782 resultados para Enfermedad cardiovascular
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La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial que suele iniciarse en la infancia y la adolescencia. La prevalencia de la obesidad está aumentando tanto en países en vías de desarrollado como en países desarrollados. Según la OMS, la obesidad está declarada como una epidemia global que incluye tanto a los niños como a la población adulta. La obesidad supone un mayor riesgo para enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la enfermedad cardiovascular, hipertensión, accidente cerebrovascular y ciertas formas de cáncer. He llevado a cabo un estudio cualitativo, basándome en la investigación-acción, para modificar estilos de vida en adolescentes con obesidad y sobrepeso. Durante un periodo de dos meses, he realizado una observación participante en la consulta de pediatría de Atención Primaria de Novelda, para investigar los factores que intervienen en el desarrollo de la obesidad infantil entre niños de 10 a 13 años. Entre los factores externos más influyentes en el desarrollo de la obesidad, fueron el ambiente familiar, psicosocial y escolar. Para apoyar mi teoría, hice una búsqueda bibliográfica. Los resultados obtenidos en el estudio confirmaron la gran influencia que ejercen estos factores y por eso, la educación sanitaria es de gran importancia para que abarque todos ellos y se consiga una disminución del IMC en la población infantil.
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El Síndrome Metabólico (SM) es un conjunto de factores de riesgo asociados con el incremento del riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes mellitus de tipo 2 (DM2). Dichos factores son obesidad (OB), resistencia a la Insulina (RI), hiperglucemia, dislipidemia e hipertensión (HTA) e interactúan entre sí sobre las anomalías vasculares, el estrés oxidativo, la grasa visceral, la inflamación y el cortisol en un entorno de OB y RI y bajo la influencia de las predisposiciones genéticas y condiciones ambientales, tales como hábitos de alimentación y actividad física. Según una hipótesis, la RI y la OB son los factores que más contribuyen en la manifestación de anormalidades metabólicas y las manifestaciones más tempranas del desarrollo de SM en niños. Mientras el páncreas compensa adecuadamente la RI mediante una mayor secreción de insulina, las concentraciones de glucosa en sangre se mantienen normales. Sin embargo, en algunos pacientes la capacidad de las células β del páncreas disminuye con el tiempo, lo que conduce al desarrollo de DM2. Otro factor a tener en cuenta en el diagnóstico del SM es la dislipidemia, caracterizada por el aumento de los triglicéridos (TG) y del VLDL‐colesterol, bajas cifras de HDL‐colesterol, así como por la presencia de partículas de LDL‐colesterol más pequeñas y densas de lo normal. Otro factor de riesgo de padecimiento de SM es la presión arterial elevada, que suele aparecer ligada a la presencia de OB, ya que el aumento de algunas adipoquinas que en esta se produce, entre las que se encuentran el AGE, PAI‐1, IL‐6, TNF‐α y leptina, pueden llevar a disfunción endotelial a través de la ruta del óxido nítrico. Debido a que el sobrepeso y el incremento de los valores de insulina plasmática son componentes clave del SM, es importante tener en cuenta los hábitos alimentarios y otros estilos de vida que influyen en los mismos...
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Programa de doctorado: Avances en Medicina Interna. La fecha de publicación es la fecha de lectura
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Programa de doctorado: Avances en Medicina Interna, Bienio 2008/10. La fecha de publicación es la fecha de lectura
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Introducción: El objetivo del estudio es evaluar la relación entre la carga inflamatoria, el riesgo cardiovascular y el metabolismo óseo en pacientes con artritis reumatoide que inician tratamiento con terapia biológica. Pacientes y métodos: Se trata de un estudio de cohortes prospectivo realizado en pacientes con diagnóstico de artritis reumatoide (AR) activa evaluados en la Unidad de Reumatología y que inician terapia biológica. Los pacientes serán seleccionados de forma consecutiva. Presentamos los datos preliminares de 14 pacientes. Resultados: Encontramos una reducción en las concentraciones de Dickkopf-1 (DKK1) tras el inicio de la terapia biológica (basal: 53,12±60,43 pg/ml vs. 6 meses 23,2±13,5 pg/ml, p=0,307) pero no se alcanzó la significación estadística. Se encontraron cambios en los marcadores de remodelado con aumento en los niveles de osteocalcina y CTX que no alcanzó la significación estadística. Conclusiones: En pacientes con AR activa tratados con terapia biológica hemos observado un descenso no significativo de las concentraciones séricas de DKK1. La ampliación tanto de los sujetos de estudio como de las determinaciones bioquímicas pendientes nos permitirán en un futuro próximo establecer de forma más precisa esta asociación, así como la relación entre DKK1, remodelado óseo, terapia biológica y enfermedad cardiovascular en pacientes con AR.
