969 resultados para Cantar de mio Cid
Resumo:
Un recorrido por los sentimientos que se han plasmado en la caracterización del personaje del Cid conlleva el análisis de las formas expresivas, que se utilizan para que estos sentimientos sean verosímiles, sin entrar en contradicción con la condición heroica y épica del personaje. La consideración de las expresiones de tristeza, alegría, devoción o gratitud de Rodrigo permite identificar estrategias discursivas del poema que intentan acercar al receptor a una valoración positiva de la baja nobleza castellana.
Resumo:
Los debates en torno a las cuestiones del género es un fenómeno que está a la orden del día. La literatura, el cine y el resto de las artes son materia de análisis en lo que se refiere a este tema en dichos debates. En el texto épico medieval Poema de Mio Cid, el personaje masculino, Rodrigo Díaz de Vivar, tiene el rol protagónico y deja en un segundo plano a Ximena, su esposa. En la versión cinematográfica animada de José Pozo, El Cid, la leyenda (2003), la performance del papel femenino cobra otra dimensión, diametralmente opuesta al texto literario antes mencionado. Este trabajo se propone dilucidar cuáles son las razones estéticas y extra estéticas que motivan a que Ximena adquiera un rol protagónico tan notorio en este filme de animación, ganador del Premio Goya en el año 2004.
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Un recorrido por los sentimientos que se han plasmado en la caracterización del personaje del Cid conlleva el análisis de las formas expresivas, que se utilizan para que estos sentimientos sean verosímiles, sin entrar en contradicción con la condición heroica y épica del personaje. La consideración de las expresiones de tristeza, alegría, devoción o gratitud de Rodrigo permite identificar estrategias discursivas del poema que intentan acercar al receptor a una valoración positiva de la baja nobleza castellana.
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Los debates en torno a las cuestiones del género es un fenómeno que está a la orden del día. La literatura, el cine y el resto de las artes son materia de análisis en lo que se refiere a este tema en dichos debates. En el texto épico medieval Poema de Mio Cid, el personaje masculino, Rodrigo Díaz de Vivar, tiene el rol protagónico y deja en un segundo plano a Ximena, su esposa. En la versión cinematográfica animada de José Pozo, El Cid, la leyenda (2003), la performance del papel femenino cobra otra dimensión, diametralmente opuesta al texto literario antes mencionado. Este trabajo se propone dilucidar cuáles son las razones estéticas y extra estéticas que motivan a que Ximena adquiera un rol protagónico tan notorio en este filme de animación, ganador del Premio Goya en el año 2004.
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Resumen: El hispanista francés Georges Cirot fue el primero en emplear el término “maurofilia literaria” (maurophilie littéraire) en 1938 para referirse a la representación del valor y la nobleza de los moros en la literatura española del siglo XVI. Pero como señaló Ramón Menéndez Pidal (1957, 202), ya en los siglos XIV y XV los castellanos se habían sentido atraídos por los musulmanes de Granada, por su exótica civilización, su lujo en el vestir, la espléndida ornamentación de sus edificios y su modo de cabalgar, armarse y combatir. Francisco Márquez Villanueva (1984, 117-118) indicó que aunque la literatura maurófila del siglo XVI fue elaborada bajo el signo avanzado del humanismo cristiano, cuyas características fueron “el inconformismo y la sensibilidad para toda suerte de realidades en divergencia del mundo oficial”, las raíces de la maurofilia literaria se encuentran en el viejo romancero fronterizo y morisco elaborado en el siglo XV. En su opinión, el Romancero fue la patria