998 resultados para Casaubon, Juan Alfredo, 1919-2010
Resumo:
La autora revisa brevemente las características de la modernidad narrativa en Latinoamérica, para contextualizar la ocurrencia de dicho fenómeno en Ecuador, así como la contribución de Alfredo Pareja Diezcanseco al mismo. Resalta el papel del autor en la consolidación de los logros de tres generaciones de narradores ecuatorianos. Al referirse a las novelas de Pareja, a propósito de Baldomera estudia la representación de la ciudad de Guayaquil en proceso de modernización, así como los vínculos de la misma con este personaje femenino, estudia también otros dos personajes, de las novelas El muelle y El aire y los recuerdos, para sustentar el interés que el autor mantuvo, en las diferentes etapas de su producción novelística, en crear personajes femeninos muy bien estructurados y perdurables.
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El autor comenta la trilogía «Los nuevos años», de Alfredo Pareja Diezcanseco. La advertencia presenta los sueños de modernización del país, con su esperanza de mayor equidad e inclusión, El aire y los recuerdos es leída como una creación de singulares matices poéticos: el aire se vuelve portador de ilusiones y sueños de soluciones para el país, pero también se los lleva, con las frustraciones, desamparos y fracasos, Los poderes omnímodos narra los inicios de la era velasquista, saca el mejor provecho a situaciones y personajes, probando una madurez narrativa excepcional. Pareja retrata las dos grandes ciudades del país en estas novelas, pero también recorre los campos, episodios históricos de importancia son el pretexto para mostrar, ambiciosamente, los diversos y amplios sectores de la estructura social ecuatoriana, eventos y personajes que, a su vez, se encuentran en diálogo con otros sucesos del mundo contemporáneo de la época. El autor sostiene que puede hablarse de una tendencia globalizadora de Pareja en estas novelas, de un claro afán por «desenclaustrar» a la nación.
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El autor comenta la vocación de historiador de Alfredo Pareja Diezcanseco, resaltando sus fortalezas: la narratividad de los textos y la presentación humana de los personajes. Menciona, asimismo, que su límite radica en haber renunciado expresamente a los instrumentos metodológicos de análisis, lo que conduce a una interpretación maniquea sobre un tema central de la historia reciente del país, la polémica liberal-conservadora. Por otro lado, el autor resalta la vocación democrática de Pareja Diezcanseco. Su defensa de la soberanía nacional y la democracia lo ubican entre los forjadores de la nación ecuatoriana, por su preocupación en reflexionar sobre la identidad, sobre el mestizaje y su función en la construcción del país, su insistencia en la defensa y consolidación de la democracia se radicalizaron con el tiempo, como lo muestran su crítica de las dictaduras, su defensa de las garantías políticas, y sus postulados de cierta reforma social.
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El autor analiza la perspectiva de Pareja sobre los problemas y logros del país hasta los años cincuenta, argumenta que es la de un republicano laico, socialista, modernizador y guayaquileño. Algunas valoraciones de Pareja se inscriben en el contexto de la inexistencia de un campo de saber historiográfico constituido en el Ecuador de esos años. Su perspectiva de la conquista tiene elementos de una visión hispanista del devenir histórico, que quiere reconciliarse con la búsqueda de una modernidad no alcanzada y afanosamente deseada. Respecto de la independencia, la libertad no se consagró en 1822, sino recién en 1895, con la Revolución liberal, que llevaría a la modernización del Estado, en ella jugaría un rol central el mestizo como actor colectivo. Finalmente, Pareja atribuye al mestizaje la posibilidad de incorporación del país a la dinámica civilizadora, de puesta al día con los valores de la democracia y el progreso.
Resumo:
La autora revisa la contribución de Alfredo Pareja a la memoria del país, a través de su libro La hoguera bárbara. Escrito en 1944, trae a la luz pública un tema eludido o marginado en años previos, reconstruyendo los escenarios que antecedieron a la masacre de Eloy Alfaro y otros liberales, asi mismo presenta claves para la comprensión de los eventos que estuvieron detrás de esos crímenes que marcaron la historia del país. El presente ensayo analiza tres momentos de la memoria social para indagar si fue posible olvidar estos hechos. Primero, revisa la percepción del pueblo y la versión oficial de la masacre de 1912, se recuerda que, en 1919, el fiscal en el juicio para identificar a autores, cómplices y encubridores, determinó en forma concluyente la responsabilidad del Estado en la misma, no obstante, los crímenes quedaron en la impunidad. El segundo momento es el de culto a Alfaro a través de la celebración de su obra pública, en los años 20 y 30, la memoria social sobre la masacre parece distendida. Finalmente, en los años 40, se publican obras sobre Alfaro, por el centenario de su nacimiento -entre ellas La hoguera bárbara-, presentándolo como héroe liberal y mártir del pueblo.
