2 resultados para Incansable corresponsal
em Universidad Politécnica de Madrid
Resumo:
Es conocido el papel que desempeñó la revista Arquitectura en la difusión en España de las diferentes manifestaciones de la arquitectura moderna. Sus páginas recogen obras de los más conocidos arquitectos: Breuer, Brinkman, Van der Vlugt, De Klerk, Dudok, Gropius, Le Corbusier, Mendelsohn, Meyer, Mies van der Rohe, Oud, Poelzig, Rietveld, Scharoun, Stam, Taut, Tessenow, Van Doesburg, Van Eesteren? Algunas de estas obras hoy son cánones reconocidos por la historiografía, pero casi desconocidas para la mayoría de los arquitectos españoles hasta que Arquitectura no las publicara. En esa labor informativa es justo reconocer la figura de Mercadal, totalmente imbuido por la novedosa plasticidad de las imágenes de Le Corbusier, Gropius, Mies, De Stijl..., que difundía en Arquitectura. La búsqueda de una imagen de múltiples rostros: Art Déco, Mendelsohn, Wright, Cubismo, Le Corbusier, De Stijl, Bauhaus..., fue una constante para él y para muchos arquitectos españoles de los años veinte y treinta, que acabó en moda lo mismo que para sus mayores los estilos precedentes. Del historicismo barroco, plateresco o mudéjar, se pasó al sincretismo moderno con esos idiomas a su disposición. El racionalismo, sinónimo de la vanguardia, que nació con vocación antiestilística, terminó por ser un estilo internacional. De esta forma, los arquetipos de la arquitectura moderna en muchos casos se trivializaron, convirtiéndose en meras recetas. Hacer un elenco de esos arquetipos y analizar como los aplicaron los arquitectos españoles ?casi siempre superficialmente y sin el menor análisis conceptual? es el objetivo que pretendemos. Las imágenes más impactantes desde el punto de vista plástico, formaron como un catálogo para los arquitectos que querían estar a la moda y hacer lo que se estilaba: terrazas planas, pilotes, ventanas corridas, imágenes de arquitectura naval, etc.; pero también para los estudiantes de arquitectura siempre ávidos de novedades y prestos al consumo de nuevas imágenes. Fueron pocas las excepciones entre los arquitectos con oficio que supieron adaptar esas influencias a una arquitectura de calidad. En este escenario Mercadal representa la búsqueda incansable de una imagen moderna; Gutiérrez Soto, la práctica permeable a todas las influencias; el Capitol de Feduchi y Eced, la mejor interpretación del expresionismo mendelsohniano; Fernández-Shaw, la vanguardista vital; Aizpurúa, la esperanza trágicamente frustrada; y el GATEPAC, lo más ?corbusierano?.
Resumo:
La Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Madrid es un centro de la Universidad Politécnica de Madrid que, por su antigüedad, ha conservado un valioso patrimonio científico y cultural, que hoy se agrupa en el Museo Histórico Minero Don Felipe de Borbón y Grecia, perteneciente a dicha Escuela. Aunque tal vez poco conocidos del público, son especialmente ricos los conjuntos de minerales, fósiles, libros antiguos, conchas, instrumentos ópticos, eléctricos, mecánicos, químicos, de medida y control, etc. Todos estos elementos se usaron durante los últimos doscientos años en la enseñanza de la ingeniería a las sucesivas promociones de estudiantes que, desde 1777, llenan nuestras aulas. Se han perdido muchos, porque el tiempo y la falta de sensibilidad por lo antiguo han hecho bastante daño, pero aún puede decirse que la colección es una de las mejores de España y merece conocimiento, respeto y cuidado. Dentro de esta valiosa colección merece destacarse el conjunto de instrumentos topográficos. Se fueron acumulando éstos por los sucesivos profesores para las clases y la investigación. Mi memoria alcanza hasta los años 70 del pasado siglo, en los que el profesor de Topografía y Astronomía, D. Pedro Arsuaga Dabán, mostraba con orgullo su magnífica colección de teodolitos, niveles, brújulas, astrolabios y miras. Posteriormente, el catedrático de la asignatura, D. Ángel Valverde, llevó a cabo una excelente labor de conservación, durante muchos años, de todo aquel instrumental. Gracias a él, y a los profesores que le sucedieron, hemos “reencontrado” hace algún tiempo el conjunto de instrumentos que hoy se presenta en este libro. También ha tenido la Escuela la fortuna de contar con un profesor, D. Emilio de la Heras, que une a su profundo conocimiento de la Topografía y de su historia un notable afán divulgador, una forma de expresión clara y asequible y la infinita paciencia que hace falta para analizar uno a uno todos los instrumentos, reparar algunos, buscar en todos los datos esenciales de su fecha de fabricación, procedencia y uso, leer las actas y documentos antiguos de la Escuela para averiguar las fechas de adquisición y, en suma, recopilar la infinitud de datos que hacen este libro posible. El libro es mucho más que un mero catálogo. Es también una interesante historia de la Topografía, fácil de entender y enormemente ilustrativa, y una historia de la enseñanza de esta asignatura en la Escuela. Desde sus inicios, la medición de distancias y ángulos se mostró esencial en las labores mineras, agravada por la dificultad de que muchas de estas labores eran y son subterráneas. Ello dio lugar a que el ingenio minero crease instrumentos específicos, que Emilio de las Heras tan bien explica, y a que la Topografía fuese siempre asignatura esencial en la formación de los ingenieros de minas. Con la publicación de este libro, la Escuela pretende seguir la iniciativa, que ya tiene muchos años, de dar a conocer, por partes, su patrimonio histórico, cultural y científico. También establecer un catálogo, tan completo como sea posible, de los instrumentos antiguos o curiosos que constituyen dicho patrimonio. Por último, llevar al conocimiento del público en general algunos aspectos de la enseñanza de la minería, hoy poco conocida y valorada, aunque sea la base del suministro de las materias primas que todos necesitamos y empleamos diariamente. Agradecemos sinceramente al profesor Emilio de las Heras su esforzada y desinteresada labor, su incansable paciencia, su erudición profunda, puestas todas al servicio de la Escuela. Auguramos para el libro, que es ameno y muy documentado, un gran éxito entre todas las personas curiosas, con una mínima sensibilidad humanística, o simplemente interesadas por el desarrollo científico. Nos felicitamos, por fin, de que la Escuela cuente, en soporte de papel, un nuevo catálogo de los bienes que forman su patrimonio. La publicación de libros como éste es, sin duda, un elemento que contribuye a la conservación de dicho patrimonio.