922 resultados para Siglos XV-XVI


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El siguiente trabajo intenta un abordaje general de las diversas interpretaciones relativas a un documento del siglo XIII, el Estatuto de Merton (1236). El contexto que preside este abordaje fueron las transformaciones del sistema económico feudal y, en sus aspectos específicos, apunta a reconsiderar el proceso de cercamiento en la Inglaterra de aquel siglo. A pesar de que muchas investigaciones planteen el origen de las enclosures en los siglos XV y XVI, el Estatuto estaría atestiguando su presencia anterior. El presente trabajo procura reflexionar sobre las producciones historiográficas que se han realizado en relación al tema. El estudio de este notable documento adquiere importancia para analizar los antecedentes de la transición del feudalismo al capitalismo

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En Bartleby y compañía Enrique Vila-Matas reúne un gran número de relatos breves y brevísimos de escritores que en cierto momento de su vida dejaron de escribir. La autonomía de estos 'microrrelatos' es parecida a la de los relatos orales que los autores/editores de los siglos XV y XVI reunían en antologías y colecciones de cuentos o libros de caballería y de pastores. Mientras que la invención de la imprenta facilita el desarrollo de texturas más enredadas y un sutil sistema de subordinaciones que confieren una creciente coherencia a amplios conjuntos narrativos, Enrique Vila-Matas opta por una estructura esencialmente paratáctica. Mediante un juego de alusiones a una multitud de hipotextos, esta estructura sugiere un estado de fragmentación y una libertad de asociación que ilustra la temática central del libro, el rechazo de una 'literatura alimenticia' a favor de la literatura del No.

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Las composiciones formadas por tres o más pareados de métrica irregular han sido poco investigadas. Predominan las cancioncitas con dos versos; la forma más frecuente en que se desarrollaron durante los siglos xv y xvi fue el villancico. Las composiciones pareadas ya existían dentro de la región castellana desde el siglo xiii, y aunque durante los siglos posteriores desaparecieron de la superficie, las investigaciones folklorísticas modernas los han hecho emerger. Dentro de este tipo de "género" -si así podemos llamarlo-, son interesantes las composiciones no paralelísticas, que hablan de la cultura de campesinos y pastores. Este tipo de textos no se encuentra más que en los refraneros de la época. El encanto de las composiciones radica en la acumulación de sus elementos, como ocurre en las adivinanzas y en las rimas infantiles

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El siguiente trabajo intenta un abordaje general de las diversas interpretaciones relativas a un documento del siglo XIII, el Estatuto de Merton (1236). El contexto que preside este abordaje fueron las transformaciones del sistema económico feudal y, en sus aspectos específicos, apunta a reconsiderar el proceso de cercamiento en la Inglaterra de aquel siglo. A pesar de que muchas investigaciones planteen el origen de las enclosures en los siglos XV y XVI, el Estatuto estaría atestiguando su presencia anterior. El presente trabajo procura reflexionar sobre las producciones historiográficas que se han realizado en relación al tema. El estudio de este notable documento adquiere importancia para analizar los antecedentes de la transición del feudalismo al capitalismo

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En Bartleby y compañía Enrique Vila-Matas reúne un gran número de relatos breves y brevísimos de escritores que en cierto momento de su vida dejaron de escribir. La autonomía de estos 'microrrelatos' es parecida a la de los relatos orales que los autores/editores de los siglos XV y XVI reunían en antologías y colecciones de cuentos o libros de caballería y de pastores. Mientras que la invención de la imprenta facilita el desarrollo de texturas más enredadas y un sutil sistema de subordinaciones que confieren una creciente coherencia a amplios conjuntos narrativos, Enrique Vila-Matas opta por una estructura esencialmente paratáctica. Mediante un juego de alusiones a una multitud de hipotextos, esta estructura sugiere un estado de fragmentación y una libertad de asociación que ilustra la temática central del libro, el rechazo de una 'literatura alimenticia' a favor de la literatura del No.

