1000 resultados para Tradición
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Se estudia la psicología del líder. No se centra en las características del líder, sino que más bien se orienta hacia las relaciones entre guías y subordinados. En principio la tradición individualista de la psicología, adjudicó que los líderes vienes ya presindicados por una serie de rasgos inherentes a la personalidad. Pero podría ocurrir que algunas de estas cualidades estuviesen más o menos condicionadas a un determinado período de aprendizaje o educación. Entonces podemos añadir un nuevo procedimiento a los anteriores: sería éste el de los métodos de formación de líderes. La base que nos ha permitido llegar a estos resultados ha sido el examen de las características de personalidad. Se analizan una serie de biografías de grandes personajes o genios. También se señalan las características principales que tradicionalmente se han asociado a los líderes: iniciativa, extroversión, humor, entusiasmo, confianza en sí mismo, sociabilidad., capacidad de contacto, constancia, capacidad de organización, confianza en sí mismo, vigilancia, disposición de ayuda, amabilidad, capacidad de acomodo y habilidad de palabra.
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Estudio acerca de la reforma de la enseñanza del canto. Se hace referencia a la falta de tradición operística en España, a dos años de la apertura del nuevo Teatro Nacional de la Ópera. Se pone de manifiesto la importancia de tener en cuenta la realidad del teatro y la ópera, a la hora de realizar una reforma de la enseñanza de la música. Se habla por ello del conservatorio superior, que aunque de manera auténtica no haya existido en España, lleva mucho tiempo el deseo en el aire, un deseo cuyos elementos tradicionales teorizados, deben ser renovados. Por otro lado, se estudia la musicalidad, no en lo que se refiere a la técnica vocal en sí, en su aspecto que podríamos llamar fisiológico, sino la formación musical de esa técnica, a las clases que deben rodear esa formación. En cuanto al espectáculo se puntualiza que la ópera es teatro, y exige que la musicalidad sea inseparable de una formación teatral a fondo. Por último se habla del concurso anual, dentro de la labor de extensión de la formación, que debe consistir en la enseñanza de canto en la Escuela Superior, que conlleva un alto grado de exigencia de los participantes, elevando así el nivel artístico. También para concluir se hace referencia a la extensión cultural y al mundo de la juventud, como cantera de futuros artistas.
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Presentación del decreto sobre los colegios mayores. En primer lugar se analizan los antecedentes del colegio mayor como institución. Los colegios mayores constituyen una de las instituciones universitarias de mayor tradición en España. Hasta su reforma por Carlos III, en 1711, existieron seis: cuatro en Salamanca, uno en Valladolid y otro en Alcalá. EI más antiguo de todos fue el de San Bartolomé, de Salamanca, cuyas constituciones datan de 1405. A continuación se sistematizan los principales problemas de los colegios mayores, y se exponen los principales puntos del decreto 2780/1973, de 19 de octubre, por el que se regulan los colegios mayores. El decreto surge con un condicionante legal, el artículo 101 de la Ley General de Educación, y una amplia consulta de base. Se destacan seis puntos esenciales en el decreto: mayor responsabilidad para los colegios, participación en los Órganos de Gobierno de la Universidad y organismos nacionales de educación, no confundir los Colegios mayores con meras residencias, subvenciones, innovaciones y participación interna. Para terminar se señala que el decreto constituye un paso considerado definitivo en la historia de los colegios mayores, que abre las puertas del futuro para todos los que trabajan y participan de este tipo de instituciones.
