861 resultados para Juan, Príncipe de Asturias y de Gerona, 1478-1497 biografías


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En el presente estudio me propongo analizar, desde un punto de vista estrictamente discursivo, el imaginario social de la "civilización" y la "barbarie" en Las Catilinarias de Juan Montalvo. Parto por ello, a manera de contexto referencial, de las lecturas que se han hecho de Las Catilinarias en el espacio de algunos prólogos. Avanzo hacia una comprensión de tres conceptos fundamentales en la obra: pueblo, nación y tiranía. Explico el fundamento social y cultural de las tiranías y la critica que les hace Montalvo. Discuto entonces el papel que juegan las letras en este combate. Mi propósito es demostrar básicamente que Montalvo frente a la denuncia de la barbarie de su época, se personificó a sí mismo en el civilizador del pueblo. Esa lucha civilizadora involucró un combate político y cultural interrelacionados. Sostengo que el ejercicio de las letras fue para él la forma de civilizar, una manera de cuestionar tanto una barbarie política -referida a los tiranos de turno- cuanto una barbarie étnica -patente en la figura de los indios, chagras y negros-. Ese modelo de civilización adoptado miró a España y Francia como ejemplo, e hizo por eso del casticismo su emblema de combate. Por otro lado, Montalvo no pudo convocar al pueblo a su reforma. En definitiva, el intento de Montalvo por salvar al pueblo, lo terminó conduciendo en contra del mismo pueblo. Montalvo pretendió reformar la sociedad de su época pero no encontró vínculos efectivos con ella. El ilustre ambateño, imitador del quijote, combatió para salvar a un pueblo que terminó siendo más quijotesco que él mismo.

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La presente tesis analiza el primer Manual de Cocina realizado en Quito y escrito por Juan Pablo Sanz en el siglo XIX. Los objetivos principales de esta investigación son: A) Visibilizar las permanencias culturales y culinarias de este texto en la actualidad, a través del estudio de los diferentes protocolos alimenticios, recetas, artefactos y métodos culinarios. B) Presentar una clasificación de la cocina tradicional y definir sus elementos, a saber: barroca, ritual, festiva y cotidiana. C) Establecer un inventario de aquellas recetas del Manual de Sanz que existen en la cocina quiteña actual. Por otro lado, esta investigación desarrollará una categoría de análisis, tal es el caso del ethos protocolario, que ayudará al estudio social y cultural de la cocina tradicional de Quito y del Ecuador. Para finalizar, se analizarán dos tipos de preparaciones que se practican en los alimentos tradicionales quiteños y ecuatorianos, estas son: Alta Cocina Ecuatoriana y Cocina Tradicional Popular. Su principal finalidad es la diferenciación de los espacios físicos y sociales durante la preparación de estos alimentos.

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Ramorinoa girolae Speg. (Fabaceae), es una especie leñosa endémica de Argentina común-mente llamada "chica". En el presente trabajo se evaluaron algunas características de R. gi-rolae, la pérdida de semillas durante la etapa predispersiva y se identificó los depredadores de dicha etapa. Se seleccionaron árboles en tres sitios dentro del Parque Provincial Ischigualasto (San Juan): la Mina de cuarzo (Provincia Fitogeográfica del Chaco; n= 5 árboles), el Morado (P.F. del Monte; n= 6) y el Tramo (P.F. del Monte; n= 6). A partir de cada árbol se registraron mediciones de tamaño del individuo, densidad de coespecíficos alrededor y número de frutos. Se recolectaron 10 frutos por árbol con el fin de identificar y cuantificar los artrópodos asociados, además se tomaron datos referentes a la densidad y tamaño de frutos y semillas y su viabilidad. Los resultados mostraron que la densidad de frutos por árbol presentó diferencias entre los sitios, mientras que la densidad de árboles no presentó diferencias. En cuanto al daño por artrópodos, se encontró que la proporción de semillas dañadas fue mayor en frutos de menor tamaño, en frutos con mayor número de semillas y en frutos con mayor número de depredadores. Las semillas dañadas representaron en promedio el 58% del total de las semillas muestreadas y sólo el 4% de las semillas dañadas conservaron su viabilidad, mientras que el 91% de semillas sanas resultaron viables. Se identificó a Anypsipyla univitella Dyar. (Lepidoptera, Pyralidae, Phycitinae) como la única especie depredadora de las semillas durante la etapa predispersiva, mientras que Goniozus sp. (Bethy-lidae, Chrysidoidea, Himenóptera) se identificó como parasitoide de la larva del lepidóptero. Como R. girolae es considerada una especie “vulnerable" (IUCN) resulta primordial su conservación ante escenarios de cambio climático, debido a su baja resistencia al fuego, el bajo nivel de regeneración, la falta de conocimiento y a las políticas deficientes de conservación

