988 resultados para Belts and belting


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The late Eocene through earliest Miocene stable-isotope composition of southwest Pacific microfossils has been examined in a traverse of high-quality sedimentary sequences ranging from subantarctic (DSDP Site 277) through temperate regions (DSDP Sites 592 and 593). Changes in oxygen-isotope values, measured in benthic and planktonic foraminifers, document the Oligocene development and strengthening of latitudinal thermal zonation from water masses with broad temperature gradients during the Eocene to the steeper gradients and more distinct latitudinally distributed surface water-mass belts of the Neogene. The oxygen-isotope records can be divided into three intervals: late Eocene, early Oligocene, and middle to late Oligocene. Each interval represents a successive stage in the evolution of latitudinal thermal gradients between subantarctic and temperate regions in the Southern Hemisphere. During the late Eocene, oxygen-isotope values at subantarctic Site 277 were similar to those at temperate Sites 592 and 593. The isotope values suggest that, although the inferred paleotemperatures at Site 277 are slightly cooler on average than those at the temperate sites, there is no evidence for a major thermal boundary between the regions at this time. All three sites record the well-known oxygen-isotope enrichment of about 1 per mil in both planktonic and benthic foraminifers in close association with the Eocene/Oligocene boundary. In contrast to the earliest Oligocene enrichments in the planktonic and benthic oxygen-isotope composition at Site 277, more northern Sites 592 and 593 exhibit a depletion through the early-middle Oligocene. This documents the beginning of thermal segregation as subantarctic waters cooled relative to those at temperate latitudes. During the Oligocene, this surface-water differentiation continued, as measured by planktonic d18O values. The oxygen-isotope records of the benthic foraminifers also began to diverge in the earliest Oligocene. The most enriched oxygen-isotope values in all records cluster in the middle Oligocene, marked by oscillating episodes of enrichments >0.5 per mil occurring most prominently in the subantarctic record of Site 277. These values can be interpreted as recording either the coldest oceanic temperatures of the Paleogene and/or accumulations of Antarctic ice. After this interval, latitudinal thermal differentiation developed rapidly during the middle Oligocene, especially in the surface waters which actually warmed in temperate areas. If the enriched Oligocene oxygen-isotope values indicate that ice had accumulated, this ice must have disappeared by the early Miocene, when depleted oxygen-isotope values suggest very warm conditions. The data presented in this chapter document the progressive increase of latitudinal temperature gradients from the late Eocene through the late Oligocene. This pattern of increasing isotopic offset between latitudinally distributed southwest Pacific sites is linked to the establishment and strengthening of the Circum-Antarctic Current, previously considered to have developed during the middle to late Oligocene. The intensification of this current system progressively decoupled the warm subtropical gyres from cool polar circulation, in turn leading to increased Antarctic glaciation.

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Reconstruction of the geologic history of the Yenisey Ridge, which developed as an accretionary collision orogen on the western margin of the Siberian craton is essential to understanding the evolution of mobile belts surrounding older cratons, as well as to resolving the recently much debated problem of whether Siberia was part of the supercontinent Rodinia. Available paleotectonic models suggest that this supercontinent was assembled at the Middle-Late Riphean boundary (1100-900 Ma) as a result of the Grenville orogeny, the first long-lived mountain building event which occurred in geosynclinal areas during the Neogaea. However, the character of crustal evolution at that stage is still speculative due to the lack of reliable and conclusive isotope data. In many current geodynamic models, a common underlying assumption is that the Yenisey Ridge showed very little endogenic activity for 1 Gyr, from the time of Tarak granite emplacement (1900-1840 Ma) to the Middle Neoproterozoic (~750 Ma). On the basis of this assumption, several recent studies suggested the absence of Grenvillian collisional events within the Yenisey Ridge. The results of the SHRIMP II U-Pb analysis of rift-related plagiogranites of the Nemtikha Complex, Yenisey Ridge (1380-1360 Ma) suggest an increase in magmatic activity in the Mesoproterozoic. Interpretation of these results in terms of a supercontinent cycle may help find evidence for possible occurrence of the Grenville orogeny on the western margin of the Siberian craton. With this in mind, we attempted to reconstruct using recent geochronological constraints the evolution of metapelitic rocks from the Teya polymetamorphic complex (TPMC), which is a good example of superimposed zoning of low and medium-pressure facies series. High precision age determinations from rock complexes formed in different geodynamic settings under different thermodynamic conditions and geothermal gradients were used to distinguish several major metamorphic events and unravel their time relations with tectonic and magmatic activity in the region.

