984 resultados para lenguas indoeuropeas


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Homenaje a Ignacio Barandiarán Maestu / coord. por Javier Fernández Eraso, Juan Santos Yanguas.

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[ES] Este trabajo se dedica fundamentalmente a revisar la interpretación usual de los tipos irlandés antiguo "·berar" y umbro "ferar" como provenientes de una forma originaria que es caracterizada por lo común como 3.ª sg. con desinencia medio-pasiva sin dental. Con este fin, se analizan las hipótesis hasta ahora propuestas, tanto en su vertiente formal como semántica (§§4-6), se valoran otras posibles explicaciones para formas de otras lenguas indoeuropeas que han sido aducidas como apoyo para tal reconstrucción (§§7-9) y, por último, se propone que el tipo irl.a. "·berar" es producto de una innovación céltica (insular) (§§10-19) y que no hay desinencias en "-r" sin dental en itálico (§§20-25).

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Hacer un estudio sobre las distintas lenguas que se han hablado y se hablan en Asturias y cómo fueron evolucionando. Localizar cuándo y por qué se empezó a utilizar el bable y qué rasgos tiene en común con otras lenguas romances, así como localizar documentos y muestras de Literatura en lengua asturiana. Evolución histórica de las lenguas habladas en Asturias. Se citan las distintas lenguas habladas en España y en Asturias a través de los principales acontecimientos históricos de la Península (invasión del Imperio Romano, invasión de los pueblos germánicos, invasiones árabes, Reconquista, etc.). Durante cada uno de estos periodos históricos se citan las características de las lenguas habladas, y la situación de la lengua asturiana dentro de ellas. Documentos. Bibliografía especializada. En Asturias actualmente se hablan dos lenguas, la oficial que es el castellano y la 'específica' que es el asturiano o bable, siendo ambas lenguas romances por tener su origen en el latín. Antes de hablarse el latín, en Asturias se hablaban otras lenguas indoeuropeas lo que facilitó su asimilación lingüística, aunque lo que en realidad se hizo fue ir interpretándolo desde los propios sistemas lingüísticos, adaptándolo a las propias costumbres articulatorias y, por tanto, introduciendo modificaciones. Con las invasiones árabes a partir del 711, surgieron en la Península 5 grupos lingüísticos: gallego, asturiano, castellano, navarro-aragonés y catalán, a los que habría que añadir el mozárabe. En este momento, el primero y más importante de los reinos cristianos era el de Asturias, de forma que desde el punto de vista histórico y político ese era el momento más propicio para que el asturiano cuajase como lengua de cultura, lo cual no se logró por dos razones: aunque se hablaba asturiano, la lengua escrita seguía siendo el latín en toda la Península, y además, el tiempo que duró el poder político asturiano fue demasiado corto para que la cultura asturiana y su lengua se consolidaran. En la primera mitad del siglo XI se expande el poder político del reino de Castilla, generalizándose el castellano como lengua oficial de todos los reinos de la Península. Con Alfonso X el Sabio se crea la prosa castellana, quedando afianzada esta lengua como la oficial y en documentos reales. No obstante se conservan algunos documentos (escrituras públicas, de compra-venta, participaciones, donaciones, etc.) que datan de la Edad Media y que están en lengua asturiana, lo que confirma al autor en su idea de que el latín ya estaba entonces arrancado como lengua de cultura y como lengua escrita, y que el asturiano debería ser, en Asturias, la lengua 'normal'. En la segunda mitad del siglo XX asistimos a un intento firme de lograr no sólo una buena literatura en asturiano, sino también de transformar la lengua asturiana en nuestra lengua de cultura.