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En este trabajo se analiza la relación que guardan las fotografías de Gervasio Sánchez incluidas en Cuaderno de Sarajevo (1993) con el texto y su intertextualidad en El sitio de los sitios (1995). Ya que la fotografía ha sido instrumental en la representación de la guerra, es importante acotar su dinámica dentro del relato de viaje: como elemento dentro de la diégesis; como modelizador de la operación discursiva y como reflexión sobre los procesos de construcción textual ya que al crearse enlaces dentro de la lectura se apunta a uno de sus posibles desmontes. Situación que se llevará a sus últimas consecuencias en El sitio de los sitios donde se desmantela la ilusión naturalista de veridicción y se hace evidente, lo que el autor llama, "las necesidades retóricas de la narración", para revelar así las condiciones de posibilidad de experiencia de la escritura.

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En este trabajo se analiza la relación que guardan las fotografías de Gervasio Sánchez incluidas en Cuaderno de Sarajevo (1993) con el texto y su intertextualidad en El sitio de los sitios (1995). Ya que la fotografía ha sido instrumental en la representación de la guerra, es importante acotar su dinámica dentro del relato de viaje: como elemento dentro de la diégesis; como modelizador de la operación discursiva y como reflexión sobre los procesos de construcción textual ya que al crearse enlaces dentro de la lectura se apunta a uno de sus posibles desmontes. Situación que se llevará a sus últimas consecuencias en El sitio de los sitios donde se desmantela la ilusión naturalista de veridicción y se hace evidente, lo que el autor llama, "las necesidades retóricas de la narración", para revelar así las condiciones de posibilidad de experiencia de la escritura.

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En este trabajo se analiza la relación que guardan las fotografías de Gervasio Sánchez incluidas en Cuaderno de Sarajevo (1993) con el texto y su intertextualidad en El sitio de los sitios (1995). Ya que la fotografía ha sido instrumental en la representación de la guerra, es importante acotar su dinámica dentro del relato de viaje: como elemento dentro de la diégesis; como modelizador de la operación discursiva y como reflexión sobre los procesos de construcción textual ya que al crearse enlaces dentro de la lectura se apunta a uno de sus posibles desmontes. Situación que se llevará a sus últimas consecuencias en El sitio de los sitios donde se desmantela la ilusión naturalista de veridicción y se hace evidente, lo que el autor llama, "las necesidades retóricas de la narración", para revelar así las condiciones de posibilidad de experiencia de la escritura.

