260 resultados para Vestimenta indígena mexicana, costumbres y tradiciones mexicanas, manifestaciones culturales
Resumo:
Leoncio de Neápolis (Chipre, s. VII) es conocido como cultor de la hagiografía. A él se le atribuyen tres obras de este género: la Vida de Simeón el loco, la Vida de Espiridón y la Vida de Juan el li-mosnero. Además, es el posible autor de dos homilías y de la Apología contra los judíos, en la que se centra el presente trabajo. Desde una perspectiva lingüística la obra hagiográfica de Leoncio ha merecido el interés de los estudiosos en tanto presenta un estilo accesible propiciado por un nivel de lengua correspondiente. Este fenómeno ha sido enmarcado en una tensión característica del griego medieval?bizantino entre dos niveles de lengua, uno bajo y otro alto. Ahora bien, estos polos son entelequias metodológicas. La literatura bizantina conforma un continuum de gradaciones de registro que responden a una adecuación con el género y el público de cada obra en particular. En este sentido, el nivel lingüístico de Apología se configura de modo distinto respecto de las hagiografías leoncianas. Sin dejar de poseer rasgos de un griego tardío, el autor parece permitir aquí con menor frecuencia filtraciones del registro bajo. El objetivo del presente trabajo es analizar las condiciones que permiten esta variación del registro lingüístico dentro del corpus de Leoncio. Por lo tanto, se busca contribuir a la discusión sobre dos puntos conflictivos de esta obra. En primer lugar, la posibilidad de la identidad de autor y de la autenticidad de Apología. En segundo, el problema del género y del destinatario del tratado, con especial atención a su transmisión fragmentaria e indirecta.
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Un día de enero de 1404, Christine de Pizan, rodeada de sus servidores de confianza, acudía al palacio del Louvre para reunirse con Felipe II de Borgoña. Una vez concluido el protocolo de presentación, el duque comunicó a Christine sobre sus intenciones de escribir una obra en memoria de su hermano, el honorable rey Carlos V, a fin de impedir que el inevitable paso del tiempo disolviese su ejemplar comportamiento y sus nobles virtudes. En el siglo en que se iniciaban los grandes mecenazgos renacentistas, los encargos nobiliarios formaban parte de la vida política y cultural de la elite. No obstante, la oferta hecha por el duque a Christine de Pizan, lejos de ser habitual, se situaba por fuera de los cánones de la época. A su condición de mujer, creación viciada de la naturaleza, se le añadía el particular contexto de popularidad de la literatura misógina de Paris del siglo XV. Evidentemente, desde la perspectiva de género, la elección de Felipe de Borgoña, no era inviable; pero incluso por fuera de ella, la decisión seguía siendo polémica. Al momento de la encomienda, Christine no pasaba de ser una escritora de poesías, tratados alegóricos y didácticos, sin ningún peso entre los grandes escritores laicos y clericales. Jamás había escrito por completo una obra en prosa y su trayectoria como escritora política era nula. Sin embargo, Christine de Pizan, mujer viuda e inexperta en la materia, terminó por ser la elegida para honrar la memoria de los Valois. Sin lugar a dudas, una elección controvertida que invita a dilucidar los motivos que se esconden tras ella
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El huerto-jardín en el Alto Medioevo manifiesta la capacidad humana para domesticar una naturaleza salvaje y hostil y para transformarla en un lugar apacible, acogedor. Tanto en el ámbito citadino en las casas privadas, como en el ámbito rural en los monasterios, en estos recintos se cultivaban variados vegetales, legumbres, árboles frutales y también flores, ya sea para el consumo como para la delectación. Ahora bien, nuestra propuesta se centrará en los huertos-jardines que integraban la estructura monástica en cuanto espacios privilegiados en donde se pone en acto la consigna que sustenta la Regla de san Benito, el ora et labora. Para ello analizaremos un plano realizado en el período carolingio, conservado en la abadía benedictina de Saint-Gall. Este documento icónico nos permitirá acercarnos virtualmente a los espacios abaciales ya que el paso del tiempo y los sucesivos actos de vandalismo y de pillaje destruyeron total o parcialmente la arquitectura monacal alto medieval. Plano "ideal" que da cuenta de los conocimientos teórico-prácticos sobre la agricultura y la horticultura pero que además nos acerca la concepción filosófica-teológica de la época
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La realidad que contempla el epicúreo es necesariamente fragmentada porque el que conoce a través de los sentidos no puede dirigirse o encontrar lo universal, sino lo individual. Entonces esta realidad no tiene fundamentos o divinidad. En una realidad única, que se vive como algo unitario, en cambio, la divinidad representa la aspiración de verdad y unidad del hombre. Las leyes del Hado quedan suplantadas en Lucrecio por las leyes naturales, dando cabida a la declinación, base de la libertad humana. Lucrecio sin embargo, no se opone a la idea de los dioses como imágenes prestigiosas, sino contra las falsas inferencias que ligan esta idea al curso de nuestra vida, a nuestro destino o a los fenómenos meteorológicos o de otro tipo, suscitando en nosotros el terror. La actitud piadosa de Lucrecio se desplaza indudablemente a la visión de la naturaleza lo cual cambia radicalmente la concepción del mundo
Resumo:
La autoexaltación del poeta en la Oda III, 30 se podría explicar por medio de la categoría de lo propio y el concepto de alabanza o gloria y la vida contemplativa. Conocemos el concepto de lo propio desde el idion griego, tomado luego como proprium en Cicerón y otros autores latinos. Si aplicamos este concepto a la oda de Horacio, desaparecerá todo atisbo de soberbia en la autoexaltación del poeta. En cuanto al concepto de alabanza, presente en la oda, podremos explicarla a través de una larga tradición de gloria que procede de Homero y Píndaro. Este concepto de gloria nos aclarará la condición que postula Horacio en cuanto a la permanencia del ritual sacro para permanecer en la alabanza de la posteridad. Por último intentaremos explicar la actividad del poeta como contemplatio, postulado por Horacio como el mejor modo de vida. Sin embargo estos tres conceptos son también considerados totalmente disparatados porque no tendrían nada que ver con la oda de Horacio