928 resultados para Penny Dreadful
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BACKGROUND: Graphical displays of results allow researchers to summarise and communicate the key findings of their study. Diagnostic information should be presented in an easily interpretable way, which conveys both test characteristics (diagnostic accuracy) and the potential for use in clinical practice (predictive value). METHODS: We discuss the types of graphical display commonly encountered in primary diagnostic accuracy studies and systematic reviews of such studies, and systematically review the use of graphical displays in recent diagnostic primary studies and systematic reviews. RESULTS: We identified 57 primary studies and 49 systematic reviews. Fifty-six percent of primary studies and 53% of systematic reviews used graphical displays to present results. Dot-plot or box-and- whisker plots were the most commonly used graph in primary studies and were included in 22 (39%) studies. ROC plots were the most common type of plot included in systematic reviews and were included in 22 (45%) reviews. One primary study and five systematic reviews included a probability-modifying plot. CONCLUSION: Graphical displays are currently underused in primary diagnostic accuracy studies and systematic reviews of such studies. Diagnostic accuracy studies need to include multiple types of graphic in order to provide both a detailed overview of the results (diagnostic accuracy) and to communicate information that can be used to inform clinical practice (predictive value). Work is required to improve graphical displays, to better communicate the utility of a test in clinical practice and the implications of test results for individual patients.
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OBJECTIVE: Meta-analysis of studies of the accuracy of diagnostic tests currently uses a variety of methods. Statistically rigorous hierarchical models require expertise and sophisticated software. We assessed whether any of the simpler methods can in practice give adequately accurate and reliable results. STUDY DESIGN AND SETTING: We reviewed six methods for meta-analysis of diagnostic accuracy: four simple commonly used methods (simple pooling, separate random-effects meta-analyses of sensitivity and specificity, separate meta-analyses of positive and negative likelihood ratios, and the Littenberg-Moses summary receiver operating characteristic [ROC] curve) and two more statistically rigorous approaches using hierarchical models (bivariate random-effects meta-analysis and hierarchical summary ROC curve analysis). We applied the methods to data from a sample of eight systematic reviews chosen to illustrate a variety of patterns of results. RESULTS: In each meta-analysis, there was substantial heterogeneity between the results of different studies. Simple pooling of results gave misleading summary estimates of sensitivity and specificity in some meta-analyses, and the Littenberg-Moses method produced summary ROC curves that diverged from those produced by more rigorous methods in some situations. CONCLUSION: The closely related hierarchical summary ROC curve or bivariate models should be used as the standard method for meta-analysis of diagnostic accuracy.
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Making an accurate diagnosis is essential to ensure that a patient receives appropriate treatment and correct information regarding their prognosis. Characteristics of diagnostic tests are quantified in test accuracy studies, but many such studies have methodological flaws. The HSRC evidence-based diagnosis programme has focused on methods for systematic reviews of test accuracy studies, and the wider context in which tests are ordered and interpreted. We carried out a range of projects relating to literature searching, quality assessment, meta-analysis, presentation of results, and interactions between doctors and patients during the diagnostic process. We have shown that systematic reviews of test accuracy studies should search a range of databases and that current diagnostic filters do not have sufficient accuracy to be used in test accuracy reviews. Summary quality scores should not be used in test accuracy reviews; the Quality Assessment of Studies of Diagnostic Accuracy included in Systematic Reviews (QUADAS) tool for assessing test accuracy studies is acceptable for quality assessment. We have shown that the hierarchical summary receiver operating characteristic (HSROC) and bivariate models for meta-analysis of test accuracy are statistically equivalent in many circumstances, and have developed an add-on module for the statistical software package Stata that enables these statistically rigorous models to be fitted by those without expert statistical knowledge. Three areas that would benefit from further research are literature searching, synthesis of results from individual patient data and presentation of results.
Resumo:
No resulta fácil desentrañar el pensamiento de un escéptico acerca de temas sobre los que prefiere abstenerse de formular juicios. Es el caso de David Hume y la religión.El filósofo escocés nacido en 1711 dejó varios escritos aludiendo al fenómeno, es decir, a la religión tal como existe de hecho, y manifestó su opinión crítica acerca de las distintas posturas intelectuales de su tiempo en torno a cuestiones religiosas. Pero siempre fue ambiguo e irónico cuando le tocó dejar asentado su propio juicio con respecto a este tema. La dificultad principal reside en que, para Hume, a quien podríamos considerar un ?escéptico mitigado?, los juicios correctos son aquellos que se ajustan a la estrecha capacidad del entendimiento humano, que no va más allá de los límites de la experiencia de la vida cotidiana. Muchos aspectos vinculados a la religión ?tales como la posibilidad de conocer de la esencia y los atributos divinos- exceden nuestras limitadas facultades y, si nos aventuramos a argumentar en ese ámbito, corremos el riesgo de caer en el error y la irracionalidad. Nuestra propuesta consiste en examinar cuál es la postura de Hume sobre los distintos problemas que presentan el conocimiento y la práctica vinculados con la religión. Respecto del conocimiento, las dificultades se plantean a la hora de determinar qué estatuto otorgarle a las creencias religiosas, cuál es el origen en nuestra mente de la religiosidad y cómo justificar por medio de argumentos la existencia y atributos de la divinidad. En cuanto a la práctica, Hume formula una serie de críticas a las actitudes e instituciones religiosas tal como se han dado históricamente a partir del análisis de las consecuencias que observa en la sociedad, de las que surge una contradicción entre un conjunto de principios respetables y un sinnúmero de acciones deplorables. Para examinar estas cuestiones es necesario tener en cuenta el punto de vista desde el que efectúa su análisis, que se vincula, como acabamos de mencionar, con el escepticismo mitigado. Finalmente, evaluaremos si es posible proponer alguna forma de religión que tenga el visto bueno de Hume y, en ese caso, qué características debería revestir. Para lograrlo, deberemos abrirnos paso entre su inteligente ironía y su excesiva prudencia.
