339 resultados para Crítica literaria
Resumo:
La autora destaca la influencia de los “diarios perdidos” de Manuela Sáenz sobre el Diario de Paita (editado por Carlos Álvarez Saá), la biografía publicitada por el Museo Manuela Sáenz en Quito y la película venezolana de Diego Rísquez. Por otro lado, señala que la imagen de Sáenz ha sido apropiada como símbolo de causas cívicas o feministas, predominando la imagen de una atrevida transgresora de las normas de género, sexualmente pervertida, perturbadora del orden social. No obstante, el Museo y la película de Rísquez la presentarían como alguien honorable, e insistirían en la perseverancia del amor y lealtad de Sáenz a Bolívar. Hennes señala, además, que Rísquez trata las cuestiones de género y sexualidad respetando la complejidad e integridad de la Sáenz fílmica y de la histórica, que su performance de género le permite navegar los espacios masculinos y femeninos, para gozar de cierta agencia política y social en el círculo de Bolívar. Habría en la película y el Diario un lugar común, que no aparece en la literatura del Museo: la representación de Bolívar como figura trágica. Pese a sus discrepancias, los textos mencionados contribuyen a la construcción continua del ícono político, social y cultural.
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El autor reflexiona sobre el poema escrito por Bolívar en 1823. Plantea que, ante la sobrecogedora belleza del volcán, y enfrentado a un destino complejo y caótico, el héroe revive eternos temores. Serrano lo asimila al Cristo del sermón de la montaña, cuando pretende reencontrarse con los elementos, reinsertarse en el mundo que está redefiniéndose en los campos de batalla. En la cima del Chimborazo, Bolívar dialoga con el tiempo, voz en la que el autor destaca las resonancias bíblicas. Resalta que el héroe, perturbado por los acontecimientos políticos, está poseído por una “pasión violenta”, por un proyecto político que deviene en obsesión: la idea de construir una gran nación liberada. Serrano concibe a la voz del Viejo como la representante de un orden mítico que pervive (el guardián del mundo mineral y espiritual), que interpela a un sujeto que, otra vez como el Cristo, duda. El final abierto del texto, para el autor, sugiere que solo en el sueño o el delirio es posible reconocer nuestra condición de “míseros mortales”.
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La autora reflexiona sobre el relato “Ella”, del uruguayo Juan Carlos Onetti, y sobre otras representaciones de la muerte de Eva Perón, escritas por Jorge Luis Borges, David Viñas y Néstor Perlongher. Afirma que en la Argentina de Perón ya confluían realidad y ficción, y que las múltiples biografías de Eva serían “un duelo de versiones narrativas entre la ficción y la historia o, si se prefiere, una metáfora de la historia”. Rosano plantea que, en los textos revisados, es la realidad la que adopta contornos fantasmagóricos, disparados por motivos diversos: la descomposición y el tópico del mal olor, la impostura del cuerpo embalsamado y del mandatario, el entrelazamiento entre lo político y lo sexual en la escena del velorio, la imagen de Eva, “una diosa que muestra sus encajes de novia de suburbio” pero también una siniestra y doliente “zombi escarlata”. Señala, finalmente, que los textos muestran a los fieles, esos “miles de necrófilos murmurantes y enlutados”, sometidos a la potencia del mito.
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Este libro aborda el conflicto entre tradición y modernidad. La discusión se reactualiza en torno a tres novelas que pueden considerarse representativas de la literatura andino-caribeña: Los ríos profundos, de José María Arguedas; El chulla Romero y Flores, de Jorge Icaza, y El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez. ¿Cómo ser “absolutamente moderno”, como quería Rimbaud, sin convertirse en “pura copia de revista europea”, como denominaba el escritor ecuatoriano Icaza a esos escritores que carecían de arraigo en su historia? Las novelas que disecciona este ensayo son un territorio propicio para distinguir las fricciones entre lo nuevo y lo antiguo. El escritor peruano Arguedas plantea los roces entre oralidad y escritura; Icaza reinventa el monólogo interior y lo convierte en diálogo interior, y el colombiano García Márquez desafía las poderosas fuerzas de la nación moderna y de la economía transnacional mediante la preservación de la memoria rural. El solo hecho de llamar novelas a estos textos significa reconocer su modernidad, pero esta investigación caracteriza en qué sentido esta modernidad es distinta del paradigma predominante. Esa diferencia se establece, según David Guzmán, por la situacionalidad, es decir, por las condiciones materiales de invención y de conflicto en las que ni la historia ni la modernidad son un valor absoluto sino relativo.
