110 resultados para Literatura hispanoamericana-S.XX-Ressenyes bibliogràfiques
Resumo:
Los escritores de la década del 50 no constituyen un grupo orgánico ni numeroso. Provienen de Cuenca, Loja y Guayaquil, y publicaron las obras que los relacionan entre 1945 y 1962, aproximadamente. Los nombres más representativos son: César Dávila Andrade, Alfonso Cuesta y Cuesta, Arturo Montesinos Malo, Mary Corylé, Pedro Jorge Vera, Rafael Díaz Ycaza, Eugenia Viteri, Walter Bellolio, Alsino Ramírez, y Alejandro Carrión. Propongo y sustento la inclusión de Ángel F. Rojas en este grupo: su búsqueda estética y su temática amplia dialogan de mejor manera con los narradores del 50 que con los del 30. No cultivan una estética común que los identifique, aunque todos parten de un realismo más abierto que el de los del 30, que da espacio al lirismo, a la exploración de subjetividades que se enfrentan a la re-configuración de los espacios sociales en Quito o Guayaquil (crecidas, excluyentes); o en plan de desentrañar el sentido de la modernidad que trastoca de manera radical sus ciudades pequeñas y sus pueblos (revelando sus contradicciones, sus promesas falsas, fragmentando las subjetividades de los individuos, incluida la del escritor). Se preguntaron, además, sobre el sentido y los alcances de los aprendizajes de la modernidad en la Gran Ciudad, y sobre la modificación del rol del escritor en ese contexto, en este país pequeño. En la búsqueda de formas de narrar estas nuevas realidades, cuatro de ellos aportaron con verdaderas poéticas, plenamente renovadas. Son las obras más representativas del período: las producciones cuentísticas de César Dávila Andrade, Ángel F. Rojas y Walter Bellolio, Arcilla indócil y las novelas El éxodo de Yangana, Los hijos, Segunda vida y El chulla Romero y Flores (esta última no abordada en el presente trabajo por exceder los límites de espacio requeridos).
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Este trabajo hace una reflexión acerca de El monte, obra de la autora cubana Lydia Cabrera, publicada en 1954. Se trata de un texto de gran importancia para el folklor y la tradición oral del pueblo cubano, muy en especial para la cultura afrocubana, pues la autora rescató, de los últimos descendientes de los negros de nación, el caudal de leyendas, tradiciones, creencias, magia y supersticiones que estos hombres y mujeres conservaban de la lejana África. Debido a la cuantiosa y diversa información que nos ofrece el libro, es que éste ha sido concebido como texto híbrido, polifónico y heterogéneo que, en correspondencia con sus múltiples facetas escriturarias, ofrece múltiples posibilidades de lecturas. Ante esta disyuntiva, hemos optado por escoger dos entre las numerosas lecturas, la literaria y la de la memoria. En cuanto a la literatura, el trabajo analiza el valor de la obra a partir de los contextos de elaboración y recepción. Lydia elabora el texto como narradora ficcionalizada, cuya voluntad es narrar, hacer grato lo que cuenta, interpretar, dar sentido a los testimonios que ha escuchado de sus informantes, y de la misma forma pueden ser recibidos éstos: tanto el lector familiarizado con los temas como el ajeno a ellos, leen el texto como una ficción que tiene su referente en fenómenos culturales. Por otra parte, al ahondar en la memoria de sus informantes, L. Cabrera se percata de la existencia de una serie de núcleos de resistencia, de ordenamientos secretos que reproducen creencias, tradiciones que datan de la época colonial y se mantienen hasta nuestros días; ellas son las casas- templos en el caso de la Regla de Ocha o Santería y la Regla Conga o de Palo Monte y la Sociedad Secreta Abakuá. Para anoticiarnos de estas instituciones, la escritora explora, en su propio beneficio, tres de las propiedades de la memoria, (variabilidad, selectividad y significación), que le dan sentido a lo escrito. Al finalizar su recorrido por este mundo mágico de los negros, la investigadora nos revela su vinculación espiritual con el objeto de su investigación y su viaje se nos presenta como una verdadera travesía transcultural.
