1000 resultados para Filosofía estética
Resumo:
La materia de Filosofía en el bachillerato, cumple entre otras, una función unificadora respecto a las demás disciplinas del bachillerato. Permite hacer de puente entre el saber abstracto y universal, y el concreto o individual. Y comprende tanto la reflexión ontológica, como la reflexión lógica. Así el profesor de Filosofía debe poner énfasis en que el alumno reflexione sobre el conocimiento que ha adquirido en el conjunto de las disciplinas. No se trata tanto de imbuir al alumno de conocimiento, como de una actitud reflexiva hacia éste. Por tanto, la Filosofía en el bachillerato debe tener una función educadora y no instructiva. Además la Filosofía debe presentar el saber como una unidad, dentro de la cual quepan todas las disciplinas. Dicha unidad tiene una doble vertiente: la de la ciencia, y la propiamente filosófica y su historia. Tras este planteamiento se establecen una serie de conclusiones para su discusión: la Filosofía debe actuar sobre los campos de conocimiento abiertos por el resto de disciplinas, pero la finalidad que ha de mover al profesor de filosofía tiene que ser la iniciación, más que la instrucción, en la Filosofía se fundamentan las demás disciplinas como ontología y como lógica, la Filosofía unifica el sistema de la ciencias o las ciencias, y por último también permite fundamentar históricamente todas esas ciencias.
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Se reflexiona sobre la enseñanza artística en los niños. Se hace referencia a la necesidad de aclarar algunos aspectos del arte infantil. En los últimos años ha aumentado enormemente el interés hacia las manifestaciones artísticas infantiles. La repercusión del interés se ha trasladado a la educación. Se habla de un arte infantil, pero expresión que resulta bastante discutible. Existen manifestaciones plásticas infantiles que muestran necesidades psíquicas inherentes al verdadero arte, en particular cuando dicha producción infantil denota un paralelismo con la de toda forma primitivista. Son aspectos de los que se ocupan la psicología y la etnología, y no la historia del arte. Por otro lado se señala que el arte no se sabe dónde empieza y dónde concluye, por lo que muchas afirmaciones en este terreno, con la misma facilidad podemos suscribirlas o rechazarlas. Hay quien sostiene, sin el menor género de duda, que toda la producción del niño debe considerarse como arte; y hay quien se opone a ello, ya que pretende ver en el arte unos requisitos como el dominio del medio expresivo, madurez, responsabilidad etc, de los que el niño carece.
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Reflexión acerca de la calidad estética de la música de la década de los setenta. El interrogante no es solo si es un hecho la crisis de la estética musical, sino si tan siquiera es lícito plantearse tal interrogante. Quien tiene en sus manos la creación musical, una elite de escogidos, es el único capaz de bucear en las líneas de fuerza que engloban las manifestaciones musicales. A la vista de la aceleración del proceso de cambio, el análisis, efectuado por alguien no creador, llegaría siempre tarde, o sería siempre inútil como guía para el presente. La velocidad de creación hoy se está acelerando progresivamente, haciendo que la reflexión sobre la estética musical sea particularmente ardua, por no decir imposible, si lo que pretendemos es establecer una estética en el mismo sentido que tuvo el pasado. Por ello se plantea que tal vez deban establecerse otras posibilidades. En cuanto a valorar una creación pro su novedad, se señala que no son tanto las ideas nuevas como las ideas vivas lo que importa. Se concluye con tres proposiciones de Velimir Jlebnikov, escritas entre 1914 y 1922. La primera es qué vale más: ¿un lenguaje universal, o una universal carnicería?; la segunda: que el porvenir se aleja de la pereza; y la tercera que hagamos el cambio de los géneros de trabajo por medio de los latidos del corazón.
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Estudio sobre la materia de filosofía en las escuelas normales. La Filosofía, como toda disciplina intelectual, tiene sus exigencias propias y demanda un trato riguroso. Pero además, impone una forma de vida, ya que el saber filosófico condiciona la conducta. La Filosofía como concepción del mundo y de la vida arranca de la esencial problemática del mundo y del hombre y de la imperativa necesidad de que cada uno, según su medida y su sinceridad, asuma a conciencia la reflexión sobre su modo de ser y, mediante esta reflexión, construya su vida. Y, sin embargo, a la Filosofía se le exige el desenvolverse en forma de asignatura en los planes de estudio. Un profesor de Filosofía pretende, en principio, filosofar y llevar a sus alumnos a filosofar. En una Escuela Normal el papel que deberá jugar la Filosofía, al menos deberá respetar unas condiciones mínimas exigidas por el carácter mismo de la Filosofía: su carácter antidogmático. Por parte de las Escuelas Normales vendrán dados a la enseñanza de la Filosofía unos fines peculiares, deducidos de la estructura misma de lo que pretende ser una Escuela Normal. La Escuela Normal se distingue de todas las demás escuelas en que no enseña ni un hacer, ni un saber, sino a enseñar. Para concluir se señala que la trascendencia de las Escuelas Normales y Escuelas de Educación, es acertar a inculcar la conciencia de auto responsabilidad y de dignidad, propia y del prójimo. La Filosofía, vista en esta perspectiva, no puede constituir una logomaquia, como en sus épocas de crisis, sino que, debe contribuir a la maduración de esa nueva sociedad del mañana.
