67 resultados para Bóveda


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Los enjarjes, jarjas o jarjamentos conforman el comienzo de la bóveda de crucería, el lugar en el que todos los nervios nacen reunidos. Permiten la transición entre el muro y las dovelas que constituyen nervios, resolviendo un encuentro de gran importancia constructiva. Están compuestos por piezas de lechos horizontales que traban con el muro y que, además de conformar el arranque de los nervios, han de proporcionar apoyo a las primeras dovelas. Al construirse a la vez que el muro y antes que el resto de la bóveda, se podría decir que son los encargados de portar su ADN: en ellos queda registrado el número de nervios que tendrá la bóveda, su curvatura, desde qué altura arrancará cada uno, su perfil, etc. El objetivo de este trabajo se centra en estudio de los enjarjes en la obra de Guillem Sagrera abordando su dimensión tecnológica, constructiva y de diseño. Dos características los distinguen de otras soluciones y justifican su interés: los nervios surgen directamente del muro, sin la intermediación de capiteles, ménsulas o pilastras; y se diseñan con la intención de facilitar la aparición de intersecciones entre las molduras de sus perfiles, en algunos casos mediante el cruce de los ejes de los nervios. Sagrera nos acerca a una innovación arquitectónica en la que el esfuerzo no se centra en realizar bóvedas con muchos nervios o con trazados en planta complejos, sino en la cuidada resolución de este encuentro de nervios. En ella se adivina el trabajo minucioso con las plantillas que controlan el trazado del contorno de los lechos de las piezas y la hábil mano de los canteros que son capaces de tallar intersecciones de gran complejidad. Se ha realizado un repaso de los primeros experimentos relativos al modo de relacionarse los nervios entre sí para ilustrar el contexto y origen de las soluciones realizadas por Guillem Sagrera. Mostramos que ante ciertas dificultades, consecuencia de la reunión de nervios, los constructores fueron capaces de desarrollar nuevas soluciones, mediante la experimentación con un sistema constructivo que conocían y manejaban con destreza. Para acercarnos a la comprensión de las estrategias de diseño que permiten el proyecto de estos enjarjes y los procedimientos técnicos y constructivos necesarios para su ejecución, nos vimos en la necesidad de adentrarnos en la problemática general de los enjarjes de la bóveda de crucería. De este modo, lo que empezó siendo una introducción para poder contextualizar la obra del mallorquín acabó convirtiéndose en la primera parte de la tesis, cuyo volumen prácticamente equipara a la segunda. En ella presentamos el proceso de diseño, trazado y talla de los cuatro enjarjes llevados a cabo en el taller de cantería de la ETSAM, en los que hemos podido experimentar de manera práctica los aspectos teóricos desarrollados. Estos ensayos nos han permitido contrastar hipótesis y baremar la dificultad de ciertos procedimientos o procesos, así como acercarnos realmente al elemento constructivo. El trabajo práctico nos ha enseñado a no fiarnos siempre de las hipótesis que se desarrollan modelando con el ordenador o dibujando; a valorar el pensar con las manos. En relación con la obra de Sagrera, la presente investigación realiza aportaciones al conocimiento del cambio proyectual y constructivo llevado a cabo en los arranques de las bóvedas entre los siglos XIII y XV, cuando los nervios comienzan a surgir directamente de los soportes y se dan los primeros cruzamientos. Mostramos que ya no solamente se construyen enjarjes fruto directo de la geometría general de la bóveda, sino que se llevan a cabo cambios deliberados en relación a su resultado, en los que se advierten decisiones proyectuales que, por supuesto, no serían viables sin las posibilidades que ofrece el trabajo con plantillas. ABSTRACT The solid blocks commonly known as tas-de-charge (in Spanish enjarjes, jarjas or jarjamentos) constitute the beginning of the ribbed vault – the place from which all the ribs spring together. They facilitate a transition between the wall and the rib voussoirs, and thus solve a junction of utmost constructive importance. They consist of blocks set in horizontal courses which interlock with the wall and which, as well as constituting the springing of the ribs, serve as a support for their first voussoirs. The tas-de-charge are built simultaneously with the wall and well before the remainder of the vault – thus, they arguably carry its ‘DNA’, since they register how many ribs the vault will have as