932 resultados para SUPERFICIE FOLIAR
Resumo:
En el presente trabajo se demuestra que existe correlación entre la producción de una plata de vid y la superficie foliar media de sus hojas Nº 6 provenientes de brotes fructíferos primarios, y que al aumentar el rendimiento, en peso, de frutos disminuye la graduación glucométrica en ellos. Asimismo se ha determinado que la producción en fruto está en función de la superficie foliar media de las hojas Nº 6, 7 y 8, conjuntamente, pero que el valor de la "r" en este caso no alcanza la elevada significancia que tiene cuando se estudia con respecto a la superficie media de las hojas Nº 6, solamente. Se acompañan 8 gráficos donde se puede apreciar la distribución de las observaciones y los respectivos valores de "r".
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En el presente trabajo se confirman conclusiones anteriores respecto a la correlación existente entre la superficie total media de las hojas sextas de brotes fructíferos primarios y el rendimiento, en peso, de uvas. Las conclusiones se hacen extensivas a las hojas quintas, con ubicación similar a las anteriores. En esta correlación no influye la riqueza de poda, manteniéndose inalterable al variar aquélla en intensidad. Se realiza un estudio detenido de las relaciones entre intensidad de poda, producción de frutos, graduación glucométrica de éstos y superficie foliar, concluyendo que a medida que se incrementa el número de yemas dejadas sobre la planta en la poda, aumenta correlativamente el rendimiento de frutos y su concentración azucarina, pero esto último hasta un cierto límite, traducido gráficamente en el punto máximo de una curva, que sería el punto de equilibrio entre vigor de la planta, producción y calidad de ésta. Luego disminuye progresivamente la riqueza de azúcar de la uva mientras aumenta el rendimiento de frutos. La superficie foliar total de la hojas sextas consideradas sigue el ritmo de la producción de uva. Se sugiere considerar como base de la poda vitícola que tienda al logro de un producto de calidad, en el punto de equilibrio establecido, por lo que será importante determinar para cada variedad vitícola el número de yemas dejadas en la poda con la que se concretará el máximo de rendimiento y concentración de azúcar, lo que se considera puede transformarse en el fundamento de la futura tipificación vitivinícola regional
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Las hojas representan el centro básico de la actividad de la vid, en ellas se realizan múltiples funciones que van desde las funciones fisiológicas más conocidas entre las que destaca la fotosíntesis, a través de la cual las hojas captan de la atmosfera la energía luminosa, que trasforman en energía química para trasformar el anhídrido carbónico (CO2) atmosférico en hidratos de carbono, en azúcares, que son el primer eslabón de todas las cadenas metabólicas de la planta, azúcares que la vid utilizará para edificar los diferentes tejidos y órganos, que empleará como fuente de energía para las diferentes funciones de crecimiento y metabolismo, azúcares que acumula como reserva en frutos o en los o en otras partes de las plantas (hojas, tallos o raíces); con el concurso de los azúcares las plantas obtienen los restantes compuestos orgánicos, desde las proteínas, las hormonas o los ácidos orgánicos tienen su origen en los azucares.
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La superficie foliar total del viñedo LAI (m2/m2) es un indicador de la potencialidad general, su medición en el viñedo es muy laboriosa, pues si se quiere con precisión hay que recurrir a medidores de superficie portátiles o recurrir a métodos destructivos que requieren tomar muestras muy grandes de hojas y medir en laboratorio, en otros casos hay cierto equipamiento más o menos sofisticado que da buenas aproximaciones.
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El manejo agronómico del fósforo (P) y del potasio (K) guarda similitudes, en gran medida por su baja movilidad en el suelo. Hay pocos estudios que aborden los procesos que se ven afectados en el cultivo de maíz (Zea mays L.) en situaciones de deficiencias de P, K o de ambos en conjunto. Para determinar los efectos de las deficiencias de estos nutrientes, se establecieron dos ensayos en cultivos de maíz en condiciones de campo, en estaciones de crecimiento consecutivas (2011-2012 y 2012-201393). Los tratamientos consistieron en combinaciones de distintos niveles de fertilización fosfórica y potásica. De manera contraria a lo hipotetizado, la deficiencia de P disminuyó el crecimiento temprano en el ciclo del cultivo, mientras que la deficiencia de K redujo el crecimiento hacia fines del ciclo. La deficiencia de P disminuyó la expansión foliar, con pocos efectos sobre la senescencia. Por el contrario, las deficiencias de K afectaron la senescencia marcadamente, con un menor efecto sobre la expansión foliar. Las deficiencias de P disminuyeron tanto la fracción de la radiación fotosintéticamente activa interceptada (FPAR) como la eficiencia en el uso de la radiación (EUR). En cambio las deficiencias de potasio solo afectaron la FPAR. El índice de cosecha no fue afectado por las deficiencias de P y K. Las deficiencias de P disminuyeron el número de granos en mayor magnitud que el peso de los mismos, mientras que las deficiencias de K afectaron de manera similar ambos co mponentes. Las deficiencias de P no modificaron las relaciones estequiométricas con K o su curva de dilución, y viceversa. Las deficiencias de P cambiaron la curva de dilución de nitrógeno, provocando disminuciones en la concentración de nitrógeno a la misma biomasa aérea total. La interacción entre los efectos de P y de K, sobre el rendimiento y otras variables, fue sinérgica, ya que la respuesta a la adición combinada de los dos nutrientes fue mayor que la suma de las respuestas individuales.
