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Resumen tomado del autor

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Resumen tomado del autor. Contiene esquema

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No todo tiempo pasado fue mejor. Descubrimientos médicos invaluables, un amplio portafolio de medicamentos y una inigualable dotación de equipos hacen que, en la actualidad, las alternativas para los pacientes sean más y mejores. La época en que los médicos se quedaban sin respuesta ante los enigmas de la salud ya es historia. Este disfrute de una medicina más certera se debe, en gran medida, a la ingeniería biomédica o bioingeniería, una ciencia que ha revolucionado al mundo. Gracias a ella, la humanidad ha sido testigo de magnánimos descubrimientos como el radio (elemento químico desarrollado por los esposos Curie), los rayos X (Roentgen) y el electrocardiógrafo (utilizado por primera vez en 1903 por Einthoven). Es tal el despliegue de tecnología que, de acuerdo con la Food and Drug Administration (FDA), organismo de los Estados Unidos que se encarga del registro, control y certificación de los dispositivos médicos, hoy en día existen más de 100 mil tipos de equipos médicos, sin olvidar que cada año se agregan a este arsenal 5 mil nuevos. Si bien este panorama luce como un triunfo para la humanidad, expertos aseguran que nada es tan perfecto como parece y que, en cambio, la tecnología médica tiene sus puntos en contra, sus mitos y realidades. Aunque no cabe la menor duda de que la tecnología médica ha contribuido a solucionar cientos de problemas de la humanidad y que ha ofrecido un sinnúmero de respuestas a las más grandes incógnitas, tampoco se puede ocultar que este mar de opciones no resulta tan benéfico, pues adquirir la tecnología adecuada, entre tanta diversidad, es un verdadero problema para los sistemas de salud, sobre todo si se tiene en cuenta que no todos los equipos son ciento por ciento seguros. El tema de los eventos adversos que presentan los dispositivos médicos no es nuevo. En 1970, Ralph Nader (activista y abogado estadounidense) denunció que alrededor de unos 1.200 norteamericanos podían ser electrocutados, cada año, por procedimientos rutinarios de diagnóstico y terapia (Nader, 1970, 176-179). Un año más tarde, el Instituto para la Investigación del Cuidado de Emergencia (ECRI, por sus siglas en inglés) emitió un reporte contundente: “una perturbadora cantidad de equipos médicos han demostrado ser inefectivos, peligrosos y de mala calidad” (Emergency Care Research Institute, 1971, 75-93). Más adelante, el Instituto Nacional de Medicina de los Estados Unidos encontró que alrededor de 44 mil a 98 mil norteamericanos mueren anualmente debido a errores médicos, situación que se da porque “el uso de tecnologías, cada vez más sofisticadas y complejas, es un factor contribuyente a la cantidad de errores encontrados” (Committee on Quality Health Care in America, 2000). Entonces, ¿esto se traduce en que la industria médica es insegura? Sí. Tal vez la menos segura de todas. Literalmente hablando, se puede decir que es mejor vivir al lado de una planta nuclear que entrar a un hospital. Una conclusión que, aunque perturbadora, es real. Así lo prueban los análisis que se hacen sobre niveles de “peligrosidad” (ver imagen) y en los cuales se registran la cantidad de vidas que se pierden por año (eje horizontal) versus la cantidad de sucesos ocurridos por instalación (eje vertical).

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Los avances en las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), así como la biotecnología y los nuevos materiales, han modificado los sistemas de producción de los países, haciendo crecer las brechas tecnológicas entre las naciones en vías de desarrollo y el mundo industrializado. En este sentido, surgen cuatro puntos que se deben distinguir y examinar para enfrentar los nuevos desafíos de la llamada economía del conocimiento. Hay que definir cuáles son las mejores prácticas para la conformación de ciudades del conocimiento, los esquemas para la creación de empresas del conocimiento, la modernización del aparato productivo y el financiamiento de iniciativas de valor agregado. Asimismo, es preciso analizar las competencias laborales en la economía del conocimiento y el futuro de las empresas, como también la situación y proyección de las empresas del futuro frente a los retos de este tipo de economía.

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El 2010 fue un año singular para las elecciones en Colombia ya que las redes sociales se usaron por primera vez de modo general para hacer proselitismo político. Twitter fue uno de los instrumentos más utilizados por las campañas para cumplir una serie de funciones que son propias de la comunicación entre los votantes y los candidatos: publicar las propuestas, crear espacios de deliberación y catalizar iniciativas ciudadanas que apunten a la movilización política. Gracias a Twitter se tuvieron noticias acerca de los eventos que no fueron cubiertos por los medios tradicionales. De este modo, se conocieron anuncios de las campañas, comentarios, declaraciones, opiniones y otros aspectos importantes de los candidatos y de las campañas. Además, seguidores y detractores de cada partido y de cada candidato pudieron “conversar” con ellos y expresar sus puntos de visa en las discusiones desarrolladas sobre distintos temas.

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Resumen tomado del autor. Incluye cuadro que sintetiza el proceso de evaluaci??n de los asesoramientos

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¿Qué criterios determinan un nuevo estereotipo de la mujer colombiana? Para dar respuesta este interrogante. El Grupo de Investigación en Estudios de Género (GEN) de la Universidad del Rosario, hizo un análisis sobre la transformación de la imagen social de la mujer en Colombia entre la época de la Colonia y nuestros días. Para ello, se basó en un especial publicado por Revista Semana en octubre de 2005. Este estudio plantea, entre otros puntos, que la tipificación o estereotipo de la mujer colombiana del siglo XX es el de una mujer urbana, de clase alta, educada y que sobresale por sus logros individuales más que sociales. La mujer de hoy está totalmente inmersa en el sector productivo y ha cambiado su forma de relacionarse con el entorno familiar. Si antes se destacaba a “la buena madre y esposa”, en la actualidad se señala la insuficiencia del desarrollo de estos roles para la autorrealización de la mujer como individuo.