999 resultados para Religión natural


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En este artículo procuro elucidar el vínculo que David Hume establece entre religión y moral en los Diálogos sobre religión natural (1779). A la luz de esta temática pueden diferenciarse tres especies de religión: el teísmo mitigado, la religión vulgar y el teísmo moral. La primera variedad evita toda injerencia en la vida moral de las personas, en tanto que las dos últimas aspiran a regular el comportamiento. Por otra parte, si tomamos en cuenta el criterio de su existencia efectiva, el agrupamiento cambia: sólo los dos primeros tipos se dan en la realidad empírica, mientras que el tercero es un mero paradigma especulativo. Para esta clasificación tripartita resulta esencial, además, la disquisición acerca de la naturaleza divina. Ahora, en el marco de esta taxonomía, mi hipótesis central es que para Hume el teísmo moral es un mero tipo ideal con el cual algunos teólogos fantasean.

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No resulta fácil desentrañar el pensamiento de un escéptico acerca de temas sobre los que prefiere abstenerse de formular juicios. Es el caso de David Hume y la religión.El filósofo escocés nacido en 1711 dejó varios escritos aludiendo al fenómeno, es decir, a la religión tal como existe de hecho, y manifestó su opinión crítica acerca de las distintas posturas intelectuales de su tiempo en torno a cuestiones religiosas. Pero siempre fue ambiguo e irónico cuando le tocó dejar asentado su propio juicio con respecto a este tema. La dificultad principal reside en que, para Hume, a quien podríamos considerar un ?escéptico mitigado?, los juicios correctos son aquellos que se ajustan a la estrecha capacidad del entendimiento humano, que no va más allá de los límites de la experiencia de la vida cotidiana. Muchos aspectos vinculados a la religión ?tales como la posibilidad de conocer de la esencia y los atributos divinos- exceden nuestras limitadas facultades y, si nos aventuramos a argumentar en ese ámbito, corremos el riesgo de caer en el error y la irracionalidad. Nuestra propuesta consiste en examinar cuál es la postura de Hume sobre los distintos problemas que presentan el conocimiento y la práctica vinculados con la religión. Respecto del conocimiento, las dificultades se plantean a la hora de determinar qué estatuto otorgarle a las creencias religiosas, cuál es el origen en nuestra mente de la religiosidad y cómo justificar por medio de argumentos la existencia y atributos de la divinidad. En cuanto a la práctica, Hume formula una serie de críticas a las actitudes e instituciones religiosas tal como se han dado históricamente a partir del análisis de las consecuencias que observa en la sociedad, de las que surge una contradicción entre un conjunto de principios respetables y un sinnúmero de acciones deplorables. Para examinar estas cuestiones es necesario tener en cuenta el punto de vista desde el que efectúa su análisis, que se vincula, como acabamos de mencionar, con el escepticismo mitigado. Finalmente, evaluaremos si es posible proponer alguna forma de religión que tenga el visto bueno de Hume y, en ese caso, qué características debería revestir. Para lograrlo, deberemos abrirnos paso entre su inteligente ironía y su excesiva prudencia.

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No resulta fácil desentrañar el pensamiento de un escéptico acerca de temas sobre los que prefiere abstenerse de formular juicios. Es el caso de David Hume y la religión.El filósofo escocés nacido en 1711 dejó varios escritos aludiendo al fenómeno, es decir, a la religión tal como existe de hecho, y manifestó su opinión crítica acerca de las distintas posturas intelectuales de su tiempo en torno a cuestiones religiosas. Pero siempre fue ambiguo e irónico cuando le tocó dejar asentado su propio juicio con respecto a este tema. La dificultad principal reside en que, para Hume, a quien podríamos considerar un ?escéptico mitigado?, los juicios correctos son aquellos que se ajustan a la estrecha capacidad del entendimiento humano, que no va más allá de los límites de la experiencia de la vida cotidiana. Muchos aspectos vinculados a la religión ?tales como la posibilidad de conocer de la esencia y los atributos divinos- exceden nuestras limitadas facultades y, si nos aventuramos a argumentar en ese ámbito, corremos el riesgo de caer en el error y la irracionalidad. Nuestra propuesta consiste en examinar cuál es la postura de Hume sobre los distintos problemas que presentan el conocimiento y la práctica vinculados con la religión. Respecto del conocimiento, las dificultades se plantean a la hora de determinar qué estatuto otorgarle a las creencias religiosas, cuál es el origen en nuestra mente de la religiosidad y cómo justificar por medio de argumentos la existencia y atributos de la divinidad. En cuanto a la práctica, Hume formula una serie de críticas a las actitudes e instituciones religiosas tal como se han dado históricamente a partir del análisis de las consecuencias que observa en la sociedad, de las que surge una contradicción entre un conjunto de principios respetables y un sinnúmero de acciones deplorables. Para examinar estas cuestiones es necesario tener en cuenta el punto de vista desde el que efectúa su análisis, que se vincula, como acabamos de mencionar, con el escepticismo mitigado. Finalmente, evaluaremos si es posible proponer alguna forma de religión que tenga el visto bueno de Hume y, en ese caso, qué características debería revestir. Para lograrlo, deberemos abrirnos paso entre su inteligente ironía y su excesiva prudencia.

