1000 resultados para CULTIVO EN CONTENEDOR
Resumo:
El trabajo presenta los resultados de evaluar las micosis foliares de los cereales durante tres campañas de cultivo consecutivas: 1993-94; 1994-95 y 1995-96. En la campaña 1993-1994 fueron evaluadas 154 variedades de trigo, triticale y cebada. Durante 1994-1995 se valoraron 145 variedades. En 1995-1996 fueron 161 las prospectadas y se ampliaron las observaciones a 9 cultivares de avena. Las variedades estuvieron cultivadas en ocho toponimias cerealícolas de España. Los resultados pusieron de manifiesto que las enfermedades más importantes fueron: Septoria tritici, Blumeria graminis f.sp.tritici, Puccinia recondita f.sp.tritici y Pyrenophora teres, en trigo blando o harinero(primavera e invierno),trigo duro y triticale. Muy discreta fue la presencia de la roya amarilla (Puccinia striiformis f.sp.tritici). En cebada (primavera y verano), Pyrenophora teres, Rhynchosporium secalis y Blumeria graminis f.sp.hordei fueron las especies fúngicas más importantes. Para las variedades de avena fue Puccinia coronata (roya coronada la enfermedad más frecuente. No pudieron establecerse diferencias entre variedades por su resistencia a alguno de los patógenos encontrados.
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La enfermedad fúngica de la punta negra del trigo se caracteriza por provocar en las semillas afectadas un oscurecimiento de la zona del embrión que en ocasiones puede extenderse hacia la hendidura central dejando el grano completamente ennegrecido. Su incidencia en el cultivo de trigo es extremadamente variable y depende en gran medida de las condiciones ambientales, así pues, condiciones de alta humedad pueden incrementar a punta negra. Su presencia en el trigo duro repercute en el rendimiento semolero. Además la pasta elaborada a partir de semilla enferma presenta manchas negras y adquiere color y olor desagradable. Esta enfermedad es poco conocida a nivel europeo, sin embargo existen numerosos estudios para conocer su etiología y los factores que afectan a su aparición en países como Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos o Canadá. El presente trabajo pretende dar a conocer esta patología en España, determinando la influencia del riego, el abonado nitrogenado y la variedad cultivada en la incidencia de la enfermedad. Para ello se ha contado con un diseño experimental basado en 10 cultivares sembrados en parcelas con dos tratamientos de riego y dos de abonado nitrogenado. El análisis de las semillas infectadas en cámara húmeda y medios de cultivo PDA y K reveló 12 géneros fúngicos diferentes, de los cuales Alternaria alternata y Fusarium proliferatum estaban presentes en todas las muestras. El estudio del riego y abonado nitrogenado mostró diferencias significativas en la incidencia de punta negra pero fueron los 10 cultivares incluidos en el ensayo los que mayor importancia cobraron desde el punto de vista de la aparición de la enfermedad. El genotipo resultó determinante a la hora de establecer los niveles de afectación ya que las muestras encuadradas botánicamente como Triticum turgidum subsp. Turgidum convar. Turgidum presentaron una mayor susceptibilidad. las prueas de patogenicidd con los tres principales hongos asociados a la punta negra dieron resultados negativos para la germinación-nascencia de las plántulas de trigo duro inoculadas.
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Es de vital importancia ampliar el conocimiento de cómo va afectar a al cultivo de la vid las premisas del cambio climático y qué técnicas pueden mitigar sus negativas consecuencias. Con este principal objetivo durante cuatro años se ha estado realizando el proyecto CENIT-DEMÉTER, en el que han intervenido numerosas bodegas y centros de investigación a nivel nacional. Los resultados reflejan que la aplicación de riego es una buena técnica para atenuar las situaciones de estrés hídrico, tanto a nivel de desarrollo vegetativo como a nivel de maduración, adecuando las necesidades particulares de cada zona y añada.
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Artículo en Revista Española sobre la Caña común (Arundo donax L.) como cultivo energético para biocombustibles sólidos.
