1000 resultados para Formación de docentes


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El nombre de la autora no coincide con el del artículo porque cambió el apellido de Finkel por pitcovsky

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Los organismos y los sistemas que sostienen esta cultura precisan mantener el equilibrio entre el pasado, el presente en ebullición y el enigma del futuro. Más tarde la llegada de la crisis económica ha ampliado el malestar de la escuela. Sin embargo, hasta hoy, las medidas de reforma o renovación de los sistemas escolares han ido pocas veces acompañados por acciones coherentes en el campo de la formación y el perfeccionamiento del profesorado. Pero, ante todo, múltiples barreras siguen separando tanto los niveles de enseñanza como las categorías de profesores y los tipos de formación que se les ofrecían. Así, la metodología de la enseñanza y los fenómenos del aprendizaje no han ocupado el puesto que se merecían. En este sentido existe un consenso global claro entre los diferentes responsables políticos, técnicos o sindicales y los expertos investigadores con la intención de definir actuaciones más realistas. Desde el final de la última guerra, muchos problemas, han afectado a los sistemas educativos. Paralelamente a la reconstrucción de Europa y a la descolonización del tercer mundo, hemos asistido a un ejemplar esfuerzo de desarrollo y de diversificación de las estructuras docentes y educativas. Primero asistimos a una explosión escolar, después universitaria. Pero, a pesar de medidas urgentes como construcción de edificios, etcétera, los resultados obtenidos no han podido satisfacer la expectativa de las familias y de los individuos. Así, se ha observado una crisis mundial de la educación desde los años 1967-1968..

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Hacer filosofía es indagar sobre las normas de fundar tales normas, a pesar de todas las tensiones de una sociedad pluralista. Es meditar sobre los modos de justificar aquello que se concibe como bueno y justo. Así, el valor de la filosofía no reside en proporcionar soluciones sino en definir dificultades y sugerir métodos par enfrentarlas. Las dificultades son múltiples, pero los educadores de los futuros docentes son demasiado propensos a traducirlas en problemas técnicos a resolver a través de aplicaciones cada vez más precisas de la técnica. Hacer filosofía es embarcarse en un nuevo comienzo, aunque difícil. Es confrontar lo que no tiene respuesta e ir aún más allá. Es interrogarse, reflexionar, es avanzar hacia la posibilidad.

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Existen numerosos problemas en la educación que son permanentes como la selección de los contenidos de la enseñanza y la relación de estos con el mundo exterior que han sido afrontados de diferentes formas en distintos momentos de la historia. La lista de los desafíos planteados a los profesores y a la formación del profesorado no es infinita, pero si larga. La cuestión no es identificar fenómenos aislados que sean un desafío sino determinar los problemas que afronta la educación derivados de los cambios a los que esta puede responder. Uno de los más influyentes es el de los profesores y su formación: en este sentido la profesión docente no se ha desarrollado hacia una mayor profesionalización sino hacia la desprofesionalización. Parte importante de este proceso es el hecho de que las decisiones acerca de los objetivos, métodos y contenidos de enseñanza han dejado de ser , al menos en parte, competencia de los profesores. Así, la administración de la educación y la capacidad política para gestionar la actividad educativa tiene una importancia decisiva para que los docentes puedan desempeñar su trabajo. Esta desprofesionalización ha supuesto una pérdida de status y prestigio reflejada tanto en el reclutamiento de los nuevos docentes como en la situación de la formación del profesorado no avalada por la universidad y por las múltiples reformas educativas. Por lo que se plantea una educación para todos y una nueva pedagogía que incida en la formación profesional del profesor en el sentido de darle un bagaje completo que le permita ocupar un papel adecuado en la enseñanza al tener claro que es lo que debe enseñar y para que sirve.; Otro gran problema a resolver es la sobrecarga curricular. Lo que implica que los profesores encuentran dificultades para poner en práctica un programa y seleccionar lo que es esencial. El resultado es que los contenidos de aprendizaje se presentan de forma superficial. Una posible solución a este problema es dar más competencia a los profesores; Uno de los desafíos más difíciles que tiene planteada la educación es la aplicación de las nuevas tecnologías no sólo el ordenador, sino todos los medios existentes en la sociedad actual. Las nuevas tecnologías repercuten en la forma en que aprenden los alumnos e incluso en sus expectativas de aprendizaje. Además, no son sólo un medio de enseñanza, sino también una materia que enseñar. El uso de ellas, no puede ser un fin, sólo un medio. Su aplicación no tendrá ningún futuro a menos que se lleve a cabo con el respeto debido a los objetivos de enseñanza establecidos por la escuela y con una finalidad exclusivamente educativa, y a menos que los profesores que deban utilizarlas gocen de unas condiciones de formación, óptimas así como de las mejores condiciones materiales posibles para dicha aplicación; Otro tema es el libro de texto que con las utilización de ordenadores para su confección por parte del profesor mejoraría la calidad de la enseñanza; Y como último tema el contexto moral: la profesión docente tiene que relacionarse con los fines más complejos y sutiles de la educación contemporánea, a saber, formar la personalidad y educar a ciudadanos responsables. Tarea que ofrece especiales dificultades en una sociedad pluricultural. Estas dificultades aumentan todavía más en una situación en la que muchos jóvenes que salen de las escuelas no encuentran un empleo estable, cuando pensaban que la educación sería un medio de acceder al mercado de trabajo. Este problema moral en la educación no puede considerarse algo que puede enseñarse como cualquier asignatura, Es algo que hay que abordar en los procesos educativos diarios , a través del modo en que los profesores trabajan y tratan a sus alumnos.

