32 resultados para Idea de Nación
em Andina Digital - Repositorio UASB-Digital - Universidade Andina Simón Bolívar
Resumo:
Flora Tristán y Manuela Sáenz, dos mujeres que rompieron los moldes de la feminidad decimonónica, fueron relegadas a lugares secundarios en el panteón de la construcción nacional. En este artículo se propone una lectura distinta de estos personajes, que permita su inserción en una “red simbólica nacional”. Se plantea una reconstrucción dialogal de la idea de nación que admita una visión más heterogénea que incluya distintos imaginarios culturales y deconstruya los discursos tradicionales.
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El autor revisa las indagaciones de Alfredo Pareja sobre la historia y la identidad, las cuales responden a una idea de nación mestiza. En la narrativa de Pareja, resalta un afán mesiánico, es laica, secular, y condicionada por una manera de pensar, organizar y narrar la Historia: desde las ideas liberales del siglo XIX y algunas consideraciones del socialismo. El énfasis en lo auténtico y lo propio conduce a rechazar, sin mayores consideraciones, lo «moderno» y lo extranjero. Así, en La hoguera bárbara presenta la cuestión religiosa solo desde la perspectiva oficial y laica, dando poco espacio a aquella de la Iglesia, o a la de dos obispos extranjeros, ambos «rebeldes»: Schumacher y Masiá. En cuanto a la visión de la historia en Pareja, sostiene que en La hoguera .. "" como en el Compendio para segunda enseñanza, se revelaría un sentido de ella al estilo de un BiJdungsroman a nivel de nación, conducido por las mencionadas ideas del liberalismo decimonónico y de algunas aspiraciones socialistas.
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Según los fundamentos de la escuela conservadora, la patria entre los años 1920-1940, planteaba un proyecto político con rasgos autoritarios, sin embargo, no era su característica fundamental; incluía matices reformistas, confesionales, corporativistas, anticomunistas, paternalistas, clientelares y proteccionistas, acompañado de principios católicos de reforma de la Doctrina Social de la Iglesia, en la búsqueda de una idea de nación sustentada en el catolicismo. Conforme a este argumento, los conservadores a tono con el proceso de salida de la crisis capitalista que se había desarrollado en el Ecuador de los primeros años de 1940 les llevó a aceptar algunos elementos reformistas en su programa político de derecha, con el propósito de retornar al poder y volver a establecer un Estado confesional, en el que la autoridad se apoyara en la moral y disciplina de la Iglesia. Así, los conservadores empujaron al interior de ADE una conducción, cuyo interés en su acción política, se relacionó con un programa político coercitivo, anticomunista y de oposición a Arroyo del Río, que además utilizó una cobertura de ciertos elementos reformistas para incidir en las masas y garantizar la continuidad de la dominación. Participaron en la alianza a través de un pacto social por la patria y propusieron implantar la libertad del sufragio, que se produjo en el marco del derrocamiento de la oligarquía liberal. Este trabajo es una indagación empírica que se propone estudiar la utilización del término patria en la configuración de la coyuntura, así como la articulación interpretativa conservadora en la alianza y su significación en el programa político de ADE.
Resumo:
En esta tesis se analizan los sentidos de la nación y los referentes sobre los que se construye la identidad colectiva ecuatoriana, en el discurso de la prensa; la investigación se basa en la lectura de los pronunciamientos hechos por personajes de la élite político económica del Ecuador, de articulistas de los diarios El Universo y El Comercio y de los editoriales de estos medios, durante el proceso de Firma de la Paz de Ecuador con Perú y del Levantamiento Popular e Indígena de enero de 2000. En el trabajo se explora cuáles son los referentes sobre los que se construye la idea de identidad nacional, entendiendo que las coyunturas de crisis son estructuradoras de los sentidos a la vez que estos influyen en el desarrollo de los acontecimientos. Esta aproximación permite ver que la identidad nacional se construye en los pronunciamientos difundidos por la prensa sobre la idea de una necesaria superación del pasado que mantiene al país en condiciones de pobreza y subdesarrollo, lo cual implica olvidar los viejos referentes identitarios y construir otros aún inciertos porque se encuentran en el futuro. Los sentidos otorgados a la nación varían de acuerdo al momento y al enunciador, pero todos giran sobre la idea de que Ecuador es un país que debe ser construido, para lo cual se debe restablecer la unidad nacional.
Resumo:
El presente trabajo tiene como finalidad el establecer las relaciones que existieron entre los intelectuales y la nación en el Ecuador, en el período que va desde la “gloriosa revolución de mayo” de 1944 hasta la emergencia del movimiento político y cultural tzántzico en 1962. Los intelectuales han mantenido una relación que no solo ha sido interpretativa de la nación, sino de “invención” de sus coordenadas simbólicas fundamentales, es decir, han elaborado los cuerpos simbólicos de la nación requeridos en la configuración de los estados nacionales en el continente. Con la fundación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana se establece la institución central que se encargara del reconocimiento y de difusión de la ecuatorianidad como nación mestiza. En la afirmación de ésta participan activamente los intelectuales con la elaboración de representaciones sobre el mundo social nacional. Además, su reconocimiento corresponde a un momento de restauración de un orden simbólico resquebrajado. De la narrativa de la nación mestiza se encuentran excluidos los indios, quienes son diluidos en la idea de mestizaje y comprendidos desde la categorización como campesinos. La emergencia del movimiento tzántzico en la década del sesenta supuso la ruptura con la práctica cultural del período hegemonizado por la Casa de la Cultura. Sin embargo, se mantiene una continuidad de la narrativa de la nación mestiza, pero ya no desde la mirada estatal sino como una identidad social.
