886 resultados para Casa del Rafalí


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Resumen basado en el de la publicaci??n

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Presenta las reseñas de los siguientes libros: Gonzalo Ortiz, Los hijos de Daisy, Alfaguara, Quito, 2009, 400 pp. -- Juan Valdano, Palabra en el tiempo Quito, Eskeletra/Academia Ecuatoriana de la Lengua, 2009, 540 pp. -- Galo Galarza, El turno de Anacle, Casa del Poeta Alí Chumacero, México, 2010, 77 pp., 2a. ed. -- Yanko Molina, Objetos frágiles Quito, Paradiso, 2010, 83 pp. -- Gustavo Garzón, Vivo en medio de tantos muertos, Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2010, 79 pp. -- Mario Vargas Llosa, El sueño del celta, Santillana, Lima, 2010, 454 pp. -- Raúl Serrano Sánchez, Catálogo de ilusiones Buenos Aires, Final Abierto, 2010, 126 pp., 2a. ed. -- Abdón Ubidia, La aventura amorosa y sus personajes Quito, El Conejo, 2011, 165 pp.

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Pós-graduação em Artes - IA

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Dopo un’approfondita analisi strutturale e morfologica della metropoli di Bogotà, si affronta il progetto per la costruzione di una nuova chiesa e complesso parrocchiale in una delle localidad più povere della città: Usme. Nella relazione si illustra il progetto nel dettaglio, descrivendo tutto il processo metodologico. Il sistema del complesso parrocchiale, situato sulla sommità di un piccolo declivio, è stato concepito come luogo collettivo e prende spunto dai sistemi abbaziali e monastici, organizzati attorno alle corti, vero fulcro della vita comunitaria. Il progetto si struttura su tre elementi principali: la chiesa, la casa del sacerdote con il patio e la corte su cui affacciano gli edifici per la vita parrocchiale. La chiesa, centro della composizione, si organizza come un edificio essenziale, povero, muto, silenzioso, con uno stretto riferimento alle architetture e al corpus teorico di Paolo Zermani e Rudolph Schwarz.

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Situata nel comune di Corinaldo (AN), questa dimora signorile viene edificata su precedenti resti dal botanico Paolo Spadoni attorno alla metà del Settecento. Passata poi in mano a diversi proprietari, di cui l’ultimo risulta essere il Conte Giacomo Cesarini Romaldi, assume attorno agli inizi del novecento l’attuale aspetto. L’intero sistema si compone di diverse parti: la residenza del signore, la chiesa, la limonaia, la stalla, la rimessa delle carrozze e la casa del custode, connessi tra loro dal grande parco di circa due ettari di superficie, all’interno del quale sono disseminati innumerevoli manufatti, grotte e reperti archeologici. La presente tesi si pone come obiettivo quello di proporre un progetto di restauro che risponda alla richiesta del luogo di essere salvato; in esso sono stati riconosciuti dei valori che vanno necessariamente recuperati e trasmessi.

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Los arquitectos trascendemos a partir de nuestras obras y continuamos viviendo a través de ellas… Es así si no media una topadora y gente con poco conocimiento a cargo. Lo que comento tiene relación con el triste anuncio de ARQ (24/7/13) sobre la demolición de la comisaría en Santo Pipó, Misiones. Integrante del grupo formado por Boris Davinovic, Augusto Gaido, Francisco Rossi y Clorindo Testa, ordenados alfabéticamente, así figuran en los planos enviados al desarrollar el proyecto luego de ganar el concurso nacional de anteproyectos para puestos de salud y comisarías, es decir que aún no era el famoso arquitecto, antes incluso del Banco de Londres, la obra que lo proyectó nacional e internacionalmente. Los concursos organizados por la provincia fueron para consolidarse, ya que al ser Territorio Nacional no tenía contenedores arquitectónicos de suficiente jerarquía para alojar las funciones del poder provincial, salvo dos y ambos en Posadas: la Casa del Gobernador de Corrientes, de fin del siglo anterior y el edificio construido en 1944 para la Feria Nacional de Turismo y Yerba Mate que luego se reformulará para la Legislatura. Es así como estos concursos cubrirán el territorio provincial de obras destinadas a los más variados fines, pero con un lenguaje predominante y común. En ese cruce entre arquitectura y política, ¿por qué el lenguaje identitario de ese tiempo histórico fue el del Movimiento Moderno? En cierto sentido heroico apelaba a la construcción de un significado nuevo que dejando atrás las propuestas arquitectónicas del pasado se proyectara hacia el futuro interpelando las categorías fundacionales y alejándose de la tentación de extraer analogías de la impronta preliminar que habilitaba un eclecticismo romántico.