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Si bien se han ido realizando análisis sistemáticos desde el punto de vista arquitectónico de los diferentes jardines nacionales europeos, el jardín clásico español, a pesar del importante incremento de bibliografía operado en la última década, no ha sido todavía estudiado desde los criterios compositivos y espaciales propios de la disciplina arquitectónica. Responde el jardín clásico español a una organización perspectiva que proviene de las construcciones espaciales originadas y desarrolladas en Italia durante los siglos XV y XVI; establece, además, una importante conexión con la arquitectura de jardines contemporánea, es decir, las grandes corrientes europeas –desde el jardín renacentista italiano al barroco francés-, que asume, interpreta e incluso supera en cuanto a organización unitaria e integración con su entorno en varios ejemplos señeros. Pero esta imbricación europea se ve puntualizada por una influencia primordial: el concepto islámico del espacio arquitectónico, caracterizado por la fragmentación y la pérdida de la axialidad, que en España se extiende de forma generalizada. Fusionada con los principios perspectivos provenientes de Italia, esta concepción espacial proporciona a los jardines –y demás edificios- una gran riqueza espacial que, poco analizada y mal comprendida, se ha considerado habitualmente como falta de pericia compositiva. Este hecho ha negado a los jardines españoles originalidad alguna –otorgada, en cambio, a los hispanomusulmanes- y una clasificación periférica en la historia de la disciplina. El jardín clásico español presenta tres etapas principales: una primera, durante los siglos XVI y XVII, que se podría denominar renacentista; una segunda, en la primera mitad del siglo XVIII, de ascendencia barroca francesa, y, por último, en la segunda mitad del Ochocientos, el jardín neoclásico, que en buena medida retoma la organización formal de la primera etapa renacentista. Las tres influencias preponderantes en el jardín renacentista español son la hispanomusulmana, procedente de la ocupación islámica en España desde el siglo VIII hasta el XV, cuya estela se mantiene durante todo el desarrollo del jardín clásico; una flamenca, de menor calado y cuyo origen está en los contactos políticos de la corona española con Flandes, y, por último, la italiana, de donde procederá la espacialidad perspectiva propia del Renacimiento, extendida por toda Europa y conocida en España asimismo por vínculos políticos y culturales. El jardín hispanomusulmán va a proporcionar los rasgos distintivos de la jardinería española posterior, derivados de la necesaria adaptación compositiva a un medio físico poco idóneo para la implantación de jardines. Esta cuestión se soluciona tradicionalmente de forma perfecta con el patio y el apoyo de una serie de elementos arquitectónicos de carácter ligero articulados aleatoriamente con la vivienda para organizar su entorno, operación que produce un organismo superior asimétrico y estructurado a partir de pequeños fragmentos ordenados por ejes quebrados, cuyo crecimiento no presupone un cambio en las cualidades espaciales del jardín. Esta ordenación quebrada y la fragmentación espacial tienden a embarazar la unidad perspectiva renacentista, de tal forma que el jardín español no presenta grandes ejes visuales ni espacios fugados, sino pequeñas piezas independientes –adaptadas mejor a la corrección climática y al riego- que se agregan sin intención de regularidad o simetría, pues buscan la ambigüedad espacial mediante la ofuscación de la percepción y orientación en el jardín, como sucedía en las obras hispanomusulmanas. El jardín renacentista español tendrá una doble vertiente dependiendo del medio físico donde se asiente: si este es poco propicio a la implantación de jardines, se recuperará la ordenación espacial medieval musulmana como respuesta compositiva a dicho entorno remiso, pues los ensayos de jardines basados en elementos arquitectónicos, ante la dificultad de estructurar el espacio del jardín en España con las componentes naturales –topografía, vegetación y agua-, se realizaron con éxito y se reutilizaron en siglos posteriores, e incluso alcanzan el momento actual; contemporáneamente, en territorios propicios a la creación de jardines –generalmente, riberas de ríos-, se podrá desarrollar el espacio perspectivo unitario italiano, que producirá ejemplos de gran calidad. Así, Felipe II creará de forma simultánea jardines muy diferentes según su ubicación. Entre los de carácter más medieval destacan los del Alcázar de Madrid y Valsaín –con el antecedente de Yuste, promovido por Carlos V-, y de los plenamente renacentistas, la Casa de Campo, El Escorial y Aranjuez, éstos últimos de Juan Bautista de Toledo. Los dos primeros se organizan con varios recintos independientes articulados por ejes quebrados y ordenados a partir de elementos ligeros –galerías, torreones, miradores- que se proyectan hacia el exterior para dar forma al entorno inmediato del palacio. Los últimos, en cambio, utilizan las posibilidades del medio natural para estructurar los jardines, y establecen magníficos ejes de raigambre renacentista, origen de espacios perspectivos unitarios de gran interés, dado su tamaño y temprana fecha de creación. Así, en la Casa de Campo la villa se articula con un jardín llano cuya unidad