997 resultados para Redón, Juan
Resumo:
La literatura y el cine son disciplinas que dialogan y se separan, que se unen y se dislocan. Cuando un realizador escoge un texto literario para transponerlo al cine y presentar su propia lectura (Jauss, 1987; Ingarden, 1989), son las resonancias (Wolf, 2005) las que indican la manera en que el director leyó el texto y lo que identificó como potencial cinematográfico. Entre 1943 y 1955, con gran apoyo de los espectadores, toma auge el cine argentino, aunque no se favorece a la producción, distribución y exhibición porque los dueños del capital están más ocupados en los réditos inmediatos del negocio que en el desarrollo y progreso de la industria cinematográfica (Getino, 2005). Sin embargo, directores como Soffici, Manzi y Papier adhieren al proceso político, desarrollan una producción valiosa y atienden a lo popular (Cabrera, 1994; Di Núbila, 1959). Con esa herencia, emerge como director la figura de Hugo del Carril, con producciones que transitan la crítica a severos conflictos sociales simbolizados a través de la representación de las vidas dramáticas de los oprimidos y olvidados, como el caso de Las tierras blancas que lleva a la pantalla en 1958, inspirada en la novela homónima de Juan José Manauta
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El presente trabajo se propone examinar la noción del "espacio líquido" en la literatura argentina, y sobre todo en la obra de Juan José Saer. Se trata de demostrar que lo que caracteriza la obra saeriana es la oscilación entre dos concepciones de lo líquido: por un lado, una acepción metafórica, tal como ha sido utilizada por teorías sociales de la modernización y de la globalización - en la base de esta acepción de lo ?líquido" está una concepción topológica del espacio, destinada a describir mundos y percepciones en constante devenir y cambio. Por el otro lado, se hace presente, en Saer, una concepción más concreta, topográfica, de lo líquido como espacio aquático y, sobre todo, como espacio fluvial. Para Saer, la orilla del río, es decir la zona 'cosmogónica' entre agua y tierra como modelo de lo cultural, precede a la orilla de la ciudad con su oposición mítica entre civilización y barbárie, tan importante en la historia literaria argentina. Quisieramos mostrar al ejemplo de una lectura de Nadie, nada, nunca, como esas dos concepiones de lo líquido se superponen y cuales son las consecuencias de esa superposición para pensar los espacios de la literatura argentina entre topologías abstractas y topografías concretas
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El contacto con la variedad del español utilizada por hablantes de la Provincia de San Juan permite observar usos alternantes de los tiempos pasados Perfecto Simple y Perfecto Compuesto con mayor frecuencia de uso de éste con respecto a la zona rioplatense. El compuesto se emplea -por los sanjuaninos- para señalar aspectos semánticos reservados para el Simple como el referir acciones acabadas lejanas al momento de la enunciación o incluso sin ninguna relación con el mismo. El hablante puede comunicar factores subjetivos con el Perfecto Compuesto usándolo como una estrategia discursiva cargada de subjetividad que le permite hacer relevantes los hechos pasados, sin importar si están más o menos alejados del momento de la enunciación, y produciendo con ello una ampliación semántica en la idea de pasado que el compuesto comunica. El presente trabajo -en el marco de los principios de la Escuela de Columbia (Diver, 1995) y la Etnopragmática (García, 1995; Martínez, 1995, 2000; Mauder, 2000)- continúa con el análisis de aspectos esbozados en otro anterior (Gentili, 2011), también sobre corpus de discurso político, considerado este como práctica social que funciona no sólo como instrumento con fines políticos particulares, sino como creador y sostén de maneras de pensar, hablar y actuar: o sea, formas de vida y visiones de mundo. Para ello, el enunciador debe poner al servicio del objetivo comunicativo el uso de una gramática compartida situándose temporalmente para ejercer el poder y lograr la adhesión mediante la persuasión. Sospechamos, entonces, que el perfecto compuesto está asociado con la idea de incluir al oyente a una forma particular de perspectiva sobre del pasado referido, y de persuadirlo no solo de esa visión de los hechos pasados sino lograr también la adhesión al compromiso veredictivo que, como enunciador político, quiere trasmitir. Los resultados contribuirán a la perspectiva teórica que contempla la motivación semántico-pragmática de la gramática y su relación con el uso de la lengua
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La obra poética de Juan L. Ortiz resuelve de una manera inédita en la literatura argentina la tensión que existe entre política y poesía. Su relación con el Partido Comunista, con ciertos escritores del grupo de Boedo y luego, centralmente, con González Tuñón, allá por la década de 1930-1940, no redundan en una adaptación de su obra a los postulados determinantes del realismo. Por partida doble, diremos, Ortiz rechaza al realismo. En un primer momento, frente al realismo de Boedo decide "envainar la espada", teniendo a la vista los resultados estéticos de aquel programa. Luego, de cara a la evolución que suponía la idea del realismo en Tuñón hacia mediados de 1930, opta por mantener un ritmo propio y reflejar la enorme crisis política que se vivía (con España como epicentro) sin quebrar su forma personal del decir. Una voz tendiente a la sutileza, a resaltar el aspecto musical del lenguaje en relación con el paisaje y loalusivo. Lo que lo hace original, entonces, es justamente el hecho de colocar la cuestión social y política dentro de esa intimidad, gracias a una concepción dialéctica de su poesía, que está en la base de su programa estético
Resumo:
Existen claras afinidades y rasgos isotópicos en el empleo del lenguaje simbólico que, para la expresión del conocimiento experimental de la realidad divina, utilizaron los cabalistas del círculo del Zohar de la segunda mitad del siglo XIII español y, en pleno siglo XVI, San Juan de la Cruz, el primer carmelita descalzo. Tanto éste como aquellos compartieron un modelo común de conocimiento, centrado en una gnosis visual de Dios, y un profundo interés no sólo por la comprensión del sentido último de su voluntad, sino por una propedéutica que condujera a los iniciados en los secretos de la fe a adherirse a aquella a partir de la experiencia. Ahora bien, el privilegiado status simbólico que comparten estos espirituales se resume en la figura del maskil, el "iluminado" o "sabio lleno de ojos" de la tradición cabalística, que proponemos, en este primer acercamiento intertextual, desde una lectura pertinente de Zohar, vol. II, 98b, en el contexto del "discurso del Anciano" de la sección Mishpatim de este texto central de la Cábala.