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No resulta fácil desentrañar el pensamiento de un escéptico acerca de temas sobre los que prefiere abstenerse de formular juicios. Es el caso de David Hume y la religión.El filósofo escocés nacido en 1711 dejó varios escritos aludiendo al fenómeno, es decir, a la religión tal como existe de hecho, y manifestó su opinión crítica acerca de las distintas posturas intelectuales de su tiempo en torno a cuestiones religiosas. Pero siempre fue ambiguo e irónico cuando le tocó dejar asentado su propio juicio con respecto a este tema. La dificultad principal reside en que, para Hume, a quien podríamos considerar un ?escéptico mitigado?, los juicios correctos son aquellos que se ajustan a la estrecha capacidad del entendimiento humano, que no va más allá de los límites de la experiencia de la vida cotidiana. Muchos aspectos vinculados a la religión ?tales como la posibilidad de conocer de la esencia y los atributos divinos- exceden nuestras limitadas facultades y, si nos aventuramos a argumentar en ese ámbito, corremos el riesgo de caer en el error y la irracionalidad. Nuestra propuesta consiste en examinar cuál es la postura de Hume sobre los distintos problemas que presentan el conocimiento y la práctica vinculados con la religión. Respecto del conocimiento, las dificultades se plantean a la hora de determinar qué estatuto otorgarle a las creencias religiosas, cuál es el origen en nuestra mente de la religiosidad y cómo justificar por medio de argumentos la existencia y atributos de la divinidad. En cuanto a la práctica, Hume formula una serie de críticas a las actitudes e instituciones religiosas tal como se han dado históricamente a partir del análisis de las consecuencias que observa en la sociedad, de las que surge una contradicción entre un conjunto de principios respetables y un sinnúmero de acciones deplorables. Para examinar estas cuestiones es necesario tener en cuenta el punto de vista desde el que efectúa su análisis, que se vincula, como acabamos de mencionar, con el escepticismo mitigado. Finalmente, evaluaremos si es posible proponer alguna forma de religión que tenga el visto bueno de Hume y, en ese caso, qué características debería revestir. Para lograrlo, deberemos abrirnos paso entre su inteligente ironía y su excesiva prudencia.

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Atender y cuidar a todos los aspectos de la persona desde los comienzos, teniendo como punto de referencia la fe y el sentido cristiano pedagógico. El presente trabajo se encuentra estructurado en tres partes diferenciadas, manteniendo una mutua relación entre ellas. En la primera parte se habla de los presupuestos básicos de la fe, conceptos que quedan implicados y factores que condicionan como son la familia, escuela y sociedad y el intento de descubrir las relaciones estrechas que se dan entre fe y pedagogía. En el primer capítulo se explican los presupuestos básicos y clasificación de términos como son: religiosidad, religión, fe, y Moralidad. En el capítulo segundo se habla de los condicionamientos o factores ambientales de la fe del niño, en el capítulo tercero se explica la conexión existente entre fe y pedagogía, describiendo la relación e independencia, la pedagogía y el proceso educativo de la fe, necesitando de las ciencias humanas, y atendiendo al propio camino pedagógico de la fe. En la segunda parte se presenta la educación religiosa propiamente dicha, desentrañando el problema complejo de la educación en la fe y posteriormente abordar la práctica educativa de la fe del niño desde los primeros años. Se explican los presupuestos básicos como son: el derecho de la educación religiosa, su importancia, la enseñanza confesional escolar, el carácter propio de la educación y enseñanza de la fe en España, la educación en España, la propia educación y los educadores. En el capítulo segundo se desarrolla la fe en los primeros años de vida, las relaciones entre niño y la fe, junto con el desarrollo psicológico del niño de 0-3 años hasta los 10 años y la religión natural del niño. En la tercera parte se hace una exposición de su experiencia religiosa propia como fuente de experiencia para otros. 1) El hombre es social por naturaleza. 2) Es de importancia conocer la realidad de nuestro cuerpo y su debilidad para cuidarla o superarla junto con las potencialidades para ponerlas en acto. 3) Conocer los procesos de desarrollo. 4) Educar es un camino sin retorno y continuo. 5) La educación religiosa tiene cabida propia en la formación integral que es tarea y meta de toda auténtica y completa educación. 6) La formación integral tiene sus propios cauces como son: el insustituible de la familia, el de la escuela, y el de la parroquia como labor de complementación. 7) Es necesario educar al niño en la fe y desde la libertad.

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El tratado clandestino Origo et fundamenta religionis christianae ataca los fundamentos del cristianismo y propone una religión natural. Pese a que todas las copias manuscritas que lo conservan datan del siglo xVIII, se encuentran suficientes indicios que señalan al silesio Martin Seidel como su autor y documentan la existencia del texto a finales del siglo xVI o principios del xVII. Las primeras fuentes sobre Seidel lo vinculan con los antitrinitarios de Heidelberg (1570), los unitarios polacos (1580) y los “cripto-socinianos” de Altdorf (1610). En este artículo valoro dichas fuentes y corrijo a la luz de las mismas algunas afirmaciones de la crítica reciente sobre Seidel y su Origo.