1000 resultados para Estructura argumental


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Integran este número de la revista ponencias presentadas en Studia Hispanica Medievalia VIII: Actas de las IX Jornadas Internacionales de Literatura Española Medieval, 2008, y de Homenaje al Quinto Centenario de Amadis de Gaula

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El presente artículo describe tres estudios sobre la producción del verbo y la estructura argumental en niños con Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) usando diferentes metodologías. El primero es un estudio observacional que usa una muestra de habla espontánea. El segundo usa una tarea experimental de denominación de oraciones como resultado de la observación de videos de acciones. El tercero comprende la tarea de denominación de oraciones con imágenes estáticas en eventos con diferente complejidad argumental. Aunque los datos concretos varían en función de la metodología usada, hay una clara evidencia de que los niños de habla catalana y española con TEL presentan especiales dificultades en la producción de verbos con una alta complejidad en relación a la estructura argumental y cometen errores en la especificación de los argumentos obligatorios. Se concluye que tanto limitaciones en el procesamiento como déficits en la representación semántica de los verbos pueden estar implicados en estas dificultades

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Des de diverses perspectives, alguns autors han remarcat la importància del verb en l'adquisició del llenguatge (Bloom, 1991; Pinker, 1989; Tomasello, 1992). Donat que la seva estructura semàntica proporciona un marc conceptual per incloure-hi estructures lingüistiques més àmplies, esdevé un element clau en el pas a una fase de parla organitzada gramaticalment. Es per aquest motiu que l'adquisició de la categoria formal de verb és essencial per poder entendre com els nens arriben a ser gramaticalment competents. En aquest estudi pretenem explorar com s'adquireix la classe formal de verb tenint en compte les diferents propostes que intenten explicar el procés de gramaticalització i, en concret, l'adquisició de les categories de mot. En les dades sobre l'adquisició inicial dels verbs, es troba que a partir dels tres anys hi ha un ús consistent del elements verbals, però abans d'aquesta edat alguns autors han descrit un ús dels marcadors morfològics limitat a alguns verbs (Bloom, 90) i també que la utilització de l'estructura argumental inicial sembla anar lligada a verbs individuals (Tomasello, 92, Olguin i Tomasello, 93). Aquestes dades apunten que en un principi els verbs serien utilitzats de forma lexicalitzada, de manera que s'adquiririen individualment.

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El tratamiento de la nominalización desde un punto de vista sintáctico y discursivo revela una serie de características que se deberán tener presentes al analizar las realizaciones de los sintagmas que encabezan en un corpus textual. En primer lugar, es necesario observar la relación que mantiene la nominalización con una cláusula de verbo finito, de la cual hereda la estructura argumental. Sin embargo, con respecto a dicha cláusula se pierden los significados que aporta la flexión verbal, es decir, la modalidad y la temporalidad enunciativas así como el aspecto de la acción. Otro rasgo fundamental que desaparece con la nominalización es el carácter activo o pasivo de la acción en el caso de los verbos transitivos. Esto ha llevado a plantear la no recuperabilidad total de la cláusula que da origen a una nominalización. Desde el punto de vista discursivo, la nominalización deverbal permite al enunciador introducir en su enunciado objetos discursivos que han sido construidos en el discurso anterior (nominalización anafórica intradiscursiva) o bien presentarlos como preconstruidos, como ya dados de antemano. Al mismo tiempo, el enunciador puede o no saturar la estructura argumental del lexema nominalizado, de modo que los papeles temáticos de agente, de paciente, de meta, etc. pueden estar explícitamente integrados en el sintagma como complementos, o bien ser recuperables a partir del contexto, o bien quedar vacíos. La aparición de nominalizaciones preconstruidas en un discurso permite observar la presencia del interdiscurso, en la medida en que el enunciador presenta un enunciado anterior, procedente de otro lugar como un objeto ya dado, de cuya aserción no se hace cargo, pero que despliega la evidencia de lo consabido. A partir de estas consideraciones se analiza un corpus constituido por una serie de manuales escolares de Historia Argentina publicados entre 1980 y 2000, en los que el tratamiento de los gobiernos peronistas adquiere un particular interés dado el grado de conflictividad política que conlleva el tema en la sociedad argentina y, en consecuencia, en la educación pública del ciudadano