Resumo:
p.77-84
Resumo:
El manejo agronómico del fósforo (P) y del potasio (K) guarda similitudes, en gran medida por su baja movilidad en el suelo. Hay pocos estudios que aborden los procesos que se ven afectados en el cultivo de maíz (Zea mays L.) en situaciones de deficiencias de P, K o de ambos en conjunto. Para determinar los efectos de las deficiencias de estos nutrientes, se establecieron dos ensayos en cultivos de maíz en condiciones de campo, en estaciones de crecimiento consecutivas (2011-2012 y 2012-201393). Los tratamientos consistieron en combinaciones de distintos niveles de fertilización fosfórica y potásica. De manera contraria a lo hipotetizado, la deficiencia de P disminuyó el crecimiento temprano en el ciclo del cultivo, mientras que la deficiencia de K redujo el crecimiento hacia fines del ciclo. La deficiencia de P disminuyó la expansión foliar, con pocos efectos sobre la senescencia. Por el contrario, las deficiencias de K afectaron la senescencia marcadamente, con un menor efecto sobre la expansión foliar. Las deficiencias de P disminuyeron tanto la fracción de la radiación fotosintéticamente activa interceptada (FPAR) como la eficiencia en el uso de la radiación (EUR). En cambio las deficiencias de potasio solo afectaron la FPAR. El índice de cosecha no fue afectado por las deficiencias de P y K. Las deficiencias de P disminuyeron el número de granos en mayor magnitud que el peso de los mismos, mientras que las deficiencias de K afectaron de manera similar ambos co mponentes. Las deficiencias de P no modificaron las relaciones estequiométricas con K o su curva de dilución, y viceversa. Las deficiencias de P cambiaron la curva de dilución de nitrógeno, provocando disminuciones en la concentración de nitrógeno a la misma biomasa aérea total. La interacción entre los efectos de P y de K, sobre el rendimiento y otras variables, fue sinérgica, ya que la respuesta a la adición combinada de los dos nutrientes fue mayor que la suma de las respuestas individuales.
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Este estudio fue realizado para establecer una relación entre la severidad de Helminthosporium maydis y el rendimiento de maíz. Para alcanzar este objetivo se realizó un experimento de campo en el cual se trata de establecer una infección artificial del hongo; para la cual fue necesario desarrollar un método de reproducción masiva de conidios. Para reproducción masiva de H. maydis, un medio hecho a base de extracto de hoja de Maíz –Sacarosa –Agar (EMSA), resultó mejor que un medio papa-Dextrosa-Agar (P.DA) o Jugo V8, encontrándose que la reproducción repetida del hongo en un PDA y Jugo V8 produce conidios mal formados. Las condiciones climatológicas (4 horas de humedad relativa mayor de 95%, temperatura de 27ºc y 8 horas de sol durante el (día) que se determinaron después de la Inoculación artificial, no favorable para lograr una buena infección artificial del patógeno. Posteriormente en el cultivo de maíz surgió una infección natural: Mediante diferentes “tratamientos” se logró establecer diferentes niveles de severidad de H. maydis en las parcelas. Los tratamientos consistían en 6 aplicaciones de manzate (M&) (Maneb), tres aplicaciones de Manzate (M3) y una aplicación de Manzate (M1); seis aplicaciones de Difolatàn (D6) (Captalof). El tratamiento de seis aplicaciones de Manzate permitió alcanzar un rendimiento de 5886.3, el cual difiere de forma significativa del rendimiento obtenido de una aplicación de Manzate /4368.3 kg/ha). No hay diferencia entre una y tres aplicaciones de Manzate (5270.3 kg/ha). El tratamiento con difolatàn / produce conidios mal formados (5298.5 kg/ha) no difiere de forma significativa del rendimiento obtenido con una o tres aplicaciones de Manzate. En relación con la severidad de la enfermedad y el rendimiento, se elaboró en base a los datos obtenidos un modelo que describe el rendimiento en función de la severidad de H maydis y la altura de la planta. La ecuación que describe el rendimiento es: Y= 0.428 x 1 - 2.722 x 2 donde Y= rendimiento gramos/planta X1= altura de la planta en cm. A los 61 días después de la germinación. X2= porcentaje de la superficie foliar afectada por H. maydis a los 71 días después de la germinación. La constante es =0. De acuerdo a este modelo se conoce que por cada gramo en la severidad se pierde 181 kg/ha (en una densidad de siembra 66,500/ha. Este modelo es válido para condiciones con severidad de 4.3% de virus, 0.4% bacteria, 0.25 daño causado por psocóptera frugipterda y condiciones de clima y suelo similares a los de este experimento.