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En la búsqueda por desarrollar una reflexión propia y una conciencia crítica latinoamericana, enraizada en nuestra realidad y en nuestra historia cultural, Silencio, memoria y espacio: coordenadas poéticas para explorar la obra de Juan L. Ortiz (Argentina) y Aurelio Arturo (Colombia), propone efectuar un estudio comparativo y una lectura interpretativa de la obra poética de Juan L. Ortiz y Aurelio Arturo, dos poetas paradigmáticos del siglo XX en Latinoamérica, cuya escritura, a pesar de ser fundamental en el horizonte literario de sus respectivos países, ha permanecido al margen, resistiendo a cualquier categorización. La propuesta parte de una pregunta central, que indaga sobre cuáles son los proyectos poéticos registrados en la escritura de Juan L. Ortiz y Aurelio Arturo. Partiendo de esta pregunta, se pretende establecer diálogos con sus tradiciones respectivas, ya sea nacional, hispanoamericana o mundial, para dilucidar sus continuidades y sus rupturas. En primera instancia, se explora la relación que Ortiz y Arturo establecen con el lenguaje, tomando tres ‘coordenadas poéticas’, el silencio, la memoria y el espacio, instancias que consideramos ejes articuladores de la obra de ambos autores. La lectura, al trasluz de estos conceptos nucleares, busca descifrar los sentidos y las peculiaridades de sus búsquedas estéticas, al establecer una discusión entre sus respectivos discursos poéticos –que implican una intersección de voces, coordenadas, geografías y realidades– para determinar en qué medida hay continuidades y/o rupturas. A partir de estos aspectos, la tesis dialoga con la tradición crítica y con los movimientos y grupos literarios de su época y su contexto, para destacar los aportes del ‘quehacer’ y el ‘decir’ poético que estas figuras aisladas han hecho a la poesía hispanoamericana.
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Esta tesis presenta un intento por estudiar algunos aspectos novedosos de la literatura referente a la Guerra del Chaco en Bolivia, como el nuevo proyecto nacionalista y racial que algunas obras de este periodo proponen. Estas obras presentan un nuevo discurso político que se convierte en cohesionador de las ideas y visiones sobre el país y sus habitantes y que posteriormente conformaron el discurso nacionalista de la revolución de 1952. Mi aproximación a estos textos se hace desde la discusión de los Estudios Culturales que atiende y cuestiona el proceso de formación de identidades desde la literatura, reconociendo en muchos casos la característica de 'invención' o 'construcción' de categorías tales como la nación, la historia, y la identidad. La literatura de la Guerra del Chaco construye nuevamente el mito de una nación homogénea alrededor de algunos de sus rasgos y las características de ciertos sectores de la sociedad boliviana. Así, cumplen la función de reordenar el Estado ya que proponen una nueva relación de fuerzas entre los diferentes grupos raciales del país. La ideología nacionalista, cuyos primeros lugares de formación es la narrativa chaqueña, tiene como base tres ejes discursivos: la identificación del boliviano con la tierra; su posicionamiento en favor de los indios y de los mestizos como parte y sujetos de la nación y por último es la identificación de los enemigos de la nación boliviana, los causantes de la guerra y de la consiguiente derrota. Esta identificación propone un marco de acción política para el futuro inmediato.
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El presente trabajo tiene como finalidad describir y explicar la absorción que la escritura literaria hace de un controvertido fenómeno de la vida política y cultural argentina: el Peronismo. Para ello se recortó un corpus de textos literarios producidos en las últimas décadas: La novela de Perón (1985), Santa Evita (1995) y Las memorias de General (1996) de Tomás Eloy Martínez. Accesoriamente, se confrontará con la lectura de otros autores argentinos que relevan la misma isotopía, Rodolfo Walsh y Abel Posse. La búsqueda se centrará en el análisis de estrategias discursivas reveladoras de la inscripción de los discursos sociales en la escritura literaria. Se adecuarán, básicamente, procedimientos de la sociocrítica, del psicoanálisis y de las teorías semióticas para el aprovechamiento del soporte historiográfico y su resignificación literaria.