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La educación debe tener entre sus elementos la experiencia estética, pero respetándola en su peculiaridad y sin pretender inmediatamente sacar sus consecuencias morales e intelectuales, porque entonces no habría existido tal experiencia estética y no cabría siquiera intentar obtener de ella su fruto formativo. De hecho, lo estético suele aparecer en la educación, después de la escuela elemental como materia de información histórica, como retahíla de hechos que hay que estudiar, además de las batallas, los reyes y los accidente geográficos. Por muy cierto que sea que la técnica ha de apoyarse en un entramado histórico cultural, hay que contar siempre con el otro momento, con el de la experiencia directa de lo literario y artístico, como un momento esencial en la formación. Estas dos dimensiones son heterogéneas y no se obtienen la una de la otra. Se ha visto que se puede uno licenciar en letras sin hacer elido un solo libro que no sea de tecto, y no es de extrañar que lo que se puede preguntar y explicar no es nuca la obra misma, sino su entorno histórico y sus contenidos genéricos.
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Al tratar de lo que significa el lenguaje en la filosofía actual quisiéramos poner al descubierto el valor esencial que la palabra, el lenguaje, tienen en la constitución del hombre, en su existir concreto y real. Y está claro que, sacando a la luz ese valor del lenguaje, surge también con todo su valor e importancia el tema del valor pedagógico de la formación lingüística El lenguaje en la filosofía actual puede hacer referencia a lo que el pensamiento contemporáneo dice acerca del lenguaje como tema particular de estudio, esto es, como objeto en sí mismo de una determinada región del saber humano. Pero, también puede significar, no ya un objeto particular de estudio, una zona o región de ese saber filosófico universal que es asimismo la filosofía actual, sino el intento de descubrir cómo funciona, qué significa el lenguaje, la palabra, en la especulación filosófica contemporánea. El existencialismo, el lenguaje, no es tanto un particular objeto de estudio, que reclamaba un saber acotado y circunscrito, sino que el lenguaje es un centro vital del filosofar mismo, la palabra descubre y revela por sí misma el más auténtico sentido del quehacer del hombre, que es el pensar, hacer filosofía.
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El pensamiento americano ha ido asumiendo en el siglo XX dos características fundamentales: una, externa, de una gran variedad de ideas, y la otra, interna, consistente en la tendencia a ocuparse más de la filosofía que de filosofía, a estudiar el método de enseñanza, más que a llevar a cabo investigaciones directas sobre los problemas filosóficos tradicionales del conocimiento y del ser. Una clasificación general de las actuales filosofías pedagógicas contemporáneas puede dividirse grosso modo en tres cauces: el Progresismo, el Esencialismo y el Perennismo. La primera corriente proviene lejanamente del progresismo inglés y constituye en 1956 una traducción pedagógica del pragmatismo instrumentalista de John Dewey, que concibe toda la realidad como una experiencia dinámica, de la cual brotan no sólo el conocimiento de la realidad, sino el cuadro de valores, como respuesta final a todos los interrogantes de la vida. La educación se convierte así, en un proceso de ensanchamiento y de reconstrucción de tal experiencia, que se traduce didácticamente en la asimilación del método científico como único itinerario verdadero del pensamiento; El Esencialismo deriva de doctrinas filosóficas que contrastan entre si, bifurcándose en dos interpretaciones opuestas como son el idealismo y el realismo materialista. Pero lo que une los dos cuerpos es el reconocimiento de un cuerpo de principios y de datos culturales que representa la adquisición del pasado y es un patrimonio que se ha. de transmitir a las nuevas generaciones. Hay elementos esenciales que están dotados de validez permanente, como las aptitudes lingüísticas y matemáticas, las normas del vivir ético, la historia de los pueblos. El esencialismo tiende a hacer de la educación un medio de conservación de la cultura y está ligado al pasado, aunque éste sea un pasado que no va más allá del Renacimiento, o sea al comienzo de la Edad Moderna; El último, el Perennismo, en cambio, va más lejos en el pasado hundiendo sus raices en la más remota antigüedad de la cultura, alcanza las fuentes de la filosofía clásica, Platón y Aristóteles, se nutre también del pensamiento escolástico medieval y asimilando, en parte, ciertas orientaciones del pensamiento moderno y contemporáneo. Por último, señalar que las tres pedagogías han resultado insuficientes al haber perdido de vista el carácter esencial de la vida cuyas expresiones son la cultura y la educación.
