958 resultados para Freud, Sigmund: Tapauskertomukset


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Este trabajo muestra los principales hallazgos obtenidos en una corriente investigación de maestría en la que analizamos el concepto de sublimación desde un punto de vista ético, teniendo en cuenta el planteo original del psicoanalisis en la consideración de un sujeto. Así, el concepto de sublimación es esencial para entendermos el movimiento en la clínica psicoanalítica, en su imbricación teoria y práxis. La sublimación nos señala una dimensión de lo singular que, antes de se oponer, se anuda a lo universal. Por qué son valorizados los produtos de la sublimación? En qué ámbito ubicar este aprecio por la obra de arte, por ejemplo? Éstas son unas de las preguntas que nos instigan. De hecho, la cuestión es amplia y tiene su cuna en la clínica, ya que de ahí notamos el movimiento desde una impotencia hacia una imposibilidad. Cuestión con todo un alcance en la cultura, mientras nos enseña la diferencia fundamental que hay entre la fijación involucrada en la idealización y la mobilidade que nos oferece la sublimación, la cual es siempre una deriva y implica creación. Metodológicamente, nuestro trabajo se orienta por la investigación, tal cual se da con frecuencia en psicoanálisis, buscando no apartar los elementos clínicos de la teoría. Además, buscamos analisar el concepto de sublimación, cuestionando sus fundamentos, evidenciando la inconsistencia que lo caracteriza, a fin de le conferir una nueva forma - aunque confrontando los diversos aspectos elegidos en la concepción del término, incluso con otros campos ajenos al psicoanálisis (estética, filosofia) -, mirarlo bajo otra perspectiva.. Así también se constituyo el esfuerzo de Freud, ya que la investigación, en psicoanálisis, implica el empeño del investigador (la teoría adviene de una clínica, punto de origen de nuestro estudio) y, por consecuencia, hay una remodulación en la teorización, la cual refleja el propio movimiento de la clínica. Lo inédito de cada caso de la clínica es así un correlato de lo singular que se muestra en el proceso de sublimación, por el cual la creación de un individuo logra conquistar espacio en el campo del Otro, entablando lazos sociales otros, sin que, por ello, uno se niegue a si propio, su singularidad, o ignore la dimensión de un imposible. Los horizontes a que nos conducen esta investigación nos permíten trazar los aspectos éticos de la experiênciaclínica, en psicoanalisis, y que orientan su práxis. Así, por medio del análisis y del estudio de un concepto en el campo psicoanalítico, logramos dilucidar lo que él refleja en la clínica y, por ende, en la cultura, es decir, donde el sujeto forma lazos sociales. La sublimación señala así algo esencial de la pulsión, otro concepto también fundamental, que representa la posibilidad de entablar lazos sociales otros, de manera que ante lo imposible y lo raro de la experiencia humana algo sea creado. De un punto de vista teórico, nuestra discusión se vuelca en una cuestión estrictamente ética. ¿Qué orienta, pues, nuestras relaciones con lo real, región adonde nos conduce la experiencia psicoanalitica, y, qué posiciones asumimos ante nuestro sufrimiento - una que se adapta a los ideales o otra que crea algo a partir de lo imposible, sin que lo rechaze? El concepto de sublimación señala pues dos aspectos fundamentales de la cuestión ética planteada por el psicoanálisis, en la medida en que ella se aleja de los ideales, que muchas veces se transfiguran en normas e patrones, o se acerca de un rasgo singular sin menoscabar lo general que ello implica. Y, en todas estas direcciones, hay implicaciones y consecuencias que se figuran como teóricas y, en mayor alcance, como políticas y culturales. He aquí el argumento que es el telón de fondo de nuestra investigación

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El trauma es un concepto que aparece tempranamente en los primeros escritos de Freud. Es una noción que reviste gran importancia teórica y a la que el fundador del psicoanálisis fue modificando a través de la elaboración y profundización de otros conceptos y en relación con la clínica. Si bien el trauma mantiene su vigencia a lo largo de toda la obra freudiana, nuestro trabajo se enmarcará en el llamado 'giro de los años 20'. Es en este momento cuando Freud plantea un viraje fundamental en su esquema teórico y clínico, asociado a los hallazgos en su práctica, en los cuales cabe destacar los conceptos que formalizan este descubrimiento, a saber: la reacción terapéutica negativa, la pulsión de muerte y la compulsión de repetición, entre otros. En este contexto, nuestra atención se dirigirá a entrever qué relación puede formularse entre el trauma tal como es planteado en este momento de la obra freudiana, las neurosis en general y el análisis que establece de las neurosis traumáticas. Con este objetivo y a partir de la relectura de los textos freudianos, intentaremos responder a los siguientes interrogantes: Si entendemos al trauma como constitutivo y estructural ligado a la irrupción de la sexualidad en el sujeto ¿qué diferencia a una neurosis deuna neurosis traumática? ¿Cuáles son las diferencias estructurales y fenomenológicas (envoltura formal del síntoma) que podemos establecer entre neurosis y neurosis traumática? ¿y en cuanto al factor etiológico? ¿Cuál es el lugar y función de la angustia y el síntoma en los dos tipos de afecciones? Si bien el estatuto que Freud le otorga al trauma en relación a la causalidad varía, la definición de éste como 'un exceso de energía incapaz de ser dominado por el yo', se mantendrá constante a través de los diferentes momentos de su teoría. Como veremos las neurosis traumáticas pueden presentarfenomenológicamente características semejantes a la neurosis pero al mismo tiempo, tanto desde la envoltura formal del síntoma como etiológicamente tienen peculiaridades que le son propias. También podemos diferenciar la neurosis y neurosis traumática de acuerdo al lugar y función que ocupa la angustia en cada caso. Al respecto Freud nos dice que la angustia en juego en la neurosis traumática es la angustia automática, mientras que la angustia señal estaría en juego en la neurosis general. En relación al pronóstico considera que éste es más favorable en el caso de las neurosis traumáticas, ya que éstas lograrían mejor tramitación mediante el tratamiento psicoanalítico. Finalmente concluiremos que lo traumático es la sexualidad misma. Esta última aparece como un exceso que plantea una exigencia al psiquismo, una exigencia que hace a un para todos, es decir, que hace a la misma hechura de la neurosis. El trauma es estructural y causal del sujeto, es la efracción inicial que hace a las neurosis. Consideramos que la neurosis traumática se inscribe como una categoría transclínica, transnosográfica, en la medida en que cualquier estructura clínica puede presentar una neurosis traumática. De este modo, esta última no sería una entidad clínica de la cual se ocupe el psicoanálisis en sí misma sino por su vinculación intrínseca y estructural con las neurosis y el resto de las estructuras que son el verdadero foco de atención y análisis de la teoría y práctica psicoanalítica. A lo largo de todo este trabajo, si bien pudimos observar ciertas cuestiones interesantesen relación a la temática abordada, para dar respuestas a los interrogantes que inicialmente nos planteamos, nos parece importante señalar que varios interrogantes continúan abiertos para su posterior profundización y elaboración