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El tratamiento de la nominalización desde un punto de vista sintáctico y discursivo revela una serie de características que se deberán tener presentes al analizar las realizaciones de los sintagmas que encabezan en un corpus textual. En primer lugar, es necesario observar la relación que mantiene la nominalización con una cláusula de verbo finito, de la cual hereda la estructura argumental. Sin embargo, con respecto a dicha cláusula se pierden los significados que aporta la flexión verbal, es decir, la modalidad y la temporalidad enunciativas así como el aspecto de la acción. Otro rasgo fundamental que desaparece con la nominalización es el carácter activo o pasivo de la acción en el caso de los verbos transitivos. Esto ha llevado a plantear la no recuperabilidad total de la cláusula que da origen a una nominalización. Desde el punto de vista discursivo, la nominalización deverbal permite al enunciador introducir en su enunciado objetos discursivos que han sido construidos en el discurso anterior (nominalización anafórica intradiscursiva) o bien presentarlos como preconstruidos, como ya dados de antemano. Al mismo tiempo, el enunciador puede o no saturar la estructura argumental del lexema nominalizado, de modo que los papeles temáticos de agente, de paciente, de meta, etc. pueden estar explícitamente integrados en el sintagma como complementos, o bien ser recuperables a partir del contexto, o bien quedar vacíos. La aparición de nominalizaciones preconstruidas en un discurso permite observar la presencia del interdiscurso, en la medida en que el enunciador presenta un enunciado anterior, procedente de otro lugar como un objeto ya dado, de cuya aserción no se hace cargo, pero que despliega la evidencia de lo consabido. A partir de estas consideraciones se analiza un corpus constituido por una serie de manuales escolares de Historia Argentina publicados entre 1980 y 2000, en los que el tratamiento de los gobiernos peronistas adquiere un particular interés dado el grado de conflictividad política que conlleva el tema en la sociedad argentina y, en consecuencia, en la educación pública del ciudadano

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El tratamiento de la nominalización desde un punto de vista sintáctico y discursivo revela una serie de características que se deberán tener presentes al analizar las realizaciones de los sintagmas que encabezan en un corpus textual. En primer lugar, es necesario observar la relación que mantiene la nominalización con una cláusula de verbo finito, de la cual hereda la estructura argumental. Sin embargo, con respecto a dicha cláusula se pierden los significados que aporta la flexión verbal, es decir, la modalidad y la temporalidad enunciativas así como el aspecto de la acción. Otro rasgo fundamental que desaparece con la nominalización es el carácter activo o pasivo de la acción en el caso de los verbos transitivos. Esto ha llevado a plantear la no recuperabilidad total de la cláusula que da origen a una nominalización. Desde el punto de vista discursivo, la nominalización deverbal permite al enunciador introducir en su enunciado objetos discursivos que han sido construidos en el discurso anterior (nominalización anafórica intradiscursiva) o bien presentarlos como preconstruidos, como ya dados de antemano. Al mismo tiempo, el enunciador puede o no saturar la estructura argumental del lexema nominalizado, de modo que los papeles temáticos de agente, de paciente, de meta, etc. pueden estar explícitamente integrados en el sintagma como complementos, o bien ser recuperables a partir del contexto, o bien quedar vacíos. La aparición de nominalizaciones preconstruidas en un discurso permite observar la presencia del interdiscurso, en la medida en que el enunciador presenta un enunciado anterior, procedente de otro lugar como un objeto ya dado, de cuya aserción no se hace cargo, pero que despliega la evidencia de lo consabido. A partir de estas consideraciones se analiza un corpus constituido por una serie de manuales escolares de Historia Argentina publicados entre 1980 y 2000, en los que el tratamiento de los gobiernos peronistas adquiere un particular interés dado el grado de conflictividad política que conlleva el tema en la sociedad argentina y, en consecuencia, en la educación pública del ciudadano

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IARG-AnCora tiene como objetivo la anotación con papeles temáticos de los argumentos implícitos de las nominalizaciones deverbales en el corpus AnCora. Estos corpus servirán de base para los sistemas de etiquetado automático de roles semánticos basados en técnicas de aprendizaje automático. Los analizadores semánticos son componentes básicos en las aplicaciones actuales de las tecnologías del lenguaje, en las que se quiere potenciar una comprensión más profunda del texto para realizar inferencias de más alto nivel y obtener así mejoras cualitativas en los resultados.

