996 resultados para Literatura cristiana primitiva


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La Patrística cristiana recibió la noción veterotestamentaria de asthéneia de la versión griega de los LXX. Entendida como “debilidad" y “falta de fuerza", se la asoció con “enfermedad" o “estado general de debilidad", significado que se conservó tanto en los libros históricos como en los poéticos. El término aparece con frecuencia también en los Evangelios y en los escritos de Pablo, posibilitando así una comprensión de la enfermedad en clave filosófico-teológica por parte de los Padres, entre los que se destaca el Patriarca de Constantinopla San Juan Crisóstomo, quien recurriendo a una exégesis literal de la Escritura según los principios de la escuela antioquena, analiza el concepto en sus comentarios a las Epístolas llamadas “Mayores" de San Pablo y, particularmente, a la Segunda Carta a los Corintios. De esta lectura se desprende la necesidad de considerar la asthéneia de manera inseparable de la antropología cristiana. En los orígenes del cristianismo la concepción de hombre resultaba extremadamente compleja, oscilando desde la antropología tripartita de San Pablo (I Tes. 5, 23) a la quíntuple presentada por ciertos textos gnósticos (Carta esotérica de Santiago 11, 36-12, 17; 14, 24-36) y a la década de Clemente de Alejandría (Strómata VI, 16, 135, 1-2). El estudio de la aplicación del concepto de asthéneia a los distintos componentes del hombre en la polifacética literatura cristiana primitiva, permite comprender la importancia asignada a cada uno de ellos según las distintas corrientes interpretativas.

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Edición a cargo de Agustín Ramos Guerreira

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La esencial discordancia entre lo que sucedió pero que jamás será visto hacen nuestra primera imagen: la imagen que falta (Quignard, El sexo y el espanto, 2007) La aporía de nuestro origen sexual no sólo funda el mito, las prohibiciones elementales, la diferencia de los sexos y de las generaciones, sino que nos reenvía a la angustia de la noche y sustituye una imagen por otra: crea el fantasma (Agamben, Estancias, 1995) Tanto la poesía de Marosa di Giorgio (Druida, 1959; Historial de las violetas, 1965) como la de Blanca Varela (El libro de barro, 1993) entretejen figuraciones de un cuerpo para siempre desconocido haciendo del poema una suerte de huella fósil que interroga, en su materialidad desarticulada, una totalidad supuesta, intuida, inescrutable. La vertebra recuperada del barro o el borroso vestigio de la estirpe se convierten en el signo vacío a partir del cual reconstruir la totalidad de ese cuerpo significante, el cual librado a la imaginación involuntaria deja la imagen fantasmática abierta a su infinita posibilidad: la vuelta a la desnudez original como fragilidad de la especie (Agamben, Desnudez, 2011), la pregunta por el cuerpo como límite de la significación (Nancy, 58 indicios sobre el cuerpo, 2007) y su destino inescrutable. Una suerte de indagación arqueológica presente en el poema pone en escena una falla del lenguaje, su vacío, su extimidad desbordada ante lo conjetural: la pregunta por el origen y la permanencia en el no-saber del cuerpo que funda la fantasía poética (Quignard, La nuit sexuelle, 2007)

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La esencial discordancia entre lo que sucedió pero que jamás será visto hacen nuestra primera imagen: la imagen que falta (Quignard, El sexo y el espanto, 2007) La aporía de nuestro origen sexual no sólo funda el mito, las prohibiciones elementales, la diferencia de los sexos y de las generaciones, sino que nos reenvía a la angustia de la noche y sustituye una imagen por otra: crea el fantasma (Agamben, Estancias, 1995) Tanto la poesía de Marosa di Giorgio (Druida, 1959; Historial de las violetas, 1965) como la de Blanca Varela (El libro de barro, 1993) entretejen figuraciones de un cuerpo para siempre desconocido haciendo del poema una suerte de huella fósil que interroga, en su materialidad desarticulada, una totalidad supuesta, intuida, inescrutable. La vertebra recuperada del barro o el borroso vestigio de la estirpe se convierten en el signo vacío a partir del cual reconstruir la totalidad de ese cuerpo significante, el cual librado a la imaginación involuntaria deja la imagen fantasmática abierta a su infinita posibilidad: la vuelta a la desnudez original como fragilidad de la especie (Agamben, Desnudez, 2011), la pregunta por el cuerpo como límite de la significación (Nancy, 58 indicios sobre el cuerpo, 2007) y su destino inescrutable. Una suerte de indagación arqueológica presente en el poema pone en escena una falla del lenguaje, su vacío, su extimidad desbordada ante lo conjetural: la pregunta por el origen y la permanencia en el no-saber del cuerpo que funda la fantasía poética (Quignard, La nuit sexuelle, 2007)

