314 resultados para Prosa española-Siglo XIX
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Las aportaciones de autores españoles en el campo de las matemáticas no son significativos hasta mediados del siglo XIX. Con la resolución ideológica de 1868 empieza la recuperación científica en España, se traducen textos europeos, y los mejores matemáticos del país presentan nuevas teorías. A principios del siglo XX son importantes los avances físicos y matemáticos de José Echegaray, presidente varios años de la Sociedad Matemática Española, de Zoel García de Galdeano, de Eduardo Torroja, y de Ventura Reyes y Prósper. Estos y otros autores consiguen modernizar las matemáticas españoles y homologarlas con Europa hacia 1930..
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Repaso de la evolución de la enseñanza superior española desde comienzos del siglo XIX con el plan de 1807, el cual no pudo llevarse a cabo por el inicio de la Guerra de la Independencia, pasando por todo tipo de reformas y reales decretos sucesivos que intentan mejorar la enseñanza universitaria de las facultades, la creación del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1900, la reorganización de las facultades, hasta la instauración del régimen franquista que prepara un nuevo sistema de educación universitaria más acorde con la época.
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Costa hace una severa crítica de la España de finales del siglo XIX, igual que otros regeneracionistas, y aunque solía exagerar es preciso admitir la rectitud de sus planteamientos. Un siglo después de Joaquín Costa, si bien podemos avanzar por el seguro camino de la sociedad europea, es obvio que queda mucho por hacer. La tasa de analfabetos sigue muy por encima del cinco por cien, faltan unos 100.000 maestros, los colegios están descapitalizados por falta de organización y de cabezas profesionalmente dedicadas, y la enseñanza media se halla en crisis de identidad, sin duda por su crecimiento. Un siglo después vemos que tenía mucha razón y que no fue escuchado. España tiene que encerrarse en la escuela y en la universidad como en un nuevo claustro materno, atacada de la manía de silabario, de la manía de la ciencia, como en otro tiempo Don Quijote de los libros de caballería, y no salir de allí hasta que, como al gusano de seda, le hayan nacido alas, hasta que se haya dado una cabeza nueva.
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El presente trabajo surgió con el propósito de ofrecer un panorama global del quehacer humanístico en Canarias que tratara desde las causas de su gestación hasta la producción en las diversas facetas del mismo. Unicamente han sido tratados los humanistas nacidos en Canarias a pesar de que, en algunos casos, la labor de los mismos haya sido realizada fuera de las islas. El trabajo se halla dividido, aparte del apartado dedicado a la enseñanza, en siete apartados más donde se pone de relieve el trabajo de nuestros humanistas en relación con los métodos de enseñanza, las gramáticas, las retóricas y los estudios de métrica; la producción neolatina, las traducciones, los comentarios históricos y literarios y las disciplinas auxiliares, siguiendo un tanto el orden con que los studia humanitatis se enseñaban, pues antes era imprescindible el estudio de la gramática y de la retórica para pasar a la composición y a la traducción. En cada uno de ellos, se ha procurado ofrecer una semblanza biográfica de los humanistas tratados, haciendo hincapié en aquellas obras que por desgracia no tuvieron la suerte de ser publicadas, si bien es verdad que personajes como Juan de Iriarte, con una producción bastante notable, conforman la mayoría de los capítulos. Como conclusión general se puede decir que, a pesar de constatar el presente trabajo la existencia de un grupo de intelectuales que desarrollaron y se preocuparon por estos studia humanitatis, en diferentes momentos y vertientes distintas, el mismo también demuestra la decadencia que con el paso del tiempo sobreviene a aquéllos. Esperanza vana fue el resugir del período de la Ilustración, porque el siglo XIX vendría otra vez a poner un tupido velo sobre estos estudios. La falta de medios, la remuneración económica escasa, la aparición tardía de la imprenta, la Inquisición con la mirada puesta en la censura de libros, el clima de aislamiento de las islas con respecto de Europa, e incluso entre ellas, la falta de preparación del profesorado, a la que se unía la escasez de materiales que permitieran llevar a buen punto cualquier trabajo intelectual, el escaso nivel social de nuestros estudiantes, la influencia en gran medida negativa de la Iglesia en el desempeño de las obligaciones docentes, por lo que de falta de profesionalidad conlleva, las continuas luchas intestinas entre las órdenes religiosas y entre las dos islas capitalinas por el monopolio educativo, son hechos harto elocuentes cuya incidencia repercute en el desarrollo de cualquier iniciativa cultural. El esfuerzo de algunos prelados e intelectuales, aunque se dejó sentir en su tiempo, cayó luego en el vacío, si bien es verdad que no ocurría lo mismo con aquellos que como Juan de Iriarte, tuvieron la posibilidad de formación fuera de las islas,y, mejor aún, de desarrollar su trabajo docente donde la cultura estaba un tanto más cimentada. Sin embargo, estas circunstancias en vez de propiciar que nos sumerjamos en un mar de lamentaciones, deben conducirnos a valorar más, si cabe, las realizaciones que nuestros humanistas dejaron patentes a pesar de todos los obstáculos que, en las islas, debieron sortear. Una vez más el entusiasmo que en algunos momentos de la vida supieron manifestar unos pocos, mantuvo viva la llama y el encanto de estos estudios que cada día que pasa luchan por no caer en el abismo de la incomprensión y desidia humanos.