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Las composiciones formadas por tres o más pareados de métrica irregular han sido poco investigadas. Predominan las cancioncitas con dos versos; la forma más frecuente en que se desarrollaron durante los siglos xv y xvi fue el villancico. Las composiciones pareadas ya existían dentro de la región castellana desde el siglo xiii, y aunque durante los siglos posteriores desaparecieron de la superficie, las investigaciones folklorísticas modernas los han hecho emerger. Dentro de este tipo de "género" -si así podemos llamarlo-, son interesantes las composiciones no paralelísticas, que hablan de la cultura de campesinos y pastores. Este tipo de textos no se encuentra más que en los refraneros de la época. El encanto de las composiciones radica en la acumulación de sus elementos, como ocurre en las adivinanzas y en las rimas infantiles

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El descubrimiento de América dio lugar, entre otras cosas, a la proyección de imágenes deseadas o imágenes del deseo de la cultura europea de los siglos XV y XVI sobre el nuevo continente; proyección que elaboraba, de modo paralelo a esta empresa de conquista, relatos utópicos, críticos y reformistas de su propia sociedad. Este pensamiento creció durante la conquista de América y algunas formulaciones de armonía se pensaron como realizables. De la empresa utópica de conquista (de conquistadores o de letrados al servicio de la corona española), de la visión europea de América como espacio utópico en algunos casos o propicio para la utopía, en otros, resultan determinadas modalidades discursivas de representación o imágenes que aún perviven en el propio imaginario americano y en el occidental sobre América. Es nuestro objetivo resumir un estado de la cuestión de las líneas centrales que reflexionaron sobre el tema de la utopía y que nos serán útiles para el análisis posterior de las primeras crónicas de la conquista: los Diarios de Cristóbal Colón, la Historia de las Indias de Bartolomé de las Casas y la Historia General y Natural de Gonzalo Fernández de Oviedo. Nos referimos, por ejemplo, a las definiciones de utopía que la delimitan como un relato particular que contiene la representación de una sociedad ideal o la visión de un mundo mejor habitado por una humanidad mejor

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El descubrimiento de América dio lugar, entre otras cosas, a la proyección de imágenes deseadas o imágenes del deseo de la cultura europea de los siglos XV y XVI sobre el nuevo continente; proyección que elaboraba, de modo paralelo a esta empresa de conquista, relatos utópicos, críticos y reformistas de su propia sociedad. Este pensamiento creció durante la conquista de América y algunas formulaciones de armonía se pensaron como realizables. De la empresa utópica de conquista (de conquistadores o de letrados al servicio de la corona española), de la visión europea de América como espacio utópico en algunos casos o propicio para la utopía, en otros, resultan determinadas modalidades discursivas de representación o imágenes que aún perviven en el propio imaginario americano y en el occidental sobre América. Es nuestro objetivo resumir un estado de la cuestión de las líneas centrales que reflexionaron sobre el tema de la utopía y que nos serán útiles para el análisis posterior de las primeras crónicas de la conquista: los Diarios de Cristóbal Colón, la Historia de las Indias de Bartolomé de las Casas y la Historia General y Natural de Gonzalo Fernández de Oviedo. Nos referimos, por ejemplo, a las definiciones de utopía que la delimitan como un relato particular que contiene la representación de una sociedad ideal o la visión de un mundo mejor habitado por una humanidad mejor

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Las composiciones formadas por tres o más pareados de métrica irregular han sido poco investigadas. Predominan las cancioncitas con dos versos; la forma más frecuente en que se desarrollaron durante los siglos xv y xvi fue el villancico. Las composiciones pareadas ya existían dentro de la región castellana desde el siglo xiii, y aunque durante los siglos posteriores desaparecieron de la superficie, las investigaciones folklorísticas modernas los han hecho emerger. Dentro de este tipo de "género" -si así podemos llamarlo-, son interesantes las composiciones no paralelísticas, que hablan de la cultura de campesinos y pastores. Este tipo de textos no se encuentra más que en los refraneros de la época. El encanto de las composiciones radica en la acumulación de sus elementos, como ocurre en las adivinanzas y en las rimas infantiles

