17 resultados para Cristianización


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El espíritu de esta investigación es el de desentrañar el proceso dinámico a través del cual se conjugaron la religión y religiosidad occidental cristiana con la religiosidad de los aborígenes en una zona periférica de los Andes Septentrionales. Conocer qué características particulares modelaron estos indios en el contexto de la América andina colonial. A su vez, relacionar esa dimensión cultural, con las prácticas concretas de supervivencia que se realizaban en un lugar dado. En tanto que el período cubierto en nuestro trabajo es el de la Colonia, el espacio concreto es el Partido de Puerto Viejo, perteneciente a la antigua provincia de Guayaquil, ubicada en la costa de los Andes Septentrionales. La tesis está estructurada en función de una cronología de la interacción cultural. El primer capítulo aborda el momento del encuentro/conquista, pero no desde la perspectiva de los hechos, sino de los imaginarios de los europeos y los aborígenes. A través de cada uno de los cronistas europeos, mestizos e indios que dejaron su testimonio sobre Puerto Viejo, buscamos penetrar en su mundo interior para conocer qué tipos de mitos usan para decodificar la nueva realidad de la Mar del Sur, cuyo primer territorio asequible es Puerto Viejo. Luego, qué reconfiguración se producen en sus categorías mentales a causa del impacto de la otra realidad hallada, en el caso de los cronistas occidentales. A través de un segundo capítulo buscamos ubicarnos en la otra orilla y establecer cuáles son los rasgos esenciales de la religiosidad de los indios de Puerto Viejo, vigentes en el momento de la Conquista, tarea aún más compleja que la anterior, porque para ello debemos utilizar los mismos testimonios de los cronistas europeos, aunque apelamos también al de los mestizos e indígenas, los cuales, sin embargo, estás más relacionados con la cultura Inca. En el tercer capítulo tratamos el aspecto del impacto cultural de la Conquista, la iniciación del proceso de evangelización, extirpación y sustitución de idolatrías; introducción de las doctrinas, cultos y otras instituciones religiosas; y finalmente la práctica de rituales. En suma, es en esta parte donde intentamos conocer el carácter de la transición e interacción cultural y qué tipo de religiosidad se deriva de ello en los indios. En un capítulo final analizamos las dimensiones concretas en donde se desenvuelve la religiosidad de los indios de Puerto Viejo. Operamos la relación entre este espacio real biodiverso, donde está la geografía sagrada y las prácticas indígenas para la supervivencia, es decir, las relaciones de producción, extracción, comercio y poder. Así mismo, esas prácticas para la supervivencia nos llevaron a tratar el tema del sistema de saberes que también se inserta en la tupida red que constituye la cultura de los indios de Puerto Viejo. El aspecto de los imaginarios religiosos y luego, la religiosidad misma de los indios de Puerto Viejo durante la Colonia, se tropieza con el problema de las fuentes primarias. No obstante se puede apelar a los cronistas tempranos, entre los cuales utilizamos a los de origen hispano – soldados, sacerdotes y escribanos oficiales -, y a los de origen indígena y mestizo. Varios de ellos mencionan brevemente el momento del primer encuentro y Conquista de Puerto Viejo. Utilizamos también informes oficiales y crónicas tardías para hallar respuestas sobre los siglos XVI, XVII y XVIII. Analizamos igualmente, documentos del Archivo de la Diócesis de Cuenca, que por lo demás, no están catalogados, así como algunas copias de originales que permanecen en La Casa de Horacio de Portoviejo. Así mismo, tomamos eventualmente transcripciones parciales de documentos primarios que aparecen en otros trabajos y cuyos originales no están localizados en los archivos oficiales.

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Resumen tomado de la publicación

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En este libro se recogen las conferencias pronunciadas en las Auas de la Tercera Edad de Cantabria durante el curso 1991-1992. El objetivo principal de esta obra y, en su momento, de las conferencias es el de acercar la Historia de la Cantabria Medieval a un público adulto iniciándolo, así, al trabajo científico de investigación histórica. Los temas principales son : 1. de San Millán al Beato de Liébana. La Alta Edad Media en Cantabria. El tránsito de la Cantabria antigua a la medieval. Frente a visigodos y musulmanes. La cristianización de Cantabria. 2. del Monasterio de Santo Toribio a la villa de San Emeterio. Mundo monástico y mundo urbano en la Cantabria Medieval. Los dominios monásticos. El nacimiento del mundo urbano. Las Cuatro Villas de la Costa. 3. De Alfonso VIII al Marqués de Santillana. Cantabria en la Baja Edad Media (siglos XIII-XV). Los orígenes de la nobleza autóctona cántabra. Las guerras banderizas. El apogeo de la nobleza autóctona. La implantación del régimen señorial.

