983 resultados para Códigos


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Con el cambio de milenio se han producido dos hitos significativos que determinan un giro sin precedentes en la práctica fotográfica. Uno de ellos es la implantación definitiva de los procesos digitales. Estos procesos implican dos cuestiones fundamentales, por un lado en lo cuantitativo la popularización de los sistemas de captura, donde la cámara ligera del siglo XX queda transfigurada en teléfonos, tabletas, ordenadores, cámaras ultraligeras y todo tipo de dispositivos y, por otro lado, en lo cualitativo, la toma de conciencia e irrupción del ciudadano en la práctica de los procesos de postcaptura o interpretación de la imagen registrada en los ámbitos no profesionales. Tales cambios tecnológicos afectan de forma notoria a los operadores del nuevo sistema produciéndose una crisis excepcional en la historia de la fotografía que diluye las fronteras entre operadores profesionales y amateurs. Se configura y determina así la aparición de un nuevo amateur sui géneris. También se producen giros excepcionales en lo tecnológico que afectan a los nuevos operadores de la fotografía y a su propia función y naturaleza: el desarrollo de las comunicaciones en Internet y en particular con la normalización del uso de las redes sociales. Este nuevo contexto mediático convierte al usuario de las redes ya no sólo en un mero consumidor sino también en un productor de contenidos. Esta mutación del ciudadano en prosumidor (productor y consumidor) despierta su necesidad de aprendizaje práctico y operativo y de la alfabetización en los códigos icónicos...

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Vivimos en una sociedad en la que el concepto del “yo” requiere de la existencia del “otro”. Por lo tanto, “la mujer” es el “otro” del “hombre”. Ser mujer significa existir para los demás. Maternidad convertida en único proyecto vital; piedra angular del éxito del hogar. Una mujer es vista como un objeto de deseo; como un cuerpo útil que amamanta a sus hijos; una mujer que satisfaga las necesidades. Eternas dicotomías hombre/mujer que ponen de manifiesto el modelo de opresión y coacción: cultura/naturaleza, opresor/oprimidos. Otra dicotomía posible: mujer como madre, o mujer como ser sexual. La enfermedad es dolor, lágrimas, pérdida de fuerza, asfixia, depresión. Pero el dolor es necesario; el dolor nos recoloca en el mundo y nos confirma como cuerpo, nos da la certeza de nuestra propia existencia. Todo el mundo enferma. Algunos con mucha más frecuencia que otros. Otros parecen vivir en hospitales. Por otro lado, rechazamos a los enfermos, quitamos de delante de nuestros ojos a los que sufren. Les metemos en la cama. Estar enfermo es existir entre la vida y la muerte. Es un estado transicional. Una persona puede estar vivo o muerto, pero no entre medias. Los períodos de transformación son peligro, desorden, desequilibrio, amenaza. Todo el mundo tiene miedo de la enfermedad. Es como si con sólo pensar o decir la palabra, pudieras infectarte tú y todo el mundo que te rodea. Tenemos estrictas normas estéticas: debes estar siempre sano, siempre joven, siempre fuerte. Los medios de comunicación imponen modelos casi imposibles. Cualquier persona que contradiga estas exigencias estéticas, que viole los códigos de la belleza, se encuentra fuera de la existencia cotidiana. Debemos recuperar la herida; dejemos que la sangre fluya; escuchemos los gritos de dolor; olamos la carne podrida disimulada tras la estúpida intención humana de ocultar la evidencia inevitable. No podemos evitar nuestra condición biológica, la finitud. No somos mecanismos perfectos; somos seres humanos imperfectos. Podemos cambiar este sistema. Mostremos la llaga. Aniquilemos la vergüenza de sentirse imperfecto. No nos avergoncemos de tener cuerpos imperfectos. Nuestros cuerpos necesitan cicatrices, y las cicatrices necesitan a nuestros cuerpos...