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El siguiente trabajo intenta un abordaje general de las diversas interpretaciones relativas a un documento del siglo XIII, el Estatuto de Merton (1236). El contexto que preside este abordaje fueron las transformaciones del sistema económico feudal y, en sus aspectos específicos, apunta a reconsiderar el proceso de cercamiento en la Inglaterra de aquel siglo. A pesar de que muchas investigaciones planteen el origen de las enclosures en los siglos XV y XVI, el Estatuto estaría atestiguando su presencia anterior. El presente trabajo procura reflexionar sobre las producciones historiográficas que se han realizado en relación al tema. El estudio de este notable documento adquiere importancia para analizar los antecedentes de la transición del feudalismo al capitalismo

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En Bartleby y compañía Enrique Vila-Matas reúne un gran número de relatos breves y brevísimos de escritores que en cierto momento de su vida dejaron de escribir. La autonomía de estos 'microrrelatos' es parecida a la de los relatos orales que los autores/editores de los siglos XV y XVI reunían en antologías y colecciones de cuentos o libros de caballería y de pastores. Mientras que la invención de la imprenta facilita el desarrollo de texturas más enredadas y un sutil sistema de subordinaciones que confieren una creciente coherencia a amplios conjuntos narrativos, Enrique Vila-Matas opta por una estructura esencialmente paratáctica. Mediante un juego de alusiones a una multitud de hipotextos, esta estructura sugiere un estado de fragmentación y una libertad de asociación que ilustra la temática central del libro, el rechazo de una 'literatura alimenticia' a favor de la literatura del No.

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El lamentable estado del templo hizo que Luis de Villanueva y Susana Mora redactaran un Proyecto de Restauración, cuya primera fase era la Restauración de cubiertas. Éstas se desmontaron cuidadosamente, apareciendo en la nave sur una viga cambiada de posición de labra supuestamente mudéjar, lo que hizo exagerar las precauciones. Pudimos así observar otra ménsula de madera labrada que servía de apoyo a elementos pétreos de la cabecera. En la nave lateral norte se encontraron durmientes, varios tirantes, y rebajes equidistantes, que podrían corresponder a estribos. En la nave central, formando parte de las quijeras, estaban integrados elementos con sencillas decoraciones azuladas, que podrían corresponder a restos de los citados estribos de la nave lateral. Las hipótesis se comprobaron, y con el apoyo de textos especializados, se formuló una propuesta de techumbre que podría acercarnos a las construcciones de esta zona del Señorío de Mendoza entre los siglos XV y XVI.

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Saxon colonization in Transylvania occurred from 12th Century with the establishment of the populations with certain degree of freedom and autonomy. External threats over this territory obliged to the fortification of their churches, mainly between 15th and 16th Centuries with the advance of Turkish Empire. The fortification of the churches consists on the building of walls with gates and flanking towers, and also with the incorporation of several defensive elements over the apses. Most outstanding characteristics of this fortified system are the homogeneity in typology, construction and polyorcetic, without detracting of the singularity of each one of the more of 150 conserved churches. The article presents an actual state of the art. Also, it develops the main historical elements and it explains the architectonic typology and the constructive characteristics. At last, defensive elements are analyzed from the comparative and deep study through three proper examples: the churches of Hosman, Pelisor and Mosna. La colonización sajona de Transilvania se produjo a partir del siglo XII con el asentamiento de poblaciones con cierto grado de libertad y autonomía. Las amenazas externas sobre este territorio obligaron a la fortificación de sus iglesias, principalmente entre los siglos XV y XVI ante el avance del imperio turco. La fortificación de las iglesias consta de la construcción de murallas con puertas y torres de flanqueo, además de la incorporación de diversos elementos poliorcéticos sobre las cabeceras de las iglesias. Las características más relevantes de este sistema fortificado es la homogeneidad tipológica, constructiva y poliorcética sin menoscabo de la singularidad de cada una de las más de 150 iglesias conservadas. El artículo presenta un estado de la cuestión actualizado, además de desarrollar los elementos históricos más relevantes, explicar la tipología arquitectónica y las característica constructivas y analizar los elementos poliorcéticos desde el estudio comparado y profundo de tres ejemplos característicos: las iglesias de Hosman, Pelisor y Mosna.