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Formación y rendimiento están estimulando a una formación permanente del profesional: crearán un dinamismo de perfeccionamiento en el servicio que es el reverso de la moneda del estancamiento en estratos limitativo y definitorios. Sería necesario impulsar más investigaciones sobre la formación del profesorado, sus papeles, su eficiencia, dentro de las perspectivas cambiantes de nuestra época. También es necesario establecer las vías para que los resultados de esas investigaciones lleguen a las personas e instituciones que se encargan de la formación previa y en servicio de los futuros profesores y se traduzcan en acción práctica. Debería existir una comunicación constante entre los centros de investigación y los responsables de medidas políticas y administrativas. El papel del profesor está también cambiando. Todo el proceso de preparación de personal más eficiente para los servicios educativos dependede que el papel que se atribuye al profesor esté claramente definido y aceptado por la sociedad, por el Estado, por las instituciones formadoras y por el mismo. Aunque esta determinación de su papel no es fácil y estará impuesta por diferencias de sentido en la formación: personal, social, profesional, entre otras. Examinando a fondo esas diferencias veríamos que no son opuestas sino complementarias y que el quid de la cuestión radica en dosificarlas oportunamente según cada situación. Habría que hablar también de los fines y de la satisfacción o insatisfacción de dicha profesión. Por último, habría que señalar que la profesión docente representa en España el 31,38 por 100 de los funcionarios públicos. Sin embargo, su influencia objetiva como factor social y la propia imagen que los docentes tienen de si mismos no parecen responder a ese peso numérico , ni a su nivel medio de formación. La profesión docente, en cuanto tal, parece sólo parcialmente definida en algunos niveles, los de formación más general, y tiende a considerase como una prolongación de otra profesión en las ramas de preparación técnica y profesional. Su formación permanente es una necesidad sentida por organismos, padres y por los propios docentes.

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La formación de los distintos tipos de profesores se lleva a cabo en centros diferentes con distintos status, currículo y filosofía educativa. La jerarquización administrativa obstaculiza el flujo hacia niveles superiores e inferiores, la jerarquización social. Para dar más efectividad al proceso educativo, facilitar las innovaciones, etcétera, deben renovarse estos modelos profesionales. Debe pensarse en la posibilidad de concebir en cuerpo único no jerarquizado. Aunque son muchos y muy variados los inconvenientes para conseguir la integración propuesta, es evidente que uno de los más importantes es el relativo a la formación inicial que reciben todos los profesores y en concreto, el status académico de los centros donde se forman. La integración del profesor debe comenzar con la integración de los centros de formación, aunque esto no debe suponer la uniformidad del curriculo, sino la equiparación académica y profesional de centros y modelos de formación. La preparación académica y profesional para ejercer la docencia en distintos niveles educativos deberá ser diferente. El profesorado de EGB tradicionalmente el más afectado por esta discriminación, hecho que ha motivado en los últimos años un movimiento educacional internacional en busca de soluciones al problema de la integración de la formación de este profesorado en la educación superior. En el caso español la estructura jerarquizada de los distintos tipos de profesores es uno de los factores que impiden la integración. La equiparación del estatus del profesorado es la base necesaria para una integración profesional de todo tipo de docentes que potenciaria la capacidad de reforma del sistema.

