287 resultados para Fantasía
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Número 298 en el en el catálogo de Vicente Galbis e Hilari García, bajo el título de "Fantasía"
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Mode of access: Internet.
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Fondo Margaritainés Restrepo
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Fil: Morán, María Alma. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.
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The 30,000 km2 province of Luristan is situated in western Iran and encompasses the upper valleys of the Zagros Mountains. Even today, local tribesmen inhabit Luristan with their settlement patterns similar to ancient times. Several scientific excavations in the Luristan region have uncovered evidence that this particular region was a major attraction for human settlements from the Paleolithic era onwards. In Ancient Iran, the existence of rich mines together with discoveries made by innovative and inventive artisans spurred the growth of the metalworking culture as an art and a skill among early human communities in Ancient Iran. The art of Luristan can be described as the art of nomadic herdsmen and horsemen with an emphasis on the crafting of small, easily portable objects, among these a number of bronze daggers, swords and other weapons. Throughout its history, Luristan was never an ethnic or political entity because Luristan has been occupied by various tribes and races, throughout its history. Next to Elamites, other tribes who inhabited Luristan were the Hurrians, Lullubians, Kutians, and Kassites. As local tribesmen of Luristan were illiterate, information about their history can only be partially reconstructed from the literature of their southern neighbors: the Elamites and Babylonians. Luristan smiths made weapons for both civilizations. The region was later invaded by Assyrians and finally the Iranians settled the area and absorbed the local tribes. Following an accidental find by the local inhabitants in Luristan in 1928 CE, a number of unlawful diggings reveal a number of metal objects made of bronze and iron that showed a high level of craftsmanship. These objects were offered for sale on the art market with fancy names to hide their origin. The subsequent scientific excavations several decades after the initial discovery provided fascinating information about the culture of Luristan. The metalworking art of Luristan spans a time period from the third millennium BC to the Iron Age. The artifacts from Luristan seem to possess many unique and distinctive qualities, and are especially noteworthy for the apparently endless, intricate diversity and detail that they characteristically depict. The bronze artifacts found in or attributed to Luristan can be each be classed under five separate heads: a) arms and armor, including swords, dirks, daggers, axes, mace heads, spearheads, shields, quiver plaques, protective bronze girdles, helmets; b) implements related to horsemanship, including decorative or ornamental objects for horses as well as bits and snaffles; c) items for personal adornment and hygiene, including anklets, bangles, bracelets, finger rings, earrings and tweezers; d) ceremonial and ritual objects, including talismans, idols, pins, anthropomorphic and zoomorphic figurines; and e) utilitarian objects comprising various vessels and tools, including beakers, bowls and jugs. The scope of this article is limited to a discussion of the bronze and iron weapons made in Luristan. The techniques used for making bronze weapons in Luristan included: casting with open molds, casting with close molds, and casting with lost wax process. For metal sheets used for quiver plaques and bronze protective belts, the hammering technique was used. Edged weapons made in Luristan can be classified into: a) daggers, dirks, and swords with tangs; b) daggers, dirks, and swords with flanges; and c) daggers, dirks, and swords with cast-on hilts. Next to bronze, iron was also used for making weapons such as the characteristic weapon from this area, the iron mask sword.
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Integran este número de la revista ponencias presentadas en Studia Hispanica Medievalia VIII: Actas de las IX Jornadas Internacionales de Literatura Española Medieval, 2008, y de Homenaje al Quinto Centenario de Amadis de Gaula
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Embora a quantidade de publicações que trazem à capa a denominação contos fantásticos ou, ainda, que tratem do insólito como temática tenha crescido nos últimos anos na literatura brasileira, nota-se que há muito que se definir para que se chegue a uma classificação que evite generalizações simplificadoras. Portanto, esta dissertação pretende discutir e apontar alguns elementos que, de acordo com o arcabouço teórico-metodológico de Tzvetan Todorov e de Filipe Furtado, se configuram como estratégias de construção do discurso literário de narrativas do gênero Fantástico. Para isso, foram trazidos os estudos de Sigmund Freud e de Jean Paul Sartre para problematizar os conceitos e visões que se têm do gênero e, em seguida, selecionaram-se cinco antologias que discorrem sobre a temática do insólito e, após minuciosa e atenta leitura crítico-interpretativa de cada prefácio e/ou introdução, foram confrontadas as ideias, ali expostas, com a que se adotou nesta pesquisa como norte. Em seguida, fez-se a apreciação dos contos de literatura brasileira e ficou constatado que o conteúdo das antologias selecionadas não condiz com a nomenclatura sustentada na capa dos volumes