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Indagamos, a partir de los manuscritos inéditos de Das Ich und das Es, los puntos eminentes instaurados por la lectura de sus tres versiones: borrador, copia en limpio y texto publicado, en el momento en que surge una disimetría entre lo reprimido-icc y un Icc no-todo reprimido. Estos documentos revelan una transcripción 'casi' directa de las formulaciones freudianas en un estado naciente que llevan la marca de pensamientos urgidos por lo real del psicoanálisis, cuando todavía no está presente el tiempo de hacerse comprender en el contexto de su obra. Y es, justamente, en esta condición de inicial que el texto manuscrito ofrece una novedosa redefinición del Icc. Tal como señala en la Introducción las cuestiones que interroga en El yo y el ello retoman los pensamientos iniciados en su escrito de 1920 pero sin seguir la elaboración teórica que llama 'especulación analítica', aunque a último momento incluya sus conclusiones. Esta relectura interroga el encuentro de la pulsión de muerte con la segunda tópica, es decir, con ese material Icc que permanece no-reconocido. Y, a partir de 1924, establece de que manera el supuesto de la pulsión de muerte ilumina la discontinuidad existente ente icc e Icc [ello]. El cruce entre la hipótesis especulativa y un masoquismo erógeno primario produce un giro y da entrada a la cura misma como satisfacción sustitutiva. En síntesis, la lectura de los textos de El yo y el ello contando, por primera vez, con las tres versiones y sus dos anexos, introducen, con la disimilitud icc e Icc, un cambio de pregunta; anticipan la hendidura o Spaltung del sujeto, con ese objeto [el yo-cuerpo] que Freud no termina de construir; y anuncian que el Icc es lo que se funda de la huella de lo no-reconocido, que clama por ese mismo campo heterogéneo que obligaba en 1920 a tomar en consideración un más allá del principio de placer que divide el espacio euclidiano dejando asomar también su carácter disímil, asimétrico. Así, en ciertos momentos privilegiados de un análisis, vía trabajo del sueño, se produce la activación de los restos de lo visto y de lo oído, es decir, de un saber hecho de sedimentos, de los excedentes traumáticos del tesoro de palabras, para cada cual, de su lengua materna, cuando dicha lengua se separa del lenguaje produciendo un Icc no-todo reprimido que bordea el agujero de lo no-reconocido, es decir, de su punto de fracaso mismo: la imposibilidad con que el sexo se inscribe en el inconsciente

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Este escrito es el resultado de un trabajo interno de la Cátedra Teoría Psicoanalítica de la Carrera de Psicología de la UNLP. El objetivo es rastrear en primer lugar el papel de la fantasía en la formación de síntomas para luego enunciar algunos interrogantes surgidos de esta articulación, tomando una vertiente más vinculada a lo pulsional. La noción de fantasía se puede explorar en diferentes textos a lo largo de la teoría psicoanalítica. En la Conferencia 23 'Los caminos de formación del síntoma' se la puede ubicar como forma de obtención de placer emancipada del examen de realidad, como una supervivencia, una forma de existencia que la emancipa del requisito de realidad. El otro sentido en el que la presenta en este texto, es como modo de recuperación de la satisfacción perdida. Por otra parte se puede explorar a las fantasías en su versión yoica. Se trata de creaciones designadas por Freud como sueños diurnos, que son concientes. Se describen como satisfacciones imaginadas de deseos eróticos, ambición y grandeza. En ellos la ganancia de placer se hace independiente de la aprobación de la realidad. La otra versión de las fantasías, más interesante a los fines del análisis, es la de las fantasías inconscientes. Estas pueden haber sido siempre inconscientes o han sido concientes y por efecto de la represión, devinieron inconscientes. En 'Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis' Freud lleva adelante una enmienda a la tesis que había enunciado en sus primeros análisis de la histeria. Este esclarecimiento condujo a la reformulación del mecanismo de formación de síntomas que dejan de ser retoños directos de recuerdos reprimidos de vivencias sexuales infantiles. De aquí en más, entre el síntoma y las impresiones infantiles se intercalan las fantasías. La fantasía quedaría allí como el intento de defensa contra el recuerdo de la propia práctica sexual. Queda postulada como constitucional una sexualidad infantil cuyas prácticas onanistas son veladas por la fantasía en el relato de las histéricas. En 1919 en Pegan a un niño. trabajará a la fantasía en una línea muy diferente. Sostiene que en la fantasía de Pegan a un niño no se trata de un enunciado integrado en la textura de un discurso. Este carácter de una frase que se enuncia con esta fijeza nos conduce por el camino de la gramática pulsional. El sujeto esta ausente como sujeto gramatical activo, sufriendo pacientemente la acción del verbo. El fantasma es en primera instancia algo clausurado para el sujeto que lo soporta. Partiendo de la ubicación de la fantasía como lo que se intercala entre el síntoma y las impresiones infantiles en el camino de formación de síntoma surge la pregunta acerca de si es posible pensar al fantasma entonces entre el síntoma y lo traumático de la pulsión, en tanto el síntoma responde al registro de lo inconciente reprimido y el fantasma recubre algo de un orden más pulsional, en la vertiente del ello. Esto tiene dos dificultades. La primera es a propósito de la diferenciación que hace Freud de dos tipos de fantasías inconcientes. La fantasía inconciente en tanto que se reprimió sería formadora de síntomas, por lo que quedaría ubicada en la vertiente del inconciente reprimido y no del ello pulsional. La otra dificultad surge a partir del texto 'Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal' donde Freud plantea a la fantasía en una serie de producciones del inconciente: ocurrencias, fantasías y síntomas. Allí parece perderse la distancia entre el síntoma y la fantasía. Si la fantasía queda demasiado cercana a las formaciones del inconciente, es difícil que se sostenga como eslabón intermedio. En la vertiente de la interpretación será posible en análisis trabajar sobre las fantasías en el camino de la formación de síntomas. Por otra parte, cuando nos preguntamos por el fantasma de la frase Pegan a un niño aparece la cuestión del trauma. Hay en la estructura del fantasma algo enigmático, de pantalla, de velo. Se trata de cierto límite a la interpretación. Las consecuencias de su consideración modificarán una posible dirección de la cura

