19 resultados para Trastorno obsesivo compulsivo

em Memoria Académica - FaHCE, UNLP - Argentina


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Este trabajo ha surgido como resultado de una clase de un Seminario dictado en el marco de la cátedra de Psicoterapia I de la Facultad de Psicología de la U.N.L.P. El mismo se tituló 'Los padecimientos actuales y sus abordajes terapéuticos', y tuvo como objetivo explicitar algunos modos de nominar y tratar a las formas en que se presentan actualmente el malestar humano en nuestra época. En lo que hace a nuestra presentación, nos referiremos específicamente al TOC y a la Neurosis Obsesiva. Nos interesa mostrar que no se trata del mismo fenómeno, como suele pensarse. El diagnóstico de TOC no autoriza a pensar que se trataría de una neurosis obsesiva tal como se plantea desde el psicoanálisis. Tampoco el diagnóstico de neurosis obsesiva supone uno de TOC. De ambas categorías se desprenden operaciones psicoterapéuticas diferentes, en la medida en que suponen distintas concepciones del sujeto a tratar, así como también posiciones diferentes en relación al diagnóstico psicopatológico (semiológico y estructural). El diagnóstico de neurosis obsesiva reviste una particularidad: la de ser realizado bajo transferencia en el marco de la oferta del dispositivo analítico, donde se pone en juego la realidad sexual del inconciente para cada sujeto, en relación a la cual tomarán lugar las intervenciones y la lógica del tratamiento. Ello a diferencia del diagnóstico de TOC, que dependería de la verificación o no de determinados signos (obsesiones, compulsiones, dudas, consideradas inútiles) a los cuales le subyacen creencias o cogniciones disfuncionales típicas a cuestionar o sustituir en el marco de la cura, valiéndose de determinados procedimientos técnicos. De aquí se desprende que otra diferencia estaría en relación a la concepción de la causa (etiología sexual y mecanismo psíquico, desde el psicoanálisis; las cogniciones desde las TCC) y las intervenciones que de ella se desprenden. La neurosis obsesiva es establecida como estructura clínica con una etiología y mecanismos particulares formalizados por Freud: la represión frente a lo sexual, mediante anulación y aislamiento. El corte en acto bajo transferencia es una maniobra propiamente analítica. La misma es vez a vez, no supone ninguna técnica o receta programada de antemano. Por su parte, el TOC es una categoría semiológica descriptiva del DSM IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) usada tanto por psiquiatras y terapeutas cognitivo comportamentales. Estos últimos le adjudican al mencionado trastorno una serie de pensamientos y creencias que se reiterarían en la mayoría de los TOC. Las 'creencias disfuncionales', o 'errores cognitivos', serían la causa del padecimiento. Su cuestionamiento, problematización, cambio, eliminación o sustitución por otras con mayor funcionalidad, mediante diversas técnicas e instrumentos preestablecidos de antemano (principalmente el cuestionamiento socrático y el empiricismo colaborativo entendido, entre otras cosas, como un tipo de alianza terapéutica y común acuerdo), traería aparejados cambios en las emociones y en las conductas. Allí radicaría su eficacia. A tales fines, se maneja en esta práctica psicoterapéutica una concepción de la realidad diferente a la establecida desde la praxis psicoanalítica. Para las terapias cognitivo comportamentales, se trataría de una realidad no afectada por lo que la creencia que el cliente le adjudica, una realidad compartida, señalada por el terapeuta para brindar evidencia objetiva que contradiga dichas creencias. Desde el psicoanálisis, se considera la realidad fantasmática (psíquica y sexual) del sujeto como algo fundamental a dar lugar en el tratamiento