well as their curvature, their springing height or their profile. This work is focused on the study of the tas-de-charge in the works of Guillem Sagrera, and will address their technological, constructive and design aspects. Two characteristics set these apart from other solutions and justify their relevance: these are that the ribs spring directly from the wall without the mediation of capitals, corbels or pilasters; and that they are deliberately designed to force the intersection of their mouldings, in some cases by crossing the rib axes. Sagrera’s work tells a story of architectural innovation – one where the effort is not centred on creating vaults with numerous ribs or a sophisticated ground plan, but on carefully solving the rib unions, which evidence a meticulous use of templates to control the tracing of the pieces’ profiles as well as the skill of the stonemasons, able to carve highly complex intersections. An overview of the first experiments with rib relationships will illustrate the context and origin of Guillem Sagrera’s solutions. We show how, faced with difficulties arising from the convergence of ribs into the tas-de-charge, builders were able to develop new solutions by experimenting with a construction system that they were already familiar with and could control easily. In order to gain a better insight into the design strategies behind his tas-de-charge and the technical and constructive procedures required for their execution, we found ourselves facing the need to address the general subject of tas-de-charge in ribbed vaults. This, which began as an introduction meant as context for Sagrera’s work, took on a life of its own and became the first half of the thesis, with a volume practically equal to that of the second. We have devoted a chapter to experimental archaeology. It comprises the design, tracing and carving processes for the four tas-de-charge executed at the ETSAM Stonecutting Workshop, in which we have tested experimentally the theories studied in the previous chapters. These tests have allowed us to contrast hypotheses, assess the difficulty of certain procedures or processes and understand the built element as a real entity. The practical work has taught us not to always trust the hypotheses proposed through computer modelling or drawing – and to recognise the importance of coordinating the hands and the mind. After studying Sagrera’s work and contrasting it with other related or previous tas-de-charge, our research will seek to make a contribution to the study of the shift in the design and construction of vault springers that took place between the 13th and 14th centuries, when ribs began to spring directly from their support and moulding crossings began to appear. We show that, from then on, tas-de-charge would not only depend on the general vault geometry – deliberate modifications would be carried out in order to achieve the desired result. This reveals design decisions that would have been unworkable if not for the effective use of template strategies.

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La escalera de caracol es uno de los elementos que mejor define la evolución de la construcción pétrea a lo largo de nuestra historia moderna. El movimiento helicoidal de las piezas de una escalera muestra, con frecuencia, el virtuosismo que alcanzaron los maestros del arte de la cantería y la plasticidad, expresividad y ligereza de sus obras. A pesar de su origen exclusivamente utilitario y de su ubicación secundaria, se convertirán en signo de maestría y en elementos protagonistas del espacio que recorren y de la composición de los edificios, como es el caso de las grande vis de los Châteaux franceses del XVI como Blois, Chateaudun o Chambord o los schlosses alemanes como el de Hartenfels en Torgau. Este protagonismo queda patente en los tratados y manuscritos de cantería, elaborados fundamentalmente en España y Francia, a partir del siglo XVI que recogen un gran número de variantes de escaleras de caracol entre sus folios. Breve historia de la escalera de Caracol Los ejemplos más antiguos conocidos de escaleras de caracol en Occidente provienen de los primeros siglos de nuestra era y están asociados a construcciones de tipo conmemorativo, funerario o civil, romanas. Destaca de entre ellas la columna trajana, construida en el 113 por Apolodoro de Damasco en los Foros de Roma. Esta columna, conservada en la actualidad, fue profusamente representada por los tratados de arquitectura desde el Renacimento como el de Serlio, Caramuel, Piranesi, Rondelet y, más recientemente, Canina. Choisy