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Inscripto en el marco de la investigación 'Vicisitudes del lazo amoroso en la época (en el gran La Plata)' que se esta llevando a cabo desde la cátedra de psicología clínica de adultos y gerontes de la facultad de psicología, UNLP, el presente trabajo se propone indagar sobre el efecto de cura que produce un nuevo encuentro amoroso en aquellos sujetos cuya decepción o ruptura amorosa es lo que los condujo inicialmente al encuentro con un analista. En estos casos, la angustia motiva la demanda. Es frecuente escuchar que ese afecto, que no engaña, los invade y los 'invalida' en lo cotidiano; de ella quieren deshacerse. Este trabajo se centrara en lo trabajado con aquellos pacientes que se presentan sufriendo por la ausencia del partenaire con quien creían mantener un perfecto y verdadero amor desde hacia muchos años; ilusión que estaba acompañada por otra: la completud, la complementariedad -hasta ahora- era posible. Gran parte de las sesiones transcurren recordando lo vivido en esa relación, muchos interrogantes sin respuestas o algunas respuestas desde lo imaginario, reproches, autorreproches. Hasta aquí es lo esperable escuchar en este tipo de presentaciones: la libido permanece ligada a ese objeto perdido, a ese partenaire que eligió no elegirlo. El sujeto amaba a ese objeto y no esperaba otra cosa que ser correspondido y por ello, como señala Freud, ha resignado el interés por el mundo exterior, excepto a aquello que tiene que ver con su amor. El énfasis estará puesto en el hecho que de repente nos encontramos con un giro inesperado en el tratamiento de esos pacientes. La contingencia propia de un nuevo encuentro amoroso los sorprendió y se presentan 'curados de esa angustia' que emergió por la pérdida de aquel amor: 'un amor que cura o cura analítica', hablamos de curación por amor, que como señala Freud en introducción del narcisismo (Freud, 1914, p.97). 'el paciente por regla general prefiere a la analítica' Un nuevo encuentro amoroso precipita la salida del análisis pues de la angustia ya no se habla, se habla del amor. Punto de suspensión, del análisis en este caso, que el amor posibilita y con ello 'la ilusión de que algo no sólo se articula sino que se inscribe, se inscribe en el destino de cada uno, por lo cual durante un tiempo, tiempo de suspensión, lo que sería la relación sexual encuentra en el ser que habla su huella y su vía de espejismo. El desplazamiento de la negación, del cesa de no escribirse al no cesa de inscribirse, de contingencia a necesidad, este es el punto de suspensión del que se ata todo amor' (Lacan, 2010, p. 175). Freud nos advierte sobre la relación entre el amor y la curación: 'un fuerte egoísmo preserva de enfermar, pero al final uno tiene que empezar a amar para no caer enfermo, y por fuerza enfermara si a consecuencia de una frustración no puede amar' (Freud, 1914, p. 82,). Objetivos: explorar como influye el encuentro amoroso con un partenaire, un 'nuevo amor' en el análisis del paciente. Metodología: para este trabajo, se utilizara el material obtenido a partir de las entrevistas con pacientes que llegan sufriendo por temas relacionados con los avatares del amor y su ausencia. Dicho material, será recolectado con la utilización del método clínico y analizado desde una perspectiva lacaniana, tomando como eje algunas puntualizaciones de la noción de amor en lacan que aparecen en el seminario VII, VIII, XI Y XX entre otros; sin dejar de tener en cuenta la referencia freudiana que se extraen de introducción al narcisismo, duelo y melancolía; pulsiones y sus destinos