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Este trabajo ha surgido como resultado de una clase de un Seminario dictado en el marco de la cátedra de Psicoterapia I de la Facultad de Psicología de la U.N.L.P. El mismo se tituló 'Los padecimientos actuales y sus abordajes terapéuticos', y tuvo como objetivo explicitar algunos modos de nominar y tratar a las formas en que se presentan actualmente el malestar humano en nuestra época. En lo que hace a nuestra presentación, nos referiremos específicamente al TOC y a la Neurosis Obsesiva. Nos interesa mostrar que no se trata del mismo fenómeno, como suele pensarse. El diagnóstico de TOC no autoriza a pensar que se trataría de una neurosis obsesiva tal como se plantea desde el psicoanálisis. Tampoco el diagnóstico de neurosis obsesiva supone uno de TOC. De ambas categorías se desprenden operaciones psicoterapéuticas diferentes, en la medida en que suponen distintas concepciones del sujeto a tratar, así como también posiciones diferentes en relación al diagnóstico psicopatológico (semiológico y estructural). El diagnóstico de neurosis obsesiva reviste una particularidad: la de ser realizado bajo transferencia en el marco de la oferta del dispositivo analítico, donde se pone en juego la realidad sexual del inconciente para cada sujeto, en relación a la cual tomarán lugar las intervenciones y la lógica del tratamiento. Ello a diferencia del diagnóstico de TOC, que dependería de la verificación o no de determinados signos (obsesiones, compulsiones, dudas, consideradas inútiles) a los cuales le subyacen creencias o cogniciones disfuncionales típicas a cuestionar o sustituir en el marco de la cura, valiéndose de determinados procedimientos técnicos. De aquí se desprende que otra diferencia estaría en relación a la concepción de la causa (etiología sexual y mecanismo psíquico, desde el psicoanálisis; las cogniciones desde las TCC) y las intervenciones que de ella se desprenden. La neurosis obsesiva es establecida como estructura clínica con una etiología y mecanismos particulares formalizados por Freud: la represión frente a lo sexual, mediante anulación y aislamiento. El corte en acto bajo transferencia es una maniobra propiamente analítica. La misma es vez a vez, no supone ninguna técnica o receta programada de antemano. Por su parte, el TOC es una categoría semiológica descriptiva del DSM IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) usada tanto por psiquiatras y terapeutas cognitivo comportamentales. Estos últimos le adjudican al mencionado trastorno una serie de pensamientos y creencias que se reiterarían en la mayoría de los TOC. Las 'creencias disfuncionales', o 'errores cognitivos', serían la causa del padecimiento. Su cuestionamiento, problematización, cambio, eliminación o sustitución por otras con mayor funcionalidad, mediante diversas técnicas e instrumentos preestablecidos de antemano (principalmente el cuestionamiento socrático y el empiricismo colaborativo entendido, entre otras cosas, como un tipo de alianza terapéutica y común acuerdo), traería aparejados cambios en las emociones y en las conductas. Allí radicaría su eficacia. A tales fines, se maneja en esta práctica psicoterapéutica una concepción de la realidad diferente a la establecida desde la praxis psicoanalítica. Para las terapias cognitivo comportamentales, se trataría de una realidad no afectada por lo que la creencia que el cliente le adjudica, una realidad compartida, señalada por el terapeuta para brindar evidencia objetiva que contradiga dichas creencias. Desde el psicoanálisis, se considera la realidad fantasmática (psíquica y sexual) del sujeto como algo fundamental a dar lugar en el tratamiento

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Este trabajo ofrece una revisión sobre diversos estudios relativos al Trastorno Específico del Lenguaje (TEL). Dicha tema, es abordado desde diversas disciplinas de las cuales las más relevantes son la psicolingüística, la neurofisiología y la psicología. Desde la psicolingüística, se plantean dos grandes teorías sobre la causa del TEL. La primera, como consecuencia de alteraciones en el procesamiento del lenguaje; la segunda, lo concibe como un trastorno modular del lenguaje. La teoría del procesamiento, propone que existe una limitación funcional de algunos dispositivos cognitivos que traería como consecuencia la limitación general del procesamiento del lenguaje. Esta teoría supone que hay un déficit en la memoria de trabajo, la cual refiere a la capacidad para almacenar información y poder recurrir a ella, siendo su principal característica la posibilidad de aprender nuevas palabras. Dentro de esta misma teoría, se sostiene que hay una limitación de la actividad fonológica que generan dificultades para formar representaciones correctas de las palabras, y dificultades luego para recurrir a ellas con el fin de manipularlas y combinarlas. Dichas dificultades se manifestarían primero en un retraso en la adquisición del vocabulario, y posteriormente iría afectando a las dimensiones fonológicas y morfo-sintáctica, siendo entonces el trastorno evidente a partir de los 3 años. Por otro lado, la teoría que concibe al lenguaje entendido como módulos específicos para la adquisición y representación del lenguaje, sostiene que dichos módulos estarían afectados, siendo necesario analizar las particularidades sintácticas y fonológicas de los niños que padecen este trastorno. Se ha estimado también, que este trastorno, es consecuencia de un déficit en el conocimiento que toda persona tiene de las reglas que regularizan su lengua. Otros estudios psicolingüísticos, sostienen que en el TEL habría un déficit acústico-perceptivo, que retrasa el desarrollo del lenguaje donde en una primera etapa, los niños afectados no pueden co-articular los datos acústicos y perceptivos. Si esto es así, el niño incorpora las palabras de una manera holística, pero no logra formar representaciones fonológicas y por tal motivo, no puede acceder al significado ni a las demás representaciones que permiten interpretar el habla. Como consecuencia de estas limitaciones, se producen deficiencias en la producción del habla. Desde la neurofisiología se plantean los lineamientos que establecen que habría bases genéticas subyacentes a las habilidades lingüísticas defectuosas de los sujetos con TEL. Esto puede verse claramente en el hecho de que los niños con TEL poseen una mayor cantidad de familiares con habilidades lingüísticas defectuosas en comparación a niños con un desarrollo normal. Desde la psicología, considerando en particular el enfoque socio histórico, se sostiene que habría un desfase entre el lenguaje verbal y escrito. Estos estudios plantean que las competencias lingüísticas esperables de los niños no siempre se manifiestan en el lenguaje escrito, el problema entonces reside en que a pesar de estar conectados el lenguaje verbal y escrito tienen vías de desarrollo diferentes. Finalmente, se intentó abordar la propia percepción que tienen los sujetos que padecen este trastorno a través de un test denominado IDENTLING (diseñado y aplicado exclusivamente a estos niños), como así también las consecuencias que este problema les genera a nivel socio-cultural, tales como la exclusión, discriminación, y los bajos desempeños en el ámbito escolar. Los resultados de este test, dan cuenta que los niños con trastornos del habla presentan conocimientos, creencias y (pre)juicios sobre sus propias experiencias para con los demás a la hora de la comunicación, que influyen en sus producciones y actuaciones lingüísticas, generando diversos tipos de actuaciones lingüísticas según el contexto social en el que se encuentren