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Discurso pronunciado por D. José Ibáñez Martín, Ministro de Educación Nacional, en el acto inaugural del curso académico 1941-42 en la Universidad de Barcelona

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Título anterior de la publicación: Boletín de la Comisión Española de la UNESCO

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Este trabajo analiza el relato "Pequeño Pie de Piedra. Una vida imaginaria de Ceferino Namuncurá en treinta y ocho testimonios" de Leopoldo Brizuela (2002) y su cuestionamiento de los abusos de la memoria en el relato de la Nación a partir de los intertextos que funcionan como motor de la escritura. Según nuestra lectura, y desde la perspectiva del proceso de secularización que hace eclosión a fines del XIX cediendo los márgenes de la "barbarie" a una cristianización que se revela en definitiva utilitaria a los fines del Estado, la polémica figura de Ceferino le permite a Brizuela indagar en los silencios de la historia nacional y cuestionar el poder de la letra que nombra santos y salvajes, beatos y locos. La "vida imaginaria" del indio se acerca así, menos a la historia verídica de Ceferino Namuncurá, que a las lagunas de la historiografía liberal, problematizando la conversión de salvaje en santo y explorando la distancia establecida entre los relatos bio(hagio)gráficos sobre Ceferino y su experiencia como mapuche en la Patagonia de fines del XIX. El texto de Brizuela, propuesto como ficción, coloca al imaginario popular como vía de superación del discurso racionalizador de la historiografía, y recurre a una prosa poética que, evocando lo mítico y lo arcaico, da espesor a una lengua narrativa cuyo sentido más político puede atribuirse a su trabajo con la "imaginación material" (Bachelard). Los treinta y ocho testimonios funcionan, así, como ejercicios de la imaginación sobre el pasado en torno de una materia privilegiada por la narración: el agua

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La carta que presentamos traducida al español fue escrita en el año 1008 por el obispo misionero Bruno de Querfurt. El destinatario era el rey sajón Enrique II (1002-1024), emperador desde el año 1014. El contexto de la epístola está marcado por los vínculos cambiantes entre diversos actores políticos. La dinastía polaca piasta había cooperado con el Imperio desde mediados del siglo x. Por otra parte, los liutizos, una confederación de pueblos eslavos paganos, se habían levantado contra las estructuras eclesiásticas e imperiales en la región del Elba en 983, en el marco de un floreciente paganismo. Sin embargo, al iniciarse el nuevo milenio, el piasta Boleslao el Bravo se había convertido en una amenaza más atemorizadora para el Imperio, debido particularmente a la expansión territorial que encabezaba. Así, el rey Enrique II pactó en el año 1003 en Quedlinburg con los liutizos frente al piasta: se sellaba una alianza entre un rey cristiano y una confederación pagana para hacer frente a otro gobernante cristiano. Bruno de Querfurt, que había dedicado su vida a la misión y recibía apoyo de Boleslao, escribió esta misiva, con el objeto de señalar las contradicciones de la alianza citada arriba

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Las Sibilas de San Telmo son doce telas ubicadas en la sacristía de la Iglesia de San Telmo (Buenos Aires, Argentina) que representan a las sibilas Cumea, Helespóntica, Líbica, Cumana, Pérsica, Tiburtina, Frigia, Délfica, Rodia, Eritrea, Sambetea y Samia. Son telas anónimas del siglo XVIII, cuyo origen es desconocido y discutido: pueden ser españolas o cuzqueñas. Cada cuadro consta de tres partes: 1. la imagen de la sibila de frente ricamente vestida; 2. un medallón o tondo, ornado de flores con una escena de la vida de Cristo; 3. en la parte inferior una guarda con el texto bíblico y profético correspondiente al medallón redactado en español. El objetivo de esta comunicación es: a) ubicar esta serie en la tradición sibilina, que en las Divinae Institutiones de Lactancio cristianiza el canon varroniano del siglo I a.C., añadiendo en el s. XVI dos sibilas a las diez de Varrón para emparejar con los doce profetas del Antiguo Testamento; b) establecer los modelos literarios y pictóricos (grabados, tapices o series pictóricas) que pueden haber inspirado la realización de estas telas y su tratamiento en las series sibilinas de México, Bolivia, Brasil y Argentina

