59 resultados para Communists
Resumo:
Nuestra investigación se centró fundamentalmente en las distintas formas en que las derechas respondieron a los conflictos suscitados en el mundo del trabajo durante el período de entreguerras. En primer lugar, advertimos que la cuestión social fue adquiriendo un rol protagónico en la agenda nacionalista tal como puede verse, por ejemplo, a través del análisis de los periódicos. En efecto, los diarios más importantes adscriptos al nacionalismo desarrollaron un discurso radical respecto a los problemas sociales e incluyeron secciones específicas para tratar estas cuestiones y expresar una posición al respecto. Las respuestas del nacionalismo argentino frente a la cuestión obrera han sido múltiples y han abarcado distintas esferas de la vida social. Lejos de esperar que la solución a los problemas sociales proviniera exclusivamente de las medidas restrictivas y represivas hacia el movimiento obrero, los nacionalistas elaboraron programas sociales, políticos, económicos y culturales que formaron parte de su proyecto de nación autoritaria y jerárquica. Los proyectos sociales y las propuestas de organización sindical fueron en gran parte inspirados por los fascismos europeos los cuales incluyeron programas de contención social dentro de un orden político totalitario. En este sentido los nacionalistas argentinos intentaron mediante sus propuestas imponer un orden que contemplara las necesidades básicas de los sectores populares y que preservara las jerarquías sociales limitando la participación política o sindical de los trabajadores y eliminando definitivamente alas fuerzas de la izquierda revolucionaria. Las organizaciones obreras nacionalistas incluyeron todo tipo de trabajadores en sus filas y procuraron captar tanto a los afiliados de los sindicatos autónomos como a los trabajadores socialistas. Algunas de estas organizaciones fueron efímeras mientras que otras tuvieron más éxito y lograron atraer adherentes. Las mismas conformaron la corriente que hemos denominado nacionalismo sindicalista, la cual desarrolló su propia doctrina social fuertemente influenciada por las encíclicas papales. Las manifestaciones nacionalistas en el espacio público porteño han sido también analizadas in extenso. Existieron distintos tipos de manifestaciones para movilizar a los seguidores del nacionalismo y para captar nuevos adherentes, especialmente aquellos provenientes de los sectores populares. Las manifestaciones se convirtieron en el escenario de las disputas ideológicas mantenidas tanto contra la política liberal como contra la revolucionaria. La "revolución nacionalista", según la formulaban sus partidarios, implicaba trascender los aspectos políticos y económicos incorporando transformaciones en otras áreas de la vida social: las costumbres, las formas de vida, los gustos culturales, los valores. Los nacionalistas advirtieron que para lograr este tipo de "revolución" debían hacer usa de los medios de comunicación masivos y diseñar proyectos para regular las industrias culturales. El objetivo de representar a los sectores populares fracasó rotundamente. El discurso nacionalista que condenaba la diversidad étnico-religiosa, que amenazaba con eliminar las distintas voces políticas existentes, y que expresaba un odio visceral a sus enemigos (ya fueran judíos, anarquistas, comunistas, o liberales) fue extremadamente desafortunado para quienes procuraron ensanchar las bases de un movimiento antidemocrático originalmente elitista que, a la luz del contexto internacional y de las condiciones locales, devino en populista
Resumo:
Nuestra investigación se centró fundamentalmente en las distintas formas en que las derechas respondieron a los conflictos suscitados en el mundo del trabajo durante el período de entreguerras. En primer lugar, advertimos que la cuestión social fue adquiriendo un rol protagónico en la agenda nacionalista tal como puede verse, por ejemplo, a través del análisis de los periódicos. En efecto, los diarios más importantes adscriptos al nacionalismo desarrollaron un discurso radical respecto a los problemas sociales e incluyeron secciones específicas para tratar estas cuestiones y expresar una posición al respecto. Las respuestas del nacionalismo argentino frente a la cuestión obrera han sido múltiples y han abarcado distintas esferas de la vida social. Lejos de esperar que la solución a los problemas sociales proviniera exclusivamente de las medidas restrictivas y represivas hacia el movimiento