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La inquietud que me llevó a investigar este tema, es que hace 16 años que padezco este trastorno, el cual lo he podido sobrellevar con medicación, psicoterapia, control en la alimentación y actividad física. Buscando información en Internet no he encontrado mucho al respecto, por lo cual quiero encarar tal desafío basándome en las investigaciones que existen entre actividad física y efectos en el trastorno bipolar, como así también en mi experiencia personal

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La forma en que los individuos se perciben y valoran a sí mismos cumple una función muy importante en su adaptación psicológica y social. Los niños con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) enfrentan múltiples situaciones de fracaso, por lo que sería esperable que tuvieran una percepción pobre de sí mismos. Sin embargo, los hallazgos en esta área han sido inconsistentes. Por otra parte, la familia es el principal contexto implicado en la constitución del autoconcepto, pero las variables familiares prácticamente no han sido tenidas en cuenta. Objetivo general: Conocer las características del autoconcepto de niños con TDAH y su vinculación con la percepción de la relación con los padres. Método: Muestra: Niños de ambos sexos con diagnóstico de TDAH según los criterios del DSM-IV-TR (n = 35). Grupos control: Niños que concurren a psicoterapia por motivos distintos del TDAH (n = 26)(Grupo Control Clínico, GCC) y niños que no reciben asistencia psicoterapéutica o psiquiátrica (n = 44) (Grupo Control Sano, GCS) de entre 7 y 13 años. Al menos uno de sus padres y un docente de estos niños. Las tres muestras presentan características sociodemográficas equiparables. Instrumentos: Para los niños: Escala Argentina de Percepción de la relación con los padres; Perfil de autopercepción para niños. Para los padres: Cuestionario sociodemográfico; SNAP-IV; Escala de evaluación del comportamiento del niño. Versión para padres. Para los docentes: SNAP-IV; Escala de evaluación del comportamiento del niño. Versión para docentes. Procedimiento: se realizó un estudio descriptivo correlacional de tipo transversal. Se pidió consentimiento informado a los padres de los niños evaluados. La participación fue voluntaria y confidencial. Los niños con TDAH y del GCC fueron contactados en centros de salud. Los niños del GCS fueron contactados en instituciones educativas. Procesamiento de la información: Se utilizó la prueba de Kruskal Wallis y U Mann-Whitney para la comparación entre grupos. Para estudiar la asociación entre variables se utilizó el coeficiente Rho de Spearman y la prueba Ji cuadrado. Se realizaron regresiones logísticas simples para estudiar el poder predictivo de unas variables sobre las otras. Se estudió el tamaño del efecto en todos los análisis realizados. Resultados: Los niños con TDAH presentan un autoconcepto más negativo y un mayor sesgo positivo ilusorio (SPI) comparados con los niños del GCS. Sin embargo, su autoconcepto no difiere del de los niños del GCC. Estos niños tienen un autoconcepto más negativo que los niños del GCS. En cuanto al SPI, el GCC forma un grupo intermedio que no difiere de los otros dos. En cuanto a la percepción de la relación con los padres, se encontró que el TDAH afecta principalmente la relación con la madre. Estos niños perciben un mayor control patológico por parte de ella que los niños que no padecen el trastorno y una menor autonomía que los niños del GCS. Asimismo, cuanto mayor es el nivel de síntomas combinados que se expresan en la escuela, mayor es el control patológico percibido por el niño en esta relación. Si bien no se encontraron diferencias en la percepción de aceptación por parte de los padres respecto de los otros grupos estudiados, los síntomas de hiperactividad/impulsividad se asociaron positivamente con la percepción de aceptación materna. El estudio de la vinculación entre el autoconcepto y la percepción de la relación con los padres reveló que, también en este caso, la relación con la madre es la que tiene la mayor influencia. En el grupo con TDAH, la percepción de un bajo control patológico en esta relación predijo autopercepciones más negativas en el dominio de las competencias académicas y el comportamiento. Asimismo, un alto control patológico predijo un alto SPI en el dominio de las competencias académicas. En el GCC y el GCS, un bajo control patológico percibido en la relación con la madre predijo autopercepciones positivas. Se discuten las implicancias

