26 resultados para Persona no-humana
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Resumo:
Fil: Massini Correas, Carlos I..
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El dolor y las enfermedades del hombre nos han acompañado en el pasado y nos seguirán acompañando en el futuro. La Medicina intenta encender luces para aliviar ¿con su arte y su ciencia? los males que aquejan la salud de la humanidad. La Ciencia robustece con su calidad y rigurosidad la respuesta a esos interrogantes. Quienes formamos parte de la población de investigadores de la Medicina recorremos un difícil camino de oscuridades y dudas. Nuestros escudos son el cultivo de actitudes, aptitudes y destrezas para saber preguntarnos sobre los fenómenos de la naturaleza humana y encontrar respuestas acertadas. Sabemos que estas respuestas necesitan el permanente contraste con la realidad. Sabemos también que el resultado de nuestro esfuerzo investigativo no nos pertenece, sino que forma parte del conocimiento universal. Recordemos que las múltiples tecnologías utilizadas en el descubrimiento de los fenómenos biomédicos tienen un faro, un único destino final: la PERSONA HUMANA
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El presente trabajo muestra la analogía bonaventuriana en términos de distancia y espejo, señalando las instancias argumentativas a través de las cuales se llega al concepto de naturaleza entendido como expresión de Dios. Pero además, esta similitudo, a diferencia de la imagen, es cualidad pura común a todos los seres, y designa un modo eminente de participación en la perfección divina, que se imprime en un despliegue trinitario ad intra (Logos) a la vez que se expresa en la creación ad extra. Estos momentos metafísicos de impressio-expressio conforman la propia realidad divina y la posibilidad de acceso a ella por parte de la naturaleza participada. En la Distinción 25 de su Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, Buenaventura hará uso de un concepto de analogía propio para explicar la relación entre Persona-divina y persona-creatura, en un ámbito ante todo metafísico que sobrepasa los aspectos preteológico y cosmológico. Por ello, además de permitirnos esclarecer la diferencia entre naturaleza y persona-creatura, la importancia de esta analogía planteada por Buenaventura radica en que proporciona una respuesta particular a la oposición naturaleza-Dios, en la que la diferencia no significa exclusión, sino, maravillosa concordia y harmonía".
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Pese a los indicios que podrían encontrarse en la filosofía griega, la noción de persona es de origen netamente cristiano y no pudo haber sido formulada sino dentro de ese horizonte de pensamiento. El hombre ha sido creado a imagen de Dios y es persona porque, en primer término, Dios lo es. Aquí se enlazan, durante el medioevo, las cuestiones antropológicas y teológicas (trinitarias y cristológicas). Un ejemplo paradigmático se encuentra en las Sentencias de Pedro Lombardo y sus comentadores, entre los que hemos reparado especialmente en Tomás de Aquino. En este contexto, “naturaleza" (divina o humana) y “persona" son nociones íntimamente vinculadas, pues es propio de tales naturalezas el existir y manifestarse como seres personales. Esa relación, sin embargo, se pierde durante la modernidad, época en que persona y naturaleza se vuelven términos antagónicos. Martin Heidegger, agudo crítico de esa transformación en la historia del pensar, propone una concepción de lo humano que, no obstante su “ateísmo metodológico", finalmente parece aproximarse a la noción cristiana de persona.
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Las Sententiae de Pedro Lombardo es, en la Edad Media, el libro más comentado luego de la Biblia. Se trata de una “colección" de las doctrinas teológicas vigentes a partir de la contribución de los Padres y de otros maestros más cercanos en el tiempo. En este trabajo se buscará identificar el estado de la cuestión acerca del concepto de persona en la obra de Alcuino de York como antecedente del desarrollo que esta misma noción tendrá en Pedro Lombardo. En primer lugar se determinará la presencia del concepto boeciano de persona en la obra de Alcuino y, luego, el desarrollo que este mismo maestro realiza de este concepto motivado por la necesidad de establecer las características de la persona de Cristo. En tercer lugar se analizará la aplicación que efectúa de lo ya definido al caso de la persona humana. Finalmente, se estudiará la aplicación de estas nociones a un caso concreto pero particularmente significativo para el desarrollo de la metafísica altomedieval: el poder político.
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Se ha insistido recientemente por parte de estudiosos del tema ‘persona’ en Santo Tomás, en que la voluntad humana o, por lo menos su libertad, debe interpretarse como ligada directamente a la persona, y emergiendo sobre su naturaleza. El obrar sería fundamentalmente un asunto del sujeto personal, mientras que la naturaleza sería solamente la raíz de una tendencia global y genérica. Esta hipótesis pivotea sobre la causa eficiente como única verdadera causa. Ahora bien, este tema de la emergencia o trascendencia de la voluntad respecto a la propia naturaleza aparece ya tratado por Santo Tomás en sus obras, y en particular en el Comentario a las Sentencias, aunque no utilizando esta moderna terminología. Lo que plantea el Aquinate es la imposibilidad de que la voluntad o sus actos sigan a la persona. La voluntad como potencia sigue a la naturaleza y los actos de la voluntad son ejecutados por la persona como causa eficiente última en su orden, pero según la razón como causa formal.
