655 resultados para Sarduy, Severo


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Fil: Bertón, Sonia Alejandra. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.

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En las décadas de 1960 y 1970 convergen varias de las líneas que, desde principios del siglo XX, habían centrado las discusiones en torno del Barroco. Tanto en Europa como en América, y desde diversas disciplinas -filología, ensayo literario, retórica, historia, filosofía, psicoanálisis- el Barroco es visto como un punto de partida de la cultura moderna. En 1975 José Antonio Maravall publica La cultura del Barroco, definida como un concepto histórico, en oposición a la teoría de los eones y las constantes desarrollada por Eugenio d'Ors. Para Maravall el Barroco vincula a España con el surgimiento de la modernidad. Años antes, el cubano José Lezama Lima ve en el Barroco el puente que establece la continuidad entre la cultura española y la americana, lanzándola hacia el futuro. Y en el París de la década de 1970, Severo Sarduy introduce el barroco y neobarroco entre los conceptos que circulan en el intenso intercambio intelectual del momento. Proponemos un abordaje de la cuestión en el cruce de esas líneas diversas

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En las décadas de 1960 y 1970 convergen varias de las líneas que, desde principios del siglo XX, habían centrado las discusiones en torno del Barroco. Tanto en Europa como en América, y desde diversas disciplinas -filología, ensayo literario, retórica, historia, filosofía, psicoanálisis- el Barroco es visto como un punto de partida de la cultura moderna. En 1975 José Antonio Maravall publica La cultura del Barroco, definida como un concepto histórico, en oposición a la teoría de los eones y las constantes desarrollada por Eugenio d'Ors. Para Maravall el Barroco vincula a España con el surgimiento de la modernidad. Años antes, el cubano José Lezama Lima ve en el Barroco el puente que establece la continuidad entre la cultura española y la americana, lanzándola hacia el futuro. Y en el París de la década de 1970, Severo Sarduy introduce el barroco y neobarroco entre los conceptos que circulan en el intenso intercambio intelectual del momento. Proponemos un abordaje de la cuestión en el cruce de esas líneas diversas

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En las décadas de 1960 y 1970 convergen varias de las líneas que, desde principios del siglo XX, habían centrado las discusiones en torno del Barroco. Tanto en Europa como en América, y desde diversas disciplinas -filología, ensayo literario, retórica, historia, filosofía, psicoanálisis- el Barroco es visto como un punto de partida de la cultura moderna. En 1975 José Antonio Maravall publica La cultura del Barroco, definida como un concepto histórico, en oposición a la teoría de los eones y las constantes desarrollada por Eugenio d'Ors. Para Maravall el Barroco vincula a España con el surgimiento de la modernidad. Años antes, el cubano José Lezama Lima ve en el Barroco el puente que establece la continuidad entre la cultura española y la americana, lanzándola hacia el futuro. Y en el París de la década de 1970, Severo Sarduy introduce el barroco y neobarroco entre los conceptos que circulan en el intenso intercambio intelectual del momento. Proponemos un abordaje de la cuestión en el cruce de esas líneas diversas

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La ponencia explora el problema de lo histórico en los poemas iniciales de Severo Sarduy, escritos en Cuba en tiempos de revolución, entre 1953 y 1959. En muchos de ellos, una definición de la historia es propuesta en una perspectiva plástico-filosófica que puede conectarse con el mesianismo de algunas de las tesis sobre la historia de Walter Benjamin y con la alegoría construida a partir del "angelus novus"(1920) de Paul Klee. La escritura basada en el motivo de los ángeles, junto con las "baladas krishnamurtianas" de esta primera época plantean en el interior mismo de esta poética, parte de las preocupaciones cosmológicas, espirituales y plástico visuales que Sarduy continuará en el exilio. Esta clase de poemas se distancian, a su vez, de los textos "jacobinos" (Iriarte, 2010:10) que Sarduy produjo, también, por esta época ("dos décimas revolucionarias", "el seguro", "el torturador"), textos contrarios al régimen de Batista. En consecuencia, dado que la historia como problema es fundamental a la obra sarduyana y a la constitución general de su "método neobarroco" (Díaz, 2010:40), proponemos una lectura de la misma partiendo desde sus inicios y revisando el lugar de privilegio que dio a la poesía como territorio epistémico