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Esta tesis estudia y analiza el que fue importante convento de los agustinos calzados, extramuros de la villa de Madrigal de la Altas Torres. El conjunto que en su día fue llamado el “Escorial de Castilla”, donde murió fray Luis de León en 1591, con cátedras de teología y filosofía y casa de capítulos provinciales, ha visto languidecer sus fábricas en paralelo al declive de Castilla y al de la propia villa de Madrigal, hasta que (al igual que en otros muchos casos) los decretos de supresión y desamortización en el siglo XIX, cerraron definitivamente sus puertas como convento y las abrieron a la destrucción y a la ruina que hoy presenta. En mi condición de arquitecto e historiador he pretendido seguir una metodología que aúne tanto los aspectos históricos del edificio, que permitan un mayor conocimiento del mismo, como otros aspectos estrictamente arquitectónicos en su doble vertiente compositiva y constructiva-tipológica, dentro del marco de la arquitectura clasicista en la que de forma clara se define el convento. Estos campos se completan con los levantamientos planimétricos del edificio y con su modelización, que tratan de analizar la evolución del convento a través de su tiempo, reinterpretando el volumen que pudo tener en el siglo XVI y XVII (el imaginado por el tracista). Se trata pues de una metodología que quiere ser integradora de disciplinas que frecuentemente discurren por vías separadas, pero que tienen el objetivo común señalado. En el primer tomo, el estudio histórico del convento recoge los aspectos cronológicos del edificio, localizados en una sistemática y razonable búsqueda en los archivos y fuentes documentales, así como las relaciones de poder y de patronazgo que a distintas escalas se establecen entre el convento y la Corte (especialmente durante los siglos XV y XVI), y otro tipo de conexiones e influencias (menores pero no por ello menos importantes) entre los frailes de Madrigal y la orden agustina calzada a la que pertenecen, o entre el convento y su territorio, identificado principalmente con la villa de Madrigal. Es en definitiva el conocimiento de quiénes, (frailes, arquitectos, maestros, artistas etc. ), cómo y cuándo han intervenido en la ideación, ejecución, sostenimiento (e incluso destrucción) del edificio, dentro de los avatares sociopolíticos y administrativos de cada periodo. No podemos olvidar por otra parte, los aspectos económicos, que como veremos juegan un papel fundamental en la propia edificación del convento, cuyas fases constructivas se corresponden con aportaciones económicas extraordinarias, emanadas principalmente de la enorme fortuna personal de D. Gaspar de Quiroga, arzobispo de Toledo e Inquisidor General con Felipe II. El análisis del edificio se centra principalmente en su fase como convento de Agustinos, a partir de 1528, cuando las monjas agustinas que lo fundaron y habitaron se trasladan al antiguo palacio de Juan II, que reciben de Carlos I, y se lo ceden a los frailes por mediación de Santo Tomás de Villanueva, y su final tras las desamortizaciones decimonónicas. El segundo tomo recoge la descripción del edificio y su evolución en el tiempo, con las limitaciones que supone la pérdida actual de la mayor parte de sus muros. Se exponen también en este capítulo algunos de los aspectos constructivos del edificio, sus medidas y proporciones, que de alguna manera nos introducen en el capítulo de la arquitectura clasicista. Se estudia la arquitectura del convento en esta etapa, que abarca un periodo comprendido entre 1585 y 1645, por ser el momento en que se construye la práctica totalidad del mismo mediante los recursos y el patronazgo del arzobispo toledano. Tanto la traza del convento como la de la iglesia pertenecen al momento de mayor énfasis y dinamismo del clasicismo vallisoletano, representado por la figura de Juan del Ribero Rada, que interviene en ambos proyectos, siendo de especial interés el descubrimiento de que éste arquitecto es también el autor de la traza conventual, tal como se pone de manifiesto en el concurso de fray Luis de León de 1590, ampliándose el conocimiento de su obra arquitectónica. En relación con este análisis de la arquitectura clasicista de Juan de Ribero en Madrigal, se ha realizado un levantamiento planimétrico exhaustivo, que por sí mismo compone una parte substancial de esta tesis. Este levantamiento nos ha permitido dar un paso más, procediendo a la “reconstrucción” idealizada de sus volúmenes, tal como pudo ser concebida por el tracista y por el propio Quiroga, basándonos en los datos sobre el edificio que nos aportan tanto sus restos, como las diversas fuentes documentales. Ante un edificio excepcional y actualmente destruido casi en su totalidad 1, se debe entender este trabajo como parte de un proceso de recuperación de nuestra memoria histórica colectiva, entendiendo que el conocimiento de un edificio va más allá de la mera acumulación de datos.