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Algunos autores de la filosofía contemporánea ha criticado a la antropología medieval aduciendo que ella ha sustentando en una visión sustancialista que no da razón de la riqueza de la realidad personal (como es el caso de Zubiri que, con sus palabras, propone que la persona es sustantividad y supra-estante). Sin embargo, en la respuesta de Tomás de Aquino al problema planteado por Pedro Lombardo en las Sententiae de qué es y cómo está la caridad en el ser humano se plantea la posibilidad de que en el hombre haya una virtud o hábito, insertado en la estructura psicológica del hombre, que tenga por origen un don creado de carácter divino, que perfecciona el alma humana y haciéndole capaz de un fin sobrenatural, pero que responde a la dinámica de facultades, hábitos y actos que estructura la realidad del acto verdaderamente humano. La respuesta tomista que justifica la existencia de una virtud como la caridad revela un planteamiento antropológico con una noción de persona de gran riqueza.
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Enrique José Varona, intelectual cubano de gran prestigio durante la segunda mitad del siglo XIX y parte del siglo XX, efectuó una serie de consideraciones sobre la condición humana que fueron variando durante el transcurso de su vida. Estas van desde un positivismo sui generis, bajo influencias de Spencer, hasta posturas filantrópicas y de estimulación de la solidaridad entre los seres humanos, mediando entre ambas etapas un período de escepticismo y nihilismo bajo la influencia de Nietzsche. No fue un filósofo que se dejó atar a una postura ideológica cerrada en una corriente filosófica en particular. Fue capaz de analizar los problemas filosóficos y sociológicos con el mayor nivel de originalidad y autenticidad que sus circunstancias históricas le permitieron.
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A partir de la escala de los entes, Romero plantea el proceso que se desarrolla desde la inmanencia hacia la trascendencia, hasta llegar a su máxima expresión en el espíritu. En el hombre, se manifiesta en el paso del individuo a la persona, la cual trasciende hacia la realización del valor, a través del “deber ser". En la actualidad, Lipovetsky presenta otra manera de concebir al hombre, la cual se expresa en un individualismo creciente, que está determinado por sus intereses particulares, sin proyección alguna hacia los otros y sin reconocer otro valor que no sea la realización de “su sí mismo". Frente a ello, urge promover el desarrollo de un “individualismo responsable", que recupere los valores éticos del hombre y su relación con los otros, sin perder de vista su propia realización. Este concepto, en otras palabras, reactualiza los planteos personalistas de Romero, en esta sociedad posmoderna.
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La "Didáctica del Teatro II", continuación y complemento de la "Didáctica del Teatro I" suma e integra posibles recorridos metodológicos fundamentados para enseñar teatro en una etapa de la educación de conformación reciente: el nivel polimodal. Cada uno de los ocho autores de este libro, realiza un aporte significativo desde su propio saber consolidado por una trayectoria destacada y ofrece su propuesta desarrollada como una alternativa posible y probada de esta didáctica, que conforma así un corpus básico de acción docente promotor de experiencias de desarrollo personal y de formación significativa en el lenguaje teatral para alumnos protagonistas y creadores de futuro. Este libro es pues el resultado de una creación colectiva al servicio de un modo también colectivo de generar conocimiento, donde el objeto de estudio es el ser humano educándose en situación, capaz de conducirse como creador de circunstancias, argumentos y estrategias para lograr la concreción de sus objetivos personales y sociales en función de sus deseos, necesidades, valores y concepción de la felicidad. Para esto se necesitan docentes que además de comprender las técnicas teatrales específicas, reconozcan el valor de la persona humana como única e irrepetible y sean capaces de trabajar a partir de reconocer en los estudiantes aquello que tienen de diferente y de promover en ellos la búsqueda interior y la liberación de los estereotipos y de la sumisión cultural consumista. Cuando planteamos la incorporación de Teatro como asignatura en el nivel polimodal no pensamos en formar actores, sino personas que sean sujetos y objeto de su propio arte de ir autoconstruyéndose. Con esta propuesta didáctica pretendemos sumarnos y colaborar, desde un espacio curricular específico, con la desafiante tarea de romper la dicotomía entre pensamiento y sentimiento en nuestros alumnos para accionar pedagógicamente sobre los bloqueos emocionales y cognitivos que obstruyen sus posibilidades de aprendizaje y desarrollo.