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Ensayo sobre la formación de una nueva cátedra de filología clásica en España. Se reflexiona sobre la Universidad más adecuada para su creación, cómo deberían articularse los estudios, cuáles serían las materias de enseñanza y cómo se realizarían, con qué materiales. Se decide que el lugar idóneo para estos estudios clásicos es la Universidad de Salamanca, ya que la biblioteca de su Facultad de Filosofía y Letras, contiene gran cantidad de fondos antiguos y manuscritos. El vehículo de difusión de los estudios realizados en el Seminario de Filología, sería la revista Emérita, a pesar de su falta de especialización, pero que en un futuro cuando avancen los estudios, podría dividirse en dos partes, una de las cuales se dedicara exclusivamente a publicar los trabajos de investigación. Emérita sería como un índice de actividad y un instrumento de intercambio entre los centros de Madrid, Salamanca y Barcelona, para evitar duplicar trabajos. Se ve la necesidad de crear una enciclopedia sistemática de los conocimientos filológicos modernos, que sirva como manual a los estudiantes, y que conste de una gramática griega y otra latina completas, una gramática comparada de las lenguas indoeuropeas, y otra parte destinada a toponimias, y las influencias de las lenguas prehistóricas, vascuence y bereber en la lengua española. También habría que elaborar unos manuales para el estudio paleográfico de las obras y un diccionario latino-español modernizado. Se concluye que el primer gran problema para el inicio de estos estudios es la falta de libros de texto en este ámbito, por lo que éste es el primer paso a solucionar de cara a formar una enseñanza universitaria de la filología clásica.

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¿Qué ontología es más conveniente al psicoanálisis lacaniano? La razón de mi pregunta tiene que ver con un diagnóstico compartido entre varios colegas sobre la situación actual del psicoanálisis lacaniano. Para decirlo sencillamente, ese diagnóstico establece que los desarrollos formales de Lacan en torno al concepto de sujeto se han ido perdiendo en el lacanismo a consecuencia de haberse plegado a los términos clásicos de la metafísica. O, para decirlo aún más sencillamente, el concepto de sujeto de Lacan terminó por confundirse con la idea de individuo. ¿Por qué sucede esta cesura si, precisamente, Lacan se ocupó todo el tiempo de diferenciarlos? Conforme con ciertos desarrollos de la ciencia contemporánea, diremos que existe en Occidente una orientación hacia la substancialización de toda idea o concepto, a suponer para todo ente la presencia de una substancia material que da cuenta de su existencia en el mundo. La hipótesis que sostendré, entonces, y que intentará explicar dicha orientación reza de la siguiente manera: la ontología clásica (desde Aristóteles hasta avanzado el siglo XX) ha sidopensada y conceptualizada de tal forma que, en general, la ciencia devino con una fuerte orientación hacia el pensamiento substancial. ¿Por qué plantear el problema de la ontología? Porque considero que el psicoanálisis lacaniano, si pretende ser fiel a la novedad fundada por Lacan en torno al concepto de sujeto, hoy más que nunca debe repensar la ontología sobre la cual funcionan sus conceptos fundamentales. Por ejemplo, toda la potencialidad de lasubversión llevada a cabo por Lacan en torno al concepto de sujeto se vería reducida si su formalización se efectuara a partir de la ontología clásica. Porque la ontología clásica supone, entre otras consecuencias formales, las ideas de identidad y de profundidad (tridimensionalidad). Una orientación de pensamiento contraria a la que Lacan propuso para pensar su concepto de sujeto. Koyré sostuvo que nuestro sentido común es medieval, yo agregaría que nuestro sentido común supone formalmente una ontología clásica, es decir, euclidiana, aristotélica y substancialista. En lo relativo a la configuración de esta ontología clásica, euclidiana, que hace sentido común, no sólo juega un papel la consolidación del verbo ser como cópula en la estructura de las lenguas indoeuropeas sino que también incide el sistema nominativo acusativo. La estructura gramatical de las lenguas indoeuropeas establece a través de los universales cierta relación, quizá de semejanza, entre los verbos ser y estar. Serna Arango (2007) dice que este paso también es clave en la consolidación de la ontología euclidiana, y que podríamos remontar ese paso a través del estudio de tres maniobras acontecidas en la historia de Occidente. La primera fue a través del enunciado atributivo que tuvo lugar con la función sintáctica del verbo ser como cópula. La segunda, cuando Aristóteles postuló la relación del ser con la substancia, cuando en su metafísica preguntaba qué era el ente. Y esa pregunta equivalía a qué es la substancia. No ha sido una casualidad que el concepto de ousía derivara hacia el concepto de ser hasta homologarse. Benveniste, en Categorías del pensamiento y categorías de la lengua (1999), hace mención a que, sin duda, fue desde una reflexión filosófica sobre el ser de donde surgió el sustantivo abstracto derivado del ser. Ello es lo que hemos visto crearse en el curso de la historia, sostiene Benveniste, primero en el pitagorismo dorio y en Platón y después con Aristóteles. La tercera maniobra también alude a Aristóteles, a cuando este definió ousía como hipokeimenon, es decir, ousía como sujeto, como substrato último de toda cualidad y como género. En la Metafísica, Aristóteles expone que la 'substancia se dice en dos sentidos: el sujeto último, que ya no se predica de otro y lo que, siendo algo determinado, también es separable' (Aristóteles, 2007:248)