espacial no tiene parangón en la Italia del momento; en Aranjuez, el Jardín de la Isla, independiente en su trazado del palacio que lo propicia, presenta una superposición de dos ejes con gradientes en sentido contrario, y una ordenación a escala territorial, las Huertas de Picotajo, con una malla focalizada de doble simetría adaptada a un difícil meandro del río Jarama y con capacidad de extensión ilimitada en la vega de Aranjuez, que es contemporánea pero mucho más evolucionada que los primeros tridentes creados en Italia y anterior en un siglo a las formalizaciones de Versalles. Frente a estas realizaciones reales, en España los jardines nobiliarios responden a una clara influencia medieval, como los del duque de Alcalá en Bornos, el marqués de Mondéjar, Bellaflor en Sevilla, la Casa del Rey en Arganda o el cigarral de Buenavista en Toledo. Pero en paralelo con éstos y promovidos por nobles conectados con Italia, se están implantando jardines de hispanomusulmana-, en fechas incluso anteriores a los construidos por la corona. Así, el marqués de Villena construye en Cadalso de los Vidrios un jardín con una tempranísima ordenación en terrazas que se integra con su entorno; el duque de Alba en Abadía realiza la misma operación con mayor desarrollo espacial; y en Béjar por el duque de esta ciudad salmantina se establece otro jardín de clara espacialidad italiana, pero con la casa fuera de la ordenación. El siglo XVII supone, en los escasos ejemplos construidos, la prolongación de la espacialidad renacentista introducida por Juan Bautista de Toledo. Hay una clara continuidad en los jardines aterrazados, como La Zarzuela y La Florida, mientras en el ejemplo llano principal, el Buen Retiro, se atiende más a la fragmentación hispana y a una adaptación de los sistemas de extensión al aumento de escala. Así había sucedido en Italia, donde los jardines de malla ortogonal se convirtieron en grandes parques focalizados, con avenidas arboladas y remates perspectivos, elementos que se repiten en el jardín madrileño, aunque sin la unidad conseguida en los precedentes mediante la focalización. El siglo XVIII va a conocer la nueva dinastía de los Borbones y el jardín barroco francés, que supondrá un cambio radical en la concepción espacial del jardín, aunque la influencia hispana no dejará de producirse. El tamaño de estos jardines, su coste de implantación y mantenimiento y la falta de adaptación al medio físico español serán los factores principales del escaso desarrollo que el jardín de Le Nôtre alcanzó en España. A pesar de los proyectos realizados - algunos de gran calidad, como los de Robert de Cotte para el Buen Retiro, los del Palacio Real Nuevo, el de Riofrío y el del castillo de Villaviciosa de Odón-, sólo se van a construir escasos parterres de los denominados urbanos. Entre ellos hay que destacar los del Buen Retiro, Aranjuez y palacios de Liria, Buenavista y Altamira en Madrid, Piedrahita para los duques de Alba, el convento de Santa Bárbara, Migas Calientes –algunos de éstos quedaron en proyecto-, a los que se añade un gran jardín con todos los componentes, que es San Ildefonso de La Granja. En La Granja se puede encontrar un parque completo a la francesa, que responde en mayor medida a los principios establecidos en el tratado de Dezallier d'Argenville que a la influencia directa de las obras de Le Nôtre. Pero la ordenación canónica de jardín barroco francés se particulariza mediante los dispositivos proyectuales de origen hispano, pues se desjerarquizan los ejes principales impidiendo su continuidad, que queda truncada por desarrollos paralelos, interrupciones perspectivas y ejes quebrados. En la segunda mitad del siglo XVIII, los propios monarcas Borbones recuperarán los jardines regulares de los Austrias, cuyos tipos llano y aterrazado tuvieron un importante desarrollo con Felipe II y Juan Bautista de Toledo y gozaban de un merecido prestigio. Ya con Fernando VI se introdujeron ordenaciones de inspiración renacentista, como en el Jardín del Príncipe de Aranjuez; pero será con su hermano Carlos III cuando se revisen las actuaciones filipinas. Juan de Villanueva fue el autor de los principales jardines del momento -entre ellos, las Casitas realizadas para el príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV y su hermano el infante Don Gabriel- aunque Ventura Rodríguez realizó en esos años un magnífico epílogo del jardín aterrazado en España: el palacio para el infante Don Luis en Boadilla del Monte, así como proyectos para el parque del Palacio Real Nuevo. En las Casitas de El Escorial –en menor medida en El Pardo-, Villanueva recoge una larga tradición de jardines aterrazados que, además, inserta magistralmente en su entorno, dentro de la secular tradición española de adaptación al medio físico. Lejos de presentar una lectura canónica, aunque utilizando todos los recursos del tipo, el arquitecto consigue la ambigüedad espacial hispana mediante la superposición en el eje longitudinal de dos gradaciones de dirección contraria, accesos quebrados e interrupción de las visuales y el viario, sin prescindir de una ordenación clásica. También de Villanueva son el proyecto definitivo del Jardín Botánico, de gran claridad compositiva y orden científico, y, para el Palacio Real Nuevo y su entorno, el jardín previo a las Reales Caballerizas y una remodelación de la Casa de Campo y su acceso.