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La esencial discordancia entre lo que sucedió pero que jamás será visto hacen nuestra primera imagen: la imagen que falta (Quignard, El sexo y el espanto, 2007) La aporía de nuestro origen sexual no sólo funda el mito, las prohibiciones elementales, la diferencia de los sexos y de las generaciones, sino que nos reenvía a la angustia de la noche y sustituye una imagen por otra: crea el fantasma (Agamben, Estancias, 1995) Tanto la poesía de Marosa di Giorgio (Druida, 1959; Historial de las violetas, 1965) como la de Blanca Varela (El libro de barro, 1993) entretejen figuraciones de un cuerpo para siempre desconocido haciendo del poema una suerte de huella fósil que interroga, en su materialidad desarticulada, una totalidad supuesta, intuida, inescrutable. La vertebra recuperada del barro o el borroso vestigio de la estirpe se convierten en el signo vacío a partir del cual reconstruir la totalidad de ese cuerpo significante, el cual librado a la imaginación involuntaria deja la imagen fantasmática abierta a su infinita posibilidad: la vuelta a la desnudez original como fragilidad de la especie (Agamben, Desnudez, 2011), la pregunta por el cuerpo como límite de la significación (Nancy, 58 indicios sobre el cuerpo, 2007) y su destino inescrutable. Una suerte de indagación arqueológica presente en el poema pone en escena una falla del lenguaje, su vacío, su extimidad desbordada ante lo conjetural: la pregunta por el origen y la permanencia en el no-saber del cuerpo que funda la fantasía poética (Quignard, La nuit sexuelle, 2007)

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Esta dissertação de mestrado analisará a expressão grega ta. stoicei/a tou/ ko,smou, “os elementos do mundo”, que ocorre na carta de Colossenses nos versículos 8 e 20 do segundo capítulo. Será feito um estudo exegético na perícope bíblica 2.8-3.4 da referida carta, bem como uma análise histórica especificamente do termo stoicei/a. O estudo desta expressão é importante para poder se compreender a filosofia colossense mencionada em Cl 2.8. A igreja cristã na cidade de Colossos estava inserida em um contexto social religioso sincrético. Esse sincretismo é percebido claramente em textos de magia como os Papiros Mágicos Gregos, muito comuns na região da Ásia Menor, a mesma onde a igreja colossense estava situada. O sincretismo religioso, envolvendo crenças judaicas e pagãs, reflete as bases dessa filosofia. O autor da carta aos Colossenses refuta a crença nos “elementos do mundo”, bem como a subserviência aos mesmos. Dentre outras crenças, acreditava-se que esses “elementos” poderiam influenciar os acontecimentos sobre a terra e o destino das pessoas. Questões que envolvem práticas acéticas, adoração a anjos e observância de calendário litúrgico, dão os contornos dessa filosofia. O autor da carta enfatiza o senhorio de Cristo, bem como as obras dele em favor dos cristãos colossenses, que proporcionavam a eles, segurança quanto a terem um bom destino. E, além disso, é assegurada uma liberdade aos cristãos colossenses que não podia lhes ser cerceada por quaisquer outras crenças religiosas. Então, as obras de Cristo, bem como o seu senhorio, são os principais argumentos utilizados pelo autor da carta, a fim de afirmar aos cristãos em Colossos que eles não precisam mais temer o destino e nem se submeter aos “elementos do mundo”.