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La tesis que el lector tiene en sus manos tuvo como propósito un acercamiento a las representaciones del mal en la narrativa moderna, poniendo el acento en el caso ecuatoriano. La cuestión del mal acompaña al nacimiento de la literatura moderna y está signada por las relaciones específicas que arte y realidad adquieren en los nuevos tiempos. Los dilemas y contradicciones de la modernidad —instinto y razón, mito e historia, naturaleza y cultura, verbo y experiencia, etc.— están implicados necesariamente en la reflexión. El primer tiempo de este trabajo supone un acercamiento a algunos de los tópicos fundamentales para la comprensión de las figuraciones del mal en la literatura moderna. Hay, igualmente, una aproximación a algunas especificidades de la cuestión en las letras latinoamericanas. En el segundo tiempo el lector podrá encontrar un análisis del tema en la narrativa ecuatoriana escrita alrededor de los 30, tomando como casos representativos de ésta la obra de la llamada generación de los 30, muy en especial la del Grupo de Guayaquil, y la de Pablo Palacio, este último como representante sobresaliente de la narrativa de inspiración vanguardista en Ecuador. Estos autores, como se verá, representan tendencias que expresan modos divergentes de concebir el mal pero convergentes en el tiempo. El diálogo entre corrientes será inevitable para contraponer e incluso aproximar sus poéticas e ideologías —aunque sea, en este último sentido, como introductores de la 'semilla del mal' en las letras del Ecuador .
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La crítica literaria ha considerado a Juan Montalvo como el mejor prosista ecuatoriano del siglo XIX, escritor polémico, dueño de una extraordinaria capacidad para escarnecer, poseedor de una singular cultura clásica, hábil artesano de la lengua; en fin, Montalvo se erige no como un escritor cualquiera sino complicado, raro, el autor más destacado e inaudito de su época. Montalvo el mito, el superhombre, el semidiós, se ha humanizado se ha convertido en el escritor que deja ver a través de la palabra al maestro, al amante, al idealizador, al mortal que juega, anhela, desea, vive y pervive gracias a la magnificencia de las letras y la imaginación. Montalvo se constituye también en narrador y esta es la línea argumentativa del presente trabajo: mirar en este autor al artista capaz de lograr con la imaginación la creación de una otredad que permita evidenciar su capacidad de hacedor de mundos distintos nacidos de la cotidianidad y realidad de los seres. Las narraciones cortas son también producto de la genialidad de Montalvo. Aparece la literatura fantástica como dominio del cuentista, los temas, ámbitos, escenarios, personajes de sus cuentos fantásticos logran una amalgama que demuestran no únicamente la versatilidad de Montalvo sino también su generosidad en el manejo de la pluma. El trabajo de análisis de la narrativa de Montalvo en el presente trabajo logra destacar un corpus con la suficiencia y la autoridad para nombrar en Montalvo un escritor fantástico, el análisis de los cuentos explica el lugar y peso de lo fantástico en la vida y obra creadora de Montalvo.
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El presente trabajo busca indagar en las literaturas latinoamericanas en nuestros tiempos, sobre todo cuando una tendencia posmoderna, de amplia conceptualización desde los países industrializados, instaura la nostalgia y el desencanto como características de narrativas que se observan a sí mismas frene a la realidad y a las representaciones de sujetos y espacios que se han gestado, sobre todo, durante el siglo XX. Por ello, una de las preocupaciones fundamentales del trabajo radica en observar el proceso de revisión epistemológica en la conformación de las representaciones sobre Latinoamérica, su contexto y sus sujetos. Según este marco, he querido abordar dos narrativas distantes entre sí, no tanto en tiempo, sino por su caracterización y postura frente al mundo: por un lado, he abordado las dos últimas novelas de Leonardo Valencia (Guayaquil, 1969), autor que propone la biblioteca como la patria del escritor y se distancia de la categoría de lo “latinoamericano”; y por otro lado, tres obras de Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953-Barcelona, 2003), cuya obra problematiza las representaciones literarias, históricas y culturales del continente, desde la nostalgia y el desengaño contrapuestos al boom. ¿Cuáles son los resultados de estos dos mundos narrativos frente a los discursos de la historia, los referentes socio-culturales y literarios? Este trabajo es un primer paso hacia la comprensión de la heterogeneidad y de la tendencia posmoderna en nuestros contextos, que cuestiona los relatos totales. Por ello, los tres capítulos de esta tesis esbozan un contexto teórico acerca de la posmodernidad y el contexto latinoamericano, en el que he buscado dialogar con diversos autores e investigadores, como Linda Hutcheon, Fredric Jameson, Bolívar Echeverría, José María Pozuelo Yvancos, Eliseo Diego, Jorge Velasco Mckenzie, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, entre otros.
