1000 resultados para Escritoras mujeres
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Fil: Hintze, Gloria. Universidad Nacional de Cuyo
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Resumen tomado de la publicación
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Resumen en inglés
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A partir de la investigación crítica sobre la vida y las obras de estas dos representativas escritoras argentinas, surgen también dos novelas de María Rosa Lojo: “Una mujer de fin de siglo" (1999, 3ª ed. 2007) y “Las libres del Sur" (2004), sobre Eduarda Mansilla y Victoria Ocampo, respectivamente. Se expone aquí sobre: 1) representaciones de Ocampo y Mansilla en el imaginario social; 2) sus afinidades y diferencias, como personajes humanos y como literatas, en la toma de posición frente al género y frente a la situación geopolítica y cultural del país periférico en el que nacieron; 3) por qué estas obras son novelas y se despegan de un género historiográfico fronterizo: la biografía; 4) por qué estas novelas se desvían también de ciertas expectativas creadas acerca de la reciente novela histórica, la proyección simbólica de estos dos personajes y la creación femenina como una cuestión social problemática, aún hoy; 5) la construcción novelesca: la búsqueda de documentos y su uso, los huecos del material biográfico, la representación de la voz y la escritura — entre la estilización paródica, el collage y la innovación poética–, personajes de ficción y “parejas protagónicas", tensiones entre “escritoras" y “secretarias" y 6) conclusiones: hacia una metaliteratura y una (re)construcción teórica del género literario y el género sexual, una diferencia que no está en conflicto con la universalidad.
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Fil: González, María Virginia. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.
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Fil: González, María Virginia. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.
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Fil: González, María Virginia. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.
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En la década de los 50 se produce un hecho insólito en el sector editorial español: el palmarés de los principales premios literarios se llena de nombres de mujer, que empuñan su pluma animadas por el éxito fortuito e inesperado de una joven desconocida llamada Carmen Laforet. En la España de posguerra, los premios se convierten en la vía –casi exclusiva- de acceso al mundo literario, para numerosos escritores que, de otro modo, hubieran tenido mucho más difícil la entrada al mercado editorial. En cuanto a las escritoras, la plataforma de lanzamiento que suponen los premios para ellas es incuestionable; la mayoría de las novelistas españolas más destacadas de la segunda mitad del siglo XX han iniciado su andadura literaria de la mano de algún galardón, tal es el caso de: Carmen Laforet, Ana María Matute, Carmen Kurtz, Carmen Martín Gaite, Mercedes Salisachs, Soledad Puértolas o Almudena Grandes, por citar solo algunos ejemplos. Los premios literarios, en ese papel de promotores de la cultura y de la literatura que tienen durante las dos primeras décadas del franquismo, se configuran como la habitación propia del siglo XX necesaria para que pudiera operarse la profesionalización de la mujer escritora, y adquieren una importancia extraordinaria, sobre todo, durante los años 50, y rescatan parte del modesto espacio conquistado por las mujeres durante el primer tercio del siglo XX (Concha Méndez, Carmen Conde, Carmen de Burgos, Josefina de la Torre, María Zambrano, Rosa Chacel, etcétera). Al primer Premio Nadal (1944) se presentaron veintiséis novelas, de las cuales resultó ganadora Nada de Carmen Laforet, que obtuvo un rotundo éxito de crítica y de público. Este hecho, a priori irrelevante, marca un hito fundamental dentro de la narrativa española de posguerra, en general, y de la literatura escrita por mujeres, en particular. La rápida e inesperada fama que adquiere, la por aquel entonces absolutamente desconocida, Carmen Laforet a raíz de obtener el Nadal animó a muchas mujeres a presentarse a los numerosos premios que van surgiendo por estos años. El triunfo de Laforet se configura, por tanto, como baluarte de autoestima y confianza para las mujeres que deseaban ser escritoras y el Premio Nadal, en particular, era el título que lo así lo acreditaba. Sin embargo, la entrada de la mujer en el campo literario no era posible sin las pertinentes luchas internas que alteran el orden establecido, términos en los que se expresan los propios medios de comunicación para referirse a tal fenómeno. Los críticos y periodistas se hacen eco de este rápido e inusual ascenso de la mujer en el parnaso literario, a través de artículos, a veces no exentos de cierta ironía, sarcasmo y burla, quizás la mejor prueba de la repercusión que alcanza. Sin embargo, a pesar de la proliferación de escritoras que aparecen por estos años y a la aparente profesionalización de la mujer en el ámbito de las letras, la imagen que se difunde y publicita —incluso por parte de las propias autoras— desde los medios de comunicación es la de escritora-ángel del hogar, lo cual no debe extrañarnos si recordamos el carácter y los principios de la educación nacional-católica para con la mujer, según la cual su primera y principal función consistía en ser buena hija, esposa y madre. Como veremos, la mujer escritora asciende velozmente por la escalera de los premios al mundo editorial durante la década del 50 que constituye el primer escalón conquistado por las escritoras que, gracias al pedestal que les ofrecen los premios literarios, a la publicidad y a la repercusión mediática que conllevan, son vistas, leídas y vendidas. A partir de ese momento se vuelven visibles a los lectores y a la industria editorial, adquiriendo, de este modo, existencia en el campo cultural y literario.
