8 resultados para 1856-1925.

em Universidad Politécnica de Madrid


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Es conocido el papel que desempeñó la revista Arquitectura en la difusión en España de las diferentes manifestaciones de la arquitectura moderna. Sus páginas recogen obras de los más conocidos arquitectos: Breuer, Brinkman, Van der Vlugt, De Klerk, Dudok, Gropius, Le Corbusier, Mendelsohn, Meyer, Mies van der Rohe, Oud, Poelzig, Rietveld, Scharoun, Stam, Taut, Tessenow, Van Doesburg, Van Eesteren? Algunas de estas obras hoy son cánones reconocidos por la historiografía, pero casi desconocidas para la mayoría de los arquitectos españoles hasta que Arquitectura no las publicara. En esa labor informativa es justo reconocer la figura de Mercadal, totalmente imbuido por la novedosa plasticidad de las imágenes de Le Corbusier, Gropius, Mies, De Stijl..., que difundía en Arquitectura. La búsqueda de una imagen de múltiples rostros: Art Déco, Mendelsohn, Wright, Cubismo, Le Corbusier, De Stijl, Bauhaus..., fue una constante para él y para muchos arquitectos españoles de los años veinte y treinta, que acabó en moda lo mismo que para sus mayores los estilos precedentes. Del historicismo barroco, plateresco o mudéjar, se pasó al sincretismo moderno con esos idiomas a su disposición. El racionalismo, sinónimo de la vanguardia, que nació con vocación antiestilística, terminó por ser un estilo internacional. De esta forma, los arquetipos de la arquitectura moderna en muchos casos se trivializaron, convirtiéndose en meras recetas. Hacer un elenco de esos arquetipos y analizar como los aplicaron los arquitectos españoles ?casi siempre superficialmente y sin el menor análisis conceptual? es el objetivo que pretendemos. Las imágenes más impactantes desde el punto de vista plástico, formaron como un catálogo para los arquitectos que querían estar a la moda y hacer lo que se estilaba: terrazas planas, pilotes, ventanas corridas, imágenes de arquitectura naval, etc.; pero también para los estudiantes de arquitectura siempre ávidos de novedades y prestos al consumo de nuevas imágenes. Fueron pocas las excepciones entre los arquitectos con oficio que supieron adaptar esas influencias a una arquitectura de calidad. En este escenario Mercadal representa la búsqueda incansable de una imagen moderna; Gutiérrez Soto, la práctica permeable a todas las influencias; el Capitol de Feduchi y Eced, la mejor interpretación del expresionismo mendelsohniano; Fernández-Shaw, la vanguardista vital; Aizpurúa, la esperanza trágicamente frustrada; y el GATEPAC, lo más ?corbusierano?.

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Proceedings of the 12th DOCOMOMO International Conference

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Diario de las Obras en la Alhambra: 1925-1926

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Diario de Obras y reparos en el Generalife: 1925-1936