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El presente trabajo es una exploración sobre el tema del desencanto concebido como un fenómeno social y cultural. También, por su carácter y propósito de exploración, busca responder la pregunta acerca de aquello que debe o no ser considerado de interés para la crítica literaria. Por ello, en un primer momento, se trata la problemática del debate modernidad - postmodernidad y se define la perspectiva desde la cual se enfocará el resto del estudio. En un segundo momento, se aborda el objetivo principal del trabajo. A través de tres novelas escritas entre 1995 y 1996 (El Viajero de Praga de Javier Vásconez, El Pulso de la Nada de Juan Manuel Rodríguez y Ciudad sin Ángel de Jorge Enrique Adoum ) se establecen algunos criterios encaminados a delinear la existencia de un ‘cronotopo del desencanto’ y las características que lo componen. Esto se hace a través de la clasificación de diferentes ejes temáticos que permiten una mejor comprensión del universo narrativo y de la imagen del hombre moderno. Algunas de estas recurrencias son: la mirada hacia atrás, la vivencia de lo urbano , la errancia interna y la pregunta por la identidad.
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Este trabajo investigativo evidencia las representaciones de género encontradas en algunas obras de la literatura infantil de los escritores colombianos Yolanda Reyes, Fabio Enrique Barragán Santos, Evelio Rosero Diago, Celso Román y los escritores ecuatorianos Edna Iturralde, Leonor Bravo, María Fernanda Heredia y Edgar Allan García. Al describir y analizar las representaciones corporales y discursivas de los personajes niños, niñas y adultos en las ocho obras, es recurrente encontrar actos performáticos que refuerzan la asimetría de género, pero también personajes que logran replantear la visión normativa de lo femenino y lo masculino. Esto con el fin de reflexionar sobre el papel que juega la literatura infantil frente a los imaginarios que, desde la infancia, se construyen.
Narrativa latinoamericana de fin de siglo: mundos del melodrama, lo marginal y la condición femenina
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El presente ensayo estudia las obras literarias y autores latinoamericanos que publicaron entre 1970 e inicios del siglo XXI. Está inscrito en el proyecto más amplio de los Manuales de Literatura Hispanoamericana y Española, para el Programa de Reforma Curricular del Bachillerato. Se busca una aproximación crítica a las diversas narrativas surgidas con posterioridad a la del llamado Boom; están agrupadas en dos conjuntos: los autores inmediatamente posteriores al Boom, y los de fin de siglo; se analiza las temáticas que proponen, las cuales se relacionan con los nuevos desafíos de la realidad socio-política y económica de la región. El estudio incluye una pequeña guía para trabajar con los estudiantes, al final de cada obra que se revisa.