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Tras el golpe de Estado de 1955, los proyectos que se asentaron en el poder apelaron a plataformas en las que incorporaban elementos de modernización, con las que, por otro lado, buscaban tomar distancia de la década peronista, que asociaban, entre otras cosas, al estancamiento cultural. Beatriz Guido, cuyo nombre comenzó a sonar en los ámbitos literarios a fines de 1954 con la publicación de La casa del ángel, era parte de los jóvenes escritores críticos del gobierno de Perón que emergieron alrededor de la Libertadora y cuya escritura se sumó al agitado circuito cultural posterior al golpe. Sin embargo, sus novelas y cuentos no evidencian una clara intención de modernización del lenguaje y muestran pocas innovaciones en el aspecto narrativo. En cambio puede apreciarse en esos relatos una indagación insistente en la subjetividad de sus personajes que se vuelca en la ruptura de la conciencia narrativa; subjetividad que aparece fragmentada y oscilante en un marco de las transformaciones políticas y sociales. Este recurso (que podría remitir a algún aspecto modernista), junto al pesimismo social, revelan en clave gótica, en cambio, una estética que contradice aquellos pilares discursivos con que los militares y el frondicismo apuntalaron su poder. El presente trabajo busca así pensar la producción cultural vinculando los elementos literarios con la dimensión que alcanzaban en el debate en un momento en que las esferas cultural, social y política estaban particularmente imbricadas

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Tras el golpe de Estado de 1955, los proyectos que se asentaron en el poder apelaron a plataformas en las que incorporaban elementos de modernización, con las que, por otro lado, buscaban tomar distancia de la década peronista, que asociaban, entre otras cosas, al estancamiento cultural. Beatriz Guido, cuyo nombre comenzó a sonar en los ámbitos literarios a fines de 1954 con la publicación de La casa del ángel, era parte de los jóvenes escritores críticos del gobierno de Perón que emergieron alrededor de la Libertadora y cuya escritura se sumó al agitado circuito cultural posterior al golpe. Sin embargo, sus novelas y cuentos no evidencian una clara intención de modernización del lenguaje y muestran pocas innovaciones en el aspecto narrativo. En cambio puede apreciarse en esos relatos una indagación insistente en la subjetividad de sus personajes que se vuelca en la ruptura de la conciencia narrativa; subjetividad que aparece fragmentada y oscilante en un marco de las transformaciones políticas y sociales. Este recurso (que podría remitir a algún aspecto modernista), junto al pesimismo social, revelan en clave gótica, en cambio, una estética que contradice aquellos pilares discursivos con que los militares y el frondicismo apuntalaron su poder. El presente trabajo busca así pensar la producción cultural vinculando los elementos literarios con la dimensión que alcanzaban en el debate en un momento en que las esferas cultural, social y política estaban particularmente imbricadas