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Leyendo distintos artículos en la Revista de Obras Públicas (Jiménez Salas, 1945) uno recuerda a las grandes figuras como Coulomb (1773), Poncelet (1840), Rankine (1856), Culmann (1866), Mohr (1871), Boussinesq (1876) y otros muchos, que construyeron la base de un conocimiento que poco a poco irían facilitando la complicada tarea que suponía la construcción. Pero sus avances eran aproximaciones que presentaban notables diferencias frente al comportamiento de la naturaleza. Esas discrepancias con la naturaleza llegó un momento que se hicieron demasiado patentes. Importantes asientos en la construcción de los modernos edificios, rotura de presas de materiales sueltos y grandes corrimientos de tierras, por ejemplo durante la construcción del canal de Panamá, llevaron a la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles (ASCE) a crear un comité que analizase las prácticas de la construcción de la época. Hechos similares se producían en Europa, por ejemplo en desmontes para ferrocarriles, que en el caso de Suecia supusieron unas cuantiosas perdidas materiales y humanas. El ingeniero austriaco-americano Karl Terzaghi (1883) había podido comprobar, en su práctica profesional, la carencia de conocimientos para afrontar muchos de los retos que la naturaleza ofrecía. Inicialmente buscó la respuesta en la geología pero encontró que ésta carecía de la definición necesaria para la práctica de la ingeniería, por lo que se lanzó a una denodada tarea investigadora basada en el método experimental. Comenzó en 1917 con escasos medios, pero pronto llegó a desarrollar algunos ensayos que le permitieron establecer los primeros conceptos de una nueva ciencia, la Mecánica de Suelos. Ciencia que ve la luz en 1925 con la publicación de su libro Erdbaumechanik auf bodenphysikalischer Grundlage. Rápidamente otras figuras empezaron a hacer sus contribuciones científicas y de divulgación, como es el caso del ingeniero austriaco-americano Arthur Casagrande (1902), cuya iniciativa de organizar el primer Congreso Internacional de Mecánica de Suelos e Ingeniería de Cimentaciones proporcionó el altavoz que necesitaba esa nueva ciencia para su difusión. Al mismo tiempo, más figuras internacionales se fueron uniendo a este período de grandes avances e innovadores puntos de vista. Figuras como Alec Skempton (1914) en el Reino Unido, Ralph Peck (1912) en los Estados Unidos o Laurits Bjerrum (1918) en Noruega sobresalieron entre los grandes de la época. Esta tesis investiga las vidas de estos geotécnicos, artífices de múltiples avances científicos de la nueva ciencia denominada Mecánica de Suelos. Todas estas grandes figuras de la geotecnia fueron presidentes, en distintos periodos, de la Sociedad Internacional de Mecánica de Suelos e Ingeniería de Cimentaciones. Se deja constancia de ello en las biografías que han sido elaboradas a partir de fuentes de variada procedencia y de los datos cruzados encontrados sobre estos extraordinarios geotécnicos. Así, las biografías de Terzaghi, Casagrande, Skempton, Peck y Bjerrum contribuyen no solo a su conocimiento individual sino que constituyen conjuntamente un punto de vista privilegiado para la comprensión de los acontecimientos vividos por la Mecánica de Suelos en el segundo tercio del siglo XX, extendiéndose en algunos casos hasta los albores del siglo XXI. Las aportaciones científicas de estos geotécnicos encuentran también su lugar en la parte técnica de esta tesis, en la que sus contribuciones individuales iniciales que configuran los distintos capítulos conservan sus puntos de vista originales, lo que permite tener una visión de los principios de la Mecánica de Suelos desde su mismo origen. On reading several articles in the journal, Revista de Obras Públicas (Jiménez Salas, 1945), one recalls such leading figures as Coulomb (1773), Poncelet (1840), Rankine (1856), Culmann (1866), Mohr (1871) and Boussinesq (1876) among many others, who created the basis of scientific knowledge that would make the complicated task of construction progressively easier. However, their advances were approximations which suffered considerable discrepancies when faced with the behaviour of the forces of nature. There came a time when such discrepancies became all too evident. Substantial soil settlements when constructing modern buildings, embankment dam failures and grave landslides, during the construction of the Panama Canal for example, led the American Society of Civil Engineers (ASCE) to form a committee in order to analyse construction practices of the time. Similar incidents had taken place in Europe, for example with railway slides, which in the case of Sweden, had resulted in heavy losses in both materials and human lives. During the practice of his career, the Austrian-American engineer Karl Terzaghi (1883) had encountered the many challenges posed by the forces of nature and the lack of knowledge at his disposal with which to overcome them. Terzaghi first sought a solution in geology only to discover that this lacked the necessary accuracy for the practice of engineering. He therefore threw himself into tireless research based on the experimental method. He began in 1917 on limited means but soon managed to develop several tests, which would allow him to establish the basic fundamentals of a new science; Soil Mechanics, a science which first saw the light of day on the publication of Terzaghi’s book, Erdbaumechanik auf bodenphysikalischer Grundlage. Other figures were quick to make their own scientific contributions. Such was the case of Austrian-American engineer, Arthur Casagrande (1902), whose initiative to organize the first International Congress of Soil Mechanics and Foundation Engineering provided the springboard that this science needed. At the same time, other international figures were becoming involved in this period of great advances and innovative concepts. Figures including the likes of Alec Skempton (1914) in the United Kingdom, Ralph Peck (1912) in the United States, and Laurits Bjerrum (1918) in Norway stood out amongst the greatest of their time. This thesis investigates the lives of these geotechnical engineers to whom we are indebted for a great many scientific advances in this new science known as Soil Mechanics. Moreover, each of these eminent figures held the presidency of the International Society of Soil Mechanics and Foundation Engineering, record of which can be found in their biographies, drawn from diverse sources, and by crosschecking and referencing all the available information on these extraordinary geotechnical engineers. Thus, the biographies of Terzaghi, Casagrande, Skempton, Peck and Bjerrum not only serve to provide knowledge on the individual, but moreover, as a collective, they present us with an exceptional insight into the important developments which took place in Soil Mechanics in the second third of the 20th century, and indeed, in some cases, up to the dawn of the 21st. The scientific contributions of these geotechnical engineers also find their place in the technical part of this thesis in which the initial individual contributions which make up several chapters retain their original approaches allowing us a view of the principles of Soil Mechanics from its very beginnings.