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Estudios recientes han mostrado utilidad de las estatinas en la enfermedad cardiovascular, principalmente en prevención secundaria, y también en la profilaxis primaria en los pacientes con diabetes mellitus tipo 2. Objetivos: conocer el patrón de indicación y uso más frecuente de estatinas como prevención primaria en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 y dislipidemia en el Hospital Nacional Rosales. Materiales y métodos: se realizó un estudio descriptivo de una serie de casos de pacientes diagnosticados con diabetes mellitus tipo 2, dislipidémicos, sin antecedentes de eventos cardiovasculares o cerebrovasculares, que se encontraban siendo controlados, en la consulta externa de endocrinología en el Hospital Nacional Rosales en el periodo de Enero a Diciembre del año 2012. Resultados: se encontró un total de 110 pacientes, de los cuales 84 eran mujeres (76.4%) y 26 hombres, con una relación femenino/masculino de 3.2:1. Con una mediana de edad de 61 años con una mínima de edad de 23 años hasta máxima de 103 años. De los 110 pacientes diabéticos y dislipidemicos, 109 (99.1%) eran hipercolesterolemicos, 1 solo era hipertrigliceridemico. De los hipercolesterolemicos 26 eran mixtos con hipertrigliceridemia. Se identificó el uso de estatinas en 39 pacientes (35.45%). La estatina más indicada fue la simvastatina, y atorvastatina. Conclusión: el uso de estatinas en profilaxis primaria en pacientes con DM tipo 2 tiene un bajo porcentaje de uso respecto a las recomendaciones internacionales.
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ANTECEDENTES La dieta Mediterránea está asociada con una disminución en la prevalencia del síndrome metabólico donde el hígado graso es el componente hepático. No obstante, los efectos de esta dieta sobre las enzimas hepáticas y el hígado graso apenas están explorados, es más, los mecanismos subyacentes en relación con el hígado graso y una dieta Mediterránea enriquecida con aceite de oliva o frutos secos no han sido aún estudiados. El Índice de Hígado Graso (FLI, Fatty Liver Index), ha sido desarrollado como una herramienta predictiva simple y eficaz de hígado graso no alcohólico (HGNA) utilizado en diferentes estudios. OBJETIVO Analizar el efecto sobre el Índice de Hígado Graso, de una intervención con dieta Mediterránea enriquecida con aceite de oliva virgen extra o con frutos secos frente a un grupo control con una dieta baja en grasas, dentro del ensayo PREDIMED- Málaga. MATERIAL Y MÉTODO Se analizaron los datos de los participantes del ensayo PREDIMED-Málaga, hombres (55-80 años) y mujeres (60-80 años), libres de enfermedad cardiovascular al inicio, pero con alto riesgo de desarrollarla. PREDIMED-Málaga es un ensayo aleatorizado de 6 años de duración con tres brazos de intervención (1grupo control con dieta baja en grasa y 2 grupos con dieta Mediterránea, uno suplementado con aceite de oliva virgen extra y otro con frutos secos). Al inicio, al año y a los 3, 5 y 6 años se les realizó mediciones antropométricas y toma de muestras de sangre para calcular el FLI. Se usaron modelos lineales mixtos para explorar los efectos fijos de los 3 grupos de intervención sobre el FLI, y sus interacciones con el tiempo. RESULTADOS Se incluyeron 276 participantes con datos de FLI al inicio y al menos con dos mediciones más de seguimiento. La edad media de los participantes fue de 67 años, y el 66 % eran mujeres. La prevalencia basal de HGNA estimado (FLI≥60) fue del 57%. El cambio del Índice de Hígado Graso en el grupo control aumentó de forma significativa con el tiempo, con 1,13±0,41 puntos al año (p=0,006). En el grupo de dieta Mediterránea enriquecida con aceite de oliva virgen extra, la evolución temporal del cambio del FLI fue similar al grupo control aunque se mantiene -3,90±1,9 puntos más bajo que el grupo control (p=0,038). En el grupo suplementado con frutos secos la evolución fue