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Pretende identificar a Antonio Preciado como poeta de la diáspora, reconociendo a un poeta que ha llegado a la plenitud de la creación artística precisamente por ser negro. Y esta pertenencia es trascendente porque no conoce fronteras geográficas, temporales o nacionales. Afirma que de igual manera, la poesía afro de Preciado es trascendental porque, también, pertenece a todos. Se da esto en el contexto del año 2011, Año Internacional de los Afrodescendientes.
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Analiza las múltiples distancias y proximidades inherentes a la relación entre la escritura y la oralidad que marcan el contexto desde el cual se pretende leer a Estupiñán Bass y problematizar el sentido complejo de lo que constituye la literatura afro en el Ecuador y, por extensión, de gran parte de la diáspora afrolatinoamericana.
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El autor revisa el cuento “Guayaquil”, de Jorge Luis Borges, incluido en El informe de Brodie, su motivo es la histórica reunión entre Bolívar y San Martín en dicha ciudad. Es interpretado a la luz de la novela Nostromo de Joseph Conrad, aludida en el relato, y que se refiere a los devaneos y traiciones de las élites criollas y sus caudillos. Robles sostiene que Borges presenta en “Guayaquil” su propia visión de la Historia: una construcción a base de perspectivas que se cruzan, de reordenamientos de datos y de imprecisiones, para Borges, en la lucha de poderes entre caudillos populares y refinados políticos pesarían más la voluntad y la decisión que las palabras. Finalmente, el autor revisa el efecto de una distinta organización de los cuentos del libro. El de la primera versión inglesa apuntaría a mostrar un ascenso en la representación de la barbarie (como tema de los textos), presente en las repúblicas latinoamericanas siglo y medio después de sus independencias.
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El presente artículo es una aproximación a Delirio (Laura Restrepo, 2004) en el cual la autora realiza un análisis descriptivo señalando ciertas referencias literales de la violencia simbólica masculina, interiorizada y reproducida en el contexto sociocultural colombiano.
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Hasta casi finalizado el siglo XX, la narrativa policial, salvo contadas excepciones como “Un hombre muerto a puntapiés” de Pablo Palacio o las novelas cortas Arcilla indócil y El destino de Arturo Montesinos y Pedro Jorge Vera, respectivamente, no se cultiva en Ecuador. No obstante, desde el año 1997 hasta nuestros días, hace su aparición en el medio un puñado de novelas que ensayan diferentes matices y modos de presentación del género. Este trabajo pretende lograr un acercamiento a esta producción, determinando sus antecedentes y analizando cómo y con qué fines estas obras adaptan, juegan o parodian las formas narrativas, los elementos y las convenciones del policial. El corpus central de estudio comprende las siguientes novelas: La Reina Mora (1997), Los archivos de Hilarión (1998) y Condena Madre (2000) de Santiago Páez; Anillos de serpiente (1998) de Juan Valdano; La muerte de Tyrone Power en el monumental del Barcelona (2001) de Miguel Donoso Pareja; El caso de los muertos de risa (2001) de Leonardo Wild; Sara y el dragón (2003), El cadáver prometido (2006) y La conexión argentina (2009) de Rocío Madriñán; y El último caso del guatón Ramírez (2007) de Leonardo Escobar.