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Si bien se han ido realizando análisis sistemáticos desde el punto de vista arquitectónico de los diferentes jardines nacionales europeos, el jardín clásico español, a pesar del importante incremento de bibliografía operado en la última década, no ha sido todavía estudiado desde los criterios compositivos y espaciales propios de la disciplina arquitectónica. Responde el jardín clásico español a una organización perspectiva que proviene de las construcciones espaciales originadas y desarrolladas en Italia durante los siglos XV y XVI; establece, además, una importante conexión con la arquitectura de jardines contemporánea, es decir, las grandes corrientes europeas –desde el jardín renacentista italiano al barroco francés-, que asume, interpreta e incluso supera en cuanto a organización unitaria e integración con su entorno en varios ejemplos señeros. Pero esta imbricación europea se ve puntualizada por una influencia primordial: el concepto islámico del espacio arquitectónico, caracterizado por la fragmentación y la pérdida de la axialidad, que en España se extiende de forma generalizada. Fusionada con los principios perspectivos provenientes de Italia, esta concepción espacial proporciona a los jardines –y demás edificios- una gran riqueza espacial que, poco analizada y mal comprendida, se ha considerado habitualmente como falta de pericia compositiva. Este hecho ha negado a los jardines españoles originalidad alguna –otorgada, en cambio, a los hispanomusulmanes- y una clasificación periférica en la historia de la disciplina. El jardín clásico español presenta tres etapas principales: una primera, durante los siglos XVI y XVII, que se podría denominar renacentista; una segunda, en la primera mitad del siglo XVIII, de ascendencia barroca francesa, y, por último, en la segunda mitad del Ochocientos, el jardín neoclásico, que en buena medida retoma la organización formal de la primera etapa renacentista. Las tres influencias preponderantes en el jardín renacentista español son la hispanomusulmana, procedente de la ocupación islámica en España desde el siglo VIII hasta el XV, cuya estela se mantiene durante todo el desarrollo del jardín clásico; una flamenca, de menor calado y cuyo origen está en los contactos políticos de la corona española con Flandes, y, por último, la italiana, de donde procederá la espacialidad perspectiva propia del Renacimiento, extendida por toda Europa y conocida en España asimismo por vínculos políticos y culturales. El jardín hispanomusulmán va a proporcionar los rasgos distintivos de la jardinería española posterior, derivados de la necesaria adaptación compositiva a un medio físico poco idóneo para la implantación de jardines. Esta cuestión se soluciona tradicionalmente de forma perfecta con el patio y el apoyo de una serie de elementos arquitectónicos de carácter ligero articulados aleatoriamente con la vivienda para organizar su entorno, operación que produce un organismo superior asimétrico y estructurado a partir de pequeños fragmentos ordenados por ejes quebrados, cuyo crecimiento no presupone un cambio en las cualidades espaciales del jardín. Esta ordenación quebrada y la fragmentación espacial tienden a embarazar la unidad perspectiva renacentista, de tal forma que el jardín español no presenta grandes ejes visuales ni espacios fugados, sino pequeñas piezas independientes –adaptadas mejor a la corrección climática y al riego- que se agregan sin intención de regularidad o simetría, pues buscan la ambigüedad espacial mediante la ofuscación de