significativamente menor que la del grupo control (-1,63±0,62; p=0,009). En el grupo de dieta Mediterránea enriquecida con frutos secos la evolución del cambio del IMC fue 0,100 puntos menor al año en comparación con el grupo control (p=0,004). En el grupo de control, el cambio del perímetro de cintura aumentó significativamente con el tiempo (0,61±0,16 cm/año; p<0,001) en contraste con el grupo suplementado con aceite de oliva virgen extra que permaneció estable frente al control (-0,51±0,22; p=0,019). CONCLUSIONES Los resultados del presente estudio sugieren que una intervención con dieta Mediterránea podría retrasar o enlentecer la progresión natural del hígado graso, del índice de masa corporal y del perímetro de cintura en individuos con alto riesgo cardiovascular, y por lo tanto, ser una estrategia útil en la prevención y el tratamiento del mismo. No obstante, se necesitan estudios que ayuden a corroborar las conclusiones obtenidas sobre el Índice del Hígado Graso mediante pruebas diagnósticas más objetivas de hígado graso no alcohólico
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Introducción: las enfermedades crónicas no transmisibles, fundamentalmente la enfermedad cardiovascular, la diabetes, el cáncer y las enfermedades respiratorias, son la primera causa de muerte en los países desarrollados y el Uruguay no escapa a esta realidad. El 30% de esas muertes se produce antes de los 60 años. Las discapacidades generadas por estas enfermedades tienen un alto impacto social y también económico. Los principales factores de riesgo conductuales para el desarrollo de estas enfermedades se relacionan con los estilos de vida: alimentación inadecuada, sedentarismo y consumo de alcohol y tabaco. Estas conductas llevan a desarrollar factores de riesgo metabólicos: obesidad, dislipemias, hipertensión arterial y prediabetes. Estos factores de riesgo pueden ser modificados, pudiéndose así prevenir las propias enfermedades no transmisibles. El lugar de trabajo está reconocido mundialmente como un marco adecuado para la promoción de salud. Objetivo: conocer la prevalencia de factores de riesgo conductuales y metabólicos en funcionarios de una institución bancaria estatal del Uruguay. Metodología: estudio descriptivo, de corte transversal, sobre una muestra probabilística de los funcionarios de una institución bancaria. Se aplicó cuestionario y se realizó antropometría. Para estudiar la asociación de los factores de riesgo se usaron tablas de contingencia y modelos de regresión logística. Resultados: se encuestaron 136 funcionarios. La distribución por sexo fue pareja, la edad promedio fue de 48 años. El 16% refirió fumar actualmente; 58% beber alcohol en forma semanal; 85% consumir fruta y verdura por debajo de las recomendaciones, y 46% no realizar actividad física. El 63% presentó sobrepeso u obesidad; 30% declaró ser hipertenso; 33% tener una dislipemia, y 12% presentar prediabetes. La obesidad abdominal se asoció con mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial y prediabetes. El tabaquismo y la inactividad física son menos frecuentes en esta población que en poblaciones similares en otros países de la región, sin embargo los factores de riesgo metabólicos tienen casi la misma prevalencia. Conclusiones: si bien no se trata de una población representativa del país, se hizo una comparación con la situación nacional y en relación con la población adulta uruguaya se encontró una mayor prevalencia de obesidad, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, prediabetes, sedentarismo, consumo inadecuado de frutas y verduras y consumo de alcohol en forma semanal. A su vez, esta población presentó una prevalencia menor de tabaquismo, sobreagregado de sodio, consumo de alimentos que son una fuente de grasas trans e ingesta de bebidas azucaradas. Estos resultados representan un aporte para futuras intervenciones.
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79 p.
