15 resultados para Virtuosismo
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Dissertação apresentada para cumprimento dos requisitos necessários à obtenção do grau de Mestre em Ciências Musicais
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El presente trabajo procura establecer, a partir de la obra Cuicani del compositor mexicano Mario Lavista, los diferentes aspectos estilísticos que confluyen en la noción del virtuosismo instrumental, término acuñado por el compositor. La indagación en dicha obra permite descubrir las vinculaciones del músico creador con el músico intérprete, así como en las relaciones música-poesía, música-tiempo, la alusión, la sugerencia y la ambigüedad, entre otras, que conforman su imaginario creador. El aporte de Lavista desde dicha noción, abre un campo de trabajo de grandes posibilidades a la música contemporánea.
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El debate sobre la descentralización en Chile ha tomado un nuevo impulso de demandas a través de diversas acciones colectivas regionalistas desarrolladas desde el año 2011, las que han establecido un "nuevo ciclo" marcado por redefiniciones de las relaciones entre Estado y sociedad. Este nuevo periodo se ha caracterizado por un fuerte debate político, el que ha enfrentado a distintas posiciones e intereses en torno a cómo lograr una descentralización que permita un doble virtuosismo: desarrollar grados crecientes de autonomía evitando el caudillismo y la captura de los entes subnacionales por grupos y mafias locales, a la vez que generar un proceso descentralizador que evite la cooptación y control desde el poder central. Problematizando en torno a este último punto, el presente artículo es una investigación descriptiva-exploratoria, con énfasis en lo teórico, que busca identificar dimensiones de éxito de una descentralización no cooptativa, que sirvan como insumo al proceso chileno. Para ello se concluye que los tres pilares fundamentales para alcanzar una descentralización autónoma sin cooptación del poder central son el fortalecimiento y autonomía financiera, la participación y democratización territorial y un proceso de institucionalización.
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“Nós reverenciamos Cláudio Arrau, cuja arte tinha a profundidade e o fôlego de um velho sábio e o virtuosismo estonteante de um jovem vencedor de um concurso”1. Este comentário de Pedro de Alcântara, graduado em música pela Yale School of Music e professor de Técnica Alexander, será seguramente secundado por qualquer melómano. Arrau confessa numa entrevista a Elyse Mach:”… quando tinha dezoito ou dezanove anos, entreguei-me aos cuidados de um psiquiatra2 porque havia em mim uma espécie de bloqueio que me impedia de expressar o meu eu musical […] muitas vezes voltei a visitar este homem maravilhoso […]. Eu aconselharia qualquer intérprete a falar com um psiquiatra e, se necessário fazer análise. A paz de espírito que daí resulta vale a pena.”3 Qualquer intérprete, cantor, instrumentista ou maestro, tem consciência da existência do tipo de bloqueios de que fala Arrau. Conforme se pode constatar pelo comentário extraído do célebre tratado de flauta de Quantz em 1752, nem sequer é um problema recente: “Se o flautista que quer ser ouvido publicamente é timorato e não está ainda acostumado a tocar na presença de muitas pessoas, deve tentar, enquanto está a tocar, dirigir a sua atenção apenas para as notas à sua frente, nunca encarando os presentes, uma vez que isso distrai os pensamentos, e destrói a sua tranquilidade. […] O medo causa uma ebulição do sangue que disturba o regular funcionamento dos pulmões, assim como dos braços, da língua e dos dedos. Daí surge uma tremura dos membros muito obstrutiva ao tocar e, como resultado, o flautista será incapaz de produzir uma passagem mais longa num fôlego, ou quaisquer outros actos especialmente difíceis, tal como faria num estado de espírito tranquilo.”4 Ao longo dos séculos, todos os grandes intérpretes tiveram que lidar com os problemas associados à performance musical pública, e, mais ou menos inconscientemente desenvolveram rotinas, atitudes ou superstições que, com maior ou menor sucesso os ajudam a ultrapassá-los. É obviamente um assunto que muitos intérpretes preferem evitar. A sua racionalização implica enfrentar os próprios fantasmas, e sobretudo, traz implícita a constatação de que esses receios existem, algo que nunca é fácil de admitir por parte de alguém que durante muitos anos poderá ter sobrevivido à custa de um exercício de negação. Existem estratégias muito eficazes para ajudar a superar o stress relacionado com a performance musical. Urge analisá-las, compreendê-las, sistematizá-las e passá-las às gerações vindouras. Só assim se perpetuará o alto nível de execução que o acumular de experiências ao longo dos últimos séculos proporcionou, numa sociedade que cada vez mais pressiona os seus elementos para o êxito profissional como factor indissociável da felicidade e do sentimento de realização enquanto seres humanos.