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En un artículo anterior (1) se trató del cultivo del cacahuete en España, sus problemas y las posibilidades de mecanización del mismo. El presente trabajo presenta los estudios y ensayos realizados durante las pasadas campañas de 1972 y 1973, los cuales muestran la realidad de esas soluciones mecánicas en pequeña y en gran escala. Puede realizarse un cultivo de cacahuete total o casi totalmente mecanizado, tanto en el caso de grandes superficies como en parcelas del tamaño medio (alrededor de 1/2 ha), usual en la región valenciana, utilizando medios mecánicos naturalmente adaptados a cada tipo de explotación. En fincas pequeñas, cuyos medios mecánicos se basan en el motocultor y / o en el tractor pequeño de 18- 20 CV, es adecuado sembrar el cacahuete en surcos separados 62,5 cm, lo que permite la realización de las labores de forma mecanizada por medio de este tractor con las ruedas en la posición más estrecha. Así puede realizarse la siembra, el cultivo y el arranque con los distintos aperos. La trilla y la limpieza pueden realizarse manualmente o por medio de una cosechadora de alquiler arrastrada por un tractor mayor Los números entre paréntesis se refieren a las reseñas bibliográficas. (ver Recolección en el próximo número) de 1,25 m de anchura. En las explotaciones mayores, con tractores grandes, la siembra adecuada será en líneas pareadas, siendo la distancia entre surcos 125-180 cm, según variedades y según se cultive en regadío o en secano (1), o en mesetas de unos 190 cm, con cuatro filas de plantas. La mecanización en estos casos está mejor adaptada y más justificada económicamente. Para el cultivo mecánico habrán de elegirse, dentro de las variedades existentes, las más adecuadas. Las cultivadas actualmente en la zona valenciana están muy degeneradas y es necesaria su mejora, pero están bien adaptadas a las condiciones climáticas y resultan bastante adecuadas para su mecanización. Algunas variedades americanas ensayadas en el INIA (Benicalap, Valencia), muy atractivas por sus frutos grandes y de gran calidad, vienen de origen adaptadas a la mecanización, pero por ser en general de ciclo largo, presentan problemas en relación a la climatología de la zona; en las experiencias realizadas se han dado campañas de extraordinaria producción y otras de una producción muy baja. Para el cultivo de estas variedades se hace realmente necesaria la recolección mecanizada, a base de arranque con arrancadora, uno o dos días de secado en el campo, recogida y trilla con cosechadora y desecación artificial. Todo ello con el fin de 3 abreviar lo más posible el proceso, evitando el peligro de que las lluvias mojen repetidamente las plantas una vez arrancadas y colocadas en hileras en el campo para su desecación natural. Esto último viene siendo la causa de unas pérdidas de cosecha enormes por pudrición de los frutos.
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Uno de los problemas que hoy se plantean es el de aumentar la rentabilidad de los cultivos, a base de la mecanización de todas las labores, especialmente de aquellas que exigen gran cantidad de mano de obra. Este es el caso de la recolección del cacahuete: su cultivo no es rentable como no se realice de forma mecanizada, por lo que está en regresión incluso en las pequeñas superficies dedicadas a él en España. Este estudio sobre las propiedades mecánicas del cacahuete intenta avanzar en el conocimiento de la adaptación a la mecanización de las variedades que han resultado interesantes en los ensayos llevados a cabo en los últimos años.