obrero, los nacionalistas elaboraron programas sociales, políticos, económicos y culturales que formaron parte de su proyecto de nación autoritaria y jerárquica. Los proyectos sociales y las propuestas de organización sindical fueron en gran parte inspirados por los fascismos europeos los cuales incluyeron programas de contención social dentro de un orden político totalitario. En este sentido los nacionalistas argentinos intentaron mediante sus propuestas imponer un orden que contemplara las necesidades básicas de los sectores populares y que preservara las jerarquías sociales limitando la participación política o sindical de los trabajadores y eliminando definitivamente alas fuerzas de la izquierda revolucionaria. Las organizaciones obreras nacionalistas incluyeron todo tipo de trabajadores en sus filas y procuraron captar tanto a los afiliados de los sindicatos autónomos como a los trabajadores socialistas. Algunas de estas organizaciones fueron efímeras mientras que otras tuvieron más éxito y lograron atraer adherentes. Las mismas conformaron la corriente que hemos denominado nacionalismo sindicalista, la cual desarrolló su propia doctrina social fuertemente influenciada por las encíclicas papales. Las manifestaciones nacionalistas en el espacio público porteño han sido también analizadas in extenso. Existieron distintos tipos de manifestaciones para movilizar a los seguidores del nacionalismo y para captar nuevos adherentes, especialmente aquellos provenientes de los sectores populares. Las manifestaciones se convirtieron en el escenario de las disputas ideológicas mantenidas tanto contra la política liberal como contra la revolucionaria. La "revolución nacionalista", según la formulaban sus partidarios, implicaba trascender los aspectos políticos y económicos incorporando transformaciones en otras áreas de la vida social: las costumbres, las formas de vida, los gustos culturales, los valores. Los nacionalistas advirtieron que para lograr este tipo de "revolución" debían hacer usa de los medios de comunicación masivos y diseñar proyectos para regular las industrias culturales. El objetivo de representar a los sectores populares fracasó rotundamente. El discurso nacionalista que condenaba la diversidad étnico-religiosa, que amenazaba con eliminar las distintas voces políticas existentes, y que expresaba un odio visceral a sus enemigos (ya fueran judíos, anarquistas, comunistas, o liberales) fue extremadamente desafortunado para quienes procuraron ensanchar las bases de un movimiento antidemocrático originalmente elitista que, a la luz del contexto internacional y de las condiciones locales, devino en populista
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Dans les années 1930, les femmes membres du Parti communiste espagnol (PCE) collaborent avec des représentantes du féminisme et réclament une égalité pour les femmes sans pour autant se déclarer féministes. Pendant la guerre civile, elles ne remettent pas en question l’attribution de tâches maternelles aux femmes, mais elles revendiquent une participation politique dans les mêmes conditions que les hommes. Au cours des années 1970 cependant, la culture politique communiste traditionnelle, qui repose sur une relation de genre inégale, est remplacée par une nouvelle culture, dans laquelle socialisme et égalité vont de pair. Pendant la transition démocratique, les militantes se considèrent comme féministes et demandent que les fondements théoriques du féminisme soient assumés par le Parti.
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2009 may become a turning point in the history of post-Soviet Moldova. The country’s political class and society are faced with a fundamental choice. On the one hand, if the Party of Communists of the Republic of Moldova, which has governed the country since 2001, remains in power, this would mean a consolidation of the authoritarian rule of the party leader Vladimir Voronin, perpetuation of the superficial nature of democratic institutions and a continuation of the manoeuvring between the European Union and Russia (with the increasing risk of falling into the latter’s exclusive zone of influence). On the other hand, the take over of political power by the opposition parties creates an opportunity for Moldova to resume building a democratic, pluralistic political system based on the rule of law and to develop closer links with the European Union within the framework of the European Neighbourhood Policy, including the Eastern Partnership.