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El índice de área foliar es clave en el control de los procesos de los ecosistemas y como tal se busca estimarlo cada vez con mayor precisión y frecuencia para estudios locales, regionales y globales. Los métodos han evolucionado desde la medición directa hasta la utilización de instrumentos ópticos, logrando reducir los esfuerzos y los costos y permitiendo ampliar la frecuencia, la cobertura geográfica y la variedad de ambientes en la estimación de la variable. Una herramienta de estimación es el sistema PASTiS 57, desarrollado en el INRA, que permite registrar la transmitancia de la radiación en la porción del azul del espectro automáticamente cada 1 minuto, derivando de ella el índice de área de planta (PAI). El sistema se ha probado con éxito en bosques boreales y áreas agrícolas, pero no ha sido validado en bosques secos o en áreas semiáridas. El objetivo de este trabajo fue estimar la evolución de PAI con sensores autónomos en tres sitios en un bosque seco en la provincia de San Luis bajo diferentes coberturas a lo largo de un año y evaluar su desempeño en relación a estimaciones realizadas con fotografías hemisféricas, ampliamente validadas para la obtención de PAI. El PAI obtenido mostró una evolución temporal similar al estimado con el método convencional, presentándose hasta el momento como la única herramienta para realizar un monitoreo continuo de esta variable en tierra, en una escala de detalle mayor que la de los sensores remotos satelitales, y requiriendo un menor esfuerzo de muestreo que el habitual con fotografías hemisféricas y otros sensores ópticos manuales.
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Gran parte de la llanura pampeana Argentina presenta una escasa red de drenaje superficial y niveles freáticos cercanos a la superficie que, junto a los excesos hídricos, producen a menudo inundaciones provocando un fuerte impacto sobre los ecosistemas naturales y modificados. En esta tesis, mediante la utilización de sensores remotos, caractericé el área inundada y su relación con condicionantes climáticos, hidrológicos y de uso de la tierra para el período 1980-2010 en una superficie de 24.000 km2 en el noroeste de la provincia de Buenos Aires. La estimación de la fracción del área inundada mediante una clasificación con umbral en la banda 5 de imágenes Landsat presentó alta confiabilidad cuando se la comparó con un método más complejo de clasificación preexistente (r2=0,99, EEest = 1 por ciento, n = 10). Se observaron fuertes oscilaciones de la superficie inundada lo largo del período de estudio con valores extremos de 0,96 y 27,7 por ciento. Se identificaron claramente dos grandes ciclos completos de inundación en 1987 y 2001, los que llegaron a cubrir el 22,5 y 27,7 por ciento del territorio respectivamente y retrayéndose a niveles menor a 5 por ciento en los siguientes dos años en ambos episodios. La utilización del producto MOD13Q1 del sensor MODIS para estimar el área inundada empleando la técnica de Análisis Lineal de Mezclas Espectrales presentó altos niveles de error cuando se lo comparó con las estimaciones realizadas con Landsat. El análisis que vinculó al área inundada con la precipitación (PPT), el nivel freático absoluto y sus variaciones, la evapotranspiración potencial (ETP) y el balance hídrico, mostró que la precipitación fue el factor que más estuvo asociado a los eventos de inundación aún con períodos largos de integración de 24 y 36 meses. La inclusión de la evapotranspiración en el análisis, tanto en forma directa como a través del balance PPT-ETP, no mejoró en forma apreciable la explicación de las inundaciones. El nivel freático absoluto mostró una asociación alta con el área inundada (mayor inundación con niveles más superficiales) a la escala de 3 meses, perdiendo peso como variable explicativa en períodos más extensos. Ante la posibilidad de que se desarrollen nuevos eventos de inundación masiva en la llanura pampeana es trascendental avanzar en el conocimiento de las interacciones entre la hidrología, el clima y el uso del suelo a fin de compatibilizar estrategias agrícolas con estrategias de ordenamiento hidrológico del territorio para reducir el impacto de dichos eventos