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En lo que se refiere a la enseñanza dela lengua materna y de la literatura nacional, es Francia el pueblo que ofrece un nivel más elevado entre los países modernos. Francia ha creado un verdadero culto a sus clásicos literarios y ha hecho de la enseñanza de su lengua la preocupación más exquisita de todo el sistema educativo. El siglo XIX sienta las bases en las que habrá de plantearse la importancia y los métodos de la enseñanza del francés. Tras la guerra franco-prusiana de 1870 la enseñanza del francés se convierte en actividad básica en las escuelas y es en 1902 cuando tras establecerse varios planes de estudio a elección de los alumnos, se decide que aquellos que abandones por completo las lenguas clásicas recibirán una enseñanza complementaria de francés, con el fin de salvar el tono humanístico tradicional de la educación media. Después de Francia, Alemania es el país que más importancia concede a la lengua nacional. Su estudio ha ido unido desde le principio a la conciencia nacional, al fervor por los destinos de la patria. A principios del siglo XIX crece le interés por el alemán, debido a la acción conjunta de tres factores. El renacimiento científico, el impulso romántico y la conciencia patriótica despertada por las guerras napoleónicas. La enseñanza del alemán se desarrolla durante la segunda mitad del siglo XIX. En Inglaterra esta preocupación es muy reciente. A principios del siglo XX era una delas materias más descuidadas en los planes de estudio salvo excepciones no se mencionaba el inglés entre las materias exigidas para el examen de ingreso en el College hasta 1900. En Estados Unidos, el afán de estimular el estudio de la lengua inglesa comenzó antes que en Inglaterra. La causa hay que buscarla en la necesidad de asimilar grandes masas de inmigrantes extranjeros que llegaban al nuevo mundo con un conocimiento muy imperfecto de la lengua nacional. Aún hoy, al existir muchos ciudadanos bilingües, que alteran con su influencia la pureza de la lengua, obliga a conceder importancia creciente al estudio del idioma literario. Pero las condiciones de la vida americana han hecho que la tradición pese menos que en Europa y la pugna entre clásicos y modernos se haya resuelta rápidamente en favor de estos últimos. En España la separación clara ene el español y el latín no se consuma hasta la segunda mitad del siglo XIX.
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Conferencia de clausura del Primer Congreso Español de Estudios Clásicos
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Ultimamente se habla de la necesidad de reforma de la enseñanza técnica y se han dado multitud de soluciones irreconciliables porque se ha atendido a aspectos parciales del problema, dejando aparte el criterio básico que consiste en lograr la mayor eficacia en la enseñanza, pero irreconciliable con la necesidad de aumentar el número de títulos técnicos anualmente expedidos. Se observa en los planes propuestos una tendencia a disminuir la calidad de los futuros graduados, lo que extraña justo en este momento en que los países con mayor tradición empírica están reconociendo la necesidad de ampliar la base científica no sólo de los ingenieros diplomados, sino también de los técnicos inferiores. Pero, la evidente necesidad de técnicos especializados, no debe inducirnos al abandono de la formación del ingenieros de amplia base científica, que son los únicos responsables del adelanto de la técnica. Puesto que está clara la necesidad de disponer de ingenieros de aptitudes diferentes, es lógico pensar en el desdoblamiento del título de ingeniero en dos grados, lo que de paso permitiría el aumento sustancial del número de alumnos. Pero, los primeros problemas graves que acarrea la división del título de ingeniero son el de la equivalencia entre los títulos actuales y los nuevos, y la accesibilidad de unos a otros.