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Partiendo del contexto editorial y artístico, se pretende demostrar que la Fábula de Equis y Zeda implica un planteamiento más allá del mero juego verbal o poético y que se adentra en la epistemología del acto poético. Gerardo Diego en la construcción de su fábula consigue poner de relieve no solo su virtuosismo técnico en el dominio del lenguaje poético, sino también algunos de los aspectos más relevantes de los principios programáticos del arte nuevo como son la fusión de las diferentes artes en la construcción de una creación artística, la incorporación del mundo de la ciencia y del conocimiento esotérico o la intertextualidad.
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Contribuir a la sistematización del pensamiento pedagógico de Don Bosco. Inferir los modos educativos puestos en práctica en las instituciones salesianas, en vida del fundador, a través de la lectura analítica y objetiva del discurso contenido tanto en los escritos autógrafos como en los recogidos por sus más íntimos amigos. Incardinar dicho discurso en el contexto de época, siguiendo un enfoque pluridisciplinar desde diferentes perspectivas, tanto a nivel filosófico-pedagógico, como de la historia social. Describir el grado de correspondencia entre el discurso y la praxis educativa de dichas instituciones con las relaciones sociales de la época, especialmente de las laborales. Conocer las funciones desempeñadas por las instituciones salesianas en la vida católica antes y después del concilio Vaticano II. Profundizar en el conocimiento objetivo de Don Bosco, como hombre educador, al margen del tono triunfalista del que han hecho gala sus biógrafos y exegetas. Las 'charlas' de Don Bosco, conocidas como las 'buenas noches'. Obras autógrafas, circulares, cartas, programas.... Análisis de Campos semánticos. Sistematización y lectura analítica del pensamiento y discurso pedagógico de Don Bosco. Recursos documentales. Análisis de contenido. Se ha llevado a cabo una lectura analítica del discurso pedagógico de Don Bosco, clérigo turinés que, viviendo en el tercio central del siglo XIX, optó por dedicar su vida a la educación de jóvenes marginados, secundada por una educación teológica, asegurándoles pan y trabajo, alegría y asistencia , amor y confianza, para lograr la salvación integral, tanto del cuerpo como del alma, proponiendo la santidad como tarea sencilla, cifrándola al cumplimiento de los deberes del propio estado. Esta sublimación exige una ascesis de templanza y mortificación por medio del trabajo, la huida del ocio, el cumplimiento del deber y la obediencia en su más alto grado de sometimiento, la renuncia de sí, la resignación para con los designios de Dios. Todo encaminado a evitar la ocasión de pecar. Pues el pecado nos acarrea la muerte e impide crecer en sabiduría. Se promueve una mística de la acción, vigiando se previene el mal sin necesidad de reprimir. Complemento de estas medidas preventivas son las de los medios espirituales: la penitencia y la comunión. Son ponderadas las virtudes de la inocencia y la pureza, como las únicas que conducen a la santidad. La sacralización de la persona del superior, investidos de autoridad divina, se les debe obediencia y sometimiento. La obediencia es fundamento de certeza y virtuosismo. La rigidez de los reglamentos se conjuga con un sistema de corrección fraterna. Invita a afrontar los aspectos más negativos de la vida. Relativismo radical como experiencia catártica en el terreno de valores como en el de las cosas, sublimando la realidad para posibilitar que el individuo adquiera una autonomía que atempere, la dureza de la ética. El misterio de la muerte es una invitación frecuente de Don Bosco en el sistema educativo salesiano. La educación de la juventud salesiana seguía el modelo burgués, caracterizado por la separación de saberes y educandos (estudiante y artesanos), sobre la base de la división del trabajo, la meticulosidad programática y la proliferación de pruebas de control y promoción. De esta manera, se contribuye a la desigualdad social y a la creación de mano de obra sumisa y resignada, tal y como demanda la sociedad capitalista de la época. Utiliza la pedagogía de la ejemplaridad. Se recurre al ascetismo. Su pedagogía se basa en el primado de la voluntad sobre el intelecto. El afán por liberar (salvar) a la juventud marginada mediante internamiento y el consiguiente adoctrinamiento y la disciplinarización, son también elementos del sistema burgués, que hicieron de las instituciones educativas el aparato de normalización y legitimación sociales, tal y como perdura hoy.
