3 resultados para Isaac el Maestro

em Universidade Complutense de Madrid


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El propósito fundamental de esta investigación es desvelar el papel que juega la figura humana en su acción como caminante, dentro de la pintura de paisaje del autor y monje ch́an: Shitao. En este contexto, quisiera proponer también un análisis y estudio de dos de los cinco rollos verticales de pintura atribuidos a este autor y catalogados con los números 6087 y 6088, en los que aparece la figura del eremita integrada en el paisaje: rollos pertenecientes a la Colección Complutense de la Donación Prieto de la Facultad de Psicología. Para el estudio de dichas obras se parte de una primera datación y clasificación realizada por la Universidad Complutense. Por lo tanto el primer objetivo de la investigación es la observación de la representación pictórica de la figura del caminante en el paisaje y la relación que se establece entre ambos. Este objetivo servirá de punto de partida para desvelar si los rollos pertenecientes a Shitao, en los que se representa esta imagen plástica, pueden ser catalogados dentro de la pintura contemplativa y meditativa creada en el contexto del pensamiento filosófico taoísta y budista ch́an. Es en este sentido que tanto la relación de la figura pintada en su entorno natural, como la relación del artista con el paisaje que representa, se encuentran ambas dentro del mismo ámbito espiritual. En este entorno, la naturaleza es para el maestro ch́an una fuente de conocimiento y es en ella dónde nace el camino místico que conduce al encuentro con la Vacuidad: el iniciado ha de introducirse en ella y recorrer su vía espiritual simbolizada gráficamente en la pintura de paisaje por la imagen del camino...

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El docente de educación primaria en Perú, tiene muchas dificultades en su nivel de formación pedagógico y que se encuentra generalmente con problemas para evaluar y orientar a los alumnos para que mejoren su conocimiento. En la enseñanza – aprendizaje, el proceso didáctico es todo un sistema estructurado, está dividido en tres elementos fundamentales: Entradas o preparación, proceso o realización y salidas o resultados, este último que se refiere a la evaluación es una actividad importante del proceso educativo, es un proceso continuo y acumulativo, como todo proceso, la evaluación continua permite conocer datos sobre su funcionamiento y proponer los elementos de mejora o rectificación necesaria. En la práctica docente se suele confundir la medición y la evaluación, la medición que se realiza con pruebas estandarizadas y la evaluación que es un proceso integral que necesita de técnicas e instrumentos ajustados a cada situación que se va a evaluar. La función primordial del docente es educar, desarrollar en los alumnos su propio conocimiento y para orientar este proceso educativo el maestro tiene que evaluar desde el inicio, en el proceso y al final, es por eso que la evaluación debe ser continua formativa e integral. La formación de los maestros y los conocimientos necesarios de su capacidad evaluativa de docente con una evaluación continua formativa la que engloba todo el proceso de aprendizaje, tiene como misión recoger información fidedigna sobre el proceso educativo para ayudar a mejorar. En relación con lo anterior, considero la formación de los maestros como un pilar básico para el uso de la evaluación continua en el aprendizaje de los alumnos. Los maestros no sólo deben saber qué es la evaluación continua sino que, además, deben tener conocimientos básicos de técnicas e instrumentos ajustados a cada situación que se va a evaluar. Es necesario que el alumno entienda el porqué de su evaluación y para qué son necesarias. Si se les impone la evaluación sin más explicaciones, se mecanizará el aprendizaje negativamente...

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Hay figuras que se escapan de sus contemporáneos como el agua entre los dedos. Autores difícilmente clasificables, cuya magnitud es apenas intuida hasta pasados muchos años del nacimiento de su obra. Hay autores que trabajan para siempre. Es el caso de artistas como Federico García Lorca, Antonio Gaudí, Franz Kafka, Víctor Erice, Andrei Tarkowski o tantos otros. Autores que avanzan en la oscuridad. Autores que caminan sin red por la cuerda floja, sin conocer hacia dónde van. Autores que exploran nuevos territorios en nombre de la humanidad. Autores que rozan lo inefable, que nos asoman al abismo insondable. Y a esta clase pertenece también el cineasta granadino José Val del Omar. Y se dice cineasta porque ni él mismo logró encontrar una palabra que definiera lo que hacía. Cinemista, cinegrafía, mecamística… son términos que necesitó forjar porque en la oscuridad los objetos se vuelven ininteligibles, pero necesitamos poner nombre a las cosas para que existan. Val del Omar está mucho más cerca de Rimbaud que de Willy Wilder a pesar de que las categorías convencionales digan lo contrario. La naturaleza de su obra se resiste por definición a cualquier análisis o método de razonamiento lógicodeductivo, y sin embargo sentimos la necesidad de abordarlo en el intento de adentrarnos un poco más en esas imágenes oníricas que sin saber porqué nos fascinan misteriosamente como mariposas atraídas por la luz, que diría el propio protagonista de este trabajo. Val del Omar dedicó su vida a producir apenas 61 minutos de celuloide, de los cuales 21 son objeto de este estudio, y sin embargo escribió literalmente miles de páginas sobre ello. Para escribir durante toda una vida basta observar lo que sucede en un vaso de agua, decía Valéry, y José Val del Omar descubrió, y nos descubrió a nosotros que el misterio se encierra en las cosas pequeñas, o como diría el maestro, “en los pliegues de lo chiquito”. Quien se dedica a profundizar en su entorno sabe bien que ése vislumbre se produce en contadas ocasiones y es sólo el premio de muchas horas, días, meses incluso años de trabajo. El genio de Granada filmó una y otra vez las pequeñas cosas de su entorno hasta prácticamente el día de su muerte, buscando desvelar este misterio de las cosas. José Val del Omar ha sido comparado en numerosas ocasiones con San Juan de la Cruz y Santa Teresa, ha sido definido como un inventor adelantado a su tiempo, ha sido calificado de visionario, de ingeniero, de artista, poeta…, y lo cierto es que todos y ninguno tienen razón, pues Val del Omar se transformó en su propia obra hasta el punto de confundirse con ella. Su figura resulta pues tan impenetrable como sus propias cintas y tan enigmática y fascinante como ellas...