194 resultados para Menéndez y Pelayo


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En 1959 alguien muy significativo del mundo de la cultura escribe esta carta en respuesta a un artículo salido en el periódico. Contesta diciendo que ha preferido convocar a los periodistas para hablar en contra de la Biblioteca Nacional y decir que en ella, no hay ni índices, ni catálogos. Pero, sepa usted como archivero que soy que sin índices, ni catálogos no se puede servir Biblioteca alguna, y al Nacional (antes Real) lleva dos siglos funcionando con provecho de todos y sin que los trabajadores serios se hayan quejado jamás. La Biblioteca tiene dos clases de índices y catálogos, impresos y manuscritos. Otro de los cargos que se dirigen a la Biblioteca es la falta de obras modernas. Las españolas deben entrar todos por le ministerio de la ley, y si algunas faltan, será por culpa de sus autores, o editores, aunque en este punto se nota mejora de año en año. De Barcelona, por ejemplo, donde la actividad intelectual es mayor que en Madrid y los editores comprenden sus intereses, recibimos todo lo que se publica. El presupuesto para adquisición de libros en esta biblioteca, se invierte casi íntegramente en obras extranjeras y, si alguna española se compra, es en concepto de rara y preciosa o de ser muy solicitada de los lectores. Del Estado de mesas, atriles, sillas, etcétera, nada digo. Creo que de todos estos enseres hay en las tres o cuatro salas destinadas a la lectura (salón grande, manuscritos, revistas, estampas) más de lo que exige el número de lectores que hoy concurren a la Biblioteca y probablemente el de los que concurrirán a pesar de todas las reformas que se hagan, incluso la de prescribir la lectura por Real Orden. Es absurdo ampliar las salas de lectura, si está vacío en sus dos terceras partes el gran salón del centro. El personal de vigilancia es escaso y los lectores necesitan estar más vigilados como ocurre en las bibliotecas que encierran tesoros inestimables como la nuestra y así, podrían evitarse deterioros y sustracciones. En los doce años que llevo en la casa nuca he dejado de proponer a los ministros de Fomento y de Instrucción Pública que se han sucedido, las reformas que juzgaba oportunas. Ninguno de ellos, ni conservador, ni liberal, me ha hecho caso. Gracias a las gestiones parlamentarias del Señor Osma, único protector real que ha tenido esta casa, tenemos calefacción y nunca he monopolizado la biblioteca en provecho propio. Sin duda los que eso dicen no me conocen porque ignoran que siempre he gustado de trabajar con libros propios y en ellos he empleado mis escasos recursos desde que tengo uso de razón y tengo una biblioteca de 40.000 volúmenes, en la cual encuentro el material necesario para mis estudios y sólo voy a la Nacional para leer manuscritos o libros raros, como cualquier otro erudito español y creo que era necesario decirle todo esto por carta. Atentamente, Marcelino Menéndez y Pelayo.

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Existen dos clases de escritores y de conversadores eruditos: los que poseen realmente erudición y los que aparentan tenerla. Hay en las letra erudición de primera y de segunda mano. Aquélla es útil; ésta, no, por lo menos cuando no se maneja con arte. Modelos de eruditos de primera mano son, entre otros, Sainte Beuve y Menéndez y Pelayo. Falsos eruditos hay y hubo muchos en todos los tiempos y países. Chateaubriand y Victor Hugo, pertenecen a este segundo grupo. No obstante, Victor Hugo fue escritor de primera magnitud, pero erudito de segunda mano. Los conocimientos científicos, literarios, artísticos, que cada uno guarda han de acudir a prestarnos fama de eruditos en momento oportuno y sin que se esperen. De lo contrario, los más despiertos enseguida se darán cuenta de que se les engaña con una erudición ficticia. Todo hombre, y sobretodo el escritor, necesita tener cultura, haber leído mucho y todos los conocimientos adquiridos ha de saber aplicarlos con sentido común, oportunamente, cuando venga al caso. Sólo así podrá llegar a ser un verdadero erudito.