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Dyslipidemia, i.e. high levels of blood lipids (cholesterol and triglycerides), is strongly related to cardiovascular disease (CVD). In order to reduce the risk of CVD at any moment in a person ́s life, it is crucial to know his/her –and the population’s– lipid profile. The aim of this study was to assess the (statistical) indicators of blood lipids and the prevalence of dyslipidemia in patients treated in the Integral Health Attention Program from Universidad de Costa Rica. A descriptive study was conducted including 10,044 patients aged 20 to 65 years, who were tested for a blood lipid profile in 2006. A total of 2,969 (29.6%) male and 7,075 (70.4%) female patients took part in the study, with an average age of 43.5 years. General averages for blood lipids were: 203.3 mg/dl for total cholesterol, 50.1 mg/dl for HDL, 120.1 mg/dl for LDL, and 165.6 mg/dl for triglycerides. Prevalence of 17.2% was determined for hypercholesterolemia (≥240 mg/dl), as well as 21.3% for low HDL levels (<40 mg/dl), 11.9% for high LDL levels (≥160 mg/dl), and 26.3% for high triglyceride levels (≥200 mg/dl). Women showed higher overall levels of dyslipidemia than men. Based on health areas, no significant differences were found in general lipid levels by age or sex. Results indicate that the general prevalence of dyslipidemia is close to half the rate reported in worldwide literature and lower than results reported in Costa Rican studies. However, general averages exceeded optimal levels for each blood lipid; consequently, it is important to develop health interventions oriented to reduce the impact of dyslipidemia in the studied population.
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SIN FINANCIACIÓN
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We investigated the effect of different exercise modalities on high sensitivity-C reactive protein (hs-CRP) and other inflammatory markers in patients with type 2 diabetes and the metabolic syndrome. Eighty-two patients were randomized into 4 groups: sedentary control (A); receiving counseling to perform low-intensity physical activity (B); performing prescribed and supervised high-intensity aerobic (C) or aerobic + resistance (D) exercise (with the same caloric expenditure) for 12 months. Evaluation of leisure-time physical activity and assessment of physical fitness, cardiovascular risk factors and inflammatory biomarkers was performed at baseline and every 3 months. Volume of physical activity increased and HbA1c decreased in Groups B–D. VO2max, HOMA-IR index, HDL-cholesterol, waist circumference and albuminuria improved in Groups C and D, whereas strength and flexibility improved only in Group D. Levels of hs-CRP decreased in all three exercising groups, but the reduction was significant only in Groups C and D, and particularly in Group D. Changes in VO2max and the exercise modalities were strong predictors of hs-CRP reduction, independent of body weight. Leptin, resistin and interleukin-6 decreased, whereas adiponectin increased in Groups C and D. Interleukin-1β, tumor necrosis factor-α and interferon-γ decreased, whereas anti-inflammatory interleukin-4 and 10 increased only in Group D. In conclusion, physical exercise in type 2 diabetic patients with the metabolic syndrome is associated with a significant reduction of hs-CRP and other inflammatory and insulin resistance biomarkers, independent of weight loss. Long-term high-intensity (preferably mixed) training, in addition to daytime physical activity, is required to obtain a significant anti-inflammatory effect.
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The association of an excessive blood pressure increase with exercise (EBPIE) on cardiovascular outcomes remains controversial. We sought to assess its impact on the risk of all-cause mortality and major cardiac events in patients with known or suspected coronary artery disease (CAD) referred for stress testing. Exercise echocardiography was performed in 10,047 patients with known or suspected CAD. An EBPIE was defined as an increase in systolic blood pressure with exercise ≥80 mmHg. The endpoints were all-cause mortality and major cardiac events (MACE), including cardiac death or nonfatal myocardial infarction (MI). Overall, 573 patients exhibited an EBPIE during the tests. Over a mean follow-up of 4.8 years, there were 1,950 deaths (including 725 cardiac deaths), 1,477 MI, and 1,900 MACE. The cumulative 10-year rates of all-cause mortality, cardiac death, nonfatal MI and MACE were 32.9%, 13.1%, 26,9% and 33% in patients who did not develop an EBPIE vs. 18.9%, 4.7%, 17.5% and 20.7% in those experiencing an EBPIE, respectively (p <0.001 for all comparisons). In Cox regression analyses, an EBPIE remained predictive of all-cause mortality (hazard ratio [HR] 0.73, 95% confidence interval [CI] 0.59-0.91, p = 0.004), cardiac death (HR 0.67, 95% CI 0.46-0.98, p = 0.04), MI (HR 0.67, 95% CI 0.52-0.86, p = 0.002), and MACE (HR 0.69, 95% CI 0.56-0.86, p = 0.001). An EBPIE was associated with a significantly lower risk of mortality and MACE in patients with known or suspected CAD referred for stress testing.