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El presente trabajo se abocara a estudiar la trasnferencia como fenómeno y la operación del analista en esta, ya que la dirección de la cura se hace en transferencia. Freud se fue encontrando en su experiencia clínica con la transferencia como una herramienta de la cura para determinar desde donde es demandado y escuchado el analista, desde donde es incluido en el conflicto neurótico. Al principio, se le atribuye a Freud operar desde un lugar de amo que paulatinamente revela el surgimiento del deseo del analista, noción que tendra que esperar a Lacan para su conceptualización. Así, Freud concibo a la transferencia como repetición, resistencia y motor de la cura, ontraindicando se intervenga por la vertiente sugestiva que también esta presente en la transferencia.Posteriormente, se necesitara del retorno de Lacan a la obra freudiana para que esta orientación sea nuevamente interrogada y el concepto de transferencia recupere su estatuto original. Lacan sitúa la transferencia al nivel de la estrategia ya que todo acto del analista tiene efecto por la posición que éste ocupa como lugar simbólico, es decir, en dependencia con el fantasma del analizante. Entonces, el analista dirige la cura, operando desde el lugar que ocupa, pero no al paciente. Dirigir la cura supone aplicar la regla fundamental de libre asociación, aunque ésta no lo es tanto ya que esta sujeta al deseo del analista. Así, el lugar que ocupe el analista como soporte de la transferencia esta fundado en el deseo del analista, es decir, en su ética. Es objetivo de esta propuesta determinar cual es la ética y, por ende, el deseo desde el cual opera el analista en la cura, en tanto nos permitira delimitar la dirección que tomara ésta y los posibles destinos de un sujeto intervenido, en un dispositivo donde la transferencia y el uso que de ella se hace, constituye una pieza clave. Para esto se establecera una distinción entre dos tipos de respuesta posibles a la demanda de análisis de un sujeto: - Algunos posfreudianos que afirmaron que el yo se encuentra debilitado por el conflicto y el analista debe acudir en auxilio de este yo, por lo tanto la acción debe orientarse hacia la realización de una reeducación emocional, lo que implicaría atribuirse, el propio terapeuta, un saber sobre lo que es mejor para el otro. El terapeuta resultaría funcional con la ética que rige el malestar en la cultura, conduciendo al malestar del deseo a través de su renuncia. - Por otro lado, Lacan que articulando la vertiente simbólica de la cadena significante con el goce del objeto a través del amor de transferencia posibilitara al analista operar sobre lo real a través de lo simbólico.De este modo, el analista opera desde el lugar que le da la transferencia del analizante, estando sostenida su presencia por el Otro simbólico del paciente. Como agalma puede captar el deseo del sujeto prestándose para cumplir esta función, sabiendo que enmascara el objeto que esta en causa para el analizante. Si esta operando el deseo del analista, el analizante podra localizar su deseo a partir de la falta de su signo en el Otro. En este caso, la ética en juego es una ética del deseo: el psicoanálisis se orienta del malestar al saber hacer con el síntoma, pasando por el deseo. Concluyendo, estas dos respuestas conducen hacia destinos con efectoscontrapuestos en la vida de un sujeto. Ambas derivaron de la lectura de la obra freudiana: una que perdió el sentido de su descubrimiento, otra que lo retomo. Entonces, la distinción radical que realiza el psicoanálisis entre el Otro del significante y el objeto a, obstaculiza toda posibilidad de asentar el dispositivo analítico en unacomunicación interpersonal. La identificación que favorece toda comunicación interpersonal es desalentada por el deseo del analista como función que empuja a la posición deseante, al más allá del amor de transferencia, donde el analista ofrece su presencia para que el objeto a adquiera su posición de semblante y reconduzca a la pulsión, posibilitando que el analizante pueda encontrarse con sus puntos de goce y hacer de ellos otra cosa que le implique menos sufrimiento. Que el analizante pueda encontrarse con que la falta es estructural e inherente a todo sujeto del lenguaje

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El actual procesamiento de la información produjo cambios revolucionarios a nivel mundial creando lugares virtuales que borran las fronteras y las distancias operando con simultaneidad en la gran aldea mundial con incidencias en todos los aspectos de la vida humana. Las variables de comercialización que manejan las empresas sufrieron transformaciones irreversibles torneando e incluso creando la demanda de mercado mediante la oferta impuesta 'compré ya', 'no lo deje pasar', 'no se lo pierda' o 'no le puede faltar'-. En este orden la oferta ya no es una convocatoria sino un empuje al consumo al exhibir los objetos en lugares de elevada consideración y a la vez muy cerca de la mano para que nada falte. Sin embargo la multiplicidad de alternativas obtura toda elección, el deseo se embota y después del primer perfume todos quedan confundidos, por lo que no se adquiere ninguno o tal vez cualquiera. En el escenario mundializado no hay traza que simbolice la falta sino que sin demora y sin deseo comanda un imperativo de máxima satisfacción. El lugar del ideal ahora está ocupado por la exigencia superyoica al goce. Es la era de extravío de la subjetividad moderna en la que el Ideal del yo declinó de su función organizadora y el Otro al perder su consistencia, ya no lidera. Con esta caída se eleva en la cúspide social el Yo Ideal ostentando la perfección, belleza y eficiencia de los objetos de consumo, ante una masa ávida de satisfacción extrema y atenta a las promesas publicitarias. Todo simula estar al alcance, sin esfuerzos ni connotaciones de tiempo y espacio, por fuera de la castración y más allá del deseo. Apuntando, no ya a una introyección identificatoria simbólica sino, a la corta vía de la incorporación en la ilusión del consumo. El registro simbólico fue impactado por Freud al develar el malestar en la cultura introduciendo la renuncia pulsional como condición de su existencia misma, en tanto toca al lazo social. Con Lacan ya no leemos una renuncia y prohibición de goce sino una exigencia de gozar que traduce el malestar en la cultura en un impasse que se extiende en la civilización, como aporía que produce impotencia. La época incide en el dispositivo analítico en tanto afecta los semblantes y el analista al funcionar desde ese lugar, enfrenta obstáculos ya desde el inicio, con la instauración de la transferencia. Este lazo social inéd. ito es posible porque en tanto no hay relación, hay lazo a partir del discurso. Lo cual indica que se hace preciso pasar por el Otro del discurso para acceder a la sexualidad, a las cosas del amor. El amor de transferencia es el inicio o portal de toda la experiencia analítica que en la actualidad aparece ligado a una marcada renuencia. Desde su posición, el analista mantiene un vacío, no identificado al semblante de a sino funcionando como tal. Hacer de, sin serlo, le permite sostener la transferencia desde el deseo del analista a partir de un discurso. Las coordenadas de la época determinan un modo peculiar de entrada en análisis, dando características muy particulares al establecimiento de la transferencia, lo que exige estar al nivel de la subjetividad contemporánea para dar una respuesta posible en cada caso singular. Objetivos: - Situar el malestar en la cultura como estructural y las características coyunturales de la época. - Investigar sus incidencias en los estilos de vida y en la clínica psicoanalítica. - Trazado de respuestas posibles desde la perspectiva psicoanalítica a la problemática actual. Metodología: Análisis teórico, descriptivo, expositivo y argumental de la temática planteada dirigido hacia la consecución de los objetivos. Resultados: Arribo a interrogaciones y corolarios para la ubicación de las variables en juego: contexto actual, patologías de la época y su incidencia en los estilos de vida o modos de goce. Conclusiones: En un análisis el sujeto surge como efecto de la deriva significante en tanto se apunta a su deseo singular no subsumido en la demanda del Otro y liberado de un sometimiento productor

