4 resultados para Escritores aragoneses-S.XVII-XVIII-Biobibliografías

em Universidade Complutense de Madrid


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Los inicios de la controversia debemos buscarlos en los albores del siglo XII entre la discusión iniciada por los Santos Padres, San Anselmo de Canterbury y sus discípulos que defienden la Concepción Inmaculada de la Virgen, frente al cisterciense San Bernardo y sus seguidores quienes comparten la opinión contraria en obediencia a los postulados agustinianos del pecado original. Con el siglo XIII aparecen las grandes órdenes religiosas de franciscanos y dominicos que van alimentar la controversia en torno a dos grandes escuelas: la Tomista, seguidores de Santo Tomás, donde se alinearan los dominicos; y la escotista, seguidores de Duns Escoto, quien se convertirá en el primero en realizar una defensa científica de la controversia mariana en la Sorbona, e inaugurará de forma oficial la controversia, manteniéndose en siglos posteriores, siendo la referencia de los franciscanos. Otros hitos cronológicos podemos encontrarlos en el concilio de Basilea (s. XV) primero, y en el de Trento (s. XVI) después; donde los franciscanos van a mostrar ya una fuerte preocupación por defender la opinión piadosa,convirtiéndoles en uno de los pilares de la defensa a los largo de toda la Edad Moderna, sumándose más tarde a ella la Orden de San Ignacio.

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El objetivo de esta tesis es el de examinar la posible huella que el desarrollo científico de la Ilustración tuvo en la pintura madrileña de la segunda mitad del siglo XVIII. Se busca ver, por lo tanto, hasta qué punto el impacto causado por la evolución de determinados elementos de la Ciencia repercutió en la Historia del Arte, no a nivel técnico, sino como elemento compositivo. No se pretende investigar sobre aquellas obras en las que estos elementos puedan aparecer de una manera circustancial, sino aquellas pinturas en las que éstas figuren con una intencionalidad científica clara. Además, se habrá de tener en cuenta la no elección del dibujo y la acuarela como parte de la investigación de la tesis, puesto que la visibilidad de este tipo de obras estaba más vinculada al desarrollo y difusión de la Ciencia y solía limitarse a tratados o como método de captación de diferentes hechos. Partiendo de las obras encontradas en colecciones madrileñas, anteriores al periodo de estudio definido, se establece una investigación sobre la diferente interpretación que se llevaba a cabo de los avances científicos en los diferentes periodos históricos. También, se evalúa la visibilidad de estas obras, del XVI y XVII, por parte de los pintores de la segunda mitad del XVIII de cara a la influencia que pudieran haber tenido en el desarrollo de las obras posteriores. En una segunda parte se estudia el impacto directo de los nuevos descubrimientos e ideas sobre la Ciencia en la creación de pinturas con una intencionalidad científica. El desarrollo científico en el Madrid de la época, potenciado por el reinado de Carlos III (quien buscó la creación de instituciones canalizadoras de los nuevos avances e investigaciones) supondría un impacto, más o menos directo en la sociedad del momento. Las aportaciones americanas al campo de la Historia Natural, el desarrollo de la Química y la Física, el estudio de fenómenos geológicos acaecidos en este periodo, así como la repercusión de otros avances en la vida diaria, quedaban reflejados, con mayor o menor fidelidad científica, en las composiciones pictóricas del Madrid Ilustrado. Igualmente, la nueva difusión de la Ciencia, utilizada como entretenimiento por las clases sociales más altas, llevaría la plasmación de determinados elementos más técnicos en ambientes más relajados...