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La amistad de Roland Barthes y Severo Sarduy, pensada en términos de contemporaneidad (es decir, como dimensión intempestiva, de ritmos e intensidades que se unen y se separan) permite revisar aspectos de la obra de ambos autores desde el espacio "neutro" de la íntima diferencia. En este sentido es posible partir de la idea de que el juego de luces y sombras entre uno y otro no sólo permite definir nuevos alcances en sus respectivas postulaciones teóricas, sino también, a partir de allí, comprender hasta qué punto esta contemporaneidad puede pensarse como elaboración conjunta y al mismo tiempo diferencial de una idea específica de la modernidad y la negatividad cuya condición es una determinada experiencia de lo latinoamericano. Si por un lado funciona siempre una radical diferencia entre Barthes y Sarduy (pensada aquí, por ejemplo, a partir de la significativa oposición en la valoración del adjetivo), lo cierto es que los proyectos de uno y otro confluyen: la hipótesis que es posible sostener señala que funciona en ambos una recuperación de la dimensión de lo Imaginario y eso permite explicar en qué sentido "tal como se propone" tanto Barthes como Sarduy hacen de sus obras un proyecto ético, una forma de vida. El concepto que da sentido a ese proyecto en el que Barthes y Sarduy confluyen es lo que el primero postuló en términos de Neutro. En este sentido, se trata de una forma específica de la negatividad no dialéctica cuya condición de posibilidad es, a su vez, irremediablemente latinoamericana y viene de Sarduy: la idea de una modernidad excéntrica, barroca. En este sentido, el deseo de Neutro en Barthes y el deseo de Neobarroco en Sarduy se presuponen y en su contemporaneidad dan forma a un "estilo de presencia" cuyo rasgo fundamental debe buscarse en la potencia del punto de vista latinoamericano

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La ponencia explora el problema de lo histórico en los poemas iniciales de Severo Sarduy, escritos en Cuba en tiempos de revolución, entre 1953 y 1959. En muchos de ellos, una definición de la historia es propuesta en una perspectiva plástico-filosófica que puede conectarse con el mesianismo de algunas de las tesis sobre la historia de Walter Benjamin y con la alegoría construida a partir del "angelus novus"(1920) de Paul Klee. La escritura basada en el motivo de los ángeles, junto con las "baladas krishnamurtianas" de esta primera época plantean en el interior mismo de esta poética, parte de las preocupaciones cosmológicas, espirituales y plástico visuales que Sarduy continuará en el exilio. Esta clase de poemas se distancian, a su vez, de los textos "jacobinos" (Iriarte, 2010:10) que Sarduy produjo, también, por esta época ("dos décimas revolucionarias", "el seguro", "el torturador"), textos contrarios al régimen de Batista. En consecuencia, dado que la historia como problema es fundamental a la obra sarduyana y a la constitución general de su "método neobarroco" (Díaz, 2010:40), proponemos una lectura de la misma partiendo desde sus inicios y revisando el lugar de privilegio que dio a la poesía como territorio epistémico

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La amistad de Roland Barthes y Severo Sarduy, pensada en términos de contemporaneidad (es decir, como dimensión intempestiva, de ritmos e intensidades que se unen y se separan) permite revisar aspectos de la obra de ambos autores desde el espacio "neutro" de la íntima diferencia. En este sentido es posible partir de la idea de que el juego de luces y sombras entre uno y otro no sólo permite definir nuevos alcances en sus respectivas postulaciones teóricas, sino también, a partir de allí, comprender hasta qué punto esta contemporaneidad puede pensarse como elaboración conjunta y al mismo tiempo diferencial de una idea específica de la modernidad y la negatividad cuya condición es una determinada experiencia de lo latinoamericano. Si por un lado funciona siempre una radical diferencia entre Barthes y Sarduy (pensada aquí, por ejemplo, a partir de la significativa oposición en la valoración del adjetivo), lo cierto es que los proyectos de uno y otro confluyen: la hipótesis que es posible sostener señala que funciona en ambos una recuperación de la dimensión de lo Imaginario y eso permite explicar en qué sentido "tal como se propone" tanto Barthes como Sarduy hacen de sus obras un proyecto ético, una forma de vida. El concepto que da sentido a ese proyecto en el que Barthes y Sarduy confluyen es lo que el primero postuló en términos de Neutro. En este sentido, se trata de una forma específica de la negatividad no dialéctica cuya condición de posibilidad es, a su vez, irremediablemente latinoamericana y viene de Sarduy: la idea de una modernidad excéntrica, barroca. En este sentido, el deseo de Neutro en Barthes y el deseo de Neobarroco en Sarduy se presuponen y en su contemporaneidad dan forma a un "estilo de presencia" cuyo rasgo fundamental debe buscarse en la potencia del punto de vista latinoamericano