which meant that mankind faced the possibility of complete destruction; and finally the Holocaust, a racial annihilation devoid of purpose and ideology, which took advantage of scientific progress to gain efficiency, manipulating technology to serve particular interests. In response to this difficulty in commemorating wars, two formulas hitherto marginal gained such popularity as to become prototypes: one was the living memorial, offering a constructive reading of the war by hosting certain practical functions of democratic, cultural or sporting nature. Living memorials presented themselves as the image of the outcome for which the war had been fought. The Modern Movement found in this formula the opportunity for tackling new projects, in which function was present but not as the determining ingredient; in turn, they would require an enhancement of language in order to account for the emotional dimension of the monument. And while there are modern buildings at this time that we can justly describe as monuments, the displacement of the focus of the theoretical debate to stylistic and expressive issues considerably limited the clarity of previous statements and the possibility of consensus. Among all living memorials, the headquarters of the United Nations Organization and its satellite agencies represented the ultimate hope of the Modern Movement to build an authentic monument. However, the group-based design process, the fight of egos it caused, the lack of presence of these buildings over the adjacent urban space, and especially the very discredit that these institutions began to suffer with the onset of the Cold War, all thwarted this expectation. The second commemorative formula was the warning monument or Mahnmal, which rejects any trace of heroism or romanticism, and simply focuses on warning about the risks of war. This formula was mainly used in defeated countries, and generally not on their own initiative, but as an imposition of the victors, which seized the opportunity to do some soul-searching far away from the public opinion of their respective countries.
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En trabajos anteriores, hemos avanzado en la identificación y diferenciación de tres categorías de potencias: potencias mundiales, potencias medias y potencias regionales. Pero, más allá de las potencias mundiales y las potencias medias que se encuentran en el centro del sistema-mundial, y las potencias regionales que se ubican en la semiperiferia, ¿es posible hablar de potencias que se encuentren en la periferia? Como se trata de Estados periféricos, ¿pueden ser calificados como “potencias”? ¿En qué radicaría su relevancia y envergadura? Dichas “potencias” ¿pueden ser agrupadas en una nueva categoría? De ser así ¿qué características compartirían? El objetivo de este documento es proponer una nueva categoría de potencias en el sistema internacional: las potencias subregionales.
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Se trata de un análisis pormenorizado de los artículos publicados por Francisco Franco en el periódico Arriba entre los años 1945 y 1960 bajo los seudónimos de Jakim Boor, Hispanicus y Macaulay. Se lleva a cabo su disección en dos grandes categorías: enemigos del Régimen y política, economía y sociedad. Para ello, se toma como ejemplo el propio artículo de Hispanicus titulado “Lo político, lo económico y lo social”. En la primera de las dos grandes categorías se agrupan todos aquellos elementos abstractos -instituciones o ideologías- que Franco consideraba perjudiciales para la España que él gobernaba o que históricamente habían sido hostiles a este país; en la segunda se recogen el comentario sobre política en términos actuales o generales, las situaciones económicas y sociales así como los numerosos fragmentos de Historia de España que el dictador gustaba de incluir en sus colaboraciones periodísticas.