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Partiendo de la oposición establecida por Freud entre duelo y melancolía, la presente ponencia revisa dicha oposición así como las relecturas de Judith Butler y Christian Gundermann para pensar la performance oral de Néstor Perlongher con su poema "Cadáveres" (escrito en 1981 y leído por él mismo en 1990) como trabajo de la memoria. Parece pertinente ahora preguntarse si en esa lectura pública Perlongher interpeló al terrorismo de Estado que arrojaba a los deudos de las víctimas a la imposibilidad del trabajo de duelo y si esa imposibilidad los hacía a esos deudos "melancólicos". La idea central de la exposición es, por otro lado, que esa realización del poeta instala en la literatura argentina una definitiva ruptura con otras performances poéticas, al tiempo que da algunas pistas para una interpretación del lugar que le correspondería a esta forma de experimentación artística como (im)posibilidad de poetizar el horror. El muchachito de Avellaneda, N.P., exhibe en su realización oral voces mimadas como orquestación polifónica: el discurso de la maestra, de la señora pequeño-burguesa, del homosexual de barrio, etc. Nuestra hipótesis de trabajo es que estamos, entonces, ante un ejercicio de memoria que se halla tan ajeno al duelo como a la melancolía, y más cercano al ritual artístico igualmente transitado por Juan Gelman o Griselda Gambaro

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Lacan en la clase 7, del seminario 20, nos presenta las fórmulas de la sexuación para que pensemos el comportamiento sexual humano. Situando cada una de estas fórmulas trataremos de dilucidar cual es la lógica Lacaneana, al momento de leer a Freud. Analizaremos como se produce el pasaje de la naturaleza a la cultura y cuales son las consecuencias de este hecho. Teniendo en cuenta, en primer lugar, a las leyes descriptas por Darwin: la selección natural que determina la supervivencia del más apto. Para que una especie sobreviva es necesario que el macho más poderoso se reproduzca la mayor cantidad de veces, con el objeto de perpetuar su descendencia. Para luego pensar con Freud y Lacan como pudo haber sido la operación lógica que instaura un nuevo orden legal, consensuado, que caracteriza a la cultura. 'Esta sustitución del poderío individual por el de la comunidad representa el paso decisivo hacia la cultura'. En este nuevo orden, a partir de esta operatoria, los nuevos jóvenes deben regular su comportamiento sexual, instaurando la ley de prohibición del incesto, en donde todas las hembras del macho dominante están prohibidas para los hijos. Situaremos también en estas proposiciónes el momento inaugural del sujeto. Un sujeto que es la consecuencia lógica de la inscripción, en una de las dos formas lógicas en la que puede decirse un humano que habita el lenguaje. Existe una legalidad discursiva, donde alguien puede decirse hombre o mujer más allá de los órganos genitales que presente. Se caracterizará el lado que se dice hombre y el lado que se dice mujer, como así también el lado del niño y el lado de la niña. El espíritu de este trabajo es mostrar como las soluciones infantiles a los enigmas de la sexualidad condicionan la vida sexual del adulto y las prácticas que éste despliegue. Cuáles son los obstáculos para poder armar una representación de los órganos genitales femeninos y que consecuencias lógicas traen aparejadas en el comportamiento sexual adulto. Para poder armar una representación del órgano femenino también tienen que estar construidas determinadas categorías mentales que permitan pensar este órgano como un espacio virtual. Ambas posiciones infantiles son asimétricas en relación al falo y ambas son construidas a partir de los significantes de lalengua, una con un significante amo que privilegia la inscripción del que se dice hombre y la otra con la ausencia de un significante privilegiado recurriendo por entero a los significantes de lalengua. Y he aquí, el no toda fálica de quien se dice mujer, la posición femenina es más allá del falo. Teniendo en cuenta que el lenguaje es una mala herramienta para la comunicación, gracias, entre otras cosas, a la polisemia del significante, que deja de manera irreductible la posibilidad del malentendido. Es que la posición sexual humana es indefinida, indeterminada y construible. En conclusión, ésta es una forma de pensar el comportamiento sexual humano como una inscripción lógica, isomórfica con la estructura del lenguaje dado que es un hecho del decir, subordinada a la ganancia de placer y regulada por la ley. Por otro lado, tenemos el planteo del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales. En este esquema, la lógica que se plantea es la de la curva normal. Donde hay una población normal, situada entre el menos un desvío y el más uno, aquí se encuentra la norma. Lo que está por fuera de esta norma es un trastornado, o sea alguien que subvierte un orden preestablecido. Entiendo que ambas lecturas del comportamiento sexual humano son válidas pero contradictorias entre sí. Cada uno de nosotros, como agentes de la salud mental, deberá pensar cual es la respuesta que le resulte más satisfactoria al momento de abordar una problemática como ésta y qué respuesta, por fuera del prejuicio, brindará a quien decida consultarnos por su padecimiento

