990 resultados para Loos, Adolf


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Ornamento y delito y Arquitectura, los dos artículos que sin duda han contribuido a difundir el ideario y a sustentar la celebridad del arquitecto Adolf Loos (1870-1933), proceden de sendas conferencias. Su origen, por consiguiente, es de naturaleza oral. Y la polémica desencadenada a raíz de ellos los convierte, en su época y para la Historia, en auténticos oráculos, cuyo sentido sus transcripciones, tanto francesa como alemana, inevitablemente en parte desvirtúan. Solo cotejando lo dicho por el maestro, y luego escrito y publicado, con su obra edificada podemos restituir el sentido original de su pensamiento. Esta es la hipótesis sobre la que discurrimos. A sus palabras y obras habrá que sumar la atención que el arquitecto y periodista, que así se confiesa, confiere a los oficios y a los materiales que los sustentan, en la línea de pensamiento de Gottfried Semper, como fundamento del diseño. Es pues a la luz de su concurrencia a la obra de arquitectura, y de ésta al espacio de habitación, y no de otros documentos gráficos y fotográficos, como ha de valorarse lo dicho y escrito por Loos, si nos atenemos a sus propias recomendaciones. Lo dicho se ilumina con lo hecho. Y lo hecho se autoriza por lo habitado.

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Ornamento: há cem anos, de que crime se tratava? Será ainda perseguido? Será ainda castigado? Será ainda um crime? No ano do centenário do ensaio «Ornamento e Crime» de Adolf Loos, uma digressão simultaneamente histórica, teórica, cultural e fenomenológica às raízes do ornamento, e a sua transformação, do dealbar do Movimento Moderno até hoje, em algo insondável e inesperado: a metáfora.

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Durante el exilio norteamericano de 1943, el historiador Sigfried Giedion junto con el arquitecto Josep Lluís Sert y el pintor Fernand Léger escribieron los Nueve Puntos sobre Monumentalidad. El manifiesto fue el antecedente de un texto que el mismo Giedion presentó al año siguiente denominado La Necesidad de una Nueva Monumentalidad. En ese contexto, el interés por discutir el asunto de la monumentalidad buscaba señalar una virtual dirección para la arquitectura venidera en el escenario de la posguerra. Según el historiador, la condición monumental completaba el último paso en una progresión inevitable que tras el establecimiento del paradigma moderno -ocupado inicialmente en resolver temas técnicos, funcionales, simplificados e higienistas- habría de atender los problemas relacionados con la expresión simbólica, conmemorativa, emocional y artística de la nueva arquitectura. En ese sentido nos preguntamos, ¿es la monumentalidad una cuestión abiertamente contradictoria con los principios modernos y por lo tanto excluida durante este periodo?. El crítico norteamericano Lewis Mumford acuñó al respecto una sentencia contundente: "La noción de un monumento moderno implica, en verdad, una contradicción de sus términos: si es un monumento no es moderno, y si es moderno no puede ser un monumento". Con el fin de estructurar un posicionamiento crítico que permita contrastar el amplio espectro conformado entre lo dicho y lo hecho, se toma como referencia la obra escrita de tres personajes fundamentales dentro del desarrollo de la modernidad en la Europa de entreguerras -Adolf Loos en la Viena de transición del fin de siècle, Moisei Gínzburg en los márgenes del constructivismo soviético y Karel Teige en el contexto de la vanguardia Checa- para indagar sobre cuándo y cómo se encuentran o rechazan las nociones de modernidad y monumentalidad en ese período crítico. Dado que es objeto de interés establecer los posibles límites en la reflexión que entreteje desde los posicionamientos conscientes a las complicidades involuntarias del aparente enfrentamiento. En el proceso de mutación entre el proyecto y la obra construida, entre la palabra escrita y la arquitectura, las aportaciones de estos tres críticos figuran como relevantes en un ejercicio que busca comprobar posteriormente la trascendencia del asunto en algunos de los ejemplos canónicos de la arquitectura de los primeros años del siglo XX. A la distancia, la importancia del tema recae en un interés vigente en el que los aspectos de representación, memoria, significado o legitimidad, siguen siendo motivo de debate en el panorama de la producción arquitectónica actual.