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Nuevas aplicaciones tecnológicas y científicas mediante amarras electrodinámicas son analizadas para misiones planetarias. i) Primero, se considera un conjunto de amarras cilíndricas en paralelo (veleros electrosolares) para una misión interplanetaria. Los iones provenientes del viento solar son repelidos por el alto potencial de dichas amarras generando empuje sobre el velero. Para conocer el intercambio de momento que provocan los iones sobre las amarras se ha considerado un modelo de potencial estacionario. Se ha analizado la transferencia orbital de la Tierra a Júpiter siguiendo un método de optimización de trayectoria indirecto. ii) Una vez que el velero se encuentra cerca de Júpiter, se ha considerado el despliegue de una amarra para diferentes objetivos científicos. iia) Una amarra podría ser utilizada para diagnóstico de plasmas, al ser una fuente efectiva de ondas, y también como un generador de auroras artificiales. Una amarra conductora que orbite en la magnetosfera jovial es capaz de producir ondas. Se han analizado las diferentes ondas radiadas por un conductor por el que circula una corriente constante que sigue una órbita polar de alta excentricidad y bajo apoápside, como ocurre en la misión Juno de la NASA. iib) Además, se ha estudiado una misión tentativa que sigue una órbita ecuatorial (LJO) por debajo de los intensos cinturones de radiación. Ambas misiones requiren potencia eléctrica para los sistemas de comunicación e instrumentos científicos. Las amarras pueden generar potencia de manera más eficiente que otros sistemas que utlizan paneles solares o sistemas de potencia de radioisótopos (RPS). La impedancia de radiación es necesaria para determinar la corriente que circula por todo el circuito de la amarra. En un modelo de plasma frío, la radiación ocurre principalmente en los modos de Alfven y magnetosónica rápida, mostrando un elevado índice de refracción. Se ha estudiado la impedancia de radiación en amarras con recubrimiento aislante para los dos modos de radiación y cada una de las misiones. A diferencia del caso ionosférico terrestre, la baja densidad y el intenso campo magnético que aparecen en el entorno de Júpiter consiguen que la girofrecuencia de los electrones sea mucho mayor que la frecuencia del plasma; esto hace que el espectro de potencia para cada modo se modifique substancialmente, aumentando la velocidad de Alfven. Se ha estimado también la impedancia de radiación para amarras sin aislante conductor. En la misión LJO, un vehículo espacial bajando lentamente la altitud de su órbita permitiría estudiar la estructura del campo magnético y composición atmosférica para entender la formación, evolución, y estructura de Júpiter. Adicionalmente, si el contactor (cátodo) se apaga, se dice que la amarra flota eléctricamente, permitiendo emisión de haz de electrones que generan auroras. El continuo apagado y encendido produce pulsos de corriente dando lugar a emisiones de señales, que pueden ser utilizadas para diagnóstico del plasma jovial. En Órbita Baja Jovial, los iones que impactan contra una amarra polarizada negativamente producen electrones secundarios, que, viajando helicoidalmente sobre las líneas de campo magnético de Júpiter, son capaces de alcanzar su atmósfera más alta, y, de esta manera, generar auroras. Se han identificado cuáles son las regiones donde la amarra sería más eficiente para producir auroras. iic) Otra aplicación científica sugerida para la misión LJO es la detección de granos cargados que orbitan cerca de Júpiter. Los electrones de alta energía en este ambiente pueden ser modelados por una distribucción no Maxwelliana conocida como distribución kappa. En escenarios con plasmas complejos, donde los campos eléctricos en Júpiter pueden acelerar las cargas hasta velocidades que superen la velocidad térmica, este tipo de distribuciones son muy útiles. En este caso las colas de las distribuciones de electrones siguen una ley de potencias. Se han estudiado las fluctuaciones de granos cargados para funciones de distribución kappa. iii) La tesis concluye con el análisis para deorbitar satélites con amarras electrodinámicas que siguen una Órbita Baja Terrestre (LEO). Una amarra debe presentar una baja probabilidad de corte por pequeño debris y además debe ser suficientemente ligero para que el cociente entre la masa de la amarra y el satélite sea muy pequeño. En este trabajo se estiman las medidas de la longitud, anchura y espesor que debe tener una amarra para minimizar el producto de la probabilidad de corte por el cociente entre las masas de la amarra y el satélite. Se presentan resultados preliminares del diseño de una amarra con forma de cinta para deorbitar satélites relativamente ligeros como Cryosat y pesados como Envisat. Las misiones espaciales a planetas exteriores y en el ámbito terrestre plantean importantes retos científico-tecnológicos que deben ser abordados y solucionados. Por ello, desde el inicio de la era espacial se han diseñando novedosos métodos propulsivos, sistemas de guiado, navegación y control más robustos, y nuevos materiales para mejorar el rendimiento de los vehículos espaciales (SC). En un gran número de misiones interplanetarias y en todas las misiones a planetas exteriores se han empleado sistemas de radioisótopos (RPS) para generar potencia eléctrica en los vehículos espaciales y en los rovers de exploración. Estos sistemas emplean como fuente de energía el escaso y costoso plutonio-238. La NASA, por medio de un informe de la National Academy of Science (5 de Mayo del 2009), expresó una profunda preocupación por la baja cantidad de plutonio almacenado, insuficiente para desarrollar todas las misiones de exploración planetaria planeadas en el futuro [81, 91]. Esta circustancia ha llevado a dicha Agencia tomar la decisión de limitar el uso de estos sistemas RPS en algunas misiones de especial interés científico y una recomendación de alta prioridad para que el Congreso de los EEUU apruebe el reestablecimiento de la producción de plutonio-238, -son necesarios cerca de 5 kg de este material radiactivo al año-, para salvaguardar las misiones que requieran dichos sistemas de potencia a partir del año 2018. Por otro lado, la Agencia estadounidense ha estado considerando el uso de fuentes de energía alternativa; como la fisión nuclear a través del ambicioso proyecto Prometheus, para llevar a cabo una misión de exploración en el sistema jovial (JIMO). Finalmente, dicha misión fue desestimada por su elevado coste. Recientemente se han estado desarrollando sistemas que consigan energía a través de los recursos naturales que nos aporta el Sol, mediante paneles solares -poco eficientes para misiones a planetas alejados de la luz solar-. En este contexto, la misión JUNO del programa Nuevas Fronteras de la NASA, cuyo lanzamiento fue realizado con éxito en Agosto de 2011, va a ser la primera misión equipada con paneles solares que sobrevolará Júpiter en el 2015 siguiendo una órbita polar. Anteriormente se habían empleado los antes mencionados RPS para las misiones Pioneer 10,11, Voyager 