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Tras el golpe de Estado de 1955, los proyectos que se asentaron en el poder apelaron a plataformas en las que incorporaban elementos de modernización, con las que, por otro lado, buscaban tomar distancia de la década peronista, que asociaban, entre otras cosas, al estancamiento cultural. Beatriz Guido, cuyo nombre comenzó a sonar en los ámbitos literarios a fines de 1954 con la publicación de La casa del ángel, era parte de los jóvenes escritores críticos del gobierno de Perón que emergieron alrededor de la Libertadora y cuya escritura se sumó al agitado circuito cultural posterior al golpe. Sin embargo, sus novelas y cuentos no evidencian una clara intención de modernización del lenguaje y muestran pocas innovaciones en el aspecto narrativo. En cambio puede apreciarse en esos relatos una indagación insistente en la subjetividad de sus personajes que se vuelca en la ruptura de la conciencia narrativa; subjetividad que aparece fragmentada y oscilante en un marco de las transformaciones políticas y sociales. Este recurso (que podría remitir a algún aspecto modernista), junto al pesimismo social, revelan en clave gótica, en cambio, una estética que contradice aquellos pilares discursivos con que los militares y el frondicismo apuntalaron su poder. El presente trabajo busca así pensar la producción cultural vinculando los elementos literarios con la dimensión que alcanzaban en el debate en un momento en que las esferas cultural, social y política estaban particularmente imbricadas

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Una vez que el tiempo ha superado al espacio, la casa del futuro es ampliada en torno al recorrido del ipad y el smartphone evolucionado que se convierte en interfaz entre el cuerpo y la ciudad. Augmented home se entiende como el tiempo doméstico en un sistema integrado de cuerpo e información.

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La Casa del Infinito, en Zahara de los Atunes, es su último proyecto. Su obra concentra la esencia constructiva del arquitecto por excelencia de espacios sobrios y diáfanos erigidos en torno a la luz.