de la “maurofilia pura” y es donde encontramos un cuadro de referencias temáticas “hecho de toponimia y onomástica, armas, indumentaria, policromía y cabalgadas” tendiente a caracterizar al moro como un ser refinado y superior. Para María Rosa Lida (1960, 355), en cambio, la imagen caballeresca del moro se remonta a don Juan Manuel, pues en sus obras aparecen las cortes musulmanas como “centros de molicie refinada y suntuosa”. En efecto, en el Libro de los estados se afirma el valor del moro como guerrero y en el Conde Lucanor aparecen una serie de reyes moros magnánimos y discretos. Sin embargo, el árabe como personaje sabio o “ejemplar” figura ya en una de las fuentes del Conde Lucanor, la Disciplina clericalis, obra compuesta a principios del siglo XII por el judío converso Pedro Alfonso. Por otra parte, el análisis de la representación de los moros en textos épicos, Avengalvón en el Poema de mio Cid y Almanzor en la Los siete infantes de Lara, nos permite descubrir un importante e insoslayable antecedente de la maurofilia de los últimos siglos de la Edad Media
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Contenido: El aparente estilo sin estilo en “El gallego y su cuadrilla”, de Camilo José Cela / Norma Susana Alioto – Notas para una evaluación del pensamiento de Bakhtin en el “Rabelais” / Susana G. Artal – La India y sus caminos de liberación / Carmen Balzer -- ¿Usó el moly Odiseo? / Pablo A. Cavallero – La historia y la novela: “El banquete de Severo Arcángelo”, de Leopoldo Marechal / Graciela Maturo – Las Confesiones de San Agustín, obra concluída, según el análisis de estructura y estilo / Amalia S. Nocito – El texto del Poema de Mio Cid ante el proceso de la tradicionalidad oral y escrita / Germán Orduna – La conciencia moral en una novela de H. James / Rosa E. M. D. Penna – El mundo medieval en la poesía de Enrique Banchs / Lía Noemí Uriarte Rebaudi – La construcción condicional en español con + infinitivo / Hilda Albano Vázquez – Ensayo etnológico de “La tierra permanece”, de George Stewart // Pablo Wright – Nota – Reseñas bibliográficas
Resumo:
Programa emitido el 9 de mayo de 1995
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Se incluyen imágenes que ilustran el texto
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En el proceso de constitución de la caballería medieval es inevitable hablar de la formación de la clase de poder y la estructuración del feudalismo. Pero la insuficiencia de esta perspectiva se revela ante el caso particular de Castilla y León, para el cual deben considerarse dos estamentos diferenciados: los infanzones, asimilados a la última escala de la clase feudal y los caballeros villanos, privados de poder de mando propio y sin vínculos personales de vasallaje. Al criterio de que el enriquecimiento fue un presupuesto del poder se opone otro, que se explorará en esta contribución, que enfatiza los mecanismos de subordinación política de los campesinos para dar cuenta de la génesis del sistema. Las evoluciones se cumplían con distintas cronologías en cada localidad, imagen que difiere de la que brindaron los autores que afirmaban la llamada "mutación feudal" (un cambio sincrónico en toda una región que se habría verificado en un tiempo muy corto hacia el año mil, producido por un desmembramiento de las soberanías políticas). Los documentos de Castilla y León indican que los cambios fueron lentos y muy desiguales en cada lugar. Así, pues, en la Extremadura Histórica la caballería surgió de una comunidad campesina. En cuanto a la condición social del Cid, se puede afirmar que Rodrigo Díaz, como otros infanzones, estaba al servicio de su señor en una relación personal de vasallaje. Esa dependencia honorable (que, sin embargo, podía interrumpirse) era la base para recibir feudos que se sumaban al patrimonio propio.