Resumo:
El autor revisa las indagaciones de Alfredo Pareja sobre la historia y la identidad, las cuales responden a una idea de nación mestiza. En la narrativa de Pareja, resalta un afán mesiánico, es laica, secular, y condicionada por una manera de pensar, organizar y narrar la Historia: desde las ideas liberales del siglo XIX y algunas consideraciones del socialismo. El énfasis en lo auténtico y lo propio conduce a rechazar, sin mayores consideraciones, lo «moderno» y lo extranjero. Así, en La hoguera bárbara presenta la cuestión religiosa solo desde la perspectiva oficial y laica, dando poco espacio a aquella de la Iglesia, o a la de dos obispos extranjeros, ambos «rebeldes»: Schumacher y Masiá. En cuanto a la visión de la historia en Pareja, sostiene que en La hoguera .. "" como en el Compendio para segunda enseñanza, se revelaría un sentido de ella al estilo de un BiJdungsroman a nivel de nación, conducido por las mencionadas ideas del liberalismo decimonónico y de algunas aspiraciones socialistas.
Resumo:
La autora revisa la ensayística de Alfredo Pareja sobre temas de arte colonial, cultura y literatura. Da cuenta de la evolución de su noción de lo artístico desde 1933, cuando Pareja marca distancia con la generación anterior y con el arielismo vigente, al hacer suya la defensa del realismo social, más adelante, sin embargo, matizaría estos juicios en otros ensayos. Su postura crítica, en términos generales, no defiende la originalidad ni la forma del texto por sí mismas, sino el valor del contenido, el humanismo empieza a ser el hilo conductor de su narrativa e iluminador de su estética. Por otro lado, siente la necesidad de resignificar lo local en su contacto con lo universal, reconociendo el afán de contemporaneidad de su generación, su defensa de lo mestizo está presente en sus reflexiones sobre el barroquismo latinoamericano. Finalmente, resulta interesante que Pareja aproxime dos grandes momentos del arte ecuatoriano: la pintura y escultura colonial de la llamada escuela de Quito, y la propuesta estética de su generación.
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El escritor Miguel Donoso Pareja confiesa que en su vida existieron dos modelos: el de su padre -hasta reconocer que no era capaz de emular al navegante y matemático-, y el de su tío Alfredo Pareja. Admira al escritor tanto como al ser humano: por su deseo permanente de aprender y la exigencia implacable consigo mismo, cuanto por su vitalidad. Recuerda las visitas familiares, cada semana, de su tío a la Península de Santa Elena, aprobaba en silencio las lecturas juveniles de Donoso, e impuso un quiebre de calidad con Las mil noches y una noche. Como estudiante en casa de su abuela materna en Guayaquil, el autor conoció a otro Alfredo Pareja: el de su agitada rutina diaria de escritor y hombre de negocios, visitaba su casa, fascinado por su inmensa biblioteca, a la que tenía libre acceso, poco después, su tío Alfredo iniciaría sus largos años de viajero, y se reencontrarían pocas veces, en Quito, en la década de 1980. El autor concluye la emotiva reseña con una breve síntesis valorativa de la producción de Pareja Diezcanseco.
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En esta entrevista, realizada en 1987, el autor dialoga con Alfredo Pareja Diezcanseco sobre sus concepciones respecto de la literatura y la Historia. Menciona detalles de su vocación literaria, de sus lecturas iniciales y de las que, posteriormente, lo marcaron más. Pareja describe su rutina diaria como escritor, la cual se relaciona con su idea de lo que es la literatura: «una dificultad adquirida», alude al rol de los esquemas en la construcción de sus novelas, y al de la crítica de sus amigos del Grupo de Guayaquil en este proceso, durante la década del 30. Respecto de ellos, recalca que éste era esencialmente un grupo de amigos, más que un conjunto de escritores que se juntaban para trabajar en sus textos. Finalmente habla de su admiración por el historiador Arnold Toynbee, y concluye la entrevista mencionando que, para él, «la Historia siempre se hace en el subterráneo de la vida, es decir la está haciendo la vida cotidiana».