1,2, Ulysses, Cassini-Huygens y Galileo (todas sobrevuelos excepto Galileo). Dicha misión seguirá una órbita elíptica de alta excentricidad con un periápside muy cercano a Júpiter, y apoápside lejano, evitando que los intensos cinturones de radiación puedan dañar los instrumentos de navegación y científicos. Un tether o amarra electrodinámica es capaz de operar como sistema propulsivo o generador de potencia, pero también puede ser considerado como solución científicotecnológica en misiones espaciales tanto en LEO (Órbita Baja Terrestre) como en planetas exteriores. Siguiendo una perspectiva histórica, durante las misiones terrestres TSS-1 (1992) y TSS-1R (1996) se emplearon amarras estandard con recubrimiento aislante en toda su longitud, aplicando como terminal anódico pasivo un colector esférico para captar electrones. En una geometría alternativa, propuesta por J. R. Sanmartín et al. (1993) [93], se consideró dejar la amarra sin recubrimiento aislante (“bare tether”), y sin colector anódico esférico, de forma que recogiera electrones a lo largo del segmento que resulta polarizado positivo, como si se tratara de una sonda de Langmuir de gran longitud. A diferencia de la amarra estandard, el “bare tether” es capaz de recoger electrones a lo largo de una superficie grande ya que este segmento es de varios kilómetros de longitud. Como el radio de la amarra es del orden de la longitud de Debye y pequeño comparado con el radio de Larmor de los electrones, permite una recolección eficiente de electrones en el régimen OML (Orbital Motion Limited) de sondas de Langmuir. La corriente dada por la teoría OML varía en función del perímetro y la longitud. En el caso de una cinta delgada, el perímetro depende de la anchura, que debe ser suficientemente grande para evitar cortes producidos por debris y micrometeoritos, y suficientemente pequeño para que la amarra funcione en dicho régimen [95]. En el experimento espacial TSS-1R mencionado anteriormente, se identificó una recolección de corriente más elevada que la que predecía el modelo teórico de Parker- Murphy, debido posiblemente a que se utilizaba un colector esférico de radio bastante mayor que la longitud de Debye [79]. En el caso de una amarra “bare”, que recoge electrones a lo largo de gran parte de su longitud, se puede producir un fenómeno conocido como atrapamiento adiabático de electrones (adiabatic electron trapping) [25, 40, 60, 73, 74, 97]. En el caso terrestre (LEO) se da la condición mesotérmica en la que la amarra se mueve con una velocidad muy superior a la velocidad térmica de los iones del ambiente y muy inferior a la velocidad térmica de los electrones. J. Laframboise y L. Parker [57] mostraron que, para una función de distribución quasi-isotrópica, la densidad de electrones debe entonces ser necesariamente inferior a la densidad ambiente. Por otra parte, debido a su flujo hipersónico y a la alta polarización positiva de la amarra, la densidad de los iones es mayor que la densidad ambiente en una vasta región de la parte “ram” del flujo, violando la condición de cuasi-neutralidad,-en una región de dimensión mayor que la longitud de Debye-. La solución a esta paradoja podría basarse en el atrapamiento adiabático de electrones ambiente en órbitas acotadas entorno al tether. ABSTRACT New technological and scientific applications by electrodynamic tethers for planetary missions are analyzed: i) A set of cylindrical, parallel tethers (electric solar sail or e-sail) is considered for an interplanetary mission; ions from the solar wind are repelled by the high potential of the tether, providing momentum to the e-sail. An approximated model of a stationary potential for a high solar wind flow is considered. With the force provided by a negative biased tether, an indirect method for the optimization trajectory of an Earth-to-Jupiter orbit transfer is analyzed. ii) The deployment of a tether from the e-sail allows several scientific applications in Jupiter. iia) It might be used as a source of radiative waves for plasma diagnostics and artificial aurora generator. A conductive tether orbiting in the Jovian magnetosphere produces waves. Wave radiation by a conductor carrying a steady current in both a polar, highly eccentric, low perijove orbit, as in NASA’s Juno mission, and an equatorial low Jovian orbit (LJO) mission below the intense radiation belts, is considered. Both missions will need electric power generation for scientific instruments and communication systems. Tethers generate power more efficiently than solar panels or radioisotope power systems (RPS). The radiation impedance is required to determine the current in the overall tether circuit. In a cold plasma model, radiation occurs mainly in the Alfven and fast magnetosonic modes, exhibiting a large refraction index. The radiation impedance of insulated tethers is determined for both modes and either mission. Unlike the Earth ionospheric case, the low-density, highly magnetized Jovian plasma makes the electron gyrofrequency much larger than the plasma frequency; this substantially modifies the power spectrum for either mode by increasing the Alfven velocity. An estimation of the radiation impedance of bare tethers is also considered. iib) In LJO, a spacecraft orbiting in a slow downward spiral under the radiation belts would allow determining magnetic field structure and atmospheric composition for understanding the formation, evolution, and structure of Jupiter. Additionally, if the cathodic contactor is switched off, a tether floats electrically, allowing e-beam emission that generate auroras. On/off switching produces bias/current pulses and signal emission, which might be used for Jovian plasma diagnostics. In LJO, the ions impacting against the negative-biased tether do produce secondary electrons, which racing down Jupiter’s magnetic field lines, reach the upper atmosphere. The energetic electrons there generate auroral effects. Regions where the tether efficiently should produce secondary electrons are analyzed. iic) Other scientific application suggested in LJO is the in-situ detection of charged grains. Charged grains naturally orbit near Jupiter. High-energy electrons in the Jovian ambient may be modeled by the kappa distribution function. In complex plasma scenarios, where the Jovian high electric field may accelerate charges up superthermal velocities, the use of non-Maxwellian distributions should be considered. In these cases, the distribution tails fit well to a power-law dependence for electrons. Fluctuations of the charged grains for non-Mawellian distribution function are here studied. iii) The present thesis is concluded with the analysis for de-orbiting satellites at end of mission by electrodynamic tethers. A de-orbit tether system must present very small tether-to-satellite mass ratio and small probability of a tether cut by small debris too. The present work shows how to select tape dimensions so as to minimize the product of those two magnitudes. Preliminary results of tape-tether design are here discussed to minimize that function. Results for de-orbiting Cryosat and Envisat are also presented.