la percepción y orientación en el jardín, como sucedía en las obras hispanomusulmanas. El jardín renacentista español tendrá una doble vertiente dependiendo del medio físico donde se asiente: si este es poco propicio a la implantación de jardines, se recuperará la ordenación espacial medieval musulmana como respuesta compositiva a dicho entorno remiso, pues los ensayos de jardines basados en elementos arquitectónicos, ante la dificultad de estructurar el espacio del jardín en España con las componentes naturales –topografía, vegetación y agua-, se realizaron con éxito y se reutilizaron en siglos posteriores, e incluso alcanzan el momento actual; contemporáneamente, en territorios propicios a la creación de jardines –generalmente, riberas de ríos-, se podrá desarrollar el espacio perspectivo unitario italiano, que producirá ejemplos de gran calidad. Así, Felipe II creará de forma simultánea jardines muy diferentes según su ubicación. Entre los de carácter más medieval destacan los del Alcázar de Madrid y Valsaín –con el antecedente de Yuste, promovido por Carlos V-, y de los plenamente renacentistas, la Casa de Campo, El Escorial y Aranjuez, éstos últimos de Juan Bautista de Toledo. Los dos primeros se organizan con varios recintos independientes articulados por ejes quebrados y ordenados a partir de elementos ligeros –galerías, torreones, miradores- que se proyectan hacia el exterior para dar forma al entorno inmediato del palacio. Los últimos, en cambio, utilizan las posibilidades del medio natural para estructurar los jardines, y establecen magníficos ejes de raigambre renacentista, origen de espacios perspectivos unitarios de gran interés, dado su tamaño y temprana fecha de creación. Así, en la Casa de Campo la villa se articula con un jardín llano cuya unidad espacial no tiene parangón en la Italia del momento; en Aranjuez, el Jardín de la Isla, independiente en su trazado del palacio que lo propicia, presenta una superposición de dos ejes con gradientes en sentido contrario, y una ordenación a escala territorial, las Huertas de Picotajo, con una malla focalizada de doble simetría adaptada a un difícil meandro del río Jarama y con capacidad de extensión ilimitada en la vega de Aranjuez, que es contemporánea pero mucho más evolucionada que los primeros tridentes creados en Italia y anterior en un siglo a las formalizaciones de Versalles. Frente a estas realizaciones reales, en España los jardines nobiliarios responden a una clara influencia medieval, como los del duque de Alcalá en Bornos, el marqués de Mondéjar, Bellaflor en Sevilla, la Casa del Rey en Arganda o el cigarral de Buenavista en Toledo. Pero en paralelo con éstos y promovidos por nobles conectados con Italia, se están implantando jardines de hispanomusulmana-, en fechas incluso anteriores a los construidos por la corona. Así, el marqués de Villena construye en Cadalso de los Vidrios un jardín con una tempranísima ordenación en terrazas que se integra con su entorno; el duque de Alba en Abadía realiza la misma operación con mayor desarrollo espacial; y en Béjar por el duque de esta ciudad salmantina se establece otro jardín de clara espacialidad italiana, pero con la casa fuera de la ordenación. El siglo XVII supone, en los escasos ejemplos construidos, la prolongación de la espacialidad renacentista introducida por Juan Bautista de Toledo. Hay una clara continuidad en los jardines aterrazados, como La Zarzuela y La Florida, mientras en el ejemplo llano principal, el Buen Retiro, se atiende más a la fragmentación hispana y a una adaptación de los sistemas de