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A lo largo del siglo XVIII Cádiz fue configurándose como una ciudad de características únicas en la España de la época. Su privilegiada situación geográfica en las rutas marítimas comerciales y el traslado de la Casa de Contratación desde Sevilla (1717), vinieron a hacer de esta ciudad el centro comercial más importante entre Europa y el Nuevo Mundo. Este esplendor se dejó sentir en casi todos los aspectos sociales de la misma. A medida que avanzaba el siglo, fue emergiendo una nueva clase social: la burguesía que adquiriría un peso específico en la vida cultural de la ciudad. Otro importante colectivo dinamizador fue la población extranjera que se asentó en la ciudad atraída por su intensa vida comercial. La confluencia de tantas nacionalidades en el recinto de la ciudad, dotó a Cádiz de un carácter abierto, liberal y acogedor y de un ambiente próspero y tolerante que propició la proliferación de lugares destinados a la diversión y el ocio. Durante algunos años del siglo XVIII Cádiz contó con tres teatros que funcionaron de manera simultánea: la Casa de Comedias (creada en el siglo XVII), el Coliseo de Ópera (1761-1779) y el Teatro Francés (1769-1779). Las características de la sociedad gaditana unidas a la amplia infraestructura teatral de la ciudad convirtieron a Cádiz en un centro de gran predisposición para albergar uno de los espectáculos que mayor importancia estaba adquiriendo en aquellos años: la ópera. Durante los años de vida del Coliseo de Ópera llegaron a Cádiz un gran número de compañías italianas portando el repertorio más en boga del momento, pudiendo disfrutar así los gaditanos de las tendencias musicales imperantes en el resto de Europa. Con la clausura de este teatro y el regreso de las compañías italianas a su país, la actividad operística en España entró en crisis; no sería hasta el año 1787 que comenzaría el movimiento de restauración de la ópera, en el que Cádiz participaría de manera muy activa. Los primeros años del siglo XIX (1802-1808), se caracterizaron por la incorporación de repertorios de autores franceses (Dalayrac, Boieldieu, Della-Maria, Isouard), y por el intento de creación de un modelo de ópera propiamente español. En estos años Cádiz se mantuvo como ciudad de referencia del mundo operístico; la presencia de Manuel García y Esteban Cristiani fue decisiva para que en la ciudad se conocieran las primeras obras de estos emblemáticos compositores...

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La coyuntura vivida por la población rural en Castilla la Nueva durante la Edad Moderna no ha gozado de una producción historiográfica abundante. Las investigaciones sobre devenir del mundo agrario en este territorio tan vasto e importante del centro peninsular vivieron su apogeo hace varias décadas. No obstante, las contribuciones de los últimos años, relacionadas con la reconstrucción de magnitudes económicas y demográficas en varias zonas de la región, están resultando muy sugestivas. Toledo fue una de las ciudades castellanas más pobladas e importantes a comienzos de la Edad Moderna, y su catedral era la sede de una de las más poderosas archidiócesis de los reinos hispánicos. La citada urbe, como el resto de Castilla, conoció una fase expansiva en el siglo XVI y sufrió una depresión en el siglo XVII. La bibliografía general sobre la Ciudad Imperial y su territorio circundante en esta época es muy extensa, pero relativamente escasa en cuanto a estudios socioeconómicos de larga duración. El principal cometido de esta investigación es reconstruir y analizar la evolución de tres magnitudes coyunturales muy significativas en el Toledo moderno: la población, el coste de la vida y la renta de la tierra. La explotación de las fuentes eclesiásticas y civiles toledanas permite establecer varios objetivos concretos: 1) estudiar el movimiento de la población en la provincia toledana entre los siglos XVI y XIX a través de censos y registros bautismales; 2) construir un índice de precios para la ciudad de Toledo entre 1521 y 1650, que servirá como indicador de la evolución del nivel de vida de los toledanos y como deflactor de las magnitudes expresadas en términos corrientes; y 3) examinar los contratos agrarios y la trayectoria de la renta de la tierra entre 1521 y 1650, a partir de una muestra representativa de posesiones rurales de la catedral toledana. El balance demográfico en la provincia de Toledo fue especialmente pobre entre finales del siglo XVI y mediados del siglo XIX. La tendencia fue positiva en el Quinientos, pero la recuperación posterior al declive del Seiscientos fue exasperante; hasta la segunda mitad del siglo XVIII no se sobrepasarían los niveles máximos de finales del siglo XVI. Torrijos-­‐‑La Sagra-­‐‑ Toledo y La Mancha, comarcas entonces densamente pobladas y con buena dotación de recursos agrarios, participaron más en la fase depresiva. Por su parte, Talavera y La Jara-­‐‑Montes, tuvieron un papel más destacado en la recuperación posterior...