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En nuestro dialecto se registra un fenómeno con algunos verbos; consiste en que un verbo ditransitivo pasa a comportarse como transitivo, más precisamente, el primer objeto (OD) se elide y el segundo (OI) se expresa en acusativo: 1) Le robaron dinero a Juan; 2) Lo robaron a Juan. La hipótesis que formulamos para intentar explicar este cambio tiene varios aspectos: Se trata de un fenómeno que se presenta en nuestro dialecto debido a que admite doblado de clíticos acusativos. Se produciría un cambio en la estructura argumental del verbo, dando lugar a dos elementos léxicos distintos. Desde el punto de vista de Jaume Mateu i Fontanals (2002)1 tendríamos dos constructos semánticos con diferencias sintácticas y semánticas. Cambia el grado de afectación de los argumentos, si consideramos que el evento expresado por los verbos ditransitivos relaciona tres entidades, una entidad Causante, una afectada directamente y una tercera afectada en forma indirecta. Este cambio se origina en el hecho de que en español solo la 3ra. persona tiene marca de caso para acusativo (lo/la) distinta del dativo (le), mientras que en 1ra. y 2da. persona la misma forma expresa ambos casos, me y te, respectivamente. 3) Me/te robaron dinero; 4) Me/te robaron

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Partiendo de los estudios de la interfaz semántico-sintáctica de Ken Hale y Jay Keyser (1993, 1998) y Jaume Mateu i Fontanals (2000, 2002), asumimos que la estructura argumental determinante de la organización de la sintaxis oracional tiene su origen en constructos semánticos sintácticamente estructurados. Estos constructos definen relaciones configuracionales entre predicados primitivos y argumentos. Existe, por lo tanto, una relación de transparencia entre la semántica y la sintaxis, la cual permite definir el significado oracional en función tanto del contenido conceptual-intencional, opaco para la sintaxis, como del constructo semántico, transparente para la sintaxis. A diferencia de otras propuestas, que postulan un máximo de cuatro constructos semánticos básicos, como es el caso de Hale y Keyser, o de tres constructos semánticos básicos, como es el caso de Mateu i Fontanals, proponemos que la Gramática Universal define un máximo de sólo dos constructos semánticos básicos, uno espacial y uno causativo, los cuales, por recursividad, darían origen a todas las configuraciones sintácticas de cualquier lengua natural. En un sistema lingüístico como el de la Morfología Distribuida, los constructos semánticos así definidos formarían parte de una lista "A" presintáctica, conformada por morfemas abstractos, vg. sin matriz fonológica asociada, los cuales codifican tanto rasgos intencionales-funcionales de índole procedimental, vg. instrucciones sobre la asignación de referencia, como raíces semántico-conceptuales de índole nominal, vg. entidades conceptuales genéricas. Estos constructos, seleccionables por el sistema computacional, definen esqueletos configuracionales básicos que organizan el ensamble de los morfemas abstractos pertinentes a cada derivación. Este modelo, por lo tanto, define la conformación composicional de los apareamientos entre significado y forma, a partir de procesos computacionales previos a la inserción de las piezas de vocabulario. Ofrecemos evidencia morfosintáctica que probaría la pertinencia y la productividad de un sistema binario de constructos semánticos

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En nuestro dialecto se registra un fenómeno con algunos verbos; consiste en que un verbo ditransitivo pasa a comportarse como transitivo, más precisamente, el primer objeto (OD) se elide y el segundo (OI) se expresa en acusativo: 1) Le robaron dinero a Juan; 2) Lo robaron a Juan. La hipótesis que formulamos para intentar explicar este cambio tiene varios aspectos: Se trata de un fenómeno que se presenta en nuestro dialecto debido a que admite doblado de clíticos acusativos. Se produciría un cambio en la estructura argumental del verbo, dando lugar a dos elementos léxicos distintos. Desde el punto de vista de Jaume Mateu i Fontanals (2002)1 tendríamos dos constructos semánticos con diferencias sintácticas y semánticas. Cambia el grado de afectación de los argumentos, si consideramos que el evento expresado por los verbos ditransitivos relaciona tres entidades, una entidad Causante, una afectada directamente y una tercera afectada en forma indirecta. Este cambio se origina en el hecho de que en español solo la 3ra. persona tiene marca de caso para acusativo (lo/la) distinta del dativo (le), mientras que en 1ra. y 2da. persona la misma forma expresa ambos casos, me y te, respectivamente. 3) Me/te robaron dinero; 4) Me/te robaron