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Si bien se han ido realizando análisis sistemáticos desde el punto de vista arquitectónico de los diferentes jardines nacionales europeos, el jardín clásico español, a pesar del importante incremento de bibliografía operado en la última década, no ha sido todavía estudiado desde los criterios compositivos y espaciales propios de la disciplina arquitectónica. Responde el jardín clásico español a una organización perspectiva que proviene de las construcciones espaciales originadas y desarrolladas en Italia durante los siglos XV y XVI; establece, además, una importante conexión con la arquitectura de jardines contemporánea, es decir, las grandes corrientes europeas –desde el jardín renacentista italiano al barroco francés-, que asume, interpreta e incluso supera en cuanto a organización unitaria e integración con su entorno en varios ejemplos señeros. Pero esta imbricación europea se ve puntualizada por una influencia primordial: el concepto islámico del espacio arquitectónico, caracterizado por la fragmentación y la pérdida de la axialidad, que en España se extiende de forma generalizada. Fusionada con los principios perspectivos provenientes de Italia, esta concepción espacial proporciona a los jardines –y demás edificios- una gran riqueza espacial que, poco analizada y mal comprendida, se ha considerado habitualmente como falta de pericia compositiva. Este hecho ha negado a los jardines españoles originalidad alguna –otorgada, en cambio, a los hispanomusulmanes- y una clasificación periférica en la historia de la disciplina. El jardín clásico español presenta tres etapas principales: una primera, durante los siglos XVI y XVII, que se podría denominar renacentista; una segunda, en la primera mitad del siglo XVIII, de ascendencia barroca francesa, y, por último, en la segunda mitad del Ochocientos, el jardín neoclásico, que en buena medida retoma la organización formal de la primera etapa renacentista. Las tres influencias preponderantes en el jardín renacentista español son la hispanomusulmana, procedente de la ocupación islámica en España desde el siglo VIII hasta el XV, cuya estela se mantiene durante todo el desarrollo del jardín clásico; una flamenca, de menor calado y cuyo origen está en los contactos políticos de la corona española con Flandes, y, por último, la italiana, de donde procederá la espacialidad perspectiva propia del Renacimiento, extendida por toda Europa y conocida en España asimismo por vínculos políticos y culturales. El jardín hispanomusulmán va a proporcionar los rasgos distintivos de la jardinería española posterior, derivados de la necesaria adaptación compositiva a un medio físico poco idóneo para la implantación de jardines. Esta cuestión se soluciona tradicionalmente de forma perfecta con el patio y el apoyo de una serie de elementos arquitectónicos de carácter ligero articulados aleatoriamente con la vivienda para organizar su entorno, operación que produce un organismo superior asimétrico y estructurado a partir de pequeños fragmentos ordenados por ejes quebrados, cuyo crecimiento no presupone un cambio en las cualidades espaciales del jardín. Esta ordenación quebrada y la fragmentación espacial tienden a embarazar la unidad perspectiva renacentista, de tal forma que el jardín español no presenta grandes ejes visuales ni espacios fugados, sino pequeñas piezas independientes –adaptadas mejor a la corrección climática y al riego- que se agregan sin intención de regularidad o simetría, pues buscan la ambigüedad espacial mediante la ofuscación de la percepción y orientación en el jardín, como sucedía en las obras hispanomusulmanas. El jardín renacentista español tendrá una doble vertiente dependiendo del medio físico donde se asiente: si este es poco propicio a la implantación de jardines, se recuperará la ordenación espacial medieval musulmana como respuesta compositiva a dicho entorno remiso, pues los ensayos de jardines basados en elementos arquitectónicos, ante la dificultad de estructurar el espacio del jardín en España con las componentes naturales –topografía, vegetación y agua-, se realizaron con éxito y se reutilizaron en siglos posteriores, e incluso alcanzan el momento actual; contemporáneamente, en territorios propicios a la creación de jardines –generalmente, riberas de ríos-, se podrá desarrollar el espacio perspectivo unitario italiano, que producirá ejemplos de gran calidad. Así, Felipe II creará de forma simultánea jardines muy diferentes según su ubicación. Entre los de carácter más medieval destacan los del Alcázar de Madrid y Valsaín –con el antecedente de Yuste, promovido por Carlos V-, y de los plenamente renacentistas, la Casa de Campo, El Escorial y Aranjuez, éstos últimos de Juan Bautista de Toledo. Los dos primeros se organizan con varios recintos independientes articulados por ejes quebrados y ordenados a partir de elementos ligeros –galerías, torreones, miradores- que se proyectan hacia el exterior para dar forma al entorno inmediato del palacio. Los últimos, en cambio, utilizan las posibilidades del medio natural para estructurar los jardines, y establecen magníficos ejes de raigambre renacentista, origen de espacios perspectivos unitarios de gran interés, dado su tamaño y temprana fecha de creación. Así, en la Casa de Campo la villa se articula con un jardín llano cuya unidad