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Se trata de la biografía del músico español Isaac Albéniz, coincidiendo con el centenario de su muerte. Sus composiciones nos llegan no sólo en su faceta como pianista sino como dramaturgo, compositor de canciones, de música orquestal y de cámara. Su virtuosismo en el piano llegó a conocerse internacionalmente, consiguió su ideal de crear una música nacional de acento universal y alcanzó en la Suite Iberia, su obra maestra. Además, sirvió de modelo a otros músicos españoles como Joaquín Turina y Manuel de Falla.
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Entre as inúmeras definições da ginástica rítmica podemos apresentá-la como arte e como desporto. Como arte ela é conceituada como a busca do belo, uma explosão de talento e criatividade, em que a expressão corporal e o virtuosismo técnico se desenvolvem juntos, formando um conjunto harmonioso de movimento e ritmo. Como desporto ela é uma modalidade esportiva essencialmente feminina, que requer um alto nível de desenvolvimento de certas qualidades físicas, com exigências de rendimento elevadas, objetivando a perfeição técnica da execução de movimentos complexos com o corpo e com os aparelhos.
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La literatura técnica de la cantería describió, fundamentalmente entre el siglo XVI y el XVIII, complejos caracoles de piedra que, en algunos casos, no se llevaron nunca a la práctica. Asimismo, escondidos en torreones y disimulados en machones, estribos y contrafuertes encontramos ejemplos construidos, con soluciones distintas a las de los tratados escritos, de un gran virtuosismo técnico, testigos evidentes de procesos de experimentación y capacitación profesional. Su compleja geometría y difícil construcción las caracteriza, y acentúa aún más su singularidad en contraposición con su pequeña dimensión y su secundaria ubicación. Ambos modelos, los pensados y dibujados en los tratados, pero no construidos, y los construidos en iglesias y catedrales, pero no contemplados en los tratados, son el objeto de este artículo. En él, hacemos un recorrido por algunas de esas escaleras especiales, estudiándolas y tratando de encontrar el porqué de su existencia.
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La escalera de caracol es uno de los elementos que mejor define la evolución de la construcción pétrea a lo largo de nuestra historia moderna. El movimiento helicoidal de las piezas de una escalera muestra, con frecuencia, el virtuosismo que alcanzaron los maestros del arte de la cantería y la plasticidad, expresividad y ligereza de sus obras. A pesar de su origen exclusivamente utilitario y de su ubicación secundaria, se convertirán en signo de maestría y en elementos protagonistas del espacio que recorren y de la composición de los edificios, como es el caso de las grande vis de los Châteaux franceses del XVI como Blois, Chateaudun o Chambord o los schlosses alemanes como el de Hartenfels en Torgau. Este protagonismo queda patente en los tratados y manuscritos de cantería, elaborados fundamentalmente en España y Francia, a partir del siglo XVI que recogen un gran número de variantes de escaleras de caracol entre sus folios. Breve historia de la escalera de Caracol Los ejemplos más antiguos conocidos de escaleras de caracol en Occidente provienen de los primeros siglos de nuestra era y están asociados a construcciones de tipo conmemorativo, funerario o civil, romanas. Destaca de entre ellas la columna trajana, construida en el 113 por Apolodoro de Damasco en los Foros de Roma. Esta columna, conservada en la actualidad, fue profusamente representada por los tratados de arquitectura desde el Renacimento como el de Serlio, Caramuel, Piranesi, Rondelet y, más recientemente, Canina. Choisy describe en El arte de construir en Bizancio un grupo de escaleras de caracol cubiertas por bóvedas helicoidales y construidas entre el siglo IV y VIII; a esta misma época pertenecen otras escaleras con bóvedas aparejadas de forma desigual con sillarejos y sillares de pequeño tamaño sin reglas de traba claras, pensadas al igual que las de Choisy para ser revestidas con un mortero. Herederas de estas bóvedas de la antigüedad son las escaleras de caracol de la Edad Media. Así las describe Viollet le Duc: “compuestas por un machón construido en cantería, con caja