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Los testimonios documentales son un tesoro de gran valor y, por lo tanto, su custodia y perdurabilidad entrañan una tremenda responsabilidad para el presente y futuro de los individuos y de las comunidades. Nuestro país cuenta con una larga tradición archivera, con un ejercicio del cuerpo facultativo de archiveros, bibliotecas y arqueólogos más que centenario y del auxiliar de archivos y bibliotecas desde 1932, con una responsabilidad de custodia del tesoro documental de los fondos del Estado, tanto en los archivos vivos como en los históricos, que se manifiesta en el servicio prestado, en los fondos custodiados y en los instrumentos de información producidos. Pero, si comparamos las cifras con las del personal que se encarga de ellos, choca y no ha sido paralelo. Este hecho se puso de manifiesto por los propios archiveros en 1956, dando cuenta de la situación de desamparo en que parte de su tarea se encontraba al no poder atender a todo lo que la recogida, ordenación, descripción y servicio de los documentos lleva consigo. Si los fondos crecieron entre 1866-1955 en un 153,70 por cien, los funcionarios facultativos y los auxiliares de esta especialidad sólo lo hicieron en un 27,50 por cien. Lo que demuestra que la proporción de personal en los archivos administrativos es inferior a la de los archivos históricos en relación con los centros reunidos y la situación en la Administración Provincial es numéricamente inferior a la de los archivos centrales y encima los archivos administrativos e históricos no reciben personal a nivel de colaboración burocrática, es decir, que la gestión que les corresponde corre también a su cargo, a diferencia de las otras oficinas de la Administración Pública, a la que pertenecen. Después de veinte años las variaciones son mínimas, puesto que el crecimiento acelerado de los papeles, no ha visto casi incrementado el número de sus custodios. Pero los servicios legales han aumentado con motivo de la expansión de las actividades de la Administración del Estado, ya sea por diversificación de oficinas ya existentes o por nacimiento de nuevos centros de carácter nacional, central o provincial. Entre los primeros destaca el Servicio Nacional de Restauración de Libros y Documentos (1969); entre los segundos, el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares (1969).
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El apellido de la autora no coincide con el que se indica en el artículo porque cambió de Finkel por Pitcovsky
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Esta denominación aparece formalmente con la ley de 1938 y queda condenada a desaparecer en el Libro Blanco, elaborado treinta años después, aunque es ahora cuando está realmente llegando a su término al introducirse el nuevo bachillerato, instituido por la Ley General de Educación de 1970. A lo largo de este periodo, 1935-45 principio y años setenta fin mismo, se produce un proceso muy amplio de transformación social, económica y política en el cual la reforma educativa ocupa un papel preponderante Primera ley de 1938, conviene señalar que era sólo el comienzo de una reforma que pretendía abarcar todos los grados y especialidades de la enseñanza; y que la enseñanza media aparecía como un género del cual el bachillerato universitario sólo constituía una especie. La ley se limitaba a reforma este bachillerato, basándose en la primacía de lo espiritual, tradición y modernidad, elitismo mitigado y formación de la personalidad como principios filosóficos; separación de las funciones docente y examinadora, libertad de enseñanza (más bien en el sentido de libertad de empresa docente), supresión de la enseñanza libre, aproximación del grado de bachiller a la universidad, examen de Estado al término de los estudios, etcétera, como principios jurídicos; cultura clásica y humanística como instrumento formativo con firme base religiosa y patriótica como principios pedagógicos. Los efectos de la ley de 1938 fueron la recuperación y expansión de la enseñanza privada o no estatal, gran impulso y desarrollo de la formación clásica e indiferenciación de los colegios de la Iglesia respecto de los privados. Se suprimía la enseñanza libre. Duró quince años. Se acabó desgastando. En 1950 una nueva enseñanza para una sociedad nueva, ya que España había cambiado y deseo de un nivel de vida distinto, menos diferenciado. Convicción de que más años de estudio proporcionarían más medios de situarse en la vida; extensión de hecho, aunque todavía insuficiente de la posibilidad de seguir estudiando en los niveles no gratuitos con becas y otras ayudas del Estado; esa concienciación demandaba más educación y en 1953 Ley de Ordenación de la Enseñanza Media; las dos primeras finalidades que se le asignaban era el perfeccionamiento técnico de la enseñanza y el servicio a los valores de España. Esta ley frente a la de 1938 no articula un plan de estudios, sino que admite y da entrada a la pluralidad de planes, sobre una base común de división en dos grados: elemental y superior; el primero de cuatro años y el segundo, de dos cursos a los que se añadía un curso pre-universitario, posterior a la obtención del título de bachiller superior; y sobre una base también de materias comunes y optativas, destacando dos ramas en el grado superior: ciencias y letras; el acceso a los estudios superiores a través de unas pruebas de madurez. Efectos, difusión creciente hasta la masificación del grado de bachiller elemental. La última etapa, (1953-1958) supone una democratización y unificación en cuanto a su ruptura definitiva de su carácter minoritario y unificación de los estudios de ese ciclo. En adelante, ese primer ciclo (bachillerato elemental) constaría de cuatro curso (ley de 1953) y sería único para todos los alumno, lo que implicaba la desaparición del bachillerato laboral. Para terminar si comparamos ambas leyes: la de 1938 rompe con la etapa anterior en lo ideológico y en lo jurídico, pero desarrolla y consuma las tendencias pedagógicas anteriores y, la de 1953 se mantiene en la línea ideológica y jurídica de la ley de 1938, a la que intenta perfeccionar, rompiendo con ella en los fines y estructura de la enseñanza y abre las puertas a una organización flexible de los planes de estudios, a una participación , mínima de padres en la gestión de la enseñanza media.