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Wave radiation by a conductor carrying a steady current in both a polar, highly eccentric, low perijove orbit, as in NASA's planned Juno mission, and an equatorial low Jovian orbit (LJO) mission below the intense radiation belts, is considered. Both missions will need electric power generation for scientific instruments and communication systems. Tethers generate power more efficiently than solar panels or radioisotope power systems (RPS). The radiation impedance is required to determine the current in the overall tether circuit. In a cold plasma model, radiation occurs mainly in the Alfven and fast magnetosonic modes, exhibiting a large refraction index. The radiation impedance of insulated tethers is determined for both modes and either mission. Unlike the Earth ionospheric case, the low-density, highly magnetized Jovian plasma makes the electron gyrofrequency much larger than the plasma frequency; this substantially modifies the power spectrum for either mode by increasing the Alfven velocity. Finally, an estimation of the radiation impedance of bare tethers is considered. In LJO, a spacecraft orbiting in a slow downward spiral under the radiation belts would allow determining magnetic field structure and atmospheric composition for understanding the formation, evolution, and structure of Jupiter. Additionally, if the cathodic contactor is switched off, a tether floats electrically, allowing e-beam emission that generate auroras. On/off switching produces bias/current pulses and signal emission, which might be used for Jovian plasma diagnostics.

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Sandstone petrography and mudstone mineralogy and geochemistry of Triassic mudstones and sandstones from continental redbeds of the Malaguide Complex (Betic Cordillera, southern Spain) provide useful information on provenance, palaeoclimate and geodynamics during the early stages of the Pangea break-up, and on their diagenetic evolution. The sandstones are quartzarenites to sub-litharenites, with minor lithic fragments and rare feldspars. The mudstone samples show a PAAS like elemental distribution. The samples likely record recycling processes from their metasedimentary basement rocks that significantly affected the weathering indices, and monitors cumulative effects, including a first cycle of weathering at the source rocks. Sandstone composition and chemical–mineralogical features of mudstones record a provenance derived from continental block and recycled orogen that were weathered under warm and episodically wet climate. Source areas were located towards the east of the present-day Malaguide outcrops, and were formed by fairly silicic rock types, made up mainly of Palaezoic metasedimentary rocks, similar to those of the Paleozoic underlying series, with subordinate contributions from magmatic–metamorphic sources, and a rare supply from mafic metavolcanic rocks. Clay-mineral distribution of mudstones is dominated by illite and illite/smectite mixed-layer that result from differences in provenance, weathering, and burial/temperature history. Illite crystallinity values, illitization of kaolinite, occurrence of typical authigenic minerals and apatite fission-track studies, coupled with a subsidence analysis of the whole Malaguide succession suggest burial depths of at least 4–6 km with temperatures of 140–160 °C, typical of the burial diagenetic stage, and confirm the Middle Miocene exhumation of the Betic Internal Domain tectonic stack topped by the Malaguide Complex.