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La presente investigación tuvo como propósito establecer los procesos de construcción del sujeto femenino del siglo XIX, a través de la obra literaria de la poeta ecuatoriana Dolores Veintimilla de Galindo. Para cumplir con el mismo, se tomó como base los elementos teóricos y metodológicos que brinda la teoría feminista y la crítica literaria, de modo de establecer las claves que permitan indagar en la escritura femenina, así como determinar los elementos que conforman la subjetividad de la mujer de la época. Un breve recorrido por el contexto socio-histórico del Ecuador de inicios de la república permitió establecer los antecedentes del escenario social en que se movió la obra literaria de Dolores Veintimilla. Esto condujo al análisis de la condición de la mujer como sujeto histórico, su posición frente al imaginario nacional y su movilidad entre el espacio público y privado. Finalmente se analiza a la mujer desde la perspectiva de la creación de imaginarios femeninos en el siglo XIX, y su influencia en la formación de la subjetividad femenina. Esto conllevó a un acercamiento a la escritura de Dolores Veintimilla, desde su adscripción al discurso romántico, como medio de expresión de una experiencia propia y diferenciada. El tema de la escritura femenina recorrió estas páginas dejando más preguntas que respuestas, pero con el propósito de que futuras investigaciones se sigan sumergiendo en ese lado oscuro que, se dice, es la mujer.
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Desde los albores de su existencia, el ser humano ha sido constituido por lenguajes y culturas, que le han permitido hacer uso de la palabra para dar sentido a su presencia en el mundo. La literatura, escrita u oral, le ha servido para construir mitos, leyendas, historias, personajes, creando y re-creando situaciones y escenarios específicos. Las temáticas han girado usualmente en torno a los sentimientos y preocupaciones más universales del sujeto: el origen del planeta y del individuo, el amor, la vida, la muerte, el sexo... La problemática del presente ensayo tiene que ver con una variante de la sexualidad del sujeto: la homosexualidad. ¿Qué dice la literatura ecuatoriana al respecto? ¿Quiénes la abordan y cómo lo hacen? ¿Desde cuándo se habla de ella? ¿Cuál ha sido el entorno y los discursos creados a su alrededor? A pesar de los cambios surgidos en el planeta con relación a los nuevos paradigmas de la sexualidad, a partir de la mitad del siglo XX, Ecuador no ha sido el territorio más idóneo para referirse a un tema tan controversial. Sin embargo, un grupo de escritores sí lo hace. Y lo hace hablando justamente desde los léxicos que atraviesan a cada uno de sus personajes. A través de la ficción o partiendo de situaciones reales, de imágenes, de metáforas, inventan textos que muestran consciente o inconscientemente, veladamente o sin reparos, las particularidades de la homosexualidad. Lo que le atañe tanto al individuo como a la sociedad. Aunque el primer autor en narrativa que reparó sobre el tema fue Pablo Palacio, en 1927, no se ha registrado otro que lo volviera a hacer hasta la década de los años 80 del siglo XX. Por ello no es posible hablar todavía de una tradición que aborde esta realidad. Solo de autores como Ramiro Arias, Javier Ponce, Huilo Ruales, Raúl Vallejo, Raúl Serrano o Javier Vásconez, que decidieron mostrar a la luz el amor, el deseo y el erotismo de individuos homosexuales, acomodados al margen de la utópica ciudad ideal.
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Este trabajo es una lectura de la manera en que se construido al Otro indio en dos momentos de la literatura ecuatoriana, en dos textos narrativos. El primero es la Cumandá, escrita por Juan León Mera que representaría la obra inaugural de la narrativa ecuatoriana, no tanto por ser la primera, pero sí por se la más representativa; en ella se verá la manera en que el autor plantea su propio modelo de Estado a seguir. La segunda obra seleccionada es Huasipungo, esta obra es la más representativa del indigenismo de 1930, en su estudio se trata de establecer la manera en que la sociedad, luego de casi un siglo, se apropia del alter indio y en qué medida la novela es una 'defensa' de este sector de la sociedad. A partir de la compresión de la imagen que sobre el indígena está presente en las obra, podremos comprender lo que piensa la gran mayoría de la sociedad ecuatoriana, debido a la gran acogida que han tenido estas obras en el Ecuador. A partir de la construcción del indio se establecerá el ejercicio simultáneo de crear una imagen del otro para establecer la propia sea de los mestizos en el caso de Icaza o de los denominados 'blancos' en el caso de Mera. En cada capítulo se establecen temas que han permitido a lo largo de las obras la construcción del indio tales como: territorio, naturaleza, trabajo, relaciones interpersonales, relaciones familiares, comunales y relaciones con el exterior. Posteriormente se establecen las conclusiones pertinentes.