espacial no tiene parangón en la Italia del momento; en Aranjuez, el Jardín de la Isla, independiente en su trazado del palacio que lo propicia, presenta una superposición de dos ejes con gradientes en sentido contrario, y una ordenación a escala territorial, las Huertas de Picotajo, con una malla focalizada de doble simetría adaptada a un difícil meandro del río Jarama y con capacidad de extensión ilimitada en la vega de Aranjuez, que es contemporánea pero mucho más evolucionada que los primeros tridentes creados en Italia y anterior en un siglo a las formalizaciones de Versalles. Frente a estas realizaciones reales, en España los jardines nobiliarios responden a una clara influencia medieval, como los del duque de Alcalá en Bornos, el marqués de Mondéjar, Bellaflor en Sevilla, la Casa del Rey en Arganda o el cigarral de Buenavista en Toledo. Pero en paralelo con éstos y promovidos por nobles conectados con Italia, se están implantando jardines de hispanomusulmana-, en fechas incluso anteriores a los construidos por la corona. Así, el marqués de Villena construye en Cadalso de los Vidrios un jardín con una tempranísima ordenación en terrazas que se integra con su entorno; el duque de Alba en Abadía realiza la misma operación con mayor desarrollo espacial; y en Béjar por el duque de esta ciudad salmantina se establece otro jardín de clara espacialidad italiana, pero con la casa fuera de la ordenación. El siglo XVII supone, en los escasos ejemplos construidos, la prolongación de la espacialidad renacentista introducida por Juan Bautista de Toledo. Hay una clara continuidad en los jardines aterrazados, como La Zarzuela y La Florida, mientras en el ejemplo llano principal, el Buen Retiro, se atiende más a la fragmentación hispana y a una adaptación de los sistemas de extensión al aumento de escala. Así había sucedido en Italia, donde los jardines de malla ortogonal se convirtieron en grandes parques focalizados, con avenidas arboladas y remates perspectivos, elementos que se repiten en el jardín madrileño, aunque sin la unidad conseguida en los precedentes mediante la focalización. El siglo XVIII va a conocer la nueva dinastía de los Borbones y el jardín barroco francés, que supondrá un cambio radical en la concepción espacial del jardín, aunque la influencia hispana no dejará de producirse. El tamaño de estos jardines, su coste de implantación y mantenimiento y la falta de adaptación al medio físico español serán los factores principales del escaso desarrollo que el jardín de Le Nôtre alcanzó en España. A pesar de los proyectos realizados - algunos de gran calidad, como los de Robert de Cotte para el Buen Retiro, los del Palacio Real Nuevo, el de Riofrío y el del castillo de Villaviciosa de Odón-, sólo se van a construir escasos parterres de los denominados urbanos. Entre ellos hay que destacar los del Buen Retiro, Aranjuez y palacios de Liria, Buenavista y Altamira en Madrid, Piedrahita para los duques de Alba, el convento de Santa Bárbara, Migas Calientes –algunos de éstos quedaron en proyecto-, a los que se añade un gran jardín con todos los componentes, que es San Ildefonso de La Granja. En La Granja se puede encontrar un parque completo a la francesa, que responde en mayor medida a los principios establecidos en el tratado de Dezallier d'Argenville que a la influencia directa de las obras de Le Nôtre. Pero la ordenación canónica de jardín barroco francés se particulariza mediante los dispositivos proyectuales de origen hispano, pues se desjerarquizan los ejes principales impidiendo su continuidad, que queda truncada por desarrollos paralelos, interrupciones perspectivas y ejes quebrados. En la segunda mitad del siglo XVIII, los propios monarcas Borbones recuperarán los jardines regulares de los Austrias, cuyos tipos llano y aterrazado tuvieron un importante desarrollo con Felipe II y Juan Bautista de Toledo y gozaban de un merecido prestigio. Ya con Fernando VI se introdujeron ordenaciones de inspiración renacentista, como en el Jardín del Príncipe de Aranjuez; pero será con su hermano Carlos III cuando se revisen las actuaciones filipinas. Juan de Villanueva fue el autor de los principales jardines del momento -entre ellos, las Casitas realizadas para el príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV y su hermano el infante Don Gabriel- aunque Ventura Rodríguez realizó en esos años un magnífico epílogo del jardín aterrazado en España: el palacio para el infante Don Luis en Boadilla del Monte, así como proyectos para el parque del Palacio Real Nuevo. En las Casitas de El Escorial –en menor medida en El Pardo-, Villanueva recoge una larga tradición de jardines aterrazados que, además, inserta magistralmente en su entorno, dentro de la secular tradición española de adaptación al medio físico. Lejos de presentar una lectura canónica, aunque utilizando todos los recursos del tipo, el arquitecto consigue la ambigüedad espacial hispana mediante la superposición en el eje longitudinal de dos gradaciones de dirección contraria, accesos quebrados e interrupción de las visuales y el viario, sin prescindir de una ordenación clásica. También de Villanueva son el proyecto definitivo del Jardín Botánico, de gran claridad compositiva y orden científico, y, para el Palacio Real Nuevo y su entorno, el jardín previo a las Reales Caballerizas y una remodelación de la Casa de Campo y su acceso.