Resumo:
En este trabajo se analizan los sentidos de la nación y los referentes sobre los que se construye la identidad colectiva ecuatoriana en el discurso de la prensa. Para ello la autora investiga los pronunciamientos de representantes de la elite político-económica del Ecuador, de articulistas de los diarios El Universo y El Comercio, y los editoriales de estos medios, durante el proceso de firma de la paz de Ecuador con Perú y del levantamiento popular e indígena de enero del 2000, entendiendo que las coyunturas de crisis son estructuradoras de los sentidos, a la vez que éstos influyen en el desarrollo de los acontecimientos. Lourdes Endara encuentra que los discursos analizados tienen como enunciado general la necesaria superación del pasado y de los mitos simbólicos sobre los que se ha construido la identidad nacional; y que los discursos expresan que solo así se podrá construir una nación progresista y abierta a la globalización; y que los ecuatorianos debemos construir una nueva identidad, aún incierta, que se encontrará en el promisorio futuro de un Estado sin fronteras.
Resumo:
El presente trabajo establece las diversas relaciones que se llevaron a cabo entre los intelectuales y la construcción socio-cultural de la nación en el Ecuador de mediados del siglo XX. Estudia el período que va desde la revolución de mayo de 1944 -La Gloriosa- hasta la emergencia del movimiento político y cultural "tzántzico" en 1962 y su disolución en el activismo político. Los intelectuales han mantenido una relación con la sociedad y la nación que no solo se limita al campo de la labor interpretativa sino que forma parte importante de invención de las coordenadas simbólicas fundamentales de una sociedad y de un Estado, es decir, han elaborado los cuerpos simbólicos de la nación ecuatoriana requeridos en el proceso de configuración de los estados nacionales en el continente desde finales del siglo XIX. La Casa de la Cultura Ecuatoriana, fundada en 1944, se convierte en la instancia central encargada de la labor de invención, reconocimiento y difusión de la ecuatorianidad, comprendida como nación mestiza. En su afirmación participan activamente los intelectuales con la elaboración de representaciones sobre el mundo social nacional, alrededor de la idea de crear la patria. Además, su reconocimiento corresponde a un enorme esfuerzo restaurador de un orden simbólico resquebrajado, cuyo espíritu aún domina las instituciones culturales. Este libro devela que la emergencia cultural del movimiento tzántzico, en la década del sesenta, supuso la ruptura con la práctica cultural del período de hegemonía de la Casa de la Cultura y la crítica a la "teoría de la pequeña nación", formulada por Benjamín Carrión, fundador de esa institución. Sin embargo, el autor sostiene que se mantiene una continuidad de la narrativa de la nación mestiza no desde la mirada estatal sino como una identidad social.
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Este estudio centra su análisis en la obra pictórica de Eduardo Kingman como un modelo para describir los enfoques, tendencias e ideología que caracterizaron al Indigenismo. Esta corriente artística reunió a pintores, escritores e intelectuales ecuatorianos durante la década de 1930. El artículo propone que esta corriente surgió como una reacción al academicismo predominante en los salones y escuelas de arte. El estudio hace una revisión de las exposiciones, bienales y concursos en los que Kingman participó.Analiza las influencias artísticas y literarias reflejadas en la obra de este autor,sus relaciones con el Grupo de Guayaquil y su vinculación al Sindicato de Escritores y Artistas del Ecuador (SEA). Finalmente, recoge la opinión y reacción a su producción pictórica por parte de escritores, intelectuales y prensa en general.
Resumo:
El autor reflexiona sobre el poema escrito por Bolívar en 1823. Plantea que, ante la sobrecogedora belleza del volcán, y enfrentado a un destino complejo y caótico, el héroe revive eternos temores. Serrano lo asimila al Cristo del sermón de la montaña, cuando pretende reencontrarse con los elementos, reinsertarse en el mundo que está redefiniéndose en los campos de batalla. En la cima del Chimborazo, Bolívar dialoga con el tiempo, voz en la que el autor destaca las resonancias bíblicas. Resalta que el héroe, perturbado por los acontecimientos políticos, está poseído por una “pasión violenta”, por un proyecto político que deviene en obsesión: la idea de construir una gran nación liberada. Serrano concibe a la voz del Viejo como la representante de un orden mítico que pervive (el guardián del mundo mineral y espiritual), que interpela a un sujeto que, otra vez como el Cristo, duda. El final abierto del texto, para el autor, sugiere que solo en el sueño o el delirio es posible reconocer nuestra condición de “míseros mortales”.