Crisis de acumulación y respuesta educativa de la nueva derecha.

El apellido de la autora no coincide con el que se indica en el artículo porque cambió de Finkel por Pitcovsky

Bastante tiempo antes de que Thatcher o Reagan ganaran las elecciones, diversos grupos intelectuales en ambos países prepararon las condiciones para generar un proyecto cultural alternativo. Ante la crisis orgánica que presentaba la sociedad británica, la nueva derecha se erigió como fracción hegemónica en el seno del nuevo bloque histórico, en un esfuerzo no sólo defensivo, sino también formativo de nuevas filosofías y discursos que pretendían desarticular las viejas formaciones ideológicas. Entre los objetivos a desarticular destacaba el sistema educativo, que no sólo producía crítico y disidentes, sino que era en gran medida el responsable del declive del país como potencia industrial. Las diferencias del discurso entre neoliberales y neoconservadores eran evidentes: ambas corrientes parten de concepciones diferentes. Uno apela al estado mínimo y el otro a reforzar la autoridad del gobierno establecido ¿Cómo pueden subsistir sin demasiado conflicto? La coexistencia se debe a que, por encima de las diferencias, ambas corrientes de la nueva derecha están convencidas de la necesidad de restaurar la disciplina social a cualquier precio. No es extraño el ataque a la llamada Educación Progresiva centrada en el niño, que floreció como alternativa tras la segunda guerra mundial para formar hombres libres, teniendo como modelo negativo a la educación fascista. El rechazo a la educación progresiva se extiende a la teoría educativa en general. En Estados Unidos la nueva derecha ha dirigido parte de su crítica al escaso espíritu nacionalista que desarrolla la educación por un exceso de relativismo cultural. En Gran Bretaña el propósito de lograr una enseñanza más nacionalista de la historia fue claro tanto por el gobierno como por intelectuales. Así, la apelación al pasado, junto con la incentivación del orgullo nacional, tiene un doble objetivo: contrarrestar la reducción de las aspiraciones individuales y se ve la enseñanza de la historia como formación en los principios políticos de orden y tradición . Es lógico que dentro de las tradiciones a rescatar destaque la familia de la era victoriana como modelo a tener en cuenta para prevenir los conflictos sociales e individuales que aquejan a la sociedad.