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Nos centramos en el campo de la formación y el perfeccionamiento del personal docente en activo. Existen dos objetivos comunes: permitir un cambio de actitudes y aprender a discernir. 1õ, se trata de favorecer el cambio de actitud en relación con el niño o el adolescente. En un principio se trata de una actitud de confianza y respeto, considerando al niño como una persona, no como un objeto y como sujeto de su propio desarrollo, para pasar a continuación a una actitud más realista, que debe apoyarse en conocimiento científico y en la observación. Lo que permite considerar al niño tal como es, en la etapa en que se encuentra, respetando su ritmo personal, aunque ayudándole a desarrollarse en la forma más amplia posible de sus capacidades. También cambiar las aptitudes en relación con el grupo o la comunidades de jóvenes, de forma que se permita a cada uno de ellos encontrar su lugar con y a través de los demás, ayudando al desarrollo de los grupos que constituyen la clase o escuela. Dentro de esta perspectiva el docente es un animador y su papel consiste en provocar un clima de investigación, de mutua ayuda y comunicación; 2õ, Un gran número de docentes se encuentran hoy confundidos ante la avalancha de información y no saben a quien escuchar. Uno de los objetivos de la formación consiste en ayudarles a encontrar los métodos y técnicas personales, de forma que estos se acerquen cada vez más a los objetivos a que cada uno se ha adherido. Si estos son los de la educación personalizada y comunitaria, los formadores pueden proponer, aunque no imponer, determinadas formas, determinadas organizaciones de clases, etcétera. Será competencia de cada uno el adaptar estos métodos a si mismo, en función de su propia personalidad y de los grupos de jóvenes que le han sido confiados. Pero también deben tener una actitud de recepción con todas las propuestas, ensayos que pueden prestar su colaboración en la mejora de la eficacia de la educación personalizada.

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Con la reforma educativa nuestra educación secundaria se convierte en comprensiva, es decir, escolariza hasta los 16 años a todos los niños y niñas en edad de escolarización obligatoria. La enseñanza secundaria escolarizará a todos los estudiantes sin distingos de su perfil profesional o académico. Lo que ha suscitado el descenso del nivel educativo, etcétera. Aunque todos los profesores reconocen que no queda más remedio que hacer coincidir la edad de salida del sistema educativo con la edad mínima laboral, se plantea la cuestión de qué hacer con aquellos alumnos que en el modelo de la LGE se iban a los 14 años y ahora estarán, lo quieran o no, hasta los 16 años. A esto hay que añadir que la enseñanza secundaria empieza no a los 14 sino a los 12, lo que obligará a los profesores actuales de BUP a pelear con niños más que con adolescentes. Con la reforma los niños hasta los 12 años estarán escolarizados en centros de edad primaria, mientras que los mayores de 12 años, mucho más problemáticos, especialmente en términos de disciplina, pasan a la ESO. Esto significa que el tramo más difícil de la actual EGB, el ciclo superior, pasa a ser competencia de los actuales profesores de Bachillerato, a los que se añaden los actuales de FP, más lo maestros que acrediten ser Licenciados. Además, mientras el profesor de EGB tiene la posibilidad de promocionarse al pasar de profesor de primaria a profesor de secundaria, los profesores de secundaria carecen de cualquier vía de promoción, al exigirles acoplarse a un alumnado menor del que venían conociendo hasta ahora, se introducen materias curriculares que pueden socavar el peso de las asignaturas que imparten y, a cambio, no ganan nada. El profesor de la ESO se verá con un alumnado menos motivado y al que habrá de evaluar aspectos distintos a los meramente cognitivos. Uno de los grandes temores del profesorado es el hecho de que la reforma está consistiendo en tener que rellenar papeles, se incrementan los esfuerzos a atender necesidades burocráticas en detrimento de la innovación pedagógica. La reforma educativa española opta en cuanto a currículo por un modelo flexible. La Administración se reserva la elaboración de un marco curricular mínimo: Diseño Curricular Base (DCB) del que tienen que partir todos los profesores. Las razones de la existencia de estos mínimos tienen que ver con la función socializadora de la escuela. La opción establece un reparto de competencias en el que hay tres niveles distintos en el desarrollo del currículo: 1õ Primer nivel de concreción a las autoridades educativas- DCB; 2õ que compete a los equipos docentes de cada centros que se concretan en el Proyecto Curricular de Centro; 3õ Competencia de cada profesor, en concreto, y es la planificación de actividades y tareas conformando las programaciones de aula. En este marco es donde tiene lugar la formación del profesorado en Centros. Ellos son los que proponen en que quieren formarse y el Ministerio de Educación y Ciencia decide que claustros podrán formarse en aquello que han propuesto con este modelo los alumnos saben lo que tienen que aprender y el modo en que los profesores los van a evaluar. Para los padres la menor independencia del profesor reduce los conflictos y el profesor se convierte en simple mediador supuestamente neutral. Lo que obliga a la formación permanente del profesor encaminada a conseguir: cambio de actitudes del profesor para que sea más reflexivo, replantee y planifique su actividad; ampliación y actualización de la formación inicial; reciclaje del profesorado; formación continua del profesorado de FP; formación del profesor que debe desarrollar labores especificas como la formación de adultos; especialización en áreas que pudieran necesitar la dedicación de un mayor número de profesores; formación cultural permanente del profesorado. Por ello, la formación permanente del profesorado juega un papel totalmente esencial en el proceso de reforma.