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La forma en que los individuos se perciben y valoran a sí mismos cumple una función muy importante en su adaptación psicológica y social. Los niños con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) enfrentan múltiples situaciones de fracaso, por lo que sería esperable que tuvieran una percepción pobre de sí mismos. Sin embargo, los hallazgos en esta área han sido inconsistentes. Por otra parte, la familia es el principal contexto implicado en la constitución del autoconcepto, pero las variables familiares prácticamente no han sido tenidas en cuenta. Objetivo general: Conocer las características del autoconcepto de niños con TDAH y su vinculación con la percepción de la relación con los padres. Método: Muestra: Niños de ambos sexos con diagnóstico de TDAH según los criterios del DSM-IV-TR (n = 35). Grupos control: Niños que concurren a psicoterapia por motivos distintos del TDAH (n = 26)(Grupo Control Clínico, GCC) y niños que no reciben asistencia psicoterapéutica o psiquiátrica (n = 44) (Grupo Control Sano, GCS) de entre 7 y 13 años. Al menos uno de sus padres y un docente de estos niños. Las tres muestras presentan características sociodemográficas equiparables. Instrumentos: Para los niños: Escala Argentina de Percepción de la relación con los padres; Perfil de autopercepción para niños. Para los padres: Cuestionario sociodemográfico; SNAP-IV; Escala de evaluación del comportamiento del niño. Versión para padres. Para los docentes: SNAP-IV; Escala de evaluación del comportamiento del niño. Versión para docentes. Procedimiento: se realizó un estudio descriptivo correlacional de tipo transversal. Se pidió consentimiento informado a los padres de los niños evaluados. La participación fue voluntaria y confidencial. Los niños con TDAH y del GCC fueron contactados en centros de salud. Los niños del GCS fueron contactados en instituciones educativas. Procesamiento de la información: Se utilizó la prueba de Kruskal Wallis y U Mann-Whitney para la comparación entre grupos. Para estudiar la asociación entre variables se utilizó el coeficiente Rho de Spearman y la prueba Ji cuadrado. Se realizaron regresiones logísticas simples para estudiar el poder predictivo de unas variables sobre las otras. Se estudió el tamaño del efecto en todos los análisis realizados. Resultados: Los niños con TDAH presentan un autoconcepto más negativo y un mayor sesgo positivo ilusorio (SPI) comparados con los niños del GCS. Sin embargo, su autoconcepto no difiere del de los niños del GCC. Estos niños tienen un autoconcepto más negativo que los niños del GCS. En cuanto al SPI, el GCC forma un grupo intermedio que no difiere de los otros dos. En cuanto a la percepción de la relación con los padres, se encontró que el TDAH afecta principalmente la relación con la madre. Estos niños perciben un mayor control patológico por parte de ella que los niños que no padecen el trastorno y una menor autonomía que los niños del GCS. Asimismo, cuanto mayor es el nivel de síntomas combinados que se expresan en la escuela, mayor es el control patológico percibido por el niño en esta relación. Si bien no se encontraron diferencias en la percepción de aceptación por parte de los padres respecto de los otros grupos estudiados, los síntomas de hiperactividad/impulsividad se asociaron positivamente con la percepción de aceptación materna. El estudio de la vinculación entre el autoconcepto y la percepción de la relación con los padres reveló que, también en este caso, la relación con la madre es la que tiene la mayor influencia. En el grupo con TDAH, la percepción de un bajo control patológico en esta relación predijo autopercepciones más negativas en el dominio de las competencias académicas y el comportamiento. Asimismo, un alto control patológico predijo un alto SPI en el dominio de las competencias académicas. En el GCC y el GCS, un bajo control patológico percibido en la relación con la madre predijo autopercepciones positivas. Se discuten las implicancias

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