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Los cultivos hortofrutícolas están muy extendidos en España, especialmente en el Sur y a orillas del Mediterráneo, donde el clima es muy apropiado para muchas especies de frutas y hortalizas. La superficie dedicada a cultivos hortícolas es de 3.915.000 ha (1.830.000 ha descontado el olivar), las cuales produjeron en I 982 unos ingresos brutos a los agricultores de 574.896 x 106 ptas. La mecanización de los cultivos hortícolas está muy generalizada en las faenas comunes con otros cultivos (laboreo, fertilización, pulverización); se han conseguido grandes avances en la mecanización de la siembra y trasplante, y están menos extendidos los medios mecánicos para la recolección o aún no se ha logrado una solución satisfactoria para algunos cultivos. La recolección de los productos hortofrutícolas presenta la dificultad de que los órganos a recoger son muy diversos por lo que las máquinas de recolección deben ser muy específicas, se usan pocos días al año y su coste horario resulta elevado. Estas circunstancias unidas al hecho de que la recesión económica ha provocado desde 1974 la aparición de mano de obra desocupada, ha impedido que se haya generalizado la recolección mecanizada en la horticultura. La industria nacional sólo se ha preocupado de fabricar máquinas destinadas a recoger los cultivos más extendidos (olivar, patata) y ha sido necesario importar las máquinas más sofisticadas para cosechar otros cultivos (tomate, judías verdes, guisantes, etc.). Paralelamente al desarrollo y utilización de las máquinas para efectuar la recolección, se han investigado otros problemas relacionados con la misma. En los cultivos anuales se ha avanzado en la selección de variedades especialmente adaptadas a la recolección. Se han desarrollado algunas variedades autóctonas y se han adaptado otras traídas de EE.UU., y Más concretamente de California, dada la similitud de clima. La introducción de variedades y métodos de cultivo distintos de los tradicionales presenta dificultades aunque en los últimos años parece acelerarse la transformación hacia los nuevos sistemas. La infraestructura (parcelas pequeñas) es un problema básico en ciertas áreas, pero en los nuevos regadíos se cuenta con una situación bastante adecuada para los sistemas más industriales de producción. Los cultivos frutales son más difíciles de mecanizar. La poda que tiene la vid hace que sea prácticamente imposible hasta ahora la recolección mecánica y es muy difícil lograrlo con el olivar. Sé han hecho grandes avances en el manejo y limpieza del producto recogido y su transporte a fábrica, estando estas faenas mecanizadas casi por completo.
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El progreso tecnológico y la mecanización han provocado siempre, a corto plazo, la amortización de puestos directivos de trabajo, generándose fuerte resistencia entre los anteriormente asalariados. La revuelta de los «canuts», por ejemplo en Francia, oponiéndose a la introducción de las máquinas tejedoras, forma parte de la historia del movimiento obrero del siglo XIX. La mecanización agraria no podía ser, evidentemente, la excepción. El Elemento nuevo, introducido por la presente crisis económica, es la desaparición de empleos alternativos en otras ramas de la producción u otros sectores productivos. La resistencia al desarrollo de la mecanización en el campo cobra actualmente su orina quizás más espectacular en los ataques a las cosechadoras de algodón, pero sobre todo permite la generalización de un estado de ánimo contrario en amplias capas de la población, sobre todo en Andalucía y Extremadura. Hoy no podemos seguir utilizando sencillamente los mismos conceptos productivistas de etapas económicas anteriores, aunque los autores se resisten a una oposición sistemática a la mecanización para la realización de las labores agrícolas. Con Maylor y Ver non (1969) podemos destacar el papel de la empresa y el empresario (en nuestro caso, el agricultor) a la hora de la adopción de las decisiones relativas al cómo y al qué producir. El análisis microeconómico aparece, entonces, como una útil herramienta para analizar la incidencia de un desplazamiento de la función de producción hacia una mayor intensidad en la utilización tanto del capital de explotación como del factor trabajo. En esta línea, el presente trabajo se limita al análisis del regadío extremeño —un buen ejemplo de los sistemas de agricultura del riego mediterráneo (C.M. Portas, 1983) en base a datos recogidos y contrastados por nosotros. Están basados en tiempos reales medios determinados en base a las hojas de cultivo de las fincas colaboradoras del Servicio de Extensión Agraria (S.E.A.) de Badajoz. Las conclusiones que podemos sacar del estudio no pueden, entonces, generalizarse fuera de su contexto y de sus limitaciones. Creemos que nuestros resultados al plantearse en unos términos geográficos específicos no pierden interés, sino que pueden servir, junto con otras investigaciones semejantes, para alcanzar conclusiones generales en un futuro, en un «proceso de enriquecimiento continuo entre lo general y lo particular» como señala Tuñón de Lara (1981). Entre los antecedentes más directos de este estudio, podemos destacar el de PINHEIRO y PORTAS (1980). Su contribución no se ha limitado a la aportación de información y documentación útil para contrastar nuestros resultados con la situación del Alentejo portugués, sino que ha sido constante animador en la elaboración.