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Partiendo de los estudios de la interfaz semántico-sintáctica de Ken Hale y Jay Keyser (1993, 1998) y Jaume Mateu i Fontanals (2000, 2002), asumimos que la estructura argumental determinante de la organización de la sintaxis oracional tiene su origen en constructos semánticos sintácticamente estructurados. Estos constructos definen relaciones configuracionales entre predicados primitivos y argumentos. Existe, por lo tanto, una relación de transparencia entre la semántica y la sintaxis, la cual permite definir el significado oracional en función tanto del contenido conceptual-intencional, opaco para la sintaxis, como del constructo semántico, transparente para la sintaxis. A diferencia de otras propuestas, que postulan un máximo de cuatro constructos semánticos básicos, como es el caso de Hale y Keyser, o de tres constructos semánticos básicos, como es el caso de Mateu i Fontanals, proponemos que la Gramática Universal define un máximo de sólo dos constructos semánticos básicos, uno espacial y uno causativo, los cuales, por recursividad, darían origen a todas las configuraciones sintácticas de cualquier lengua natural. En un sistema lingüístico como el de la Morfología Distribuida, los constructos semánticos así definidos formarían parte de una lista "A" presintáctica, conformada por morfemas abstractos, vg. sin matriz fonológica asociada, los cuales codifican tanto rasgos intencionales-funcionales de índole procedimental, vg. instrucciones sobre la asignación de referencia, como raíces semántico-conceptuales de índole nominal, vg. entidades conceptuales genéricas. Estos constructos, seleccionables por el sistema computacional, definen esqueletos configuracionales básicos que organizan el ensamble de los morfemas abstractos pertinentes a cada derivación. Este modelo, por lo tanto, define la conformación composicional de los apareamientos entre significado y forma, a partir de procesos computacionales previos a la inserción de las piezas de vocabulario. Ofrecemos evidencia morfosintáctica que probaría la pertinencia y la productividad de un sistema binario de constructos semánticos

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En nuestro dialecto se registra un fenómeno con algunos verbos; consiste en que un verbo ditransitivo pasa a comportarse como transitivo, más precisamente, el primer objeto (OD) se elide y el segundo (OI) se expresa en acusativo: 1) Le robaron dinero a Juan; 2) Lo robaron a Juan. La hipótesis que formulamos para intentar explicar este cambio tiene varios aspectos: Se trata de un fenómeno que se presenta en nuestro dialecto debido a que admite doblado de clíticos acusativos. Se produciría un cambio en la estructura argumental del verbo, dando lugar a dos elementos léxicos distintos. Desde el punto de vista de Jaume Mateu i Fontanals (2002)1 tendríamos dos constructos semánticos con diferencias sintácticas y semánticas. Cambia el grado de afectación de los argumentos, si consideramos que el evento expresado por los verbos ditransitivos relaciona tres entidades, una entidad Causante, una afectada directamente y una tercera afectada en forma indirecta. Este cambio se origina en el hecho de que en español solo la 3ra. persona tiene marca de caso para acusativo (lo/la) distinta del dativo (le), mientras que en 1ra. y 2da. persona la misma forma expresa ambos casos, me y te, respectivamente. 3) Me/te robaron dinero; 4) Me/te robaron

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Partiendo de los estudios de la interfaz semántico-sintáctica de Ken Hale y Jay Keyser (1993, 1998) y Jaume Mateu i Fontanals (2000, 2002), asumimos que la estructura argumental determinante de la organización de la sintaxis oracional tiene su origen en constructos semánticos sintácticamente estructurados. Estos constructos definen relaciones configuracionales entre predicados primitivos y argumentos. Existe, por lo tanto, una relación de transparencia entre la semántica y la sintaxis, la cual permite definir el significado oracional en función tanto del contenido conceptual-intencional, opaco para la sintaxis, como del constructo semántico, transparente para la sintaxis. A diferencia de otras propuestas, que postulan un máximo de cuatro constructos semánticos básicos, como es el caso de Hale y Keyser, o de tres constructos semánticos básicos, como es el caso de Mateu i Fontanals, proponemos que la Gramática Universal define un máximo de sólo dos constructos semánticos básicos, uno espacial y uno causativo, los cuales, por recursividad, darían origen a todas las configuraciones sintácticas de cualquier lengua natural. En un sistema lingüístico como el de la Morfología Distribuida, los constructos semánticos así definidos formarían parte de una lista "A" presintáctica, conformada por morfemas abstractos, vg. sin matriz fonológica asociada, los cuales codifican tanto rasgos intencionales-funcionales de índole procedimental, vg. instrucciones sobre la asignación de referencia, como raíces semántico-conceptuales de índole nominal, vg. entidades conceptuales genéricas. Estos constructos, seleccionables por el sistema computacional, definen esqueletos configuracionales básicos que organizan el ensamble de los morfemas abstractos pertinentes a cada derivación. Este modelo, por lo tanto, define la conformación composicional de los apareamientos entre significado y forma, a partir de procesos computacionales previos a la inserción de las piezas de vocabulario. Ofrecemos evidencia morfosintáctica que probaría la pertinencia y la productividad de un sistema binario de constructos semánticos