perimetral circular, bóveda helicoidal construida en piedra sin aparejar, que se apoya en el machón y sobre el paramento circular interior. Estas bóvedas soportan los peldaños en los que las aristas son trazadas siguiendo los radios del círculo”. En esta misma época, siglos XI y XII, se construyen un grupo de escaleras de caracol abovedadas en piedra de cantería vista: las de la torre oeste de Notre Dame des Doms en Avignon, las de la tour de Roi, de Évêque y Bermonde de los Chateaux de Uzés, las gemelas de las torres de la Catedral Saint Théodorit de Uzés y la conocida escalera del transepto de la Abadía de Saint Gilles. Ésta última dará el nombre a uno de los modelos estereotómicos de mayor complejidad del art du trait o arte de la cantería: la vis Saint Gilles, que aparece en la mayoría de los textos dedicados al corte de piedras en España y Francia. La perfección y dificultad de su trazado hizo que, durante siglos, esta escalera de caracol fuera lugar de peregrinación de canteros y se convirtiera en el arquetipo de un modelo representado con profusión en los tratados hasta el siglo XIX. A partir del siglo XIII, será el husillo el tipo de escalera curva que dará respuesta a las intenciones de la arquitectura a la “moderna” o gótica. Estas escaleras con machón central se generalizarán, insertándose en un complejo sistema de circulaciones de servicio, que conectaban por completo, en horizontal y vertical, los edificios. Estos pasadizos horizontales y estas conexiones verticales, hábilmente incorporadas en el espesor de contrafuertes, machones, esquinas, etc, serán una innovación específicamente gótica, como señala Fitchen. La pieza de peldaño, que se fabrica casi “en serie” reflejará fielmente el espíritu racional y funcionalista de la arquitectura gótica. Inicialmente los peldaños serán prismáticos, sin labrar por su cara interior; después, éstos darán paso a escaleras más amables con los helicoides reglados formando su intradós. Insertos en construcciones góticas y en convivencia con husillos, encontramos algunos ejemplos de escaleras abovedadas en el siglo XIII y XIV. Estamos hablando de la escalera de la torre este del Castillo de Maniace en Siracusa, Sicilia y la escalera de la torre norte del transepto de la Catedral de Barcelona. En ambos casos, los caracoles se pueden relacionar con el tipo vis de Saint Gilles, pero incorporan invariantes de la construcción gótica que les hace mantener una relación tipológica y constructiva con los husillos elaborados en la misma época. En la segunda mitad del siglo XV aparecen, vinculadas al ámbito mediterráneo, un conjunto de escaleras en las que el machón central se desplaza transformándose en una moldura perimetral y dejando su lugar a un espacio hueco que permite el paso de la luz. Los tratados manuscritos de cantería que circulan en el XVI y XVII por España recogen el modelo con su denominación: caracol de Mallorca. Varios autores han mantenido la tesis de que el nombre proviene de la escalera situada en la torre noroeste de la Lonja de Palma de Mallorca. Los Manuscritos y tratados de Cantería y las escaleras de caracol Coincidiendo con la apertura intelectual que propicia el Renacimiento se publican algunos tratados de arquitectura que contienen capítulos dedicados al corte de las piedras. El primero de ellos es Le premier tome de l’Architecture de Philibert de L’Orme, publicado en 1567 en Francia. En España tenemos constancia de la existencia de numerosos cuadernos profesionales que circulaban entre los canteros. Varias copias de estos manuscritos han llegado hasta nuestros días. Los más completos son sin duda, las dos copias que se conservan del tratado de arquitectura de Alonso de Vandelvira, una en la Biblioteca Nacional y otra en la Biblioteca de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid y el manuscrito titulado Cerramientos y trazas de Montea de Ginés Martínez de Aranda. Todas estas colecciones de aparejos, con excepción de la atribuida a Pedro de Albiz, presentan trazas de escaleras de caracol. En los siglos XVII y XVIII los textos en España más interesantes para nuestras investigaciones son, como en el XVI, manuscritos que no llegaron a ver la imprenta. Entre ellos destacan De l’art del picapedrer de Joseph Gelabert y el Cuaderno de Arquitectura de Juan de Portor y Castro. Estos dos textos, que contienen varios aparejos de