extensión al aumento de escala. Así había sucedido en Italia, donde los jardines de malla ortogonal se convirtieron en grandes parques focalizados, con avenidas arboladas y remates perspectivos, elementos que se repiten en el jardín madrileño, aunque sin la unidad conseguida en los precedentes mediante la focalización. El siglo XVIII va a conocer la nueva dinastía de los Borbones y el jardín barroco francés, que supondrá un cambio radical en la concepción espacial del jardín, aunque la influencia hispana no dejará de producirse. El tamaño de estos jardines, su coste de implantación y mantenimiento y la falta de adaptación al medio físico español serán los factores principales del escaso desarrollo que el jardín de Le Nôtre alcanzó en España. A pesar de los proyectos realizados - algunos de gran calidad, como los de Robert de Cotte para el Buen Retiro, los del Palacio Real Nuevo, el de Riofrío y el del castillo de Villaviciosa de Odón-, sólo se van a construir escasos parterres de los denominados urbanos. Entre ellos hay que destacar los del Buen Retiro, Aranjuez y palacios de Liria, Buenavista y Altamira en Madrid, Piedrahita para los duques de Alba, el convento de Santa Bárbara, Migas Calientes –algunos de éstos quedaron en proyecto-, a los que se añade un gran jardín con todos los componentes, que es San Ildefonso de La Granja. En La Granja se puede encontrar un parque completo a la francesa, que responde en mayor medida a los principios establecidos en el tratado de Dezallier d'Argenville que a la influencia directa de las obras de Le Nôtre. Pero la ordenación canónica de jardín barroco francés se particulariza mediante los dispositivos proyectuales de origen hispano, pues se desjerarquizan los ejes principales impidiendo su continuidad, que queda truncada por desarrollos paralelos, interrupciones perspectivas y ejes quebrados. En la segunda mitad del siglo XVIII, los propios monarcas Borbones recuperarán los jardines regulares de los Austrias, cuyos tipos llano y aterrazado tuvieron un importante desarrollo con Felipe II y Juan Bautista de Toledo y gozaban de un merecido prestigio. Ya con Fernando VI se introdujeron ordenaciones de inspiración renacentista, como en el Jardín del Príncipe de Aranjuez; pero será con su hermano Carlos III cuando se revisen las actuaciones filipinas. Juan de Villanueva fue el autor de los principales jardines del momento -entre ellos, las Casitas realizadas para el príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV y su hermano el infante Don Gabriel- aunque Ventura Rodríguez realizó en esos años un magnífico epílogo del jardín aterrazado en España: el palacio para el infante Don Luis en Boadilla del Monte, así como proyectos para el parque del Palacio Real Nuevo. En las Casitas de El Escorial –en menor medida en El Pardo-, Villanueva recoge una larga tradición de jardines aterrazados que, además, inserta magistralmente en su entorno, dentro de la secular tradición española de adaptación al medio físico. Lejos de presentar una lectura canónica, aunque utilizando todos los recursos del tipo, el arquitecto consigue la ambigüedad espacial hispana mediante la superposición en el eje longitudinal de dos gradaciones de dirección contraria, accesos quebrados e interrupción de las visuales y el viario, sin prescindir de una ordenación clásica. También de Villanueva son el proyecto definitivo del Jardín Botánico, de gran claridad compositiva y orden científico, y, para el Palacio Real Nuevo y su entorno, el jardín previo a las Reales Caballerizas y una remodelación de la Casa de Campo y su acceso.