describe en El arte de construir en Bizancio un grupo de escaleras de caracol cubiertas por bóvedas helicoidales y construidas entre el siglo IV y VIII; a esta misma época pertenecen otras escaleras con bóvedas aparejadas de forma desigual con sillarejos y sillares de pequeño tamaño sin reglas de traba claras, pensadas al igual que las de Choisy para ser revestidas con un mortero. Herederas de estas bóvedas de la antigüedad son las escaleras de caracol de la Edad Media. Así las describe Viollet le Duc: “compuestas por un machón construido en cantería, con caja perimetral circular, bóveda helicoidal construida en piedra sin aparejar, que se apoya en el machón y sobre el paramento circular interior. Estas bóvedas soportan los peldaños en los que las aristas son trazadas siguiendo los radios del círculo”. En esta misma época, siglos XI y XII, se construyen un grupo de escaleras de caracol abovedadas en piedra de cantería vista: las de la torre oeste de Notre Dame des Doms en Avignon, las de la tour de Roi, de Évêque y Bermonde de los Chateaux de Uzés, las gemelas de las torres de la Catedral Saint Théodorit de Uzés y la conocida escalera del transepto de la Abadía de Saint Gilles. Ésta última dará el nombre a uno de los modelos estereotómicos de mayor complejidad del art du trait o arte de la cantería: la vis Saint Gilles, que aparece en la mayoría de los textos dedicados al corte de piedras en España y Francia. La perfección y dificultad de su trazado hizo que, durante siglos, esta escalera de caracol fuera lugar de peregrinación de canteros y se convirtiera en el arquetipo de un modelo representado con profusión en los tratados hasta el siglo XIX. A partir del siglo XIII, será el husillo el tipo de escalera curva que dará respuesta a las intenciones de la arquitectura a la “moderna” o gótica. Estas escaleras con machón central se generalizarán, insertándose en un complejo sistema de circulaciones de servicio, que conectaban por completo, en horizontal y vertical, los edificios. Estos pasadizos horizontales y estas conexiones verticales, hábilmente incorporadas en el espesor de contrafuertes, machones, esquinas, etc, serán una innovación específicamente gótica, como señala Fitchen. La pieza de peldaño, que se fabrica casi “en serie” reflejará fielmente el espíritu racional y funcionalista de la arquitectura gótica. Inicialmente los peldaños serán prismáticos, sin labrar por su cara interior; después, éstos darán paso a escaleras más amables con los helicoides reglados formando su intradós. Insertos en construcciones góticas y en convivencia con husillos, encontramos algunos ejemplos de escaleras abovedadas en el siglo XIII y XIV. Estamos hablando de la escalera de la torre este del Castillo de Maniace en Siracusa, Sicilia y la escalera de la torre norte del transepto de la Catedral de Barcelona. En ambos casos, los caracoles se pueden relacionar con el tipo vis de Saint Gilles, pero incorporan invariantes de la construcción gótica que les hace mantener una relación tipológica y constructiva con los husillos elaborados en la misma época. En la segunda mitad del siglo XV aparecen, vinculadas al ámbito mediterráneo, un conjunto de escaleras en las que el machón central se desplaza transformándose en una moldura perimetral y dejando su lugar a un espacio hueco que permite el paso de la luz. Los tratados manuscritos de cantería que circulan en el XVI y XVII por España recogen el modelo con su denominación: caracol de Mallorca. Varios autores han mantenido la tesis de que el nombre proviene de la escalera situada en la torre noroeste de la Lonja de Palma de Mallorca. Los Manuscritos y tratados de Cantería y las escaleras de caracol Coincidiendo con la apertura intelectual que propicia el Renacimiento se publican algunos tratados de arquitectura que contienen capítulos dedicados al corte de las piedras. El primero de ellos es Le premier tome de l’Architecture de Philibert de L’Orme, publicado en 1567 en Francia. En España tenemos constancia de la existencia de numerosos cuadernos profesionales que circulaban entre los canteros. Varias copias de estos manuscritos han llegado hasta nuestros días. Los más completos son sin duda, las dos copias que se conservan del tratado de arquitectura de Alonso de Vandelvira, una en la Biblioteca Nacional y otra en la Biblioteca de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid y el manuscrito titulado Cerramientos y trazas de Montea de Ginés Martínez de Aranda. Todas estas colecciones de aparejos, con excepción de la atribuida a Pedro de Albiz, presentan trazas de