caracoles, están claramente vinculados con la práctica constructiva a diferencia de los textos impresos del XVIII, como los del Padre Tosca o el de Juan García Berruguilla, que dedican algunos capítulos a cortes de Cantería entre los que incluyen trazas de escaleras, pero desde un punto de vista más teórico. Podemos agrupar las trazas recogidas en los manuscritos y tratados en cinco grandes grupos: el caracol de husillo, el caracol de Mallorca, los caracoles abovedados, los caracoles exentos y los caracoles dobles. El husillo, de procedencia gótica, permanece en la mayoría de nuestros textos con diferentes denominaciones: caracol de husillo, caracol de nabo redondo o caracol macho. Se seguirá construyendo con frecuencia durante todo el periodo de la Edad Moderna. Los ejemplares más bellos presentan el intradós labrado formando un helicoide cilíndrico recto como es el caso del husillo del Monasterio de la Vid o el de la Catedral de Salamanca o un helicoide axial recto como en el de la Capilla de la Comunión en la Catedral de Santiago de Compostela. La diferencia estriba en la unión del intradós y el machón central: una amable tangencia en el primer caso o un encuentro marcado por una hélice en el segundo. El segundo tipo de caracol presente en casi todos los autores es el caracol de Mallorca. Vandelvira, Martínez de Aranda, y posteriormente Portor y Castro lo estudian con detenimiento. Gelabert, a mediados del siglo XVII, nos recordará su origen mediterráneo al presentar el que denomina Caracol de ojo abierto. El Caracol de Mallorca también estará presente en colecciones de aparejos como las atribuidas a Alonso de Guardia y Juan de Aguirre, ambas depositadas en la Biblioteca Nacional y en las compilaciones técnicas del siglo XVIII, de fuerte influencia francesa, aunque en este caso ya sin conservar su apelación original. El Caracol que dicen de Mallorca se extiende por todo el territorio peninsular de la mano de los principales maestros de la cantería. Los helicoides labrados con exquisita exactitud, acompañados de armoniosas molduras, servirán de acceso a espacios más representativos como bibliotecas, archivos, salas, etc. Es la escalera de la luz, como nos recuerda su apelación francesa, vis a jour. Precisamente en Francia, coincidiendo con el renacimiento de la arquitectura clásica se realizan una serie de escaleras de caracol abovedadas, en vis de Saint Gilles. Los tratados franceses, comenzando por De L’Orme, y siguiendo por, Jousse, Derand, Milliet Dechales, De la Hire, De la Rue, Frezier, Rondelet, Adhémar o Leroy, entre otros, recogen en sus escritos el modelo y coinciden en reconocer la dificultad de su trazado y el prestigio que adquirían los canteros al elaborar este tipo de escaleras. El modelo llega nuestras tierras en un momento histórico de productivo intercambio cultural y profesional entre Francia y España. Vandelvira, Martínez de Aranda y Portor y Castro analizan en sus tratados la “vía de San Gil”. En la provincia de Cádiz, en la Iglesia Mayor de Medina Sidonia, se construirá el más perfecto de los caracoles abovedados de la España renacentista. También en la provincia de Cádiz y vinculadas, posiblemente, a los mismos maestros encontramos un curioso grupo de escaleras abovedadas con generatriz circular horizontal. A pesar del extenso catálogo de escaleras presentes en la tratadística española, no aparece ninguna que muestre una mínima relación con ellas. Desde el punto de vista de la geometría, estamos ante uno de los tipos de escaleras que describe Choisy en El arte de construir en Bizancio. Se trata de escaleras abovedadas construidas por hojas y lechos horizontales. Los caracoles abovedados tendrán también su versión poligonal: la vis Saint Gilles quarré o el caracol de emperadores cuadrado en su versión vandelviresca. Las soluciones que dibujan los tratados son de planta cuadrada, pero la ejecución será poligonal en los raros ejemplos construidos, que se encuentran exclusivamente en Francia. Su geometría es compleja: el intradós es una superficie reglada alabeada denominada cilindroide; su trazado requiere una habilidad extrema y al ser un tanto innecesaria desde el punto de vista funcional, fue muy poco construida. Otro tipo de escalera habitual es la que Vandelvira y Martínez de Aranda denominan en sus tratados “caracol exento”. Se trata de una escalera volada alrededor de