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This thesis presents a research that links cultural history and visual culture in a sociobiographical approach. It gives a “political treatment” to the educational experience in the transition of art teaching from the modern to the postmodern. By taking into account my experiences as an educator and the poetic practice in Daniel Francisco de Souza’s visual art, I propose a dialogue with his art and a series of visual narratives this artist/student produced at the time of his education and recently. Such visual narratives were taken as research source and research subject. They were created in a rural setting in dialogue with formal art teaching in two phases: 1992–6, when Daniel Fran cisco attended elementary school in the rural area of Uberlândia, MG; and 2008–10, when he attended Visual Arts graduation at Federal University of Uberlândia city. I analyze historical processes related to art and teaching, from the early sixteenth century to the present times, to realize residues in students’ poetic experiences. I relate Brazilian educational public policies with experi- ences in that rural school. I try to show the extent to which our educational practices triggered experiences — from ones common to intense ones — and promoted forms of “emancipation-knowledge” or “regulation-knowledge” and how the “selective tradition” was and how art predetermined history images gave way to everyday visual references, pointing to the “broad field” of visual culture. I make an effort to show Daniel Francisco’s work as an adult by tak- ing it according to different approaches. In a poetic reading, first, I emphasixe the material and the symbolic in his art. In a second look, I approach his work through the intertwining experiences of three characters from different times and places that participated in the making of his art: the artist farmer, the artist teacher and the teacher researcher. I assume the existence of a mutual cultural incompleteness in these three characters; which means that parts of their “structures of feeling” built on the interrelationship among them are part of the artist’ work as a historical content decanted. Thirdly, I demonstrate how the artist sees his place as a key re ference to his poetic creation. His work does not reflect the rural bucolic as something untouched. In showing the difficulty in distinguishing the archaic residual, I identify emerging issues in his work. I conclude that the artist — Daniel Francisco — and the researcher — myself — present maverick features: both are scavengers; their productions approach the working with scraps in art and in the academy; even momentarily, they live in exile in the warmth of the borders or the edges, from where one sees the center clearly. In these spaces, when certain structures and normative codes enter into coalition, they fragment pre-established strategies and stimulate the creation of survival tactics.

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La novela posnacional es un fenómeno relativamente reciente en la literatura latinoamericana. Sus orígenes se sitúan en los noventa, como parte de una narrativa que se rebela contra la llamada literatura del Boom originada en los sesenta. Los escritores posnacionales—a diferencia de sus predecesores—no se muestran obsesionados por la identidad latinoamericana. La globalización, el fracaso del socialismo y el descrédito de las grandes utopías son otros fenómenos que explican la emergencia de una narrativa que trasciende los márgenes nacionales. La literatura posnacional cubana se inserta dentro de esta corriente. Luego de la caída del Muro de Berlín, los jóvenes escritores cubanos comienzan a incluir una retórica diferente en sus creaciones: eluden el compromiso político militante, evitan los mensajes altruistas y abandonan las pretensiones de definir posiciones con relación al futuro de la patria o a su propia identidad. El proyecto revolucionario y su destino—tópico narrativo por más de tres décadas—desaparece como tema. El modo particular de la literatura posnacional cubana se expresa en la desesperanza y el desencanto. El propósito de esta disertación es ejemplificar dicha noción a través del análisis de los proyectos literarios de tres escritoras cubanas contemporáneas: Ena Lucía Portela, Anna Lidia Vega Serova y Karla Suárez. Además de sus cuentos, se analizan las novelas “Djuna y Daniel”, de Ena Lucía Portela; “Ánima fatua”, de Anna Lidia Vega Serova y “La viajera” de Karla Suárez. Estas novelas, además de ser ejemplos de la existencia en Cuba de una tradición en la narrativa latinoamericana contemporánea desvinculada de las preocupaciones nacionales, rompen con el paradigma del hombre heterosexual revolucionario. Los protagonistas de estas nuevas ficciones, por lo general mujeres, son personas desarraigadas y alejadas de la sociedad, ocasionales consumidoras de estupefacientes y que practican relaciones homosexuales. La transgresión de los estereotipos de género y de los comportamientos heteronormativos se convierte en un instrumento de dinámica posmoderna que presenta nuevos códigos y supone un desafío a los principios tradicionales del modelo revolucionario cubano.