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Esta denominación aparece formalmente con la ley de 1938 y queda condenada a desaparecer en el Libro Blanco, elaborado treinta años después, aunque es ahora cuando está realmente llegando a su término al introducirse el nuevo bachillerato, instituido por la Ley General de Educación de 1970. A lo largo de este periodo, 1935-45 principio y años setenta fin mismo, se produce un proceso muy amplio de transformación social, económica y política en el cual la reforma educativa ocupa un papel preponderante Primera ley de 1938, conviene señalar que era sólo el comienzo de una reforma que pretendía abarcar todos los grados y especialidades de la enseñanza; y que la enseñanza media aparecía como un género del cual el bachillerato universitario sólo constituía una especie. La ley se limitaba a reforma este bachillerato, basándose en la primacía de lo espiritual, tradición y modernidad, elitismo mitigado y formación de la personalidad como principios filosóficos; separación de las funciones docente y examinadora, libertad de enseñanza (más bien en el sentido de libertad de empresa docente), supresión de la enseñanza libre, aproximación del grado de bachiller a la universidad, examen de Estado al término de los estudios, etcétera, como principios jurídicos; cultura clásica y humanística como instrumento formativo con firme base religiosa y patriótica como principios pedagógicos. Los efectos de la ley de 1938 fueron la recuperación y expansión de la enseñanza privada o no estatal, gran impulso y desarrollo de la formación clásica e indiferenciación de los colegios de la Iglesia respecto de los privados. Se suprimía la enseñanza libre. Duró quince años. Se acabó desgastando. En 1950 una nueva enseñanza para una sociedad nueva, ya que España había cambiado y deseo de un nivel de vida distinto, menos diferenciado. Convicción de que más años de estudio proporcionarían más medios de situarse en la vida; extensión de hecho, aunque todavía insuficiente de la posibilidad de seguir estudiando en los niveles no gratuitos con becas y otras ayudas del Estado; esa concienciación demandaba más educación y en 1953 Ley de Ordenación de la Enseñanza Media; las dos primeras finalidades que se le asignaban era el perfeccionamiento técnico de la enseñanza y el servicio a los valores de España. Esta ley frente a la de 1938 no articula un plan de estudios, sino que admite y da entrada a la pluralidad de planes, sobre una base común de división en dos grados: elemental y superior; el primero de cuatro años y el segundo, de dos cursos a los que se añadía un curso pre-universitario, posterior a la obtención del título de bachiller superior; y sobre una base también de materias comunes y optativas, destacando dos ramas en el grado superior: ciencias y letras; el acceso a los estudios superiores a través de unas pruebas de madurez. Efectos, difusión creciente hasta la masificación del grado de bachiller elemental. La última etapa, (1953-1958) supone una democratización y unificación en cuanto a su ruptura definitiva de su carácter minoritario y unificación de los estudios de ese ciclo. En adelante, ese primer ciclo (bachillerato elemental) constaría de cuatro curso (ley de 1953) y sería único para todos los alumno, lo que implicaba la desaparición del bachillerato laboral. Para terminar si comparamos ambas leyes: la de 1938 rompe con la etapa anterior en lo ideológico y en lo jurídico, pero desarrolla y consuma las tendencias pedagógicas anteriores y, la de 1953 se mantiene en la línea ideológica y jurídica de la ley de 1938, a la que intenta perfeccionar, rompiendo con ella en los fines y estructura de la enseñanza y abre las puertas a una organización flexible de los planes de estudios, a una participación , mínima de padres en la gestión de la enseñanza media.