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La Filosofía de la Educación, en una época marcada por la técnica, tiende a destacarse los medios sobre los fines, la cantidad sobre la calidad y, en definitiva, la praxis sobre la teoría. Por lo que resulta muy poco significativo hablar de Filosofía de la Educación y se la suele sustituir por las ciencias de la educación : Política, Economía, Psicología, Sociología de...las cuales son susceptibles de una investigación operativa y de unos resultados pragmáticos verificables. Sólo se alude a los aspectos generales de la educación con disciplinas tales como Introducción a las Ciencias de la Educación, teorías y últimamente Prospectiva de la Educación. Es frecuente encubrir o enmascarar una cierta filosofía en cada visión del acontecer educativo y a la inversa se presenta como filosofía lo que no es sino un escenario de posibilidades alternativas. Está claro que la futura sociedad desde el presente quiere que la educación actual promueva unas determinadas estructuras para facilitar la necesaria adaptación social. El quehacer educativo está siempre apuntando hacia un horizonte de valores: educar significa optimizar las potencialidades de la persona. El concepto y el término valor es ambiguo o al menos polisémico. Al hablar de educación nos referimos a los valores en un sentido rigurosamente cultural, como metas cargadas de sentido que son atractivas, dignas de estimación y realización. El campo de los valores se puede estudiar desde muchas perspectivas, la filosofia de los valores está representada en la Historia del pensamiento occidental, sobre todo por filósofos alemanes como Max Séller, para quien el valor es un ser en si ideal, objetivo, independiente del sujeto que valora. Los valores son los fines, las metas, los objetivos últimos de suyo apetecibles y estimables.
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El objetivo básico buscado al elaborar este plan de 1955 era el de descongestionar de materias el Bachillerato y reducirlo un año El alumno prácticamente se encuentra con asignaturas similares a las del plan de 1938. La asignatura de Filosofía se ha reducido un año entero. Pero el hecho de que se incluya en el nuevo plan nunca ha sido puesto en entredicho. El problemas estriba en qué tipo de filosofía se debe enseñar y qué se entiende por filosofía. Según la Unesco su concepción no tiene nada que ver con la de este plan, que trata de una filosofía hecha y no de enseñar a filosofar. Existen diferencias claras y patentes, ya que con el estudio de la filosofía se pretende dar resueltos al adolescente los problemas que más adelante podrían presentársele en la vida y darle una cultura filosófica. La actual filosofía sólo tiene en cuenta el primer argumento y sólo se pretende dar al adolescente una cultura filosófica congruente con el cristianismo.
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El primer problema que se plantea al hablar de estética en la educación es su distinción respecto a la moral y lo religioso. Así, suele presentarse el hecho estético en nuestra educación, como prevención hacia una tendencia inexplicable y peligrosa. No habrá experiencia estética en el educando sino ha tenido lugar con su libertad propia y por puro placer o goce estético.
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Conferencias dadas entre 1904 y 1905. Tras retirarse como político se dedica a dar conferencias en las que recoge todo su pensamiento. Piensa que la moral se resiste a la historia y explica como una norma práctica de conducta, igual para todos los tiempos, puede entrar en la corriente del pasado como un determinante de sensibilidad. Así, se unen ética y estética. La historia de la moral no es sino la historia de las doctrinas morales. Soluciona la antimonia de la ciencia y la realidad con la fe católica y la lectura de los libros santos. Silvela, tratará de trazar como testamento y epílogo de su vida intelectual una historia de la ética en España muy refinada sin renunciar jamás a sus ideas, merced a la fe católica que impide a todo ser coherente salirse de la civilización cristiana y católica, donde se ofrece la suprema verdad.
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Se expone un estudio sobre la motivación en la enseñanza de la filosofía durante el Bachillerato, tratando en concreto el problema del objetivo filosófico. El propósito es que los profesores de filosofía reflexionen sobre dos puntos clave de su labor educadora: el contenido de lo que enseña y el destinatario de su enseñanza, dinámicamente relacionados.
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Se expone la naturaleza de la Filosofía como disciplina independiente desde el punto de vista de tres filósofos: Sacristán, Bueno y Piaget, y cómo abordar su didáctica en el Bachillerato. Se centra más en el planteamiento de Piaget que aporta una serie de métodos pedagógicos activos en cuanto a la filosofía en el Bachillerato. Se desarrolla la clasificación de Piaget, que permite una posible estructuración de los contenidos de esta disciplina en el Bachillerato, y se plantean las líneas de una programación dividida en seis unidades didácticas.
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Se presenta un análisis crítico por parte del autor sobre el objeto y contenidos de la Filosofía en los temarios de tercero de Bachillerato y COU.
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Se trata la diversidad de enfoques en la enseñanza de la Filosofía, y se impone también la necesidad de una búsqueda del objetivo que se propone al enseñar la Filosofía. Estos objetivos varían de unos autores a otros y, como consecuencia, la función principal de la enseñanza de la Filosofía también es diferente.