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Australian dramatic literature of the 1950s and 1960s heralded a new wave in theatre and canonised a unique Australian identity on local and international stages. In previous decades, Australian theatre had been abound with the mythology of the wide brown land and the outback hero. This rural setting proved remote to audiences and sat uneasily within the conventions of the naturalist theatre. It was the suburban home that provided the back drop for this postwar evolution in Australian drama. While there were a number of factors that contributed to this watershed in Australian theatre, little has been written about how the spatial context may have influenced this movement. With the combined effects of postwar urbanization and shifting ideologies around domesticity, a new literary landscape had been created for playwrights to explore. Australian playwrights such as Dorothy Hewett, Ray Lawler and David Williamson transcended the outback hero by relocating him inside the postwar home. The Australian home of the 1960s slowly started subscribing to a new aesthetic of continuous living spaces and patios that extended from the exterior to the interior. These mass produced homes employed diluted spatial principles of houses designed by architects, Le Corbusier, Ludwig Mies Van der Rohe and Adolf Loos in the 1920s and 1930s. In writing about Adolf Loos’ architecture, Beatriz Colomina described the “house as a stage for the family theatre”. She also wrote that the inhabitants of Loos’ houses were “both actors and spectators of the family scene involved”. It has not been investigated as to whether this new capacity to spectate within the home was a catalyst for playwrights to reflect upon, and translate the domestic environment to the stage. Audiences were also accustomed to being spectators of domesticity and could relate to the representations of home in the theatre. Additionally, the domestic setting provided a space for gender discourse; a space in which contestations of masculine and feminine identities could be played out. This research investigates whether spectating within the domestic setting contributed to the revolution in Australian dramatic literature of the 1950s and 1960s. The concept of the spectator in domesticity is underpinned by the work of Beatriz Colomina and Mark Wigley. An understanding of how playwrights may have been influenced by spectatorship within the home is ascertained through interviews and biographical research. The paper explores playwrights’ own domestic experiences and those that have influenced the plays they wrote and endeavours to determine whether seeing into the home played a vital role in canonising the Australian identity on the stage.

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From left to right, standing: Ilse, Adolf, Grete and Lepold Meyerhof; from left to right, sitting: Joel Meyerhof and Therese Mayerhof nee Molling

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From left to right, standing: Ilse, Adolf, Grete and Lepold Meyerhof; from left to right, sitting: Joel Meyerhof and Therese Molling

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Back row against wall, left to right: Josef Molling, Margaret Molling nee Benjamin, Werner Wolff, Miss Hermann (called "Ferna", Peter Molling's governess), " Selma" (partially hidden, Anna Marianne/Berthold Nathan's cook), "Lisbeth" (Anna Marianne/Berthold's maid), Ilse Joachim, Ernst Joachim, Annemarie Nathan (3rd wife of Julius Nathan), Julius Nathan (brother of Berthold Nathan), Ernst Kallmes (son of Ceilchen nee Wolff, Helene's sister). Very tall against the wall: Max Benjamin (son of Helene). Third row, left to right: Mathilde Kaufmann nee Benjamin, Adolf Molling, Paul Nathan (son of Anna Marianne/Berthold), Marianne Rasmussen (daughter of Waldemar), Hildegard Weinberger (friend of bride), Herta Albrecht (friend of bride), Dr. Franz Gruenberg (friend of groom), Leonie Wolff nee Simon (wife of Werner Wolff), Lina Molling nee Marx (wife of Richard), Waldemar Benjamin-Rasmussen (son of Helene/David), Luzi's Husband, Minka Bernard nee Nathan (sister of Berthold Nathan), Richard Molling (brother of Claerchen), Albert Wolff (brothter of Moritz Wolff). Second row, seated, left to right: Helene Benjamin nee Wolff, Berthold Nathan, Anna Marianne Nathan nee Benjamin, bride Eva Wolff nee Nathan, groom Adolf Wolff, Claerchen Wolff nee Molling, Moritz Wolff, standing Luzi Rasmussen nee Gruen (wife of Waldemar). Front row, children on floor, left to right: Peter Molling, Elizabeth Benjamin-Rasmussen mar. Engel, Louis Peter Wolff, Helmut Benjamin Rasmussen (became Henry)

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Text on the back: Zur Erinnerung an den Sommer in Schoenau-Koenigsee 1921. Mollings.

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Postcard written to Therese Gottschalk nee Molling at Norderney