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¿Qué ontología es más conveniente al psicoanálisis lacaniano? La razón de mi pregunta tiene que ver con un diagnóstico compartido entre varios colegas sobre la situación actual del psicoanálisis lacaniano. Para decirlo sencillamente, ese diagnóstico establece que los desarrollos formales de Lacan en torno al concepto de sujeto se han ido perdiendo en el lacanismo a consecuencia de haberse plegado a los términos clásicos de la metafísica. O, para decirlo aún más sencillamente, el concepto de sujeto de Lacan terminó por confundirse con la idea de individuo. ¿Por qué sucede esta cesura si, precisamente, Lacan se ocupó todo el tiempo de diferenciarlos? Conforme con ciertos desarrollos de la ciencia contemporánea, diremos que existe en Occidente una orientación hacia la substancialización de toda idea o concepto, a suponer para todo ente la presencia de una substancia material que da cuenta de su existencia en el mundo. La hipótesis que sostendré, entonces, y que intentará explicar dicha orientación reza de la siguiente manera: la ontología clásica (desde Aristóteles hasta avanzado el siglo XX) ha sidopensada y conceptualizada de tal forma que, en general, la ciencia devino con una fuerte orientación hacia el pensamiento substancial. ¿Por qué plantear el problema de la ontología? Porque considero que el psicoanálisis lacaniano, si pretende ser fiel a la novedad fundada por Lacan en torno al concepto de sujeto, hoy más que nunca debe repensar la ontología sobre la cual funcionan sus conceptos fundamentales. Por ejemplo, toda la potencialidad de lasubversión llevada a cabo por Lacan en torno al concepto de sujeto se vería reducida si su formalización se efectuara a partir de la ontología clásica. Porque la ontología clásica supone, entre otras consecuencias formales, las ideas de identidad y de profundidad (tridimensionalidad). Una orientación de pensamiento contraria a la que Lacan propuso para pensar su concepto de sujeto. Koyré sostuvo que nuestro sentido común es medieval, yo agregaría que nuestro sentido común supone formalmente una ontología clásica, es decir, euclidiana, aristotélica y substancialista. En lo relativo a la configuración de esta ontología clásica, euclidiana, que hace sentido común, no sólo juega un papel la consolidación del verbo ser como cópula en la estructura de las lenguas indoeuropeas sino que también incide el sistema nominativo acusativo. La estructura gramatical de las lenguas indoeuropeas establece a través de los universales cierta relación, quizá de semejanza, entre los verbos ser y estar. Serna Arango (2007) dice que este paso también es clave en la consolidación de la ontología euclidiana, y que podríamos remontar ese paso a través del estudio de tres maniobras acontecidas en la historia de Occidente. La primera fue a través del enunciado atributivo que tuvo lugar con la función sintáctica del verbo ser como cópula. La segunda, cuando Aristóteles postuló la relación del ser con la substancia, cuando en su metafísica preguntaba qué era el ente. Y esa pregunta equivalía a qué es la substancia. No ha sido una casualidad que el concepto de ousía derivara hacia el concepto de ser hasta homologarse. Benveniste, en Categorías del pensamiento y categorías de la lengua (1999), hace mención a que, sin duda, fue desde una reflexión filosófica sobre el ser de donde surgió el sustantivo abstracto derivado del ser. Ello es lo que hemos visto crearse en el curso de la historia, sostiene Benveniste, primero en el pitagorismo dorio y en Platón y después con Aristóteles. La tercera maniobra también alude a Aristóteles, a cuando este definió ousía como hipokeimenon, es decir, ousía como sujeto, como substrato último de toda cualidad y como género. En la Metafísica, Aristóteles expone que la 'substancia se dice en dos sentidos: el sujeto último, que ya no se predica de otro y lo que, siendo algo determinado, también es separable' (Aristóteles, 2007:248)