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El proyecto moderno constituye el punto de referencia más importante de la arquitectura de la primera mitad del siglo XX. Su contundente propuesta expresiva, afianzada conceptualmente en el fenómeno de la industrialización, se tradujo en un poderoso programa de trabajo, fuertemente ideologizado, que abarcaba todas las dimensiones del diseño. Si, desde el punto de vista expresivo, en las dos primeras décadas del siglo XX las vanguardias artísticas generaron un panorama estimulante, amplio y diverso, hacia 1920, la historiografía general identifica la confluencia de todas las vertientes hacia una de ellas, que es señalada como aquella que mejor resume y trasmite conceptual y expresivamente todo el proceso de cambios. La simplicidad y arbitrariedad del mensaje, el rechazo explícito de lo que había sucedido anteriormente y de cualquier opción alternativa hacen de este cuerpo de ideas y formas una suerte de dogma, que merece la denominación de modernidad “ortodoxa”. A partir de los acuerdos formulados en los primeros Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna quedó prácticamente establecido que las actuaciones debían seguir las normas de ese dogma como si se trata de un ritual que pautaba el quehacer de los técnicos. La lógica restrictiva del discurso y el vocabulario acotado que lo representaba resultaron instrumentos muy convincentes y fáciles de asimilar por parte de profesionales e intelectuales, pero difíciles de trasmitir al público en general, de tal manera que no fue sencillo poner en práctica el credo moderno en su versión “pura”. Fue entonces inevitable que aparecieran versiones alternativas, en las cuales algunos aspectos de esa modernidad ascética conviven con otros que habían sido expresamente rechazados, conformando procesos de combinación e integración de recursos expresivos de diversas fuentes dando lugar a procesos de contaminación que dan lugar a esas modernidades “híbridas” que constituyen el fundamento del presente trabajo de tesis y que fueron expresamente ignoradas e incluso rechazadas por la historiografía de la primera mitad del siglo XX. Por un lado, se va a demostrar que las formas modernas en sus formalizaciones híbridas e impuras tuvieron una amplia penetración en los diferentes estratos sociales uruguayos. De la mano de una clientela, que se siente imbuida del espíritu moderno y que está integrada tanto por agentes privados como por instituciones públicas, las formas modernas híbridas se difunden masivamente de la mano de arquitectos, constructores e idóneos y esa difusión no se restringió al enclave montevideano como podría deducirse de la historiografía moderna uruguaya, sino que su penetración alcanza prácticamente por todo el país. El trabajo supone el desarrollo de una labor arqueológica, con la diferencia que el material está absolutamente a la vista, pero no se lo había querido ver. Se trata de una labor de reivindicación y de reafirmación de esas arquitecturas que, a pesar del desdén profesional, forman parte del paisaje cotidiano y definen el carácter de las ciudades. Una intensa labor fotográfica, así como de investigación de archivos ha permitido desentrañar la cantidad y el buen nivel de esas arquitecturas uruguayas, al tiempo que también se relevan las impurezas de algunos de los ejemplos más destacados de la historia oficial de la modernidad uruguaya. El análisis monográfico de un edificio montevideano como el Palacio Díaz, diseñado por un estudio de segunda categoría que ha ocupado un lugar lateral en las historias oficiales y de un edificio absolutamente desconocido como el Club Uruguay de Rivera no hacen más que reafirmar la puesta en valor de esas arquitecturas anónimas que, para la mayoría de los ciudadanos, conforman la verdadera modernidad.

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Estudio preliminar de la edición facsímil del libro L'architettura greca, de Luigi Canina, de 1834. Serie: Fondo antiguo de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid ; 5