un pilar, sin apoyo en una caja perimetral y que, por lo tanto, debe trabajar en ménsula. Su función fue servir de acceso a espacios de reducidas dimensiones como púlpitos, órganos o coros. Encontramos ejemplos de estos caracoles exentos en el púlpito de la catedral de Viena y en España, en la subida al coro de la Iglesia arciprestal de Morella en Valencia. El largo repertorio de escaleras de caracol prosigue en los tratados y en las múltiples soluciones que encontramos en arquitecturas civiles y religiosas en toda Europa. Hasta varios caracoles en una sola caja: dobles e incluso triples. Dobles como el conocido de Chambord, o el doble husillo del Convento de Santo Domingo en Valencia, rematado por un caracol de Mallorca; triples como la triple escalera del Convento de Santo Domingo de Bonaval en Santiago de Compostela. La tratadística española recogerá dos tipos de caracoles dobles, el ya comentado en una sola caja, en versiones con y sin machón central, definidos por Martínez de Aranda, Juan de Aguirre, Alonso de Guardia y Joseph Gelabert y el caracol doble formado por dos cajas diferentes y coaxiales. Vandelvira lo define como Caracol de Emperadores. Será el único tipo de caracol que recoja Cristobal de Rojas en su Teoría y Práctica de Fortificación. No hay duda que las escaleras de caracol han formado parte de un privilegiado grupo de elementos constructivos en constante evolución e investigación a lo largo de la historia de la arquitectura en piedra. Desde el cantero más humilde hasta los grandes maestros catedralicios las construyeron y, en muchos casos, crearon modelos nuevos en los pergaminos de sus propias colecciones o directamente sobre la piedra. Estos modelos casi experimentales sirvieron para encontrar trabajo o demostrar un grado de profesionalidad a sus autores, que les hiciera, al mismo tiempo, ganarse el respeto de sus compañeros. Gracias a esto, se inició un proceso ese proceso de investigación y evolución que produjo una diversidad en los tipos, sin precedentes en otros elementos similares, y la transferencia de procedimientos dentro del arte de la cantería. Los grandes autores del mundo de la piedra propusieron multitud de tipos y variantes, sin embargo, el modelo de estereotomía tradicionalmente considerado más complejo y más admirado es un caracol de reducidas dimensiones construido en el siglo XII: la Vis de Saint Gilles. Posiblemente ahí es donde reside la grandeza de este arte.
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Los jóvenes no cualificados, que participan en los dispositivos educativos de segunda oportunidad, recorren itinerarios de transición al mercado laboral cada vez más complejos. Por lo que conocer sus expectativas y su capacidad de agencia resulta ineludible para mejorar nuestro acompañamiento como profesionales de la intervención sociolaboral. En este artículo exploramos la adaptación de esos jóvenes a una exigencia creciente de cualificación, que los está excluyendo laboralmente. Frente a este proceso, observamos que contraponen una resistencia basada en su capital simbólico, a través de la afectividad y la estética. Nuestro interés por estas respuestas nace de la desorientación percibida entre los profesionales de los programas educativos. Incapaces de comprender las trayectorias divergentes que estos jóvenes plantean, ante los itinerarios homogéneos que se les ofrecen para su inserción social. Tras el análisis de las creaciones artísticas y estéticas de los adolescentes, intuimos que hay dos factores que activan su resistencia a las limitaciones de sus expectativas de éxito. Por un lado, una variable institucional, que apunta a una deficiente planificación de los itinerarios formativos, que los jóvenes perciben que les aboca a la infracualificación y a un mercado laboral precario e inestable. Y por otro lado, una resistencia a la exclusión, que se enraíza en un imaginario de éxito y de movilidad social propio de una juventud globalizada.
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Desde niña creció en un floreciente ambiente de arte y cultura, Alicia Montfort es una de las ejecutantes decanas del piano en Monterrey; junto a su hermano Héctor integró uno de los dúos de piano más reconocidos a nivel internacional. Virtuosismo y disciplina que transmitió en las aulas de aquella Escuela de Música que contribuyó a convertirla en Facultad.