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Por Decreto de 15 de junio de 1942 se crea el Instituo 'Nicolás Antonio' de Bibliografía, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y afecto al Patronato 'Menéndez y Pelayo', cuya misión era la investigación, organización e información bibliográfica en su doble aspecto histórico y presente y dedicaría particular atención a la bibliografía española e hispano-americana.

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Acompaña al texto un dibujo del busto de D. Ángel González Palencia

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Se analiza la importancia de los cursos de verano en las universidades españolas tras terminar el periodo lectivo del curso ordinario. Se describen en profundidad los cursos de verano que tenían lugar en las universidades de Santander, La Rábida, Jaca, Oviedo y Santiago de Compostela. La más importante venía a ser la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de Santander, que ofertaba cursos en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Entre el alumnado predominaban los estudiantes extranjeros de diversas nacionalidades. La Universidad de Verano de La Rábida, estaba organizada por el Patronato de la Universidad de Sevilla y era una universidad hispanoamericana de estudios americanistas. La Universidad de Zaragoza en Jaca, que poseía instalaciones especialmente destinadas a la difusión de los fundamentales postulados de la cultura española, dedicó en el año 1946 un curso de verano a conmemorar el segundo centenario del nacimiento de Goya. La Universidad de Oviedo, organizó el IV Curso de Verano que lo dedicó a Derecho, Ciencias, Letras, Arte y dos cursillos monográficos para celebrar el aniversario de Vitoria y Goya, con un ciclo de conciertos musicales. La Universidad de Santiago celebró su curso de verano para universitarios españoles y extranjeros con secciones dedicadas a la Filosofía, Letras, Derecho y Ciencias. Y finalmente, en la Universidad Central de Madrid se celebró un curso para extranjeros con la colaboración del C.S.I.C., en dónde los alumnos recibían clases de Lengua, Literatura y cultura española.

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Es continuación de la publicación: Boletín de la Comisión Española de la UNESCO

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España en el primer cuarto de siglo empieza a cambiar, anclada durante todo el siglo XIX en el Antiguo Régimen, en sus estructuras. Desde la Constitución de 1812 le fueron familiares las nuevas corrientes del pensamiento europeo. Pero la consolidación de un sistema político constitucional fue un proceso largo y costoso que ni siquiera se cumple con el reinado de Alfonso XIII, aunque en su reinado ocurrieron una serie de hechos que hicieron cada vez más difícil vivir al margen de Europa. Los intelectuales de primeros de siglo son deudores de Giner, se constituyen en un grupo crítico que sigue considerando la educación como el instrumento imprescindible para cambiar el país y no aceptan otro compromiso que denunciar los males que tiene el país. Críticas que se centran en la universidad porque piensan que en la reforma de esta institución y en el cumplimiento de sus fines pudiera estar la solución de muchos problemas detectados, y ciencia, política y opinión son los canales de acercamiento a lo que fue la institución universitaria en este periodo. Introduciendo el pensamiento, sin duda de Giner de los Ríos, Angel Ganivet, Joaquín Costa y Pérez Galdós son quizá los escritores que con sus ideas abren el camino a los genuinos representantes del 98: Unamuno, Baroja, Azorín, Machado y Maeztu. Más adelante la generación de 1914 todos universitarios recupera los deseos de acción retomando muchas de las ideas expresadas por los reformadores de fines del siglo XIX, sobre todo de Giner. Las contradicciones se hacen sentir y en una universidad de baja calidad aparecen, sin embargo, personalidades de gran calidad y prestigio: Ramón y Cajal, Menéndez y Pidal, Ortega y Gasset. Se habla de la universidad en la prensa y los escritos sobre esta institución empiezan a tener un carácter cotidiano. El uso de la legislación universitaria nos permite conocer el proceso seguido por el poder político al intentar resolver los problemas existentes en ella. La prensa y las opiniones vertidas en ella es el tercero de los indicadores. Pero ni siquiera los periódicos se preocupaban demasiado de los temas universitarios, pareciendo ajenos a los intereses cotidianos de la universidad. Como si esta institución no tuviera que ver con el vivir diario del país. Lo cual no deja de ser significativo. Cierto es que la prensa nacional solo nos ofrece un esbozo de la universidad, pero nos basta para entender que la imagen que se posee de ella no es demasiado satisfactoria. Es una universidad que parece no gustar y pretende cambiar. Finalmente, no hubo acuerdo entre los distintos grupos políticos y no pudieron llegar a darnos las líneas precisas de la universidad que querían.