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Este ensayo tiene como objetivo principal interpretar la manera en que se representa literariamente la ciudad de Quito en dos textos de Huilo Ruales Hualca: leyendas olvidadas del reino de la tuentifor y es viernes para siempre marilín. Para esto, se debe observar que existieron momentos en el proceso de modernización de la ciudad que influyeron decisivamente en la narrativa de este autor. Tres fueron, sobre todo, estos momentos. El primero, devenido de la objetivación histórico-social de la Quito moderna, emprendida a comienzos del siglo XX, fue un fenómeno complejo y paradójico que trajo como consecuencia la fractura de la ciudad, su división. El segundo, la polarización de esta fractura, que enfatizó el fenómeno de marginación de ciertos sectores sociales y que ocurrió con un fenómeno económico decisivo: el boom petrolero de los años 70. Y, el tercero, en los años ochenta, que devino de la angustiosa represión que el país experimenta por parte del gobierno de León Febres Cordero. Tales fueron las tensiones y los acontecimientos que se dieron durante todo el siglo XX y que configuraron un discurso literario, de fuerte acento grotesco, que interpelaría al discurso políticamente correcto y oficialista (cuyos ideales fueron el progreso y la civilización) de lo moderno. Confrontación de un discurso hegemónico y excluyente, la narrativa de Huilo Ruales Hualca evidencia una modernidad vista desde otro ángulo: el de los marginales. De ahí que lo grotesco en sus representaciones de la ciudad dé cuenta de las evidentes asimetrías y paradojas de una estructura social y su compleja conformación.
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Este trabajo muestra, en diferentes niveles, la configuración del campo intelectual de los años de 1960 y de uno de sus integrantes en particular, Agustín Cueva, personaje ligado al contexto histórico que le tocó vivir y en el cual intervino de manera activa. Para ello se recogen de manera breve los principales debates, luchas y problemáticas que le permitieron configurar su discurso crítico. El parricidio, el compromiso intelectual y la búsqueda de un horizonte revolucionario son palabras que se vuelven sentido común para esta generación, desde donde tratan de mostrar la inautenticidad de lo que las elites denominaron como „cultura nacional‟. Construcción cuestionada por esta generación y frente a la cual Cueva muestra, dentro de sus ensayos (como forma de escritura), que dicha artificialidad es el resultado de la carga colonial que pesa sobre los hombros de la sociedad ecuatoriana y del hecho de que, el discurso sobre el mestizaje, fue la salida elegida por las élites para justificar su proyecto nacional. En esta perspectiva, el diálogo que se propone con Antonio Cornejo Polar y Ángel Rama, muestra más puntos de encuentro que desencuentro, pues estos dos autores dan cuentan a partir de los conceptos de heterogeneidad y de transculturación, que el proceso cultural y político de constitución de nuestros países es el resultado de una élite (blanco-mestiza) que vio en la narrativa (en sus distintas formas) un mecanismo para edificarlo; sin embargo, estos tres autores revelan narrativas disidentes, cuestionadoras, y una vía popular de entender el proyecto nacional.
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La rama proyectiva de la literatura, también llamada literatura de anticipación, elabora una crítica cultural, política, social, filosófica y económica del presente al realizar fabulaciones acerca de un futuro donde usualmente se desarrollan distopías. Estos ejercicios se han escrito empleando los códigos de género fantástico, maravilloso y la ciencia ficción para suponer cómo será el destino de las urbes modernas. Dentro de esta línea, la narrativa guayaquileña recrea en sus historias una ciudad en crisis inmanente donde sus habitantes han aprendido a convivir con la idea de la destrucción. Estableciendo un diálogo con el imaginario apocalíptico judeo-cristiano instaurado desde la conquista de América y que ha cobrado un carácter renovado en este continente debido a su contacto con fábulas locales, los textos Guayaquil, novela fantástica (1901) de Manuel Gallegos Naranjo, Río de sombras (2003) de Jorge Velasco Mackenzie y El libro flotante de Caytran Dölphin (2006) de Leonardo Valencia, abordan desde sus propuestas estéticas ligadas con el fin del mundo, el temor de los guayaquileños ante la posible destrucción de su metrópoli. En estas novelas, la principal sensación de amenaza proviene del río junto al cual se construyó y ha crecido la ciudad, por lo que el agua es transformada en una alegoría de la memoria guayaquileña y también de su necesidad de transformación permanente. El haber descubierto una línea de lectura apocalíptica desde la cual abordar estas novelas prospectivas, refresca la mirada sobre el canon ecuatoriano y también ensaya un diálogo diferente con nuestra identidad. Con este conocimiento del fin que se aproxima, los habitantes de la ciudad amenazada deambulamos por sus calles aguardando –a veces con recelo, a veces con esperanza, porque el apocalipsis es también renovación– la llegada de la inundación definitiva.