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Al revisar viejos papeles familiares de nuestro padre, el Dr. Emiliano Mac Donagh (1896 – 1961) hemos descubierto, como escondidos, unos cuentos breves publicados entre 1929 y 1934. Ficcionales, pintorescos, no han figurado en la nómina de sus escritos, con excepción de El Naturalista, publicado en 1929 en el diario La Nación, y recientemente reproducido en la serie ProBiota (http://ictiologíaargentina.blogspot.com/16) Ofrecemos a la curiosidad de los ictiólogos los tres relatos publicados en 1930 en la revista Número, editada en Buenos Aires. Tanto Un cuento de viejas, como El sabio ebrio, y La quimera, el gallo y el elefante tienen a los peces como centro de interés. En los escritos de Emiliano Mac Donagh, que abarcan desde 1922 hasta 1960 con más de ciento setenta títulos, predominan los trabajos científicos alternando con estudios sobre historia de la biología y de los biólogos, o la preocupación por el cuidado del ambiente y temas relacionados. Sin excepción, aparece la zoología como tema vertebral, ya sea analizando una espina de bagre en la calma del laboratorio, ya sea relatando expediciones zoológicas al interior de nuestro país. Coexisten el detalle mínimo que entrega el microscopio con la aventura a campo abierto, pero el estilo es siempre descriptivo, pegado a la realidad, y despojado de cualquier intento de fantasía que traicionaría el rigor requerido por la ciencia. En los breves relatos aquí presentados, en cambio, el autor escapa de la formalidad, incursiona en un género más liberal en sus normas y deja volar su imaginación y su fino sentido de la ironía. Lo hace sin abandonar el asunto que más le atrae: la naturaleza, y en ella, la vida animal. Si bien los cuentos comparten temas centrales del resto de la producción, aquí no encontramos la exactitud fotográfica ni el análisis desapasionado, sino que la anécdota es imaginada y los escenarios reales se ven transformados por enfoques oníricos. Algunos personajes parecen el fiel retrato de alguien conocido mientras que otros suenan esquemáticos, vacíos. La mirada es humorística y a la vez crítica, gozosa sin dejar de ser analítica. Este período de “autor literario” en vez de “relator científico” dura poco: sólo cinco cuentos en cinco años. En la vasta producción no hay otros intentos de recurrir a la ficción para atraer el interés del público general hacia los admirables y admirados habitantes de las aguas. Quizás podríamos encontrar ecos del monólogo final de El sabio ebrio en el ensayo La belleza de los peces (Revista de Educación, La Plata, 1957) pero en este último el estilo es académico. El cambio de género literario podría sugerir un deseo de cambio vocacional, el cansancio frente a la aparente monotonía y estrictez de los registros científicos. Al plantear el dilema entre observar seres vivos en su medio natural o conservar sus cuerpos para los estudios científicos se insinuaría una encrucijada profesional. En 1930 habrá sido una disyuntiva, aludida en el recurrente contraste entre ambientes cerrados, poblados de frascos, vitrinas y mesas de taxidermia en contraposición con la abierta amplitud de ríos y playas, bosques y cielos. Aludida, también, al atribuir a personajes que las encarnan, dos tipos de sabiduría: una erudita, nacida del estudio, y otra pragmática, forjada en la experiencia. Sin embargo, el tema medular sigue siendo la ictiología: los peces, sus vidas y ámbitos, los nombres que les damos. El nuevo estilo revelaría más bien la intención de jerarquizar los asuntos dilectos envolviéndolos en una forma literaria más libre – y supuestamente más elevada. Creemos captar un latido de euforia, el impulso de compartir la emoción de un descubrimiento, el deseo de conservar la mirada ingenua y la capacidad de asombro ante el maravilloso mundo natural que nos rodea. Que esto se logre más acabadamente por medio de un cuento que a través de un informe, y que la ficción alcance mayor audiencia con la cual compartir la gozosa experiencia del conocimiento, son las cuestiones que nos deja pendientes este naturalista que – por breve tiempo – se volvió cuentista. Mary Mac Donagh de von Reichenbach
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A juzgar por alguna declaración más bien negativa de Borges sobre la literatura española, se podría creer que esta no influyó demasiado en él. Sin embargo, existen indicios de que pudo haberse inspirado también en determinados escritores españoles coetáneos hoy casi olvidados. Uno de ellos pudo ser José María Salaverría, entre cuyos relatos destaca “El fichero supremo” (1926), del que se ha dicho que “anticipa algunas de las preocupaciones características de un tipo de relato que Jorge Luis Borges elevará años después a la máxima categoría estética”. De hecho, recuerda a “La biblioteca de Babel” (1941) borgiana por su planteamiento hasta el punto de que podría pensarse que el maestro argentino pudo tener presente, a la hora de escribir esa obra maestra, ese cuento de Salaverría, el cual se publicó por primera vez en Caras y Caretas, una revista porteña que Borges reconoció “devorar” en su juventud. Sin embargo, el interés mayor de la comparación entre “El fichero supremo” y “La biblioteca de Babel” no radica tanto en el carácter de posible fuente del primero como en el contraste entre sus formas de presentación narrativa: desde fuera y en tercera persona en Salaverría, en un marco realista; y desde dentro y en primera persona, prácticamente sin marco, en Borges. Este parece desarrollar, en el registro propio de la “imaginación razonada” descrito por él mismo, una virtualidad presente en el relato de Salaverría, cuya comparación con “La biblioteca de Babel” puede suscitar también alguna reflexión sobre el enigma de la identidad y el carácter de la voz enunciadora de la biblioteca universal de Babel. Al menos, esta parece haber hecho realidad en cierto modo, de forma sublime, el patético sueño divino del archivero imaginado por Salaverría.
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Relatório da Prática de Ensino Supervisionada, Mestrado em Ensino do Português e Línguas Clássicas, Universidade de Lisboa, 2010
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UANL