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La carta que presentamos traducida al español fue escrita en el año 1008 por el obispo misionero Bruno de Querfurt. El destinatario era el rey sajón Enrique II (1002-1024), emperador desde el año 1014. El contexto de la epístola está marcado por los vínculos cambiantes entre diversos actores políticos. La dinastía polaca piasta había cooperado con el Imperio desde mediados del siglo x. Por otra parte, los liutizos, una confederación de pueblos eslavos paganos, se habían levantado contra las estructuras eclesiásticas e imperiales en la región del Elba en 983, en el marco de un floreciente paganismo. Sin embargo, al iniciarse el nuevo milenio, el piasta Boleslao el Bravo se había convertido en una amenaza más atemorizadora para el Imperio, debido particularmente a la expansión territorial que encabezaba. Así, el rey Enrique II pactó en el año 1003 en Quedlinburg con los liutizos frente al piasta: se sellaba una alianza entre un rey cristiano y una confederación pagana para hacer frente a otro gobernante cristiano. Bruno de Querfurt, que había dedicado su vida a la misión y recibía apoyo de Boleslao, escribió esta misiva, con el objeto de señalar las contradicciones de la alianza citada arriba

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Las Sibilas de San Telmo son doce telas ubicadas en la sacristía de la Iglesia de San Telmo (Buenos Aires, Argentina) que representan a las sibilas Cumea, Helespóntica, Líbica, Cumana, Pérsica, Tiburtina, Frigia, Délfica, Rodia, Eritrea, Sambetea y Samia. Son telas anónimas del siglo XVIII, cuyo origen es desconocido y discutido: pueden ser españolas o cuzqueñas. Cada cuadro consta de tres partes: 1. la imagen de la sibila de frente ricamente vestida; 2. un medallón o tondo, ornado de flores con una escena de la vida de Cristo; 3. en la parte inferior una guarda con el texto bíblico y profético correspondiente al medallón redactado en español. El objetivo de esta comunicación es: a) ubicar esta serie en la tradición sibilina, que en las Divinae Institutiones de Lactancio cristianiza el canon varroniano del siglo I a.C., añadiendo en el s. XVI dos sibilas a las diez de Varrón para emparejar con los doce profetas del Antiguo Testamento; b) establecer los modelos literarios y pictóricos (grabados, tapices o series pictóricas) que pueden haber inspirado la realización de estas telas y su tratamiento en las series sibilinas de México, Bolivia, Brasil y Argentina

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Este trabajo analiza el relato "Pequeño Pie de Piedra. Una vida imaginaria de Ceferino Namuncurá en treinta y ocho testimonios" de Leopoldo Brizuela (2002) y su cuestionamiento de los abusos de la memoria en el relato de la Nación a partir de los intertextos que funcionan como motor de la escritura. Según nuestra lectura, y desde la perspectiva del proceso de secularización que hace eclosión a fines del XIX cediendo los márgenes de la "barbarie" a una cristianización que se revela en definitiva utilitaria a los fines del Estado, la polémica figura de Ceferino le permite a Brizuela indagar en los silencios de la historia nacional y cuestionar el poder de la letra que nombra santos y salvajes, beatos y locos. La "vida imaginaria" del indio se acerca así, menos a la historia verídica de Ceferino Namuncurá, que a las lagunas de la historiografía liberal, problematizando la conversión de salvaje en santo y explorando la distancia establecida entre los relatos bio(hagio)gráficos sobre Ceferino y su experiencia como mapuche en la Patagonia de fines del XIX. El texto de Brizuela, propuesto como ficción, coloca al imaginario popular como vía de superación del discurso racionalizador de la historiografía, y recurre a una prosa poética que, evocando lo mítico y lo arcaico, da espesor a una lengua narrativa cuyo sentido más político puede atribuirse a su trabajo con la "imaginación material" (Bachelard). Los treinta y ocho testimonios funcionan, así, como ejercicios de la imaginación sobre el pasado en torno de una materia privilegiada por la narración: el agua

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La carta que presentamos traducida al español fue escrita en el año 1008 por el obispo misionero Bruno de Querfurt. El destinatario era el rey sajón Enrique II (1002-1024), emperador desde el año 1014. El contexto de la epístola está marcado por los vínculos cambiantes entre diversos actores políticos. La dinastía polaca piasta había cooperado con el Imperio desde mediados del siglo x. Por otra parte, los liutizos, una confederación de pueblos eslavos paganos, se habían levantado contra las estructuras eclesiásticas e imperiales en la región del Elba en 983, en el marco de un floreciente paganismo. Sin embargo, al iniciarse el nuevo milenio, el piasta Boleslao el Bravo se había convertido en una amenaza más atemorizadora para el Imperio, debido particularmente a la expansión territorial que encabezaba. Así, el rey Enrique II pactó en el año 1003 en Quedlinburg con los liutizos frente al piasta: se sellaba una alianza entre un rey cristiano y una confederación pagana para hacer frente a otro gobernante cristiano. Bruno de Querfurt, que había dedicado su vida a la misión y recibía apoyo de Boleslao, escribió esta misiva, con el objeto de señalar las contradicciones de la alianza citada arriba

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