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No resulta fácil desentrañar el pensamiento de un escéptico acerca de temas sobre los que prefiere abstenerse de formular juicios. Es el caso de David Hume y la religión.El filósofo escocés nacido en 1711 dejó varios escritos aludiendo al fenómeno, es decir, a la religión tal como existe de hecho, y manifestó su opinión crítica acerca de las distintas posturas intelectuales de su tiempo en torno a cuestiones religiosas. Pero siempre fue ambiguo e irónico cuando le tocó dejar asentado su propio juicio con respecto a este tema. La dificultad principal reside en que, para Hume, a quien podríamos considerar un ?escéptico mitigado?, los juicios correctos son aquellos que se ajustan a la estrecha capacidad del entendimiento humano, que no va más allá de los límites de la experiencia de la vida cotidiana. Muchos aspectos vinculados a la religión ?tales como la posibilidad de conocer de la esencia y los atributos divinos- exceden nuestras limitadas facultades y, si nos aventuramos a argumentar en ese ámbito, corremos el riesgo de caer en el error y la irracionalidad. Nuestra propuesta consiste en examinar cuál es la postura de Hume sobre los distintos problemas que presentan el conocimiento y la práctica vinculados con la religión. Respecto del conocimiento, las dificultades se plantean a la hora de determinar qué estatuto otorgarle a las creencias religiosas, cuál es el origen en nuestra mente de la religiosidad y cómo justificar por medio de argumentos la existencia y atributos de la divinidad. En cuanto a la práctica, Hume formula una serie de críticas a las actitudes e instituciones religiosas tal como se han dado históricamente a partir del análisis de las consecuencias que observa en la sociedad, de las que surge una contradicción entre un conjunto de principios respetables y un sinnúmero de acciones deplorables. Para examinar estas cuestiones es necesario tener en cuenta el punto de vista desde el que efectúa su análisis, que se vincula, como acabamos de mencionar, con el escepticismo mitigado. Finalmente, evaluaremos si es posible proponer alguna forma de religión que tenga el visto bueno de Hume y, en ese caso, qué características debería revestir. Para lograrlo, deberemos abrirnos paso entre su inteligente ironía y su excesiva prudencia.
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No resulta fácil desentrañar el pensamiento de un escéptico acerca de temas sobre los que prefiere abstenerse de formular juicios. Es el caso de David Hume y la religión.El filósofo escocés nacido en 1711 dejó varios escritos aludiendo al fenómeno, es decir, a la religión tal como existe de hecho, y manifestó su opinión crítica acerca de las distintas posturas intelectuales de su tiempo en torno a cuestiones religiosas. Pero siempre fue ambiguo e irónico cuando le tocó dejar asentado su propio juicio con respecto a este tema. La dificultad principal reside en que, para Hume, a quien podríamos considerar un ?escéptico mitigado?, los juicios correctos son aquellos que se ajustan a la estrecha capacidad del entendimiento humano, que no va más allá de los límites de la experiencia de la vida cotidiana. Muchos aspectos vinculados a la religión ?tales como la posibilidad de conocer de la esencia y los atributos divinos- exceden nuestras limitadas facultades y, si nos aventuramos a argumentar en ese ámbito, corremos el riesgo de caer en el error y la irracionalidad. Nuestra propuesta consiste en examinar cuál es la postura de Hume sobre los distintos problemas que presentan el conocimiento y la práctica vinculados con la religión. Respecto del conocimiento, las dificultades se plantean a la hora de determinar qué estatuto otorgarle a las creencias religiosas, cuál es el origen en nuestra mente de la religiosidad y cómo justificar por medio de argumentos la existencia y atributos de la divinidad. En cuanto a la práctica, Hume formula una serie de críticas a las actitudes e instituciones religiosas tal como se han dado históricamente a partir del análisis de las consecuencias que observa en la sociedad, de las que surge una contradicción entre un conjunto de principios respetables y un sinnúmero de acciones deplorables. Para examinar estas cuestiones es necesario tener en cuenta el punto de vista desde el que efectúa su análisis, que se vincula, como acabamos de mencionar, con el escepticismo mitigado. Finalmente, evaluaremos si es posible proponer alguna forma de religión que tenga el visto bueno de Hume y, en ese caso, qué características debería revestir. Para lograrlo, deberemos abrirnos paso entre su inteligente ironía y su excesiva prudencia.