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2002 elections: On 31 March 2002, parliamentary elections were held in Ukraine. As expected, they were a major success for the centrist-rightist coalition focused around former Prime Minister Viktor Yuschenko. The communists emerged significantly weaker from the vote, and the "party of power" achieved a poor result. Yet, due to the mixed electoral law (half of the deputies were elected in single-mandate districts), the latter block, firmly supported by President Leonid Kuchma, resulted as the main force in Parliament. The results of particular parties and blocks were as follows: Viktor Yuschenko's Block received 23.57% of votes and 112 seats, the Communist Party of Ukraine - 19.98% of votes and 66 seats, the "For One Ukraine" block - 11.77% of votes and 101 seats, Yulia Tymoshenko's Block - 7.26% of votes and 22 seats, the Socialist Party of Ukraine - 6.87% of votes and 22 seats, and the Social Democratic Party of Ukraine (united) - 6.27% of votes and 24 seats. This shows how the mixed electoral regulations favour "For One Ukraine" and act against Yuschenko's block. One should note, however, that the latter gained the support of less than one quarter of voters. After the election: The dominant force in Ukraine's Verkhovna Rada, elected in March 2002, are the deputies of "One Ukraine", a fraction of the pro-presidential centre. "One Ukraine" has refused to admit any of the opposition's representatives (either from the right or left wings) into the parliament's presidium, but has accepted opposition-appointed heads of many parliamentary commissions. Viktor Yuschenko's "Our Ukraine", which has been the largest parliamentary fraction since June, attempted to proclaim itself the centre of the parliamentary majority, but its policy was awkward and inconsistent, and the main success of this club was that it didn't break up. Viktor Yuschenko's moves have been particularly incoherent and they undermined the image of Yuschenko as Ukraine's future leader, created throughout the course of the electoral campaign. In autumn, the main oligarchic groups and their representative fractions ("One Ukraine", which proved to be a useless instrument, was dissolved in June), reached a compromise with the president. It was agreed that the new prime minister should be a Donetsk clan representative (Viktor Yanukovych), and that the Dnipropetrovsk clan should appoint the president of the National Bank of Ukraine (this position went to Serhij Tihipko). The Kyiv clan obtained the President's Administration (Viktor Medvedchuk was appointed in spring) and a considerable number of parliamentary commissions. The president's interests in the government are to be protected by Mykola Azarov, former Head of the State Tax Administration. This compromise "package" was designed to secure the shares of the main oligarchic clans in the power and the president's strong position as mediator.
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Mode of access: Internet.
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Introduction: The thirteenth juror.--Scottsboro.--Mooney and Billings.--Wobblies, communists and a wealthy Jew: Centralia. Gastonia. Angelo Herndon. Leo Frank.--The pictures in our heads: Sacco-Vanzetti. Baldwin v. Bridge. Harlan and Bell Counties, Kentucky.--On the other hand: McNamara. Herrin, Illinois. Haywood-Moyer & Pettibone. The Sweet case in Detroit. Greco and Carillo. C.E. Mitchell.
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Cover title.
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This article analyses the ambiguous and contradictory relationship between the Orthodox Church and the communist regime during the first two years of the Romanian People's Republic. The installation of communism and the process of Stalinisation led to an unprecedented control of the church. The church was actively employed in propaganda and the regime imposed its own people in the hierarchy. On the one hand, Romanian communists followed the Soviet model regarding the place of the church in the communist state while, on the other hand, the church hierarchy adapted to the new political system by creating a theory of 'social apostolate'. Lacking popular support, the communists used the church as an instrument through which they could acquire the political support of the masses. The church thus enjoyed a favoured position in society mainly because the communists employed it in their ideological expansionism and confrontation with the West.
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This dissertation seeks to advance our understanding of the roles that institutions play in economic development. How do institutions evolve? What mechanisms are responsible for their persistence? What effects do they have on economic development?
I address these questions using historical and contemporary data from Eastern Europe and Russia. This area is relatively understudied by development economists. It also has a very interesting history. For one thing, for several centuries it was divided between different empires. For another, it experienced wars and socialism in the 20th century. I use some of these exogenous shocks as quasi-natural social experiments to study the institutional transformations and its effects on economic development both in the short and long run.
This first chapter explores whether economic, social, and political institutions vary in their resistance to policies designed to remove them. The empirical context for the analysis is Romania from 1690 to the 2000s. Romania represents an excellent laboratory for studying the persistence of different types of historical institutional legacies. In the 18th and 19th centuries, Romania was split between the Habsburg and Ottoman Empires, where political and economic institutions differed. The Habsburgs imposed less extractive institutions relative to the Ottomans: stronger rule of law, a more stable and predictable state, a more developed civil society, and less corruption. In the 20th century, the Romanian Communist regime tried deliberately to homogenize the country along all relevant dimensions. It was only partially successful. Using a regression discontinuity design, I document the persistence of economic outcomes, social capital, and political attitudes. First, I document remarkable convergence in urbanization, education, unemployment, and income between the two former empires. Second, regarding social capital, no significant differences in organizational membership, trust in bureaucracy, and corruption persist today. Finally, even though the Communists tried to change all political attitudes, significant discontinuities exist in current voting behavior at the former Habsburg-Ottoman border. Using data from the parliamentary elections of 1996-2008, I find that former Habsburg rule decreases by around 6 percentage points the vote share of the major post-Communist left party and increases by around 2 and 5 percentage points the vote shares of the main anti-Communist and liberal parties, respectively.
