Una concepción de pensamiento : C. Virgil Gheorghiu.

Conocer el pensamiento de C. Virgil Gherorghiu. Explica quién es C. Virgil Gheorghiu, repasa un número determinado de sus novelas y expone los conceptos clave utilizados en ellas. Estudia la evolución del pensamiento del mismo autor y analiza temas relacionados con la educación. 1) El credo de Gheorghiu es uno, cada hombre tiene el suyo. Pero por encima de las creencias y maneras de concebir el sentido de la existencia, por parte de cada hombre, está aquello que subyace a todo hombre, y que es único para todos. Es lo que le reafirma, le hace ser realmente y le levanta hacia el propio perfeccionamiento, en cuanto que ello significa, creación en el hombre, de su propia persona humana. 2) El hombre por naturaleza ha de ser una búsqueda constante de plenitud, de sentirse más el mismo, haciendo honor a lo que es revelador de su esencia. 3) Todo lo que lleve consigo la destrucción del ser, será signo de no querer ser, sea cual sea el disfraz que utilice. Puede estar revestido de mil formas, pero el hombre sabe siempre qué es lo que le infravalora, sabe cuando no realiza su misión de hombre. 4) Todo lo que es verdadero y fructífero lleva en sí mismo la transparencia de lo que eleva y ese es el ápice a alcanzar de todo ser humano. El sentido de lo que debe hacernos avanzar es único para todo hombre en cuanto tal. 5) Las formas de llegar, las circunstancias, valores y el complejo mundo que rodea cada vida, tendrá mil matices. El hombre podrá embarcarse en un mar de dudas, angustia, sufrimiento o felicidad. La educación ha de hacerse partícipe en un determinado momento, de esa continua búsqueda, en el proceso de autocreación que ha de definir al ser humano. El estar inmersos dentro de ese mundo del empezar a crecer del hombre, conlleva un estar disponible a indagar sobre todo lo que aparezca como nuevos descubrimientos. Así los métodos, las actitudes, podrán caer y levantarse repetidas veces. Unas formas darán paso a otras inesperadas pero dignas de ser conocidas, porque nada puede darse por acabado o por perfectamente válido para cualquier momento. El educador habrá de asumir el destino, en cierta forma iniciarlo, como el navegante que se embarca por rumbos muchas veces desconocidos, expuesto a posibles sorpresas.

Virgil's fourth Eclogue and the visual arts

Virgil's poetry has frequently appeared in illustrated editions, and has regularly provided subjects for other works of art, including some of the most celebrated masterpieces of the western tradition. In view of its constant appropriation in literary contexts over the course of the centuries, we might expect the famous fourth Eclogue (the so-called ‘messianic’ eclogue) to have exerted more of an impact on visual culture than it appears to have done. This paper considers some of the possible reasons for the apparent scarcity of engagement with Virgil's poem beyond the literary sphere, and examines the uses to which the poet's text is put when it does make an appearance in visual media — perhaps more often than has sometimes been supposed.

The Golden Age returns: Virgil's fourth Eclogue in the political panegyric of the Italian courts

E. H. Gombrich and others have analysed the uses made of language and imagery from Virgil's famous fourth Eclogue in panegyrical writing by partisans of the Medici dynasty in Florence. This study examines the appropriation of the theme of the returning Golden Age and related motifs from the fourth Eclogue in other Italian courts during the same period, by supporters of the Visconti and Sforza of Milan, the Gonzaga of Mantua, Leonello d'Este and his successors in Ferrara, and the Bentivoglio of Bologna, among others. The deployment of this Virgilian material in political panegyric is seen to be a central element in the self-definition and self-promotion of dynastic rulers throughout the peninsula.

1945 - A new order of centuries? : Hannah Arendt and Hermann Broch’s “The Death of Virgil”

Sociologisk Forsknings digitala arkiv

The Æneid of Virgil ; translated into English verse /

Introduction by J.P. Maine.