escaleras de caracol. En los siglos XVII y XVIII los textos en España más interesantes para nuestras investigaciones son, como en el XVI, manuscritos que no llegaron a ver la imprenta. Entre ellos destacan De l’art del picapedrer de Joseph Gelabert y el Cuaderno de Arquitectura de Juan de Portor y Castro. Estos dos textos, que contienen varios aparejos de caracoles, están claramente vinculados con la práctica constructiva a diferencia de los textos impresos del XVIII, como los del Padre Tosca o el de Juan García Berruguilla, que dedican algunos capítulos a cortes de Cantería entre los que incluyen trazas de escaleras, pero desde un punto de vista más teórico. Podemos agrupar las trazas recogidas en los manuscritos y tratados en cinco grandes grupos: el caracol de husillo, el caracol de Mallorca, los caracoles abovedados, los caracoles exentos y los caracoles dobles. El husillo, de procedencia gótica, permanece en la mayoría de nuestros textos con diferentes denominaciones: caracol de husillo, caracol de nabo redondo o caracol macho. Se seguirá construyendo con frecuencia durante todo el periodo de la Edad Moderna. Los ejemplares más bellos presentan el intradós labrado formando un helicoide cilíndrico recto como es el caso del husillo del Monasterio de la Vid o el de la Catedral de Salamanca o un helicoide axial recto como en el de la Capilla de la Comunión en la Catedral de Santiago de Compostela. La diferencia estriba en la unión del intradós y el machón central: una amable tangencia en el primer caso o un encuentro marcado por una hélice en el segundo. El segundo tipo de caracol presente en casi todos los autores es el caracol de Mallorca. Vandelvira, Martínez de Aranda, y posteriormente Portor y Castro lo estudian con detenimiento. Gelabert, a mediados del siglo XVII, nos recordará su origen mediterráneo al presentar el que denomina Caracol de ojo abierto. El Caracol de Mallorca también estará presente en colecciones de aparejos como las atribuidas a Alonso de Guardia y Juan de Aguirre, ambas depositadas en la Biblioteca Nacional y en las compilaciones técnicas del siglo XVIII, de fuerte influencia francesa, aunque en este caso ya sin conservar su apelación original. El Caracol que dicen de Mallorca se extiende por todo el territorio peninsular de la mano de los principales maestros de la cantería. Los helicoides labrados con exquisita exactitud, acompañados de armoniosas molduras, servirán de acceso a espacios más representativos como bibliotecas, archivos, salas, etc. Es la escalera de la luz, como nos recuerda su apelación francesa, vis a jour. Precisamente en Francia, coincidiendo con el renacimiento de la arquitectura clásica se realizan una serie de escaleras de caracol abovedadas, en vis de Saint Gilles. Los tratados franceses, comenzando por De L’Orme, y siguiendo por, Jousse, Derand, Milliet Dechales, De la Hire, De la Rue, Frezier, Rondelet, Adhémar o Leroy, entre otros, recogen en sus escritos el modelo y coinciden en reconocer la dificultad de su trazado y el prestigio que adquirían los canteros al elaborar este tipo de escaleras. El modelo llega nuestras tierras en un momento histórico de productivo intercambio cultural y profesional entre Francia y España. Vandelvira, Martínez de Aranda y Portor y Castro analizan en sus tratados la “vía de San Gil”. En la provincia de Cádiz, en la Iglesia Mayor de Medina Sidonia, se construirá el más perfecto de los caracoles abovedados de la España renacentista. También en la provincia de Cádiz y vinculadas, posiblemente, a los mismos maestros encontramos un curioso grupo de escaleras abovedadas con generatriz circular horizontal. A pesar del extenso catálogo de escaleras presentes en la tratadística española, no aparece ninguna que muestre una mínima relación con ellas. Desde el punto de vista de la geometría, estamos ante uno de los tipos de escaleras que describe Choisy en El arte de construir en Bizancio. Se trata de escaleras abovedadas construidas por hojas y lechos horizontales. Los caracoles abovedados tendrán también su versión poligonal: la vis Saint Gilles quarré o el caracol de emperadores cuadrado en su versión vandelviresca. Las soluciones que dibujan los tratados son de planta cuadrada, pero la ejecución será poligonal en los raros ejemplos construidos, que se encuentran exclusivamente en Francia. Su geometría es compleja: el intradós es una superficie reglada alabeada denominada cilindroide; su trazado requiere una habilidad extrema y al ser un tanto innecesaria desde el punto de vista funcional, fue muy poco construida. Otro tipo de escalera habitual