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Por mucho que avance el estudio del niño, no podrá ofrecernos nunca los últimos y supremos resortes de la educación porque en ella el maestro es el factor fundamental. Nada podrá hacer el maestro sin conocer al niño, pero su conocimiento es el punto de partida de su labor. El maestro se ofrece como el órgano de la tradición, pero que no se olvide que la transmisión de la cultura es una continuidad que no puede interrumpirse. El maestro debe sentirse órgano de la historia, pero esta se integra con el pasado y el porvenir. Lo esencial en la cultura no son sus productos, siempre provisionales, sino su proceso de formación, y el maestro debe enseñarla como algo que se hace eternamente y no debe enseñarla para que se la aprenda, sino para que se aprenda a colaborar en ella. Si el maestro al transmitir la cultura no logra interesar los espíritus para asociarlos a ella, la cultura se agota y se disipa entre sus manos. De esta disciplina uniforme protesta su personalidad intensa y acusada, y frente a su rigidez, opone la espontaneidad, que tiende a escapar por todas partes, y frente a su mecanización opone su originalidad y tendencia al ensayo y a la innovación. Para unos maestros este niño sería el rebelde que se escapa de sus manos; para los otros, es un haz de posibilidades y esperanzas.
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Profesores y alumnos están inmersos en dos cambios fundamentales en la escolarizacion: los profesores enseñando y los alumnos aprendiendo Matemáticas y Ciencias combinadas, y en aulas con un amplio gradiente de aptitudes. Ambos cambios surgen por la política de desagregación del gobierno de Notario (Canadá) debido a la deserción escolar y al tratamiento de alumnos de distintos grupos raciales y clases sociales. La integración disciplinar signó a la urgencia pública de definir los resultados de la educación, una forma de descargar al responsabilidad política. Aparte del esfuerzo realizado, nuevas formas de organizar el trabajo del grupo, nuevas responsabilidades, aptitud del alumnado y , progreso, planificación cooperativa y evaluación. Los alumnos conscientes de como las asignaturas interactúan , de lo que la escala significa para ellos como lugar donde estar. Quienes pueden manejar los sistemas simbólicos de las escuelas, llegan más lejos que aquellos que no se valen tan bien con el conocimiento abstracto. Quienes saben leer prosperan en la escuela; aquellos que no sepan no. Noveno grado o la transición al Bachillerato es donde empieza la escuela de crecimiento. De todo ello, se deduce que integración y desagregación se perciben como parte del proceso de crecer a través de la escolarización. Profesores y alumnos ven el Bachillerato como el arranque de algo, y el noveno grado como el lugar para comenzar y afirman que como mejor funciona la escuela es con asignaturas separadas formas diferenciadas de tratarlas. Por último, existen tradiciones muy fuertemente asentadas en el bachillerato que reflejan una versión de la escuela formativa y una acomodación al dilema de la transición, desde la enseñanza elemental a la secundaria, que subyace en la educación. Hay vías mejores, pero es valioso considerar adónde conduce la tradición escolar que hemos visto en el Instituto Metro y su significado y valor para quienes practican y pueden ofrecer mejores vías.