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En los procesos de mecanización de los cultivos hortícolas, la mecanización de la recolección es un punto clave porque generalmente es la operación más difícil de mecanizar y, en cierto modo, condiciona la mecanización de las operaciones anteriores y las técnicas de cultivo que se utilicen (material vegetal, marco de cultivo, fertilización, riegos, etc)
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Desde hace ya varias decenas de años se planteó en California la mecanización del cultivo extensivo del tomate como consecuencia del grave problema de la falta de mano de obra para la recolección, lo que hizo necesario el rediseño del cultivo desde unas bases totalmente nuevas. El desarrollo del cultivo mecanizado en California se hizo en base a la estructura productiva existente en ese estado caracterizada por explotaciones de grandes dimensiones, por lo que su adaptación a las condiciones de la Unión Europea y otros países de la Cuenca Mediterránea, donde son frecuentes explotación es de mediana o pequeña dimensión , hizo necesario el desarrollo de nuevos equipos basados en los mismos principios, pero de menor tamaño y rendimiento. El éxito del cultivo mecanizado requiere la mecanización, en condiciones óptimas, de las operaciones de preparación del suelo e implantación del cultivo, de las labores culturales y la recolección. En este sentido, el tomate para industria fue el cultivo hortícola pionero en lo que se refiere a la extensificación y la mecanización; muchos de los sistemas desarrollados para él han sido después adaptados con éxito a otros cultivos hortícolas para industria que, siguiendo las pautas marcadas para el tomate, se han mecanizado también integramente.
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La evolución de la maquinaria agrícola en el siglo XX ha sido tan espectacular que, de los tres grandes avances habidos a lo largo de la historia de la maquinaria agrícola, dos de ellos podemos considerar que marcan el comienzo y el fin del siglo XX. El primer avance fundamental se dio el día en que el hombre que removía la tierra golpeándola con una herramienta tipo azada decidió avanzar con ella introducida en el suelo venciendo la fuerza de tiro. Nació así el arado en un tiempo indeterminado de la prehistoria. Esa primera máquina y las pocas que en muchos siglos después se diseñaron para trabajar la tierra estaban accionadas por esfuerzo muscular, ya fuera el del hombre o de los animales de tiro. El siguiente paso decisivo, que libra al hombre de la necesidad de contar con fuerza muscular para trabajar el campo, se dio al aplicar a la agricultura la energía generada por motores que consumen combustibles. Aunque a lo largo del siglo XIX se construyeron máquinas de vapor estacionarias denominadas locomóviles que, mediante un juego de cables y poleas, conseguían tirar de los arados, su uso fue escaso y los agricultores no se libraron de seguir con su collera de muías o yunta de bueyes. Sin embargo, la construcción del primer tractor con motor de combustión interna, debida a Froelich en 1892, marca el inicio de la actual tractorización. A partir de ese momento, tanto el tamaño de las máquinas como el de la superficie trabajada por un agricultor pueden crecer, porque es la energía desarrollada por un motor la que realiza los esfuerzos necesarios. Esta fecha de 1892 podemos considerarla el inicio del siglo XX en maquinaria agrícola. Por último, en época reciente estamos asistiendo al empleo de dispositivos electrónicos e informáticos en las máquinas, los cuales miden diversas variables relativas al trabajo que desarrolla, guardan la información en registros e, incluso, deciden cómo debe comandarse la máquina. No sólo estamos liberados de realizar esfuerzos, sino también de mantener toda nuestra atención en el trabajo y tomar decisiones en función de las características del terreno, cultivo, etc. Estas técnicas, que a nivel de investigación y prototipo existen desde los años 90, marcan el inicio del siglo XXI en el que es de esperar que se difundan. Por tanto, ya tenemos encuadrado el siglo XX como el periodo comprendido desde que el esfuerzo para trabajar la tierra deja de ser muscular hasta que el cerebro que toma las decisiones podrá dejar de ser humano.