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Se presenta a continuación, un primer esbozo de un proyecto mucho más amplio, que busca rescatar toda la complejidad y profundidad de los desarrollos freudianos, concernientes a dos ejes principalmente: por un lado, el tropiezo de Freud con la noción de 'inconsciente' como punto de partida de una manera de entender tanto el padecer como a la cura psíquica. Y por otro lado, el de la sistematización de una clínica basada en la eficacia curativa de las palabras, y de un dispositivo construido y montado sobre un valor y status especial conferido a las palabras. Es por ello que, y en vista de los ejes planteados previamente, me propongo realizar aquí un estudio de índole teórico basado en un análisis de los textos freudianos correspondientes a la denominada 'Primera clínica'. Podremos notar así como Freud en sus comienzos empezará a pesquisar un hecho al que consagrará tanto su vida como su obra entera, es decir, a desentrañar los fundamentos subyacentes a la posibilidad de utilizar a la palabra como una herramienta terapéutica. Es en virtud de sus primeros desarrollos respecto a la hipnosis como método de tratamiento anímico que Freud comenzará, no sólo a notar en la palabra un poder 'mágico' o de 'ensalmo', en el sentido de acción real efectiva sobre el padecer. Sino que además, comenzará a interrogarse respecto del sostén de dicho poder mágico, sobre el aparato o mecanismo que lo sustenta y la relación de este último con las palabras, con el decir. Retomaremos este movimiento freudiano, respecto de sus trabajos sobre las parálisis motrices orgánicas e histéricas. A su vez, se reparará en el movimiento freudiano que pone a trabajar la noción de síntoma y palabra, primero como dos elementos heterogéneos, y luego - junto con la intelección de las leyes que rigen la dinámica del inconsciente-, como dos elementos que se determinan mutuamente, y que lejos de excluirse, se implican constantemente en el devenir del trabajo analítico. Se espera de esta manera, que el presente trabajo sea un disparador, un punto de partida para una posterior indagación más vasta de los fundamentos teóricos del dispositivo clínico del psicoanálisis tal como lo plantea su creador, junto con sus aciertos y errores, sus contradicciones y sus brillantes elucidaciones

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La presente propuesta se propone interrogar la incidencia del deseo del analista en la construcción en psicoanálisis, entiendo la construcción en dos sentidos: -Como un medio para la transmisión clínica a través de la redacción de los casos, donde los mismos fueron adoptando diversas formas a la luz de una experiencia inicial enmarcada en un paradigma positivista que va adquiriendo paulatinamente, en ruptura con el modelo vigente, una respuesta concordante con una escucha particular y un edificio conceptual que atiende a la singularidad del malestar. -Como aquello que por no poder ser restituido vía desciframiento debe ser construido. La construcción suple la ausencia de un real -la verdad histórica que falta al discurso del sujeto por su carácter mítico o fantasmático- revelando una realidad recubierta por lo imaginario. Entonces, a la acción de recordar lo reprimido propia del analizante se le añade la operación del analista que construye conjeturas y las comunica a tiempo, siendo el efecto alcanzado en la cura lo que corrobora la veracidad o la inexactitud de lo supuesto. Es objetivo de este trabajo corroborar como en la construcción que un analista realiza del caso, en cualquiera de los dos sentidos expuestos, el deseo del analista es la clave, ya que es el que le permite sostener su posición. Deseo del analista no como un concepto teórico, objetivo u exterior al caso, sino deseo del analista que esta implicado en su acto. El deseo puede reflejarse en su decir del caso, en su inclusión, en la posición que adopta y, principalmente, en la lógica que organiza este encuentro con el analizante, ya que la lógica del caso es la lógica del deseo delanalista, resultando por lo tanto la construcción el efecto de un deseo que sostiene la apuesta. Para esto, y a la luz del deseo del analista, se realizara un recorrido por los casos paradigmáticos de Freud, procurando esclarecer cual fue el deseo que, en el mismo, motivo la construcción y publicación de los casos, entendiendo que si bien el deseo del analista constituye una noción posterior, se requirió del pasaje por otros deseos para que el deseo que sostiene la posición del analista opere como una función esencial para que el deseo alienado del paciente se haga presente. Concluyendo, dado que el deseo del analista se sostiene en una ética del deseo donde lo que lo causa se consolida como aquello que orienta la articulación significante, habitando la intención mas profunda de la acción, la construcción en psicoanálisis constituye un elemento simbólico que posibilita la tramitación de lo real a través de la posición del analista sostenida en el deseo del analista. Por un lado, permite hacer una lectura del caso que sitúe los puntos cruciales en la historia de un sujeto y el posicionamiento subjetivo adoptado por este, en conjunto con las permutaciones alcanzadas. Por otro, posibilita el desarrollo de la teoría a través de las inconsistencias que se verifiquen o la justificación de la misma. Además admite reconstruir una historia olvidada a partir de sus efectos en el presente del analizante. También se consolida como una herramienta de utilidad para la interrogación del posicionamiento del analista que dirige la cura y las coordenadas desde las cuales opera. Finalmente, constituye un medio eficaz para metabolizar lo escuchado y volverlo comunicable