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Fil: Ciccarelli, Graciela Iris.
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La inseguridad es uno de los mayores desafíos al que se enfrentan los gobernantes en América Latina. Este problema avanza desde una visión sectorial en los años ochenta hacia una visión transversal a partir de los noventa. Esto implica una evolución de su concepto; desde su consideración como una cuestión de seguridad de Estado de competencia policial y militar hacia la “seguridad humana", concepto multidimensional que contempla el desarrollo humano y la satisfacción de necesidades. En Argentina la inseguridad se agrava desde la crisis social y económica y es parte de la agenda política debido a los constantes reclamos de la sociedad. Sin embargo, con el transcurrir de los años se puede observar la imposibilidad de las gestiones gubernamentales de hacerle frente. Es por ello que en este trabajo se plantea la relación entre la seguridad humana y el Ordenamiento Territorial a través de la evaluación de la habitabilidad, enfoque que permite operacionalizar el concepto de seguridad de forma integradora y transversal. Para el desarrollo del trabajo se utiliza un caso de estudio: el piedemonte del Gran Mendoza. Se parte de la construcción de una metodología de análisis que permite espacializar los datos y de un sistema de variables e indicadores para medir la habitabilidad en términos de la seguridad humana.
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En el horizonte del pensamiento contemporáneo, Martín Heidegger subrayó la necesidad de una reflexión fundamental acerca del hombre, fundamentación que, sin embargo, él mismo no llegó a desplegar completamente. No obstante ha puesto de relieve la necesidad de una interpretación del hombre que llegue hasta sus estructuras ontológicas fundamentales, relacionadas al problema del ser, que, en su caso, reviste una modalidad distinta al ser de las demás cosas, aún, de los demás vivientes, motivo por el cual la pregunta acerca del hombre es también metafísica. No pretenderemos dar una respuesta acabada a estos puntos de vista, ni los abordaremos desde su propia comprensión de la ontología, del hombre y del ser. En su lugar nos propondremos recoger algunas perspectivas ya presentes en el pensamiento medieval que puedan aportar, al menos en principio, una orientación hacia su desarrollo. La comunicación quedará configurada por dos características: abordará la problemática de la relación entre naturaleza y persona desde una perspectiva preferentemente metafísica a partir del Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo de Tomás de Aquino; y sugerirá algunas tendencias en este campo que ponen de relieve la preeminencia de la persona en el conjunto de su pensamiento filosófico.
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En un primer examen de las auctoritates Ockham formula un claro acercamiento al esquema aristotélico-boeciano y a la definición de persona como sustancia en cuanto suppositum intellectualis, definición que encuentra conveniente aplicar tanto a lo creado como a Dios. Comienza luego una discusión más próxima y contemporánea con los moderni, que está centrada, por un lado en Escoto para quien la persona se ha de definir a partir de la relación; y por otro, con santo Tomás de Aquino. “Persona", para el Aquinate, no significa una naturaleza común quidditas, ousía o sustancia segunda, por el contrario, indica al individuo: “esta carne y estos huesos" pero lo significa de un modo vago e indeterminado. Precisamente, éste es el punto que Ockham discute: qué denota esta significación indeterminada; le dedica a la cuestión un amplio análisis que lo conduce a equiparar los conceptos de naturaleza y de persona. En un paso subsiguiente Ockham propone examinar las personas in divinis: no es posible establecer in divinis ninguna diferencia o distinción; si se afirma en Dios la presencia de tres personas y de una sola naturaleza la adhesión se presta por la fe sin que medie un acercamiento racional al tema. El aparato conceptual y metafísico para abordar el problema de la persona en sede divina, ha pasado por la criba de un examen que concluye, para Ockham, en la verdadera imposibilidad de elaborar una teología trinitaria.
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El Aquinate, en su Comentario a los cuatro libros de las Sentencias de Pedro Lombardo, se pregunta si es aplicable en el campo teológico la definición de persona sostenida por Boecio para iluminarla naturaleza de los sujetos trinitarios sin caer por ello en un politeísmo, y para afirmar además la encarnación del Verbo sin negar la doble naturaleza de Cristo. Teniendo en cuenta que dicha cuestión fue objeto de agudas controversias tanto antes como después del Concilio de Nicea, y que, luego de Boecio, también lo fue para los más destacados maestros medievales; es conveniente por tanto efectuar un breve seguimiento histórico del problema, deteniéndose así en los antecedentes más próximos a Santo Tomás, para luego, a partir del Scriptum super Sententiis Petri Lombardo, indagar sobre las razones que movieron al Aquinate a insistir sobre la aplicación del concepto de persona en el ámbito teológico.