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Desde hace ya varias decenas de años se planteó en California la mecanización del cultivo extensivo del tomate, lo que hizo necesario el rediseño del cultivo desde unas bases totalmente nuevas (Lorenzen y Hanna, 1962; Webb y Bruce, 1968; Miles etal, 1968). Como consecuencia del grave problema de falta de mano obra para la recolección del tomate de industria, surgió la necesidad de contar con una máquina cosechadora, la cual debía crearse desde la nada. A partir de este crucial objetivo se desarrolló todo un conjunto de nuevos cultivares adaptados a dicha operación de recolección mecánica, y a la vez se desarrolló el concepto de la máquina cosechadora. Inmediatamente surgió la necesidad de un cultivo adaptado lo mejor posible al funcionamiento de dicha máquina cosechadora.
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El presente trabajo presenta una evaluación de las alternativas no químicas al 1,3 dicloropropeno + cloropicrina (AGROC) usado para el control de la fusariosis vascular en clavel en campos experimentales del suroeste de España. Esta enfermedad ha sido un factor limitante en todas las regiones del mediterráneo para poder mantener el cultivo durante 2 años. Tiempo éste necesario para obtener un rendimiento económico aceptable. La desinfección del suelo está basada en el compostado de la materia orgánica, que combinada o no con la solarización, es agrupada bajo la denominación de biodesinfección. Los tratamientos evaluados fueron: compost de alperujo con o sin solarización (31días), compost de residuos post-cosecha de clavel y crisantemo con y sin solarización, compost de residuos post-cosecha de clavel y crisantemo + gallinaza con y sin solarización. La gravedad de la enfermedad y la producción de flores se evaluaron semanalmente durante los 2 años que duró el experimento. Los resultados mostraron que la biodesinfección del suelo utilizando compost de clavel y crisantemo + gallinaza + solarización confiere una aceptable protección contra la fusariosis vascular durante los 2 años que dura el cultivo. La producción fue significativamente mayor que en cualquier otro de los tratamientos. Los resultados además sugieren que la adición de la gallinaza y el uso del polietileno estándar de alta densidad (HDPE) de forma conjunta fueron el factor clave en el éxito de la desinfección. No hubo efecto de la solarización sola, posiblemente debido a la época en la cual se aplicó
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Los municipios españoles pueden ser motores de cambio hacia el desarrollo sostenible. La Huella de Carbono es un indicador con capacidad para valorar su desempeño ambiental. Entre las herramientas para el cálculo de Huella de Carbono destaca el método denominado MC3, coherente con los estándares internacionales ISO. El pequeño municipio de Briñas (La Rioja), situado a orillas del río Ebro, dedica sus tierras de manera fundamental al cultivo de uva para vino. Para la valoración de la sostenibilidad ambiental del municipio se han considerado las distintas actividades desarrolladas en el ayuntamiento, en las empresas productoras de vino y en los hogares. En total 3.717 toneladas de CO2 eqv. fueron emitidas a la atmósfera en el año 2011, valorando así el impacto causado por dicho municipio. La relevancia de las emisiones derivadas del consumo de bienes y servicios (alcance 3) en este caso de estudio, pone de manifiesto las posibilidades del indicador Huella de Carbono para ser considerado una herramienta efectiva en la mitigación del cambio climático.
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Se analizan las posibilidades que tiene el cultivo de mariposas y la utilización de las plantas en la alimentación, sanidad y otros usos en el medio rural de Honduras, como complemento para su desarrollo.