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Por Decreto de fecha 15 de junio de 1942 se crea el Instituto Hist??rico de Marina, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Cient??ficas en el Patronato 'Marcelino Men??ndez y Pelayo' cuyos fines son la investigaci??n de la historia de las actividades y ciencias mar??timas.

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Resumen basado en el de la publicación

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Sólo un estudio escrupuloso y profundo podría dejar claro el conocimiento tan exhaustivo que tuvo Marcelino de Italia y de la cultura italiana. Investigador profundo e infatigable puede decirse que no existen puntos de la historia literaria de Italia que le fuesen desconocidos: Admirador de Dante, Petrarca, Boccaccio y de todos los novelistas italianos que le siguieron, da prueba segura de su conocimiento.

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Esbozo de la escasa y poco profunda crítica literaria presente en España hasta el siglo XIX, en la que destacan José Amador de los Ríos y Manuel Milá y Fontanals, hasta la irrupción de la genial obra de Menéndez Pelayo.

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Perfil de los principales críticos e historiadores de la literatura castellana a partir de la figura del genial Marcelino Menéndez Pelayo, desde sus discípulos como Menéndez Pidal, pasando por la generación del 98 y del 27.

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Resumen del paso de Marcelino Menéndez Pelayo por la política española, su faceta menos conocida, militando en el partido conservador, siguiendo los pasos de su gran amigo Pidal. Destaca un pasaje sobre una disputa en el Congreso entre Castelar y Menéndez Pelayo, después de la cual, Marcelino se dedicó a una labor política muchos más suave, sin intervenciones, a no ser que fueran estrictamente necesarias. Según el autor, en su actitud y su labor política conservadora, se ve un trasfondo liberal, que le impedía adaptarse bien al partido y a la vida política.

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Recensión sobre una serie de conferencias que dio D. Marcelino Menéndez Pelayo sobre Los grandes Polígrafos españoles, así como del concepto y sentido de la palabra polígrafo en el Ateneo de Madrid. Menéndez Pelayo expone en estas conferencias su saber sobre los escritores españoles más doctos de la historia, argumentando sus elecciones. Para el maestro, el máximo representante de la España romana es Séneca; de la España visigoda, San Isidoro; de la España árabe, Averroes; de la escuela judaico-española, Maimónides; de la España cristiana de los siglos XIII-XIV, Alfonso X el Sabio y Raimundo Lulio; del siglo XVI, Luis Vives, Arias Montano y Francisco Suárez; del siglo XVII, Quevedo, el Obispo Caramuel y Nicolás Antonio; del XVIII, el Padre Feijóo, Hervás y Pandura y don Gaspar Melchor. Concluye con la propuesta de llevar a cabo una recopilación y edición de la producción de Menéndez Pelayo dispersa en revistas y publicaciones.

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Relato de la formación de la biblioteca de Menéndez Pelayo en su casa de Santander, desde que era un chiquillo hasta su muerte, y su afán incansable de coleccionismo. Ya de pequeño empezó a almacenar sus libros en el aparador del comedor de su casa y a hacer sus índices bibliográficos sobre ellas; después trasladó su colección al cuarto de la plancha, hasta que el número empezó a exceder la capacidad de su casa, y su padre ordenó construir un edificio en el jardín para que los ubicase allí y pudiera estudiar a gusto. Pero incluso el edificio tuvo que ampliarse varias veces para poder albergar la gran cantidad de libros que fue adquiriendo con los años en todos los sitios que visitó. A su muerte, el inmueble contenía ya cincuenta mil volúmenes, y Menéndez Pelayo lo donó al Ayuntamiento de Santander. Artigas, Lomba y Pedro Sánchez han hecho estudios y catálogos sobre esta biblioteca, pero aún queda mucho por saber de las joyas y rarezas bibliográficas contenidas en esta particular Biblioteca.