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En todos los campos de la actividad humana, la formación permanente se ha convertido en una decisión estratégica, ineludible para las organizaciones o corporaciones que pretendan hacer frente al presente y futuro. Para los profesionales es una condición o requisito del que depende no sólo la propia competencia, sino también la supervivencia laboral. Si esto se puede decir de cualquier profesión, en general, hay que acentuarlo en la profesión docente. Este tema en las últimas décadas ha adquirido una atención sin precedentes. Visto desde cuatro puntos: una determinada concepción de la formación como desarrollo profesional, sus múltiples caras o dimensiones, las facetas sociales y políticas que también afectan a la formación y finalmente algunas sugerencias sobre la formación de formadores. El desarrollo profesional no debiera entenderse como un aditamento a la profesión docente, que requiere actualizaciones y reciclajes, si no como un contexto y contenido que converge con la misma profesión y su ejercicio cotidiano. Así, la misma práctica docente merece ser elevada a categoría de contexto y contenido importante en los procesos de formación, y al tiempo como destino de los mismos. La formación continuada del profesorado supone la conjugación de una serie combinada de múltiples factores, dimensiones y escenarios. Los factores contextuales de la formación no sólo representan contornos circundantes a la misma; en realidad la constituyen, la definen y la conforman en sus condiciones, desarrollos y resultados. En definitiva, la participación social y profesional en los sistemas de formación , su democratización interna, su accesibilidad y universalizacion y la apuesta por políticas de discriminación positiva a favor de ciertos colectivos de profesores, son criterios importantes desde los que afrontar la formación al prestar atención a esta faceta política y social. Se están sentando nuevas bases para la formación , que es preciso clasificarlas y debatirlas, pues lo que habamos como nuestro sistema de desarrollo profesional: de los docentes será una parte muy importante de lo que hagamos con el presente y futuro de nuestro sistema educativo.

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En todos los campos de la actividad humana, la formación permanente se ha convertido en una decisión estratégica, ineludible para las organizaciones o corporaciones que pretendan hacer frente al presente y futuro. Para los profesionales es una condición o requisito del que depende no sólo la propia competencia, sino también la supervivencia laboral. Si esto se puede decir de cualquier profesión, en general, hay que acentuarlo en la profesión docente. Este tema en las últimas décadas ha adquirido una atención sin precedentes. Visto desde cuatro puntos: una determinada concepción de la formación como desarrollo profesional, sus múltiples caras o dimensiones, las facetas sociales y políticas que también afectan a la formación y finalmente algunas sugerencias sobre la formación de formadores. El desarrollo profesional no debiera entenderse como un aditamento a la profesión docente, que requiere actualizaciones y reciclajes, si no como un contexto y contenido que converge con la misma profesión y su ejercicio cotidiano. Así, la misma práctica docente merece ser elevada a categoría de contexto y contenido importante en los procesos de formación, y al tiempo como destino de los mismos. La formación continuada del profesorado supone la conjugación de una serie combinada de múltiples factores, dimensiones y escenarios. Los factores contextuales de la formación no sólo representan contornos circundantes a la misma; en realidad la constituyen, la definen y la conforman en sus condiciones, desarrollos y resultados. En definitiva, la participación social y profesional en los sistemas de formación , su democratización interna, su accesibilidad y universalizacion y la apuesta por políticas de discriminación positiva a favor de ciertos colectivos de profesores, son criterios importantes desde los que afrontar la formación al prestar atención a esta faceta política y social. Se están sentando nuevas bases para la formación , que es preciso clasificarlas y debatirlas, pues lo que habamos como nuestro sistema de desarrollo profesional: de los docentes será una parte muy importante de lo que hagamos con el presente y futuro de nuestro sistema educativo.