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Se aborda la importancia de conocer la difusión y consumo que los libros de texto de historia española han tenido desde la implantación del sistema escolar liberal. Se plantea la necesidad de incrementar estudios empíricos basados en este conocimiento. Desde esta perspectiva, los libros de texto de historia son una fuente documental preferente por la rica cantidad de información que suministran acerca de los profesores y sus prácticas educativas. Desde este planteamiento se aportan datos sobre la producción de manuales escolares de historia desde 1800 hasta 1970, el porcentaje en el que una serie de manuales reseñados por título y autor fueron utilizados en los centros valencianos de enseñanza primaria hacia 1860, la difusión de los manuales de historia en los Institutos de Bachillerato en la segunda mitad del siglo XIX así como los utilizados en lo centros valencianos de enseñanza primaria hacia 1900, en los centros privados valencianos de enseñanza secundaria en 1941-1942, en los centros catalanes en los cursos 1982-1984, en los centros de secundaria gallegos en el curso 1993-1994 y en los institutos de Castilla y León en el año 1995.
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El objeto de estudio es la normativa que afecta al ceremonial y protocolo universitario en la España Contemporánea, con especial atención a las ceremonias doctorales, así como constatar su presencia en los planes ministeriales para la creación y administración del sistema educativo, examinar los sucesivos intentos de restaurar los estudios del doctorado, verificar en la medida de lo posible, el grado de aplicación efectiva de dichas normas, especialmente en la Universidades de Madrid y Salamanca, precisar el momento de celebración de las ceremonias de doctorado honoris causa en las universidades que aprueban los estatutos de 1919, recopilar toda la información posible sobre el desarrollo de las primeras ceremonias de Madrid y Salamanca antes de 1936 e indagar en las vías de interpretación y explicación del protocolo universitario actual. El primer capítulo trata los aspectos conceptuales y metodológicos y los objetivos de la investigación, describiendo así la estructura y los contenidos de la misma. El segundo capítulo aborda el grado de doctor y sus principales características, tanto en el Antiguo Régimen como el la época contemporánea que nos ocupa. Partiendo de una breve contextualización y descripción del grado de doctor en la Universidad del Antiguo Régimen, con especial atención a la Universidad de Salamanca y salgan apunte de otras instituciones, constatando así la presencia de unos símbolos y usos que se mantienen a veces hasta la época contemporánea, si bien más simplificados, y en ocasiones dotados de significados distintos. El siguiente capítulo trata sobre la descripción de los cambios en las épocas ceremoniales experimentando en el siglo XIX y primeros años del XX el desarrollo reglamentario de las mismas, con la limitación a la Universidad Central que dicta el Plan Pidal, a la que se dedica especial atención. El cuarto capítulo aborda el carácter del doctorado como distinción honoraria, pero no en el sentido académico, sino como homenaje o reconocimiento a personalidades con una trayectoria no siempre directamente relacionada con la Universidad, elaborando así un estudio comparativo con los precedentes detectados de los siglo XVIII y XIX. Y los dos últimos capítulos donde se realiza por una parte un análisis de los aspectos ceremoniales que aparecen en los estatutos de autonomía de las Universidades Españolas, una perspectiva que no ha merecido el interés de los investigadores hasta el momento. En cuanto al último recoge la descripción de todos los doctorados concedidos antes de 1936 en Madrid y Salamanca, una información que resulta fundamental si queremos obtener conclusiones válidas para el análisis del periodo. Aportando por último como anexos diferentes fotografías , fuentes consultadas y bibliografía. Bases de datos, vaciados, instrumentos de nuevas tecnologías como Oxford Journals, Dialnet, la Gazeta o Pixelegis . Examen detallado de la legislación educativa para extraer referencias a los doctorados, mediante 'vaciados', por lo tanto se produce un seguimiento de los planes, reglamentos y disposiciones, examinando