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Compositional and chemical analyses suggest that Middle Triassic–Lower Liassic continental redbeds (in the internal domains of the Betic, Maghrebian, and Apenninic chains) can be considered a regional lithosome marking the Triassic-Jurassic rift-valley stage of Tethyan rifting, which led to the Pangaea breakup and subsequent development of a mosaic of plates and microplates. Sandstones are quartzose to quartzolithic and represent a provenance of continental block and recycled orogen, made up mainly of Paleozoic metasedimentary rocks similar to those underlying the redbeds. Mudrocks display K enrichments; intense paleoweathering under a hot, episodically humid climate with a prolonged dry season; and sediment recycling. Redbeds experienced temperatures in the range of 100°–160°C and lithostatic/tectonic loading of more than 4 km. These redbeds represent an important stratigraphic signature to reconstruct a continental block (Mesomediterranean Microplate) that separated different realms of the western Tethys from Middle-Late Jurassic to Miocene, when it was completely involved in Alpine orogenesis.

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Nine holes were drilled with a submersible hydraulic drill into the slopes and reef flats of the Caubyan and Calituban reefs as well as of Olango Flat. The maximum depth of core penetration was 11 m. 14C ages showed that the Caubyan and Calituban reefs were formed within the last 6,000 years. Corals settled on a pre-existing relief parallel to the island of Bohol, building a framework for other carbonate-producing organisms. The reef flat south of Olango has a different structure. Formation took place during a Pleistocene high sea level, e.g. 125,000 years ago.

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Transportation Department, Washington, D.C.

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