2 resultados para PESTALOZZI, JUAN ENRIQUE

em Portal de Revistas Científicas Complutenses - Espanha


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Este artículo tiene como objetivo fundamental mostrar cómo el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC) fue, desde finales de los años cuarenta hasta mediados de los años sesenta, el creador de una escuela de maestros de la luz y cómo la enseñanza de estos nuevos métodos de iluminación traspasó las fronteras de las aulas y marcó el inicio del Nuevo Cine Español. Para ello se han revisado las principales fuentes bibliográficas de los que consideramos fueron los primeros maestros de fotografía que dio el IIEC: Juan Julio Baena, Luis Enrique Torán y Luis Cuadrado, y se ha realizado un aná­lisis fílmico de la primera obra audiovisual de cada uno en la que se instaura un ambiente de renovación, un cambio estético y el uso de unas técnicas fotográficas más realistas. Así mismo, hemos observado cómo la nueva docencia de la fotografía fue trasladada a otras personas que también llegaron a ser maestros y no estudiaron en el IIEC. Por tanto, se trata de una escuela generadora de maestros tanto dentro como fuera de sus aulas.

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Este artículo pretende demostrar en qué medida Paseo por una guerra antigua (1948-1949), la práctica de segundo curso del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC) en la que Juan Antonio Bardem rueda a un joven mutilado caminando por las ruinas de la Ciudad Universitaria de Madrid, constituye un intento pionero de desmontar los relatos oficiales de la Guerra Civil Española y rescatar la memoria de los vencidos. Filmar las ruinas del campus madrileño en aquellos años era un acto sub­versivo, puesto que el Régimen había emprendido su reconstrucción para borrar las huellas del Madrid republicano y de la Guerra Civil, resignificando por completo el recinto universitario. Por tanto, en Paseo por una guerra antigua, Bardem intenta reapropiarse de un espacio que en la época iba imponiéndose como uno de los “lugares de memoria” del franquismo. Esta película se vale de la función documental del cine para inmortalizar unas ruinas que simbolizan la República y la guerra, para preservarlas de la muerte simbólica que representa su reconstrucción. Mostrar esas ruinas en 1948-1949 equivale a “materializar” el pasado, a traerlo al presente de la posguerra, en un proceso que recuerda a los planteamientos sobre la Historia de Walter Benjamin, para proponer una visión alternativa de la contienda. Se trata de una visión teñida de una memoria íntima, ya que la película es un paseo no solo por las ruinas sino también por los recuerdos de este joven mutilado. En suma, Bardem propone una contramemoria de la Guerra Civil.