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La noción de trauma psíquico ha adquirido especial importancia como categoría diagnóstica en el campo de la Salud Mental contemporánea, en una extensión cada vez mayor que permite vincularlo con distintos tipos de acontecimientos ante los que el sujeto agota su capacidad de respuesta y dificulta la elaboración psíquica. Este trabajo intenta establecer la pertinencia psicoanalítica de este concepto, así como sus límites. Intentaremos vislumbrar de qué manera el trauma, analizado por Freud, pese a haber sido cuestionado en su realidad fáctica y redefinido en sus características principales, permaneció siempre vigente en su obra hasta el final de la misma. En esta perspectiva interrogaremos las razones de su permanencia. El concepto de trauma aparece en la obra mencionada desde sus inicios. íntimamente ligada a un factor cuantitativo, esta noción se inserta en el marco teórico propuesto por Freud, coherente con su contexto histórico y científico, el positivismo. Nociones como pulsión, diques anímicos, represión y libido, nos hablan de la importancia de lo económico, de la idea de una fuerza y energía en juego que recorren, de modo permanente, las definiciones freudianas. A medida que el padre del psicoanálisis fue avanzando en el estudio de las neurosis, este término fue modificándose, variando su estatuto e importancia. Sin embargo, el trauma siguió jugando un factor fundamental en sus escritos, no llegando nunca a eliminarlo de sus tesis. El concepto que nos convoca será abordado desde un criterio que permitirá ordenar nuestra propuesta, diferenciando su aparición en determinados períodos de la obra freudiana. Ésta puede ser dividida en tres momentos diferenciados por el modo en el que Freud articula los dos órdenes heterogéneos de la causa de los síntomas neuróticos: etiología sexual y mecanismo psíquico (momentos causales). En un primer momento Freud se sirve de la Teoría de la Seducción para desde allí dar cuenta de la cuestión etiológica. En ese período, el trauma era entendido como un hecho realmente acaecido, hallándose en el origen de toda neurosis. En un segundo momento, tras definir las psiconeurosis a partir de la defensa y de la idea de conflicto, vislumbra que el acontecimiento traumático que las pacientes le relataban correspondía en verdad a una realidad psíquica, perteneciente al plano de la fantasía. Es así que Freud introduce la sexualidad infantil y junto con ella la función de las fantasías en la formación de síntomas. Es hacia 1920, en el último momento de su obra, cuando se produce un giro radical: reformula la teoría de la angustia y redefine la etiología sexual y su articulación con la represión a la luz del complejo de castración. Allí el trauma será definido a partir de los nuevos descubrimientos clínicos con los que se encuentra. Para lograr nuestro objetivo, retomaremos los textos freudianos pertenecientes a cada momento causal, delimitando el concepto referido. Nos orientarán en este recorrido dos ejes fundamentales: el etiológico y el terapéutico, es decir, cómo a partir del valor causal que Freud atribuyó al trauma, propuso desde allí una determinada concepción y dirección de la cura analítica. Esta articulación apunta a la relación intrínseca entre la teoría y la clínica que atraviesa toda la obra del fundador del psicoanálisis

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El presente trabajo se propone explorar el uso que hace Freud de la categoría de lo 'no conocido' (unnerkant) a partir de la expresión 'el ombligo del sueño' utilizada en 'La Interpretación de los Sueños'. Intentando recorrer el lugar que tiene esta categoría en el pensamiento Freudiano y en la noción de Aparto Anímico, se recorrerán dos textos articulados a 'La Interpretación de los Sueños': 'Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto' y el 'Complemento Metapsicológico a la doctrina de los sueños'. El ombligo del sueño aparece mencionado en una breve y oscura referencia que realiza Freud en 'La Interpretación de los Sueños' en la cual se localiza lo "no conocido" en el Aparato Anímico. Años más tarde, esta categoría vuelve a ser mencionado en las 'Notas adicionales'. Se trata de tres breves escritos pensados por su autor como anotaciones al final de la Interpretación de los sueños. Algo en ellos, escandalizó a la comunidad analítica de su época y nunca tendrán ese destino. Freud se ocupa allí de temáticas complejas, polémicas: 'Los límites de la interpretabilidad', 'La responsabilidad moral por el contenido de los sueños', y 'El significado ocultista del sueño'. Allí nuevamente Freud no retrocede ante lo 'no conocido'. Nos detendremos en el tercero en donde Freud aborda el enigma de los fenómenos de adivinación, intentando explicarse cómo puede explicarse el mensaje que se recibe 'supuestamente' desde afuera, desde el adivino. Articulará estos fenómenos a un mecanismo que denomina 'transferencia inmediata': alguna moción reprimida pasó del consultante al adivino mientras éste distraía su atención. ¿Cuál es la mediación que no se produjo? ¿Qué lugar tiene allí la atención? Estas preguntas nos llevarán a pensar un modo de operación del Aparato Anímico descripto en 'La Interpretación de los Sueños' como 'Procesos Incorrectos': El segundo sistema solo inviste una representación si está en condiciones de inhibir el desarrollo de displacer que parte del primer sistema. Lo que se sustraiga de esta inhibición queda inasequible al segundo sistema. Por otro lado, dado que el proceso secundario adviene tardíamente, las mociones y deseos del inconsciente, 'núcleo de nuestro ser', permanecen no inhibibles, inasequibles a la investidura del preconsciente. Pero si lo reprimido se inviste con la moción inconsciente y es abandonado por la investidura prcc, queda a merced del proceso psíquico primario y apunta a la descarga motriz o a la reanimación alucinatoria de la identidad perceptiva. Los llama 'Procesos incorrectos', modos de trabajo primario del aparato, cuando ha sido librado de la inhibición. Se muestran allí desplazamientos y contaminaciones idénticos a la 'falta de atención' El lugar entonces de la atención y la conciencia (o Segundo Sistema) nos llevará a una última articulación con el 'Complemento Metapsicológico a la doctrina de los sueños'. Allí Freud estudia la creencia en la realidad del cumplimiento de deseo en el sueño, que pone en serie con algunos fenómenos alucinatorios. Este fenómeno lo llevara a proponer un dispositivo: el examen de realidad. Dirá que se trata del dispositivo que establece la diferencia entre realidad y deseo. El caso de la Psicosis Alucinatoria de Deseo, pondrá en evidencia que puede un deseo cumplido figurarse con creencia plena, como si fuese una realidad exterior. Así, podemos pensar que no ya en el sistema Inconsciente (Primer Sistema), sino en este caso en el Segundo Sistema hay un punto, un punto en el que el aparato se abre y no al mundo exterior. De modo que podemos pensar que para Freud, a la hora de formalizar su experiencia en lo que se conocerá como 'Aparato Anímico' las categorías adentro y afuera no permitirían dar cuenta de su espacialidad. Del mismo modo que los tres tiempos y su clásico ordenamiento, tampoco permiten inscribir la temporalidad con la que tal aparato revela su funcionamiento La exploración de lo no conocido (unnerkant) recorre fenómenos que plantean esta dificultad: algo es abierto y cerrado al mismo tiempo. Como un ombligo. Nos interesa subrayar que, si tenemos en cuenta las 'Notas' y el 'Complemento' esto atraviesa también el funcionamiento del segundo sistema. De modo que parece extenderse al funcionamiento del aparato y no sólo del Inconsciente. Es decir, permite pensar un aparato abierto-cerrado al mismo tiempo