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La actual situación se caracteriza por la ausencia de una cultura específica del profesorado de secundaria. Así, este profesorado es un colectivo heterogéneo, sometido a una reconversión en gran mediad impuesta. Pero no hay quórum en el tipo de formación ofrecida, ya que no está adaptada a su perfil profesional, lo que hace más difícil la situación. Al principio de la reforma no se quiso abordar plenamente la formación permanente como elemento dinamizador de toda la reforma del sistema educativo, ni tampoco se hizo una reestructuración de los cuerpos docentes y sus competencias profesionales. Consecuentemente, la cualificación académica de lo que podría haber constituido los tipos de profesores de secundaria y postobligatoria tampoco se hizo y de ahí, el desastre. Hoy la formación permanente ha de asumir la pesada carga de muchos errores, lagunas y la compensación de un conjunto de desequilibrios. Una formación que acepte las contradicciones del sistema debería diseñar políticas de formación que atraigan la atención y el interés del profesorado y fomentar aquellas dimensiones relativas con el desarrollo del currículo en al práctica e introducir la dimensión teórica y crítica de la fomación de la que carece en muchas ocasiones.

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Monográfico con el título: El análisis de la interacción alumno-profesor: líneas de investigación. Resumen basado en el de la publicación

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Entre todas las reformas de la enseñanza la de la formación de los profesores de enseñanza secundaria es una de las más difíciles y necesarias. Difíciles porque afecta a dos niveles de enseñanza de estructura y mentalidad diferentes: secundaria y superior. De las más necesarias porque la inadaptación de la formación actual a las condiciones reales de la enseñanza es evidente. Si graves fueron las ambigüedades del planteamiento, mucho más lo fueron los errores en la planificación de la estrategia y en su aplicación. El error mayor fue el retraso en el cumplimiento de las previsiones para la integración del profesorado del antiguo nivel medio en los nuevos Cuerpos docentes creados por la ley de 1970, a la vez que la precipitación en la integración del profesorado de los demás niveles. Finalmente, atribución de funciones a determinados colectivos docentes por encima de la propia competencia reconocida, eximiéndoles incluso de las titulaciones mínimas que la ley exigía para aquellas funciones y con e consiguiente perjuicio para la calidad prevista en la enseñanza del correspondiente nivel. Por otra parte encargo de funciones a otro colectivo por debajo de sus competencias reconocidas, produciendo frustración personal en los interesados y el incomprensible derroche derivado de la infrautilización de capacidades disponibles. Así, prematura la integración por decreto, ya en 1972, de la totalidad de los profesores de EGB, antes de asegurar la adquisición de la competencia y especializaciones previstas, por encima de las titulaciones previas al magisterio, de sus componentes. En EGB subsiste el concurso-oposición como forma generalizada de seleccionar al profesorado. Pero la política de contratación de personal interino, así como la debilidad ministerial frente a presiones ajenas ha perfilado un sistema que no ha eliminado los elementos más contestables de la oposición tradicional (aleatoriedad o se aprueban todos los ejercicios y todos los derechos o se suspende alguno y ningún derecho) y tampoco los riesgos del concurso, no acompañado de oportunidades de adquisición de más méritos que la antigüedad en la docencia interina, lo que no es signo de más competencia, sino de todo lo contrario. La Enseñanza Media canalizada su formación a través de los ICE para cumplir las importantes funciones que la reforma les asignaría, como promotores de la innovación. Pero condenados de antemano a la ineficacia y tampoco encara el problema el Proyecto de Ley de Autonomía universitaria. Por último crítica a los centros de formación que se supone que deben completar las deficiencias de competencia científica previa en función de la progresiva especialización de los planes de estudio universitario. La preparación científica inicial debe exigirse antes de ingresar en el centro, preparación avalada por el título, respaldado por el currículo oportuno. Las deficiencias del currículo, en relación con la función docente, sólo podrán suplirse con una prueba que demostrase que el sujeto posee esa preparación independiente de su currículo.

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Con motivo de este congreso de la federación española de colegios religiosos, cuyo tema fue la enseñanza de la religión y la vida cristiana. No puede concebirse la enseñanza de la vida cristiana prescindiendo de la enseñanza y educación de los jóvenes en la convivencia y sentido social. Esta convivencia no se aprende en los libros. La misión del educador es hacerle descubrir esta convivencia y sus errores para elegir el camino correcto. La enseñanza de la religión no puede ser una simple instrucción, sino que debe convertirse en una introducción en la vida cristiana. El papel de la Iglesia en la enseñanza debe ser valorado en su justa medida porque en España es fundamental y se debe ser consciente de que en otros países la situación es muy diferente. Por otra parte la falta de medios no debe suponer un obstáculo para la verdadera práctica y no debe frenar el afán de enseñar de los profesores. Se debe dotar a los centros de todas clase de instalaciones científicas, pero sin olvidar que es más importante la formación del espíritu en la honradez, la moral, la dignidad de la persona y el sentido cristiano de la sociedad.