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Desde los tiempos de la conquista en el Río de la Plata, la mujer blanca ha sido prenda de interés para las culturas indígenas. La primera crónica “La Argentina manuscrita”, de Ruy Díaz de Guzmán en el siglo XVII, estaba protagonizada por la cautiva española Lucía Miranda, tomada por la fuerza como esposa por el cacique thimbu Siripo. El despecho del cacique frente al rechazo de Lucía, desencadenó la destrucción del fuerte de Sancti Spiritu.1 En 1798, José de Lavardén pondrá el drama en escena teatral en “Siripo”, nuestra primera obra de teatro nacional.2 El drama de Lucía Miranda, de endeble fundamento histórico, persistió como mito, constituyéndose la cautiva, en un símbolo nacional.
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Resumen: La historia de los mozárabes de la Península Ibérica ha sido abordada desde múltiples perspectivas. Sin embargo, la situación de las mujeres de este colectivo no ha sido objeto de mayores estudios. El propósito del presente trabajo será realizar un primer acercamiento a la situación de las mujeres mozárabes, sus características y sus posibilidades de actuación tanto bajo las leyes islámicas, como bajo las normas cristianas. El análisis de esta cuestión se realizará teniendo en cuenta la naturaleza plástica de la identidad mozárabe, como así también el conjunto de normas internas y externas al grupo que modelaron sus posibilidades de acción.
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María Angélica Barreda, nacida en La Plata, el 16 de mayo de 1887, fue la primera abogada argentina. Estudió en la escuela normal, con la dirección de Mary Olstine Graham, quien había llegado al país desde Boston, convocada por Domingo F. Sarmiento. Mary O’Graham (1842-1903) no llegó a ver graduada a su ex alumna, ni tampoco a otras mujeres prestigiosas, como fueron la educadora Ada María Elflein, Josefina Passadori, conocida autora de textos escolares, o las escritoras Martha Mercader y Aurora Venturini, por citar solo algunas de las muchas egresadas de esa escuela, orgullo de los platenses.
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Resumen: Esta ponencia forma parte del primer Panel Inaugural del II Congreso de Teólogas latinoamericanas y alemanas “Espacios de Paz”, realizado del 28 al 31 de marzo de 2016. Se aborda el tema de la paz como signo de estos tiempos desde tres claves: el contexto latinoamericano, la centralidad de la violencia en los estudios sobre la paz y su relación con las mujeres como constructoras de paz y víctimas de violencia. La reflexión se organiza en dos partes: primero, se analiza el discernimiento teológicopastoral sobre la paz realizado por la Conferencia de Medellín, en un contexto de subdesarrollo e injusticia caracterizados como violencia institucional y pecado estructural; además, se mencionan en forma breve los desafíos de reconciliación que plantearon los procesos de transición que siguieron a los gobiernos militares y a los conflictos armados internos. En la segunda parte, se enfocan algunos valores y esferas de la paz y la violencia –personal, estructural y cultural–, para considerar el concepto secular y cristiano de “pacificación” (peacebuilding) y los aportes teóricos y prácticos de las mujeres en la construcción de la paz en contextos de violencia.
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La autora expone en el presente artículo algunos conceptos sobre sexualidad y las consideraciones que se deben tener en cuenta a la hora de educar a varones y a mujeres en el tema, teniendo en cuenta sus diferencias y peculiaridades corporales, psicoafectivas, espirituales y sociales. El objetivo para con los jóvenes es brindarles una visión integradora de la sexualidad, integrándola con el amor.