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El texto es un testimonio de dimensiones poco abordadas de Alfredo Pareja: el lado humano del diplomático, del docente en el extranjero, de integrante del Grupo de Guayaquil. Principalmente reseña el nacimiento de un espacio clave de recuperación de la memoria: el Archivo Histórico y la biblioteca especializada del Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador. Durante tres años, desde 1981, se trabajó en una pequeña oficina, elaborando fichas a partir de manuscritos, pergaminos y demás documentos que allí reposaban, Pareja veía necesario este rescate para la construcción de la historia del país. A partir de ésta y de otras fuentes -coloniales y del siglo XIX, hasta entonces desconocidas o interpretadas de diferente modo por los territorialistas ecuatorianos-, Pareja planteó una nueva interpretación del conflicto limítrofe con Perú, y sostuvo la necesidad de un acuerdo de paz, ello implicaba la aceptación del Protocolo de Río de Janeiro, situación que despertó en su contra muchos comentarios enconados, pero que formó parte de la tesis que prevaleció. El Archivo Histórico «Alfredo Pareja Diezcanseco» se inauguró en julio de 1996.
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El autor brinda una faceta distinta del intelectual Alfredo Pareja, como asiduo visitante de la Librería Cima, de Quito, en los años 70. Reconstruye así la imagen del amigo generoso, del ávido lector, del erudito conocedor de autores universales, y muestra la relación del ya afamado autor de obras importantes con el dueño de la librería, en las que el énfasis radicaba en la amistad, más que en el comercio de textos. Alude también a una entrevista que le realizara. en la que Pareja insiste en la valoración que tuviera de la música como un arte superior a la literatura. Otros episodios aportan a este retrato, siempre en aquel espacio de libros, y que evidencian las cualidades humanas de Pareja Diezcanseco.
Resumo:
La reconstrucción de una entrevista realizada en 1988 permite al autor hacer un lúcido recorrido sobre el valor de la obra crítica, narrativa e histórico-biográfica de Alfredo Pareja Diezcanseco, y establecer un balance del aporte de la misma en varios momentos de la narrativa ecuatoriana del siglo XX: los años de las vanguardias, la década de 1950 y el período posterior al boom latinoamericano. El texto pone en relieve la talla humana de Pareja, y ofrece una muestra de esa extraña sintonía que los grandes narradores únicamente son capaces de establecer con el lector, provocando en éste la sensación de sentirse «tocado y transformado por el encanto de su palabra».
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Si bien con la Edad Moderna el lenguaje dejó de ser un instrumento sagrado, desde fines del siglo XIX e inicios del XX se revela el carácter arbitrario del signo lingüístico, reafirmando el carácter secular de la palabra. La autora plantea que Juan Carlos Onetti reflexiona en su obra sobre el carácter y las funciones del lenguaje en el texto, desacralizándolo, alejándose de las pretensiones totalizadoras de la crítica. En los dos cuentos de Onetti («El posible Baldi» y «Luna llena») los personajes escriben. En el primero, Baldi remarca el carácter arbitrario de toda ficción (esta vez, de una ficción sobre sí mismo): destruye la tentación de convertirse en un héroe, al presentarse como un proxéneta y traficante, busca provocar el asco en una literata romántica, que ha sido seducida por la palabra, sin conseguirlo. El personaje del segundo cuento, Carmencita, siente que ha fracasado como escritora, y que su cuerpo envejecido la somete al riesgo del ridículo. A diferencia de Baldi, no se atreve a reír de esta posibilidad ni del asco, muere atrapada en una ficción que no deja de ser romántica. Se reflexiona sobre la finalidad del lenguaje en la «realidad» y en las ficciones que crean estos seres de ficción.
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El autor relee algunas propuestas culturales de los ensayos de Montalvo. Comienza por defender el rasgo de la polémica, en cuanto una herramienta estética y ética: la emplea con afán literario –en el mismo estilo de Sarmiento, González Prada, entre otros– y también como escritor vinculado a la política militante, para incentivar así a una audiencia poco letrada. En su pensamiento, señala oscilaciones entre ideas europeizantes, hispanoamericanistas y claramente latinoamericanistas. Hay coincidencias entre Montalvo y Pedro Henríquez Ureña al pensar lo latinoamericano, su noción se mueve entre aquella de lo nacional y del sujeto popular (vínculos con Martí y Bello). Considera a la nación como una totalidad cooperativa, en una propuesta anticolonial, de carácter republicano: donde prevalecieran la libertad de opinión, la fraternidad, y la democracia. Analiza las ideas de Montalvo sobre las masas populares, destacando el rasgo humanista en las acepciones de civilización y barbarie (que sería lo opuesto a la paz que se obtiene por el respeto y no por el miedo a los gobernantes o a la Iglesia). Montalvo aboga por la creación de un pueblo virtuoso a partir del trabajo y de un equilibrio entre la razón y los placeres, justifica la necesidad de la ilustración popular y de que un héroe guíe al pueblo (no que lo esclavice). Sin embargo, al momento de definir las clases sociales significativamente no considera las nociones de casta. Al referirse al pueblo afro, vuelve a sostener que es la esclavitud la que los coloca en una situación inferior, insistiendo en que no existe una inferioridad innata.