Resumo:
En este trabajo analizaremos los presupuestos ideológicos y programáticos que se traslucen en la novela Lucía Miranda de Eduarda Mansilla. Escritora en un país donde sólo las elites tenían acceso a la escritura y a la alta cultura, en la primera parte de la novela, Eduarda Mansilla plantea una serie de escenas de lectura a través de las cuales defiende las bondades de la educación popular. Por otra parte, en la segunda parte del libro, le interesa arribar, después de presentar el choque entre culturas, -la letrada representada por los españoles y la oral representada por los timbúes- a una síntesis de opuestos que rescate lo mejor de unos y otros; y en ese intento deja traslucir el proyecto ideológico al que adscribe. El juego de apropiaciones, proyecciones y entrecruzamientos que vinculan a Lucía Miranda con el romancero, las escenas de lectura y el Cantar del Mío Cid, permiten dar cuenta de una elección que no escapa a condicionamientos personales, familiares y de clase que tienen como marco la historia argentina y el horizonte de expectativas de la época
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En el proceso de constitución de la caballería medieval es inevitable hablar de la formación de la clase de poder y la estructuración del feudalismo. Pero la insuficiencia de esta perspectiva se revela ante el caso particular de Castilla y León, para el cual deben considerarse dos estamentos diferenciados: los infanzones, asimilados a la última escala de la clase feudal y los caballeros villanos, privados de poder de mando propio y sin vínculos personales de vasallaje. Al criterio de que el enriquecimiento fue un presupuesto del poder se opone otro, que se explorará en esta contribución, que enfatiza los mecanismos de subordinación política de los campesinos para dar cuenta de la génesis del sistema. Las evoluciones se cumplían con distintas cronologías en cada localidad, imagen que difiere de la que brindaron los autores que afirmaban la llamada "mutación feudal" (un cambio sincrónico en toda una región que se habría verificado en un tiempo muy corto hacia el año mil, producido por un desmembramiento de las soberanías políticas). Los documentos de Castilla y León indican que los cambios fueron lentos y muy desiguales en cada lugar. Así, pues, en la Extremadura Histórica la caballería surgió de una comunidad campesina. En cuanto a la condición social del Cid, se puede afirmar que Rodrigo Díaz, como otros infanzones, estaba al servicio de su señor en una relación personal de vasallaje. Esa dependencia honorable (que, sin embargo, podía interrumpirse) era la base para recibir feudos que se sumaban al patrimonio propio.
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En este trabajo analizaremos los presupuestos ideológicos y programáticos que se traslucen en la novela Lucía Miranda de Eduarda Mansilla. Escritora en un país donde sólo las elites tenían acceso a la escritura y a la alta cultura, en la primera parte de la novela, Eduarda Mansilla plantea una serie de escenas de lectura a través de las cuales defiende las bondades de la educación popular. Por otra parte, en la segunda parte del libro, le interesa arribar, después de presentar el choque entre culturas, -la letrada representada por los españoles y la oral representada por los timbúes- a una síntesis de opuestos que rescate lo mejor de unos y otros; y en ese intento deja traslucir el proyecto ideológico al que adscribe. El juego de apropiaciones, proyecciones y entrecruzamientos que vinculan a Lucía Miranda con el romancero, las escenas de lectura y el Cantar del Mío Cid, permiten dar cuenta de una elección que no escapa a condicionamientos personales, familiares y de clase que tienen como marco la historia argentina y el horizonte de expectativas de la época
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En el proceso de constitución de la caballería medieval es inevitable hablar de la formación de la clase de poder y la estructuración del feudalismo. Pero la insuficiencia de esta perspectiva se revela ante el caso particular de Castilla y León, para el cual deben considerarse dos estamentos diferenciados: los infanzones, asimilados a la última escala de la clase feudal y los caballeros villanos, privados de poder de mando propio y sin vínculos personales de vasallaje. Al criterio de que el enriquecimiento fue un presupuesto del poder se opone otro, que se explorará en esta contribución, que enfatiza los mecanismos de subordinación política de los campesinos para dar cuenta de la génesis del sistema. Las evoluciones se cumplían con distintas cronologías en cada localidad, imagen que difiere de la que brindaron los autores que afirmaban la llamada "mutación feudal" (un cambio sincrónico en toda una región que se habría verificado en un tiempo muy corto hacia el año mil, producido por un desmembramiento de las soberanías políticas). Los documentos de Castilla y León indican que los cambios fueron lentos y muy desiguales en cada lugar. Así, pues, en la Extremadura Histórica la caballería surgió de una comunidad campesina. En cuanto a la condición social del Cid, se puede afirmar que Rodrigo Díaz, como otros infanzones, estaba al servicio de su señor en una relación personal de vasallaje. Esa dependencia honorable (que, sin embargo, podía interrumpirse) era la base para recibir feudos que se sumaban al patrimonio propio.