Resumo:
p.1-8
Resumo:
p.293-298
Resumo:
p.1-8
Resumo:
El transporte del agua en las plantas es impulsado por diferencias de energía libre entre el suelo y la atmósfera, y está regulado por mecanismos biológicos evitadores, como el cierre estomático. La hidratación y la turgencia foliares resultan del equilibrio entre ΨL del apoplasto, el potencial osmótico del simplasto y la elasticidad de los tejidos. Sobre esta base se conjeturó que las interacciones de los mecanismos evitadores del estrés hídrico de la planta tienen un rol clave en la definición de su resistencia a déficit hídrico. Para probar esta hipótesis se construyó un modelo mecanístico basado en las leyes del flujo de savia de Van de Honert, de difusión de Fick, de elasticidad de Hooke, la ecuación de Gardner para el flujo del agua en la rizósfera y el modelo de conductancia estomática (gs) de Buckley. Mediante el modelo se demostró teóricamente que la hidratación y la turgencia foliares dependen de la oferta de agua edáfica (representada por el potencial hídrico del suelo) y de la demanda evaporativa de la atmósfera (representada por la radiación absorbida, la temperatura del aire, la velocidad del viento y el déficit de presión de vapor de la atmósfera). También que los mecanismos evitadores del estrés hídrico -i.e., conductancia hidráulica de la planta, conductancia estomática, elasticidad del tejido y potencial osmótico a turgencia máxima- son todos necesarios para determinar la hidratación y la turgencia foliares. El modelo también demostró que la conductancia hidráulica suelo-hoja (kL) depende de la fracción de agua edáfica transpirable (FTSW) con un patrón de decaimiento sigmoide, a medida que el suelo se seca. Esto implica que las variables que dependen en parte de kL (i.e., gs, transpiración, fotosíntesis y superficie foliar) también dependen de FTSW con el mismo patrón. El modelo se probó experimentalmente a distintos niveles de humedad edáfica (desde déficit hídrico nulo, hasta severo) en cinco variedades de vid y mostró un poder predictivo superior al 90%. En todas las variedades las gs se asociaron linealmente con las kL observadas, al considerar todas las situaciones de déficit hídrico en conjunto, si bien la pendiente de estas relaciones fueron distintas en cada variedad. La contrastación experimental mostró que, en una escala de tiempo de varios meses, las variedades más evitadoras -i.e., Grenache y Cereza- mantuvieron mayor kL, ajuste osmótico y rigidez de los tejidos y una menor pendiente de la relación de gs vs. kL, que las variedades menos evitadoras -i.e., Malbec y Syrah-. La menor pendiente de la relación entre gs y kL, en las variedades más evitadoras, estuvo asociada a una mayor cantidad de estomas, en relación con la cantidad de células epidérmicas. Los variedades más evitadoras bajo déficit hídrico moderado -i.e., con una fracción de agua edáfica transpirable entre 0,6 y 0,4- tuvieron mayor superficie foliar y produjeron más biomasa, favoreciendo raíces profundas y densas, y ahorrando agua. Chardonnay mantuvo una alta hidratación y turgencia a expensas de un alto gasto de agua debido a que privilegiaba una alta kL por sobre el ajuste estomático, por lo que no podría considerarse en forma estricta como muy evitadora.
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Se realizaron experiencias comparativas simultáneas de transpiración vegetal en vid (vitis vinifera L.) variedad cultígena Pedro Giménez, empleando los métodos gravimétrico y volumétrico. La finalidad del trabajo era poder determinar las diferencias que acusaban ambos métodos, para lo cual se registraron observaciones simultáneas. Se propone denominar R. T. a la relación de transpiración, o sea a le cantidad de agua en centímetros cúbicos que transpira un centímetro cuadrado de superficie foliar durante 24 horas. Aproximadamente, empleando el método gravimétrico, cada centímetro cuadrado de superficie foliar de la variedad estudiada transpira un centímetro cúbico de agua en 24 horas. Las observaciones registradas con ambos métodos presentan correlación positiva. Con el método gravimétrico la transpiración foliar fue aproximadamente 25 % más intensa que con el volumétrico.