The second chapter investigates the effects of Stalin’s mass deportations on distrust in central authority. Four deported ethnic groups were not rehabilitated after Stalin’s death; they remained in permanent exile until the disintegration of the Soviet Union. This allows one to distinguish between the effects of the groups that returned to their homelands and those of the groups that were not allowed to return. Using regional data from the 1991 referendum on the future of the Soviet Union, I find that deportations have a negative interim effect on trust in central authority in both the regions of destination and those of origin. The effect is stronger for ethnic groups that remained in permanent exile in the destination regions. Using data from the Life in Transition Survey, the chapter also documents a long-term effect of deportations in the destination regions.
The third chapter studies the short-term effect of Russian colonization of Central Asia on economic development. I use data on the regions of origin of Russian settlers and push factors to construct an instrument for Russian migration to Central Asia. This instrument allows me to interpret the outcomes causally. The main finding is that the massive influx of Russians into the region during the 1897-1926 period had a significant positive effect on indigenous literacy. The effect is stronger for men and in rural areas. Evidently, interactions between natives and Russians through the paid labor market was an important mechanism of human capital transmission in the context of colonization.
The findings of these chapters provide additional evidence that history and institutions do matter for economic development. Moreover, the dissertation also illuminates the relative persistence of institutions. In particular, political and social capital legacies of institutions might outlast economic legacies. I find that most economic differences between the former empires in Romania have disappeared. By the same token, there are significant discontinuities in political outcomes. People in former Habsburg Romania provide greater support for liberalization, privatization, and market economy, whereas voters in Ottoman Romania vote more for redistribution and government control over the economy.
In the former Soviet Union, Stalin’s deportations during World War II have a long-term negative effect on social capital. Today’s residents of the destination regions of deportations show significantly lower levels of trust in central authority. This is despite the fact that the Communist regime tried to eliminate any source of opposition and used propaganda to homogenize people’s political and social attitudes towards the authorities. In Central Asia, the influx of Russian settlers had a positive short-term effect on human capital of indigenous population by the 1920s, which also might have persisted over time.
From a development perspective, these findings stress the importance of institutions for future paths of development. Even if past institutional differences are not apparent for a certain period of time, as was the case with the former Communist countries, they can polarize society later on, hampering economic development in the long run. Different institutions in the past, which do not exist anymore, can thus contribute to current political instability and animosity.
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El artículo ofrece un análisis de la función cumplida por Dolores Ibárruri, Pasionaria, durante la Transición a la democracia en España. Se centra en dos acontecimientos en los que la líder comunista tuvo un papel relevante: su retorno del exilio el 13 de mayo de 1977 y su presencia en la sesión inaugural de las primeras Cortes democráticas el 13 de julio de ese mismo año. A través del análisis del tratamiento de los medios de estos actos, se defenderá la idea del reciclaje del carisma, observando cómo un liderazgo carismático construido en un periodo histórico (la Guerra Civil) fue reutilizado en otro: la transición a la democracia. En este caso, con el fin de legitimar el proceso e instalar la idea de reconciliación en el relato de la Transición.
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El artículo se centra en la actividad internacional del Partido Comunista de España (PCE) desde las secuelas de la represión de la Primavera de Praga hasta 1977. Fue un período caracterizado por el principio del declive definitivo del movimiento comunista internacional. El análisis abarca múltiples cuestiones. Examina las crecientes críticas del PCE hacia el modelo soviético, y sus repercusiones en las relaciones entre el partido liderado por Santiago Carrillo y el movimiento comunista. Además, el artículo explora el intento del PCE de promover un nuevo tipo de internacionalismo en Europa occidental, auspiciando una renovada colaboración entre comunistas y socialistas y aprovechando las condiciones brindadas por la distensión. En este contexto tuvo lugar el surgimiento del eurocomunismo, que el ensayo analiza ilustrando los factores internos y externos que determinaron su crisis en la segunda mitad de los setenta.
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El VI Congreso del Partido Comunista de Cuba introdujo una nueva agenda económica que el Gobierno llama la actualización del modelo socialista. Muchos piensan que en esencia se trata de una serie de reformas y reducen su importancia a su dimensión económica. Esta monografía busca explicar la actualización aplicando el análisis de sistemas-mundo de Immanuel Wallerstein, aportando una interpretación no convencional del fenómeno. Se puntualizará en las variables de poder y en los actores políticos que han determinado la nueva política económica: el Partido Comunista de Cuba (PCC) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Ambos conforman lo que Wallerstein denomina un movimiento antisitémico. El argumento principal es que el movimiento ha puesto en marcha las reformas buscando fortalecer el Estado y así garantizar su supervivencia al consolidar su posición como el competidor único del poder estatal. Como se verá, estas metas han llevado al movimiento a sacrificar parte de su naturaleza antisistémica.