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Los escritores de la década del 50 no constituyen un grupo orgánico ni numeroso. Provienen de Cuenca, Loja y Guayaquil, y publicaron las obras que los relacionan entre 1945 y 1962, aproximadamente. Los nombres más representativos son: César Dávila Andrade, Alfonso Cuesta y Cuesta, Arturo Montesinos Malo, Mary Corylé, Pedro Jorge Vera, Rafael Díaz Ycaza, Eugenia Viteri, Walter Bellolio, Alsino Ramírez, y Alejandro Carrión. Propongo y sustento la inclusión de Ángel F. Rojas en este grupo: su búsqueda estética y su temática amplia dialogan de mejor manera con los narradores del 50 que con los del 30. No cultivan una estética común que los identifique, aunque todos parten de un realismo más abierto que el de los del 30, que da espacio al lirismo, a la exploración de subjetividades que se enfrentan a la re-configuración de los espacios sociales en Quito o Guayaquil (crecidas, excluyentes); o en plan de desentrañar el sentido de la modernidad que trastoca de manera radical sus ciudades pequeñas y sus pueblos (revelando sus contradicciones, sus promesas falsas, fragmentando las subjetividades de los individuos, incluida la del escritor). Se preguntaron, además, sobre el sentido y los alcances de los aprendizajes de la modernidad en la Gran Ciudad, y sobre la modificación del rol del escritor en ese contexto, en este país pequeño. En la búsqueda de formas de narrar estas nuevas realidades, cuatro de ellos aportaron con verdaderas poéticas, plenamente renovadas. Son las obras más representativas del período: las producciones cuentísticas de César Dávila Andrade, Ángel F. Rojas y Walter Bellolio, Arcilla indócil y las novelas El éxodo de Yangana, Los hijos, Segunda vida y El chulla Romero y Flores (esta última no abordada en el presente trabajo por exceder los límites de espacio requeridos).
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Este trabajo hace una reflexión acerca de El monte, obra de la autora cubana Lydia Cabrera, publicada en 1954. Se trata de un texto de gran importancia para el folklor y la tradición oral del pueblo cubano, muy en especial para la cultura afrocubana, pues la autora rescató, de los últimos descendientes de los negros de nación, el caudal de leyendas, tradiciones, creencias, magia y supersticiones que estos hombres y mujeres conservaban de la lejana África. Debido a la cuantiosa y diversa información que nos ofrece el libro, es que éste ha sido concebido como texto híbrido, polifónico y heterogéneo que, en correspondencia con sus múltiples facetas escriturarias, ofrece múltiples posibilidades de lecturas. Ante esta disyuntiva, hemos optado por escoger dos entre las numerosas lecturas, la literaria y la de la memoria. En cuanto a la literatura, el trabajo analiza el valor de la obra a partir de los contextos de elaboración y recepción. Lydia elabora el texto como narradora ficcionalizada, cuya voluntad es narrar, hacer grato lo que cuenta, interpretar, dar sentido a los testimonios que ha escuchado de sus informantes, y de la misma forma pueden ser recibidos éstos: tanto el lector familiarizado con los temas como el ajeno a ellos, leen el texto como una ficción que tiene su referente en fenómenos culturales. Por otra parte, al ahondar en la memoria de sus informantes, L. Cabrera se percata de la existencia de una serie de núcleos de resistencia, de ordenamientos secretos que reproducen creencias, tradiciones que datan de la época colonial y se mantienen hasta nuestros días; ellas son las casas- templos en el caso de la Regla de Ocha o Santería y la Regla Conga o de Palo Monte y la Sociedad Secreta Abakuá. Para anoticiarnos de estas instituciones, la escritora explora, en su propio beneficio, tres de las propiedades de la memoria, (variabilidad, selectividad y significación), que le dan sentido a lo escrito. Al finalizar su recorrido por este mundo mágico de los negros, la investigadora nos revela su vinculación espiritual con el objeto de su investigación y su viaje se nos presenta como una verdadera travesía transcultural.