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El presente trabajo se encuentra inscripto en la investigación Vicisitudes del lazo amoroso en la época (en el Gran La Plata). Metodológicamente, analizaremos material bibliográfico actual y revisaremos la casuística que se desprende de las entrevistas que colaboradores en la investigación realizaron a psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas que trabajan en instituciones tanto privadas como públicas en nuestra región. Nos centraremos en relación a quién es el agente del pedido de consulta por un niño y en las transformaciones propias de la práctica actual. Ubicamos en una instancia previa, las condiciones de nacimiento del psicoanálisis. En el II Congreso Internacional de Investigación, tras echar un vistazo a la Viena de Wittgenstein, la Viena de Freud, mostrábamos cómo el psicoanálisis ha sido, conforme las variaciones de la figura del padre, a la vez el síntoma y el remedio de un malestar de la época. Partiremos en esta ocasión de situar que en 'El malestar en la cultura' el padre del psicoanálisis hacía de la familia una necesidad de la civilización, basada en el poder del amor: 'pues el varón no quería estar privado de la mujer como objeto sexual y ella no quería separarse del hijo, carne de su carne.' (p.99) Siendo el amor un efecto de discurso, será variable en la historia. Sin embargo, Lacan se dedicó a diferenciar entre operadores estructurales y nociones que provienen de ciertas experiencias históricas contingentes; como la organización de la familia patriarcal, su concepción del Edipo y su promoción a un 'mas allá del Edipo' advierte, como lo señalamos en el anterior informe, de los riesgos para los psicoanalistas de mantenerse en una concepción 'familiarista'. La declinación de la función paterna, que verificamos cotidianamente en los distintos ámbitos de extensión del psicoanálisis, no es cosa nueva. No obstante, situábamos, como rasgo hipermoderna, el ascenso al cenit del objeto a. El capitalismo actual nos presenta sujetos incompletos, ahora bien, divididos más por el mercado que promueve y requiere consumo que por la existencia del inconsciente. Se consumen, también, niños, tempranamente sometidos al discurso en el cual es el saber lo que ocupa el lugar de agente. Estos niños, institucionalizados a pocos días de nacer, van a la escuela, en las que docentes y directivos en lugar de ejercer su función de transmisión, se angustian y quejan con una bomba de tiempo a punto de estallar de continuo. Se arman 'códigos de convivencia' con derechos, obligaciones y consecuencias que sustituyen a los tradicionales y vetustos reglamentos, pero estos caducan antes de internalizarse. Ahora bien, la declinación paterna no solo deja al niño desprotegido frente al deseo materno, el padre no funciona como mediación entre él y la civilización. Como resultado, el niño es capturado directamente por el superyó social, muy tempranamente, la 'curva normal' reemplaza el 'savoir faire' familiar que otrora transmitieran las abuelas. Los niños recitan la declaración de sus derechos al tiempo que resisten a la presión, hiperactivos, no paran de moverse, no responden a las consignas, desafían a maestros, estos lo mandan al gabinete en el cual le aplicarán baterías de Tes. y terminarán como condición, derivándolo a terapia. No podemos pecar de ingenuos, ahí donde la terapia se transforma en un articulo (más o menos lujoso) de consumo. Ante esto ¿qué posición para el analista? Las consultas actuales por niños, según relatan diferentes psicólogos, psicoanalistas de nuestra ciudad en el marco de nuestra investigación, son realizadas cada vez mas a instancias de la institución escolar y sostenidas por otros parientes, particularmente abuelos. Reclaman, en ocasiones, al psicoanalista al lugar mismo en que la sociedad ha disuelto su solución simbólica familiar, diversas herramientas que se implementan ante el colapso de la ley del padre. Leemos estos eventos, no para tomar partido (ni apoyar ni oponernos) sino para calcular nuestra posición en la respuesta en cada caso en la clínica. Si bien los psicoanalistas reparamos la carencia por la simbolización, no es sin resto. Lacan nos ha dicho cómo "no es lo mismo haber tenido su mamá y no la mamá del vecino; se trata de un problema de existencia y no de puro significante". Nuestra brújula es el objeto a, en tanto que anuda el goce y la culpa de existir; no se trata, entonces de pasarles a estos sujetos desorientados los significantes amos de la tradición familiar, ni de reconstituir el inconsciente de antaño. Si se trata de un problema de existencia y no de puro significante, quedará a los analistas un desafío: proteger al niño de los delirios familiaristas

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La crónica puede ser pensada como un género híbrido, a caballo entre la literatura y el periodismo, capaz de dar cuenta de la irrupción de la ciudad moderna, de sus distintas representaciones y de los miedos y fantasmas que provoca, pero también de la fragmentación y marginalidades de las urbes posmodernas. Desde aquí, esta ponencia discute las crónicas radiales del chileno Pedro Lemebel (particularmente las de su libro De perlas y cicatrices) en tanto trabajo particular de la memoria ejercido frente al horror de la dictadura. Como verdadero lugar de resistencia, estas crónicas se construyen más allá de la dialéctica establecida por Freud entre duelo y melancolía. En todo caso, y desde su perfil performativo, la escritura de Lemebel puede ser pensada desde una verdadera topología del margen que desestabiliza no sólo las identidades sexuales sino también los lugares de resistencia frente al poder. Judith Butler, pensando la dimensión psíquica del poder en la formación de los sujetos, se refiere al establecimiento de la matriz heterosexual a partir de prohibiciones que llevarían al sujeto a una identificación melancólica con el objeto homosexual que debió ser rechazado. En este sentido, la pregunta que intenta plantearse esta ponencia es hasta qué punto se pueden relacionar en la escritura de Lemebel la irrepresentabilidad del horror con la indefinición genérica