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¿Qué ontología es más conveniente al psicoanálisis lacaniano? La razón de mi pregunta tiene que ver con un diagnóstico compartido entre varios colegas sobre la situación actual del psicoanálisis lacaniano. Para decirlo sencillamente, ese diagnóstico establece que los desarrollos formales de Lacan en torno al concepto de sujeto se han ido perdiendo en el lacanismo a consecuencia de haberse plegado a los términos clásicos de la metafísica. O, para decirlo aún más sencillamente, el concepto de sujeto de Lacan terminó por confundirse con la idea de individuo. ¿Por qué sucede esta cesura si, precisamente, Lacan se ocupó todo el tiempo de diferenciarlos? Conforme con ciertos desarrollos de la ciencia contemporánea, diremos que existe en Occidente una orientación hacia la substancialización de toda idea o concepto, a suponer para todo ente la presencia de una substancia material que da cuenta de su existencia en el mundo. La hipótesis que sostendré, entonces, y que intentará explicar dicha orientación reza de la siguiente manera: la ontología clásica (desde Aristóteles hasta avanzado el siglo XX) ha sidopensada y conceptualizada de tal forma que, en general, la ciencia devino con una fuerte orientación hacia el pensamiento substancial. ¿Por qué plantear el problema de la ontología? Porque considero que el psicoanálisis lacaniano, si pretende ser fiel a la novedad fundada por Lacan en torno al concepto de sujeto, hoy más que nunca debe repensar la ontología sobre la cual funcionan sus conceptos fundamentales. Por ejemplo, toda la potencialidad de lasubversión llevada a cabo por Lacan en torno al concepto de sujeto se vería reducida si su formalización se efectuara a partir de la ontología clásica. Porque la ontología clásica supone, entre otras consecuencias formales, las ideas de identidad y de profundidad (tridimensionalidad). Una orientación de pensamiento contraria a la que Lacan propuso para pensar su concepto de sujeto. Koyré sostuvo que nuestro sentido común es medieval, yo agregaría que nuestro sentido común supone formalmente una ontología clásica, es decir, euclidiana, aristotélica y substancialista. En lo relativo a la configuración de esta ontología clásica, euclidiana, que hace sentido común, no sólo juega un papel la consolidación del verbo ser como cópula en la estructura de las lenguas indoeuropeas sino que también incide el sistema nominativo acusativo. La estructura gramatical de las lenguas indoeuropeas establece a través de los universales cierta relación, quizá de semejanza, entre los verbos ser y estar. Serna Arango (2007) dice que este paso también es clave en la consolidación de la ontología euclidiana, y que podríamos remontar ese paso a través del estudio de tres maniobras acontecidas en la historia de Occidente. La primera fue a través del enunciado atributivo que tuvo lugar con la función sintáctica del verbo ser como cópula. La segunda, cuando Aristóteles postuló la relación del ser con la substancia, cuando en su metafísica preguntaba qué era el ente. Y esa pregunta equivalía a qué es la substancia. No ha sido una casualidad que el concepto de ousía derivara hacia el concepto de ser hasta homologarse. Benveniste, en Categorías del pensamiento y categorías de la lengua (1999), hace mención a que, sin duda, fue desde una reflexión filosófica sobre el ser de donde surgió el sustantivo abstracto derivado del ser. Ello es lo que hemos visto crearse en el curso de la historia, sostiene Benveniste, primero en el pitagorismo dorio y en Platón y después con Aristóteles. La tercera maniobra también alude a Aristóteles, a cuando este definió ousía como hipokeimenon, es decir, ousía como sujeto, como substrato último de toda cualidad y como género. En la Metafísica, Aristóteles expone que la 'substancia se dice en dos sentidos: el sujeto último, que ya no se predica de otro y lo que, siendo algo determinado, también es separable' (Aristóteles, 2007:248)