826 resultados para Guzmán, Jaime Miguel de, Marqués de la Mina, 1689-1767
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Explicar la psicopedagogía del adolescente a través de las novelas de Miguel Delibes, comparando los diferentes conceptos extraídos de sus obras con la vida en la década de los 80, los valores, las raíces y la psicopedagogía. Se divide en cinco capítulos: 1. Se desarrolla el existencialismo y su relación con la literatura y la existencia humana; 2. Se explica el panorama novelístico en general; 3. Se muestra la originalidad de Miguel Delibes en sus novelas; 4. Se muestra el antes y el después en la bibliografía del autor; 5. Se refleja un análisis detallado de la obra 'El camino' y de sus personajes, tratando la evolución del personaje de Daniel, el descubrimiento de la realidad sexual, el descubrimiento de la belleza femenina, la humillación y la aparición del sentimiento amoroso, la aparición de la psicopedagogía en la adolescencia, el escepticismo ante los estudios. el reflejo de inferioridad, la espontaneidad y la presencia de la muerte. 1) Las novelas de Miguel Delibes son una gran ayuda para el educador que quiera conocer al hombre individual y concreto. 2) A los largo de la investigación se puede ver la llamada que hace Miguel Delibes a todo el mundo, el papel fundamental de la autenticidad, la libertad, la naturaleza, el camino de la vida. 3) La eduación tiene que ayudar al individuo a conseguir su libertad, espontaneidad, creatividad, pero esto no será conseguido si es una educación impuesta al margen de la naturaleza. 4) El estudio de las novelas ha servido como método psicológico y pedagógico de conocimiento, siendo la meta de todo educador educar en estos valores que muestra Miguel Delibes en sus obras.
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Resumen basado en el de la publicación
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Incluye presentación en Power Point en formato PDF
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Resumen basado en el de la publicación.
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La apuesta de este texto radica en afirmar que la crónica es capaz de diluir la frontera entre autor, texto y lector hasta fundir el relato con la propia realidad. Aunque es evidente que la ciudad letrada aún se mantiene como fuente de nuestros imaginarios, las nuevas prácticas discursivas han hecho posible el traslado del discurso de la identidad, desde la institución del Estado nacional hacia el espacio de la mediaciones donde circulan los relatos de la ciudadanía mediática que configuran hoy nuestras identidades heterogéneas, pluriculturales, transgenéricas. En este espacio se instala la crónica como relato anfibio capaz de aprehender la nueva realidad desafiando las categorías tradicionales de (re)presentación. Esta cualidad define el lugar de enunciación de la crónica que asume la vida como relato, capaz de articular tres discursos: el concierto polifónico de las voces de alteridad, la centralidad de los márgenes y la mitificación de la vida cotidiana. Con el fin del siglo XX como escenario, se trata de responder por la manera en que las crónica de Jaime Sáenz, Carlos Monsiváis y Pedro Lemebel han ido y van construyendo el imaginario de nuestras identidades, desde el terreno literario, pasando por el dominio de su práctica en el espacio periodístico y literario, hasta instalarse hoy como la narrativa posmoderna por excelencia. Por eso, este trabajo es una crónica personal de esa crónica colectiva que es el imaginario continental.
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Este ensayo revisa elementos presentes en La emancipada (1863), texto que funda la novela ecuatoriana, y que representa por primera vez el territorio de esta nación. Revisa las relaciones de esta novela con otros discursos, como el refrán tradicional que afirma «La letra con sangre entra», en referencia a la dominación y el control ejercido por las élites sobre sujetos subalternos (en este caso los indios y las mujeres). Resalta el hecho de que la protagonista da validez a un texto ajeno, al poner su firma en una carta redactada por su padre, aunque escribe en el reverso del papel su propio mensaje, éste no llega con claridad a su destino. El motivo con el que se inicia la literatura ecuatoriana es revelador de otros elementos que contribuyeron a la formación de las naciones hispanoamericanos americanas en el siglo XIX.
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Aunque es evidente que la ciudad letrada aún se mantiene como fuente de nuestros imaginarios, las transformaciones derivadas de las nuevas prácticas discursivas que las mediaciones fueron produciendo, han hecho posible el traslado del discurso de la identidad desde la institución del Estado nacional hacia el espacio público de las mediaciones donde circulan los relatos -y sentidos- que conforman una nueva institución: la ciudadanía mediática donde se configuran hoy nuestras identidades heterogéneas, pluriculturales, transgenéricas. En este espacio se instala, de manera fundamental, la crónica como relato anfibio capaz de aprehender la nueva realidad desafiando, por tanto, las categorías tradicionales de (re)presentación. Porque la crónica troca la representación por la presentación de la vida cotidiana en su vitalidad caótica. Esta cualidad define la capacidad de (re)presentación de la crónica que señala, al mismo tiempo, su lugar de enunciación al asumir la vida como relato. Así, la crónica es capaz de articular tres discursos: el concierto polifónico de las voces de la alteridad que no caben sino en la crónica; la centralidad de los márgenes que -paradójicamente- la crónica hace posible; y la mitificación de la vida cotidiana. Esta repolitización lograda por la crónica se extiende hacia el rol social de los relatos cuyo énfasis recae en una dimensión pragmática fundamental, es decir, en la relación activa entre relato/texto y sujeto/lector que incluso modifica la concepción del género mismo. Esto significa que atenderemos a los modos en que opera el reconocimiento a partir de la apropiación del relato por parte de los sujetos. Porque la apuesta de nuestra investigación radica precisamente en afirmar que la crónica configura nuestras identidades en tanto hace posible el reconocimiento social porque es capaz de diluir la frontera entre autor, texto y lector hasta fundir el relato con la propia realidad logrando así el reconocimiento de los sujetos que identificados en/con el texto/relato pueden, por tanto, actualizar sus identidades. Se trata entonces de responder por la manera en que las crónicas del boliviano Jaime Saenz, el mexicano Carlos Monsiváis y el chileno Pedro Lemebel, han ido y van construyendo el imaginario de las identidades de sus entornos particulares, desde un terreno muy propiamente literario, pasando por el dominio de su práctica en el espacio periodístico y literario, hasta instalarse hoy como la narrativa posmoderna por excelencia.
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Este ensayo parte por establecer ciertas características de lo que podría ser una literatura boliviana andina. En este sentido, el propósito es señalar algunos componentes ficcionales de este tipo de narrativa a partir del entretejido textual que ofrecen novelas como Felipe Delgado de Jaime Saenz y Cuando Sara Chura despierte de Juan Pablo Piñeiro. Este entretejido localiza las dimensiones de tensión y ruptura que construyen los personajes al interior de cada texto. Saenz y Piñeiro configuran el marco festivo de las almas para conectarlas a realidades superpuestas o de otros lados del mundo interior de los personajes. Es cuando, en consonancia con el mundo interior, irrumpe el mundo paralelo de los seres extraños, ancestros y sombras. Desde la lógica andina, es la irrupción de personas y seres que se comunican para restablecer realidades invisibles y lugares marginales sagrados. Son mundos, cuerpos, memorias y temporalidades que interactúan para dar cuenta de la dimensión existencial andina entre los lugares de la fiesta del Gran Poder, una de las más celebradas en La Paz.