es la que Vandelvira y Martínez de Aranda denominan en sus tratados “caracol exento”. Se trata de una escalera volada alrededor de un pilar, sin apoyo en una caja perimetral y que, por lo tanto, debe trabajar en ménsula. Su función fue servir de acceso a espacios de reducidas dimensiones como púlpitos, órganos o coros. Encontramos ejemplos de estos caracoles exentos en el púlpito de la catedral de Viena y en España, en la subida al coro de la Iglesia arciprestal de Morella en Valencia. El largo repertorio de escaleras de caracol prosigue en los tratados y en las múltiples soluciones que encontramos en arquitecturas civiles y religiosas en toda Europa. Hasta varios caracoles en una sola caja: dobles e incluso triples. Dobles como el conocido de Chambord, o el doble husillo del Convento de Santo Domingo en Valencia, rematado por un caracol de Mallorca; triples como la triple escalera del Convento de Santo Domingo de Bonaval en Santiago de Compostela. La tratadística española recogerá dos tipos de caracoles dobles, el ya comentado en una sola caja, en versiones con y sin machón central, definidos por Martínez de Aranda, Juan de Aguirre, Alonso de Guardia y Joseph Gelabert y el caracol doble formado por dos cajas diferentes y coaxiales. Vandelvira lo define como Caracol de Emperadores. Será el único tipo de caracol que recoja Cristobal de Rojas en su Teoría y Práctica de Fortificación. No hay duda que las escaleras de caracol han formado parte de un privilegiado grupo de elementos constructivos en constante evolución e investigación a lo largo de la historia de la arquitectura en piedra. Desde el cantero más humilde hasta los grandes maestros catedralicios las construyeron y, en muchos casos, crearon modelos nuevos en los pergaminos de sus propias colecciones o directamente sobre la piedra. Estos modelos casi experimentales sirvieron para encontrar trabajo o demostrar un grado de profesionalidad a sus autores, que les hiciera, al mismo tiempo, ganarse el respeto de sus compañeros. Gracias a esto, se inició un proceso ese proceso de investigación y evolución que produjo una diversidad en los tipos, sin precedentes en otros elementos similares, y la transferencia de procedimientos dentro del arte de la cantería. Los grandes autores del mundo de la piedra propusieron multitud de tipos y variantes, sin embargo, el modelo de estereotomía tradicionalmente considerado más complejo y más admirado es un caracol de reducidas dimensiones construido en el siglo XII: la Vis de Saint Gilles. Posiblemente ahí es donde reside la grandeza de este arte.

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Uno de los capítulos más interesantes del gótico europeo lo constituyen las bóvedas sexpartitas, sin lugar a dudas una de las bóvedas más singulares jamás creadas dentro de este estilo. Las primeras bóvedas góticas, en cruce de ojivas y de planta cuadrada, limitaban su uso a espacios relativamente pequeños, pero ante la necesidad de cubrir espacios de considerables dimensiones, apareció una nueva bóveda de características muy peculiares; la sexpartita. Esta bóveda en cruce de ojivas está reforzada por el centro con un arco paralelo a los arcos fajones que la divide por la mitad y que fragmenta el arco formero en dos, creando una pareja de ventanales en cada lado. La sencilla superficie en bóveda de arista, en el origen de las bóvedas de crucería, se complica extraordinariamente creando una volumetría de gran complejidad con seis cuarteles de plementería y con seis apoyos de distinto tamaño, cuatros esquineros y dos centrales más pequeños. Las dificultades que implica la construcción de este tipo de bóvedas explican quizás su abandono prematuro y la vuelta a la bóveda de crucería simple, ahora de tramos rectangulares. No obstante, a pesar de su corta existencia, la bóveda sexpartita fue la gran protagonista de los inicios del gótico y con ella se llevaron a cabo importantes abovedamientos, desde Inglaterra hasta Rumanía. La disciplina de la Historia de la Construcción se vio extraordinariamente favorecida por los estudios realizados en el siglo XIX, sin embargo su investigación se abandona durante el siglo XX para ser recuperada recientemente. Viollet-le-Duc, a finales del s. XIX, hace una sucinta explicación de este tipo de bóvedas. También Auguste Choisy, más tarde, dedica unas páginas a la bóveda sexpartita francesa; desde entonces, este tema, ha merecido escasísimas referencias en los estudios posteriores. Esta investigación se enmarca en este contexto y pretende poner de manifiesto los conocimientos geométricos y constructivos