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El presente trabajo propone problematizar las interpretaciones jurídicas en torno a la instancia privada así como a las posibilidades de actuación de la fiscalía una vez instada la acción en los delitos contra la honestidad. En este sentido, se busca mostrar cómo más allá del carácter "mixto" (combinación de instancia privada y acción pública) establecida por los códigos y sostenida por la doctrina, la cuestión se encontró controvertida en la práctica forense. Esta situación además, permite volver a debatir sobre los valores que entraron en juego a la hora de lidiar con estos crímenes, así como la pregunta sobre quién o quienes debían ser considerados víctimas de ellos así como explorar brevemente algunas relaciones entre derecho y género/sexualidad

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Este trabajo intenta reconstruir las prácticas visuales de relevamiento de los topógrafos de la Dirección de Minas. En este caso analizaremos los materiales visuales que realizó Felipe E. Godoy Bonnet para la realización de la Hoja topográfica Sierra Apeleg (1980). En el proceso de construcción de la cartografía topográfica encontramos distintas instancias: gabinete / precampo, campo y gabinete / poscampo. En cada una de ellas, el topógrafo es capaz de construir diferentes tipos de paisajes, aunque todos remitan al mismo espacio. En la primera de estas etapas, el topógrafo comienza a visualizar mentalmente un paisaje (paisaje topográfico imaginado) a partir de la observación de materiales cartográficos recopilados antes de aventurarse en el terreno. En la segunda, ya en el campo, el topógrafo activa su agudeza visual para reconstruir y reformular el paisaje previamente imaginado y lo completa con datos empíricos (paisaje topográfico medido). En la etapa de trabajo de poscampo, se comienza a dibujar -en lenguaje cartográfico- el paisaje que imaginó, vio y midió el topógrafo (paisaje topográfico dibujado). Una vez terminado el trabajo, cualquier observador entrenado en los códigos cartográficos puede decodificar y leer el mapa, dar volumen a las líneas de nivel y (re)construir un nuevo paisaje topográfico imaginado (ya que el mapa se puede convertir en un insumo para ir a relevar nuevamente el terreno). Intentamos establecer los primeros lineamientos para pensar qué son los paisajes topográficos, la variedad de registros que implican, los lenguajes que articulan y cómo es el proceso que ayuda a su construcción. A su vez, pensamos que la construcción de los paisajes topográficos varía a lo largo del proceso cartográfico y de sus lecturas posteriores. Esas variaciones pueden ser pensadas en términos de un agenciamiento, como lo propone Alfred Gell (1997).

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El presente trabajo propone problematizar las interpretaciones jurídicas en torno a la instancia privada así como a las posibilidades de actuación de la fiscalía una vez instada la acción en los delitos contra la honestidad. En este sentido, se busca mostrar cómo más allá del carácter "mixto" (combinación de instancia privada y acción pública) establecida por los códigos y sostenida por la doctrina, la cuestión se encontró controvertida en la práctica forense. Esta situación además, permite volver a debatir sobre los valores que entraron en juego a la hora de lidiar con estos crímenes, así como la pregunta sobre quién o quienes debían ser considerados víctimas de ellos así como explorar brevemente algunas relaciones entre derecho y género/sexualidad

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Este trabajo intenta reconstruir las prácticas visuales de relevamiento de los topógrafos de la Dirección de Minas. En este caso analizaremos los materiales visuales que realizó Felipe E. Godoy Bonnet para la realización de la Hoja topográfica Sierra Apeleg (1980). En el proceso de construcción de la cartografía topográfica encontramos distintas instancias: gabinete / precampo, campo y gabinete / poscampo. En cada una de ellas, el topógrafo es capaz de construir diferentes tipos de paisajes, aunque todos remitan al mismo espacio. En la primera de estas etapas, el topógrafo comienza a visualizar mentalmente un paisaje (paisaje topográfico imaginado) a partir de la observación de materiales cartográficos recopilados antes de aventurarse en el terreno. En la segunda, ya en el campo, el topógrafo activa su agudeza visual para reconstruir y reformular el paisaje previamente imaginado y lo completa con datos empíricos (paisaje topográfico medido). En la etapa de trabajo de poscampo, se comienza a dibujar -en lenguaje cartográfico- el paisaje que imaginó, vio y midió el topógrafo (paisaje topográfico dibujado). Una vez terminado el trabajo, cualquier observador entrenado en los códigos cartográficos puede decodificar y leer el mapa, dar volumen a las líneas de nivel y (re)construir un nuevo paisaje topográfico imaginado (ya que el mapa se puede convertir en un insumo para ir a relevar nuevamente el terreno). Intentamos establecer los primeros lineamientos para pensar qué son los paisajes topográficos, la variedad de registros que implican, los lenguajes que articulan y cómo es el proceso que ayuda a su construcción. A su vez, pensamos que la construcción de los paisajes topográficos varía a lo largo del proceso cartográfico y de sus lecturas posteriores. Esas variaciones pueden ser pensadas en términos de un agenciamiento, como lo propone Alfred Gell (1997).