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Myocardial fibrosis detected via delayed-enhanced magnetic resonance imaging (MRI) has been shown to be a strong indicator for ventricular tachycardia (VT) inducibility. However, little is known regarding how inducibility is affected by the details of the fibrosis extent, morphology, and border zone configuration. The objective of this article is to systematically study the arrhythmogenic effects of fibrosis geometry and extent, specifically on VT inducibility and maintenance. We present a set of methods for constructing patient-specific computational models of human ventricles using in vivo MRI data for patients suffering from hypertension, hypercholesterolemia, and chronic myocardial infarction. Additional synthesized models with morphologically varied extents of fibrosis and gray zone (GZ) distribution were derived to study the alterations in the arrhythmia induction and reentry patterns. Detailed electrophysiological simulations demonstrated that (1) VT morphology was highly dependent on the extent of fibrosis, which acts as a structural substrate, (2) reentry tended to be anchored to the fibrosis edges and showed transmural conduction of activations through narrow channels formed within fibrosis, and (3) increasing the extent of GZ within fibrosis tended to destabilize the structural reentry sites and aggravate the VT as compared to fibrotic regions of the same size and shape but with lower or no GZ. The approach and findings represent a significant step toward patient-specific cardiac modeling as a reliable tool for VT prediction and management of the patient. Sensitivities to approximation nuances in the modeling of structural pathology by image-based reconstruction techniques are also implicated.
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The goal of this trial was to study the long-term effects of intravenous (IV) metoprolol administration before reperfusion on left ventricular (LV) function and clinical events. Early IV metoprolol during ST-segment elevation myocardial infarction (STEMI) has been shown to reduce infarct size when used in conjunction with primary percutaneous coronary intervention (pPCI). The METOCARD-CNIC (Effect of Metoprolol in Cardioprotection During an Acute Myocardial Infarction) trial recruited 270 patients with Killip class ≤II anterior STEMI presenting early after symptom onset (<6 h) and randomized them to pre-reperfusion IV metoprolol or control group. Long-term magnetic resonance imaging (MRI) was performed on 202 patients (101 per group) 6 months after STEMI. Patients had a minimal 12-month clinical follow-up. Left ventricular ejection fraction (LVEF) at the 6 months MRI was higher after IV metoprolol (48.7 ± 9.9% vs. 45.0 ± 11.7% in control subjects; adjusted treatment effect 3.49%; 95% confidence interval [CI]: 0.44% to 6.55%; p = 0.025). The occurrence of severely depressed LVEF (≤35%) at 6 months was significantly lower in patients treated with IV metoprolol (11% vs. 27%, p = 0.006). The proportion of patients fulfilling Class I indications for an implantable cardioverter-defibrillator (ICD) was significantly lower in the IV metoprolol group (7% vs. 20%, p = 0.012). At a median follow-up of 2 years, occurrence of the pre-specified composite of death, heart failure admission, reinfarction, and malignant arrhythmias was 10.8% in the IV metoprolol group versus 18.3% in the control group, adjusted hazard ratio (HR): 0.55; 95% CI: 0.26 to 1.04; p = 0.065. Heart failure admission was significantly lower in the IV metoprolol group (HR: 0.32; 95% CI: 0.015 to 0.95; p = 0.046). In patients with anterior Killip class ≤II STEMI undergoing pPCI, early IV metoprolol before reperfusion resulted in higher long-term LVEF, reduced incidence of severe LV systolic dysfunction and ICD indications, and fewer heart failure admissions.