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No se trata de desarrollar más el sistema escolar en la sociedad actual. La primera condición de la educación escolar como práctica de la libertad y la democracia radical es al acción dialógica entendida en un doble sentido, positivo y negativo, es decir, como rechazo del paternalismo elitista y populista la burocratización, la propaganda y demás formas de la acción antidialógica de las relaciones entre los diferentes agentes escolares, comenzando por la preferencia de los profesores por el modelo didáctico de la clase seminario-fuente al abuso habitual de la clase magistral y la enseñanza presencial en las relaciones académicas entre alumnos y profesores e impulsando, en general, cuantas condiciones sociales contribuyan al desenvolvimiento de los estudiantes como sujetos activos en el aula y fuera de ella, en lugar de tratarlos como receptores pasivos del conocimiento de los expertos. Supuesto esto, una educación realmente crítica, problematizadora y democratizadora precisa de otros contenidos y de otros criterios. Hay que articular rigurosamente los núcleos temáticos de las diferentes áreas del conocimiento y de los programas de cada disciplina, construyendo un currículo propio, claro, realista y con sentido histórico. Se trata de sustituir la tradición selectiva del diseño curricular oficial por la resustancialización de los contenidos curriculares, a partir de la tradición principal de la cultura y del pensamiento y de crear memoria liberalizadora capaz de recuperar la historia de los otros (pueblos oprimidos, minorías, etnias, etcétera) y a la vez se critican los grandes problemas del mundo actual. Y hay que hacerlo de forma coherente y globalizadora. Por último habría que elaborar también los materiales didácticos idóneos para la enseñanza dialógica de ese tipo de vitae resustanciado, primando siempre lectura, conocimiento directo de la bibliografía, etcétera y las virtudes formativas , trabajo escrito por parte de cada alumno.
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Existe una larga tradición en el uso de recursos tales como los libros y los lápices para aumentar nuestra capacidad mental y el ordenador es la última aportación a esta lista de herramientas. Sin embargo, la sobrevaloración del hipotético papel de este instrumento en el desarrollo cognitivo ha minimizado las condiciones, el sentido y el contenido de las situaciones de enseñanza y aprendizaje en las que se utiliza el ordenador, para centrar toda la atención en la herramienta. No obstante, las investigaciones que tienen en cuenta el contexto de la enseñanza muestran que la incidencia del ordenador, en el proceso de aprendizaje del alumnado, está en clara relación con el estilo del profesor, con su forma de organizar las situaciones de enseñanza y aprendizaje. Por otra parte, las utilizaciones más innovadoras del uso del ordenador, a nivel educativo en centros públicos de enseñanza secundaria , entre otros, surgen de filosofías y conceptos sobre la educación que se apropian de las tecnologías de su tiempo, pero no sucumben al poder y la fascinación de la herramienta. Utilizan las tecnologías de la información y la comunicación para profundizar y enriquecer sus objetivos y no al revés. Este es el reto, para superar el espejismo engañoso de una representación de la realidad, del individuo y de la educación escolar a todas luces tendenciosa y reduccionista.
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Los gestos y las palabras son repetidas en cadena de generaciones, heredadas de mayores a menores, sujetas a la memorización y recreación. Pero el gesto permanece ritualizado en el repertorio de gestos tradicionales porque sucesivas personas los repetirán. Los juegos tradicionales son señas de identidad de un grupo, una comarca, un país y también patrimonio cultural de la memoria colectiva de la infancia de esas zonas geográficas. El juego procede de la cultura grecorromana. Bajo la denominación de la Olla, Olla de miel, en la documentación reunida de los siglos XVII y XVIII aparecen en la tipología dos modalidades diferenciadas, que persisten actualmente clasificadas en : juego rima de acción y de corro. En la tradición oral moderna ( siglos XIX y XX ) sigue permaneciendo textual y lúdica el juego de la olla de miel. Las imágenes portadoras de motivos arcaicos, del cuerpo imaginario en el movimiento corporal, del hondo entramado ritual en la gestualidad de los juegos tradicionales, sigue enviando mensajes invisibles, a la sensibildad y a la percepción sensorial del niño porque las imágenes son guardadas en la memoria. Jugar, ver y tocar el cuerpo, oir la letra, el ritmo, ver el diseño espacial, pensar con el cuero, etcétera. Es traer al presente el gesto de la infancia, recuperar el gesto del cuerpo lúdico y del cuerpo imaginario con ese acto intenso de relacionar símbolos, escondidos en los mensajes de los juegos sucesivos de la niñez.