2 resultados para existenzminimum


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Desde hace más de cien años, las reflexiones sobre la vivienda y sobre la arquitectura institucional y pública vienen desarrollándose de forma independiente en lo que respecta a métodos indagatorios, planteamientos teóricos, análisis críticos o sistemas clasificatorios. Hablar hoy de vivienda requiere términos específicos de carácter racional, objetivo, funcional o económico en respuesta a los que hasta hace poco avalaron los recientes dispendios formales y estructurales. El objetivo de la presente propuesta es localizar y analizar algunas de las palabras que empiezan a describir los actuales problemas de vivienda para construir con ellas los fundamentos teóricos que cabe deducir de los propios proyectos y de las ideas que sus arquitectos explicitan y sus críticos aportan, tratando de reconocer procedimientos de renovación proyectual, iniciativas experimentales y recientes concepciones residenciales. Términos como vivienda base, dispersión doméstica, atomización, flexibilidad, neutralidad, post-espacio público, reversibilidad, vivienda-ciudad o hibridación están consolidando nociones asociadas a nuevas formas de habitar que hacen inservibles muchas fórmulas convencionales. Extraer algunas de estas ideas estudiando ciertos conjuntos residenciales puede contribuir a hacer comprensible el panorama de la arquitectura doméstica actual, aportando una teoría propia, distinta a las tan consistentes de la primera mitad del siglo XX, pero reveladora tanto de continuidades con ellas como de novedades o cambios sustanciales de sus significados originales (este es el caso de la flexibilidad) o de completas desapariciones, como la otrora esencial búsqueda del Existenzminimum, hoy sustituida por las esperanzadoras nociones de espacio-extra o más por menos. Nuestro esfuerzo como equipo de investigación está orientado a contribuir con un glosario y, por tanto, un ideario, que ayude a construir la necesaria teoría de la vivienda del nuevo siglo.

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En 1930 Walter Gropius presentaba una ponencia al congreso CIAM de Bruselas titulada “¿Construcción baja, media o alta?”, decantándose por la arquitectura en altura dadas las posibilidades técnicas y las necesidades sociales. En 1963, el arquitecto catalán Juan Guardiola Gaya (1927-2005), afincado en Alicante desde 1959, proyecta dos de los primeros rascacielos residenciales de España, entendiendo por tales los edificios verticales que, requiriendo de ascensores para su uso (h> 25m, 1935, Bergpolder, Rotterdam), mantienen una proporción entre su altura y sus medidas en planta de, al menos, 2: 1, una torre. Lógico: más alto que ancho, lo contrario sería el edificio laminar. En esta comunicación se desmenuza en detalle el proyecto y la obra del rascacielos Coblanca-1 (1963-65), que roza los 100 metros de cota y que se convertiría en el primer experimento del laboratorio de arquitectura y urbanismo moderno de Benidorm. Sus referencias son múltiples: en el planteamiento distributivo: las viviendas de Gropius, en el volumen: la nitidez de la Lever House de SOM (plataforma comercial y prisma residencial), en la estructura en retícula: el orden de Mies (con una relación de esbeltez de 1:4)… La vigencia de este legado está presente por 1º) la contemporaneidad por su método de proyecto (zonificación por bandas de servicios paralelas), 2º) su riguroso orden compositivo racional (retícula en el espacio, flexibilidad de las distribuciones, estudios del existenzminimum y composición tripartita: pódium, fuste y pérgola), 3º) su riqueza de su distribución funcional y espacial (superposición de diversos usos) y 4º) la implicación urbana de su parte de mat-building comercial y sus jardines de plantas autóctonas. Esta arquitectura singular se erige en un tipo de referencia, tanto en planta, sección, volumen, estructura como organización para toda la primera generación de rascacielos residenciales cuyos entramados de sostén se ejecutaron con perfiles normalizados de acero (previos al desarrollo en los años 80 de la segunda generación de rascacielos basados en el hormigón de alta resistencia) y se pusieron en obra con los materiales tecnológicamente más avanzados del momento (muro cortina, celosías de hormigón, carpinterías de aluminio, revestimientos de cerámica…). Su solución tipológica resultaba intercambiable y compatible con la propia hotelera (plataforma comercial equivalente a los salones públicos de un hotel, cuerpo de apartamentos similar al volumen de habitaciones y zonificación por bandas de usos válida para ambos casos). La rotundidad de su volumen prismático ha contribuido a definir el skyline de la metrópolis moderna. Su actualidad viene refrendada, no solo en las formas y en la imagen, también en sus parámetros urbanísticos: la fórmula de fijar la edificabilidad permitió experimentar en distintas posibilidades de composición del volumen donde se optó, como Gropius, por recurrir a la mínima ocupación en planta con la máxima cota en altura para alcanzar el volumen fijado (con los medios tecnológicos disponibles): el orden de los factores sí alteraba el resultado. Existe un cierto paralelismo con lo acontecido en Chicago casi un siglo atrás cuando se asistió al nacimiento de la metrópolis contemporánea. Arquitectura y ciudad son un binomio inseparable.