fuentes primarias para confirmar hipótesis. Se han procedido a estudiar, por una parte la documentación generada por las propias universidades: correspondencia, memorias, anuarios estadísticos, actas.manteniendo contacto con los archivos de las universidades de Santiago, Oviedo, Valladolid, Sevilla, Granada, Valencia, Zaragoza y Barcelona. Los materiales examinados en el Archivo de la Universidad de Salamanca son de destacar los Libros de Actas de Licenciamientos y Doctoramientos de los periodos de 1804-1830 y 1831-1835, así como los testimonios procedentes de libros de actas, registros, memorias ect. Siendo necesario también para el estudio de la historia de la Universidad española los fondos conservados en el Archivo Histórico Nacional y en el Archivo General de la Administración. Otras fuentes de interés correspondes a obras de autores que fueron testigos de la realidad de aquellos años, como Vicente de la Fuente, o para la Universidad de Salamanca, las obras de Esperabé de Arteaga, aportando información de costumbres desaparecidas. El análisis de noticias aparecidas en prensa especialmente en el diario ABC, también ha sido de gran interés por la aportación de imágenes y testimonios, así como de fondos de la Filmoteca de Castilla y León. También se ha manejado numerosa bibliografía especializada en la Historia de la Educación, monografías, artículos o ponencias. Para extraer información de las universidades extranjeras se ha procedido al contacto con profesores, universidades y centros de documentación de Francia, Portugal, Estados Unidos y Gran Bretaña.. Se confirma una evolución claramente vinculada con la promulgación de las normativas que estructuran el sistema educativo liberal en España, lo que modifica aspectos importantes en las realidades del Antiguo Régimen y pone en juego nuevos equilibrios de poder que se manifiestan con el cambio de símbolos de identidad y jerarquías académicas. Frente a la realidad gremial en la cual las ceremonias de doctorado ocupan un lugar privilegiado en la corporación universitaria y en su proyección exterior al entorno más próximo, se suceden a lo largo del siglo XIX una serie de expresiones cada vez más modestas, determinadas por la Administración Centralista. El cambio se experimenta a partir del Plan Pidal 1845, que hace que ocupe un carácter más elevado de la educación superior ubicado en exclusiva en la capital del Reino, Ceremonia muy influida por el espíritu reglamentarista decimonónico que mantiene de la Universidad de Alcalá .Las graduaciones suponen una realidad aislada y en decadencia, con un carácter de actividad social muy distinta a la propia de la Universidad Clásica. La tesis deja por tanto de ser una mera práctica oratoria para incrementar sus aspectos científicos. Pero el doctorado no deja de ser la manifestación más alta de la escala académica, en una institución con trayectoria prolongada y así es reclamado por la universidades, que no lo recuperarán de forma estable y prolongada hasta la mitad del siglo XX. Las ceremonias se encuentran influenciadas por los sucesivos cambios políticos en este periodo. Los estatutos ponen de manifiesto el interés por la expresión de peculiaridades, y reivindicación de una financiación más adecuada. La presencia de doctorados honoris causa en el ordenamiento estatutario muestra una voluntad creciente de relación con personalidad o corporaciones ajenas a la universidad, que le han presentado un apoyo importante y contribuido al enriquecimiento de la ciencia. A pesar de ello únicamente se autoriza a la universidad Central, que luego se extiende a la Universidades de Madrid, Salamanca y Santiago de Compostela. Se comprueba que existen diferencias evidentes entre las Universidades británicas y las Estadounidenses, frente aquellas que tienen una tradición más centralista, siendo evidente que quien introduce estas distinciones honoraria en la legislación lo conocen perfectamente, ya sea por los escasos españoles que lo reciben o por la actividad y promoción de la Junta de Ampliación de Estudios. Las normativas que rigen esta materia en España, Francia y Portugal son muy similares. Los perfiles de los galardonados no responden a un solo tipo, lo que implica que hay diferentes reconocimientos: el de excelencia científica, del mecenazgo, asociados con acontecimientos de carácter diverso y los vinculados al poder o de carácter político. Esto implica a una relación cada vez mayor de a Universidad con su entorno, lo que implica el reconocimiento público de quienes han prestado su apoyo y la posibilidad de participar en los actos y ceremonias de ámbito universitario. También es fundamental la presencia de las relaciones que juegan un papel notable en buena parte de las ceremonias, en las que predominan los galardones a personas de otras nacionalidades, sin llegar a la legislación de Francia que excluye a sus ciudadanos de esta distinción. Todos los doctores de Salamanca se relacionan con el Derecho y las Letras, y no se otorga el galardón a ninguna personalidad que haya efectuado alguna donación; a diferencia de Madrid que cuenta con varios mecenas y benefactores. En Madrid es perceptible la influencia del ceremonial del Marqués Morante, al igual que en Salamanca se prescinde por completo del anillo y el libro con insignias, y en Madrid se mantiene siempre el birrete, en Salamanca parece existir alguna excepción como en los casos de Finke y Eugenio Castro. En Salamanca se hace uso de un elemento, la medalla, que es relativamente reciente ya que aparece en el siglo XIX y en ambas universidades es frecuente la entrega de un pergamino conmemorativo, algo que no estaba presente en el transcurso de las ceremonias clásicas. También es detectable un protagonismo de los ministros en los casos que han acudido a la Universidad, especialmente en el doctorado de Primo de Rivera, en el que el rector ni siquiera confiere las insignias doctorales o, como en el Brown Scout y Fernández Medina, en que no ocupa la mesa presidencial, no hay muchos casos para comparar con Madrid pero se comprueba que a pesar de la presencia de infantes o ministros es el rector quien impone el birrete. En cuanto a la música se da en mayor medida en la universidad de la capital, con un mayor predominio de los himnos nacionales y la inclusión de piezas de otros músicos españoles, pero no se detecta el cante consolidado hoy como himno universal, el Gaudeamus Igitur.
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Resumen tomado de la revista
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Luis Octavio de Toledo es un catedrático de Matemáticas del siglo XIX y es autor del primer texto español donde aparece la teoría de formas: 'Elementos de la teoría de formas' (1889). Escribe diferentes libros y artículos de Matemáticas. En 1912 es elegido miembro numerario de la Real Academia de Ciencias. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid. Entre sus funciones de representación también hay que destacar su papel institucional durante la visita de Einstein a España (1923). Además, fue decano del Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid.
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Estudia la Escuela de Comercio de Madrid desde sus orígenes y su relación con los estudios universitarios. Analiza las condiciones en que se fundó la primera Escuela de Comercio en 1828. A partir de 1881, con la creación de la asociación de profesores mercantiles, se dan los primeros pasos para la defensa de los intereses de los titulares mercantiles. Los congresos que se celebrarán a finales del siglo XIX manifiestan un constante esfuerzo por elevar el rango de los estudios de Comercio, pero peritos mercantiles y docentes poco ambiciosos impedirán que se apoye la ruptura definitiva con la segunda enseñanza. En los primeros quince años del siglo XX se consigue la creación del título de intendente mercantil y mejora sustancialmente la dotación económica de las escuelas de comercio. La falta de reconocimiento universitario explícito hará que la consideración de la escuela de Madrid decaiga y no se cuente con ella a la hora de crear la primera facultad de Ciencias Económicas. Desde entonces la escuela sólo pugnará por asimilarse en derechos a la facultad sin encontrar un camino alternativo más adecuado, que sí parecía existir dado el auge de la enseñanza privada en las pujantes universidades y escuelas de negocios. Estudio basado en el método histórico. La aportación de la Escuela de Comercio de Madrid a la formación gerencial española no es en absoluto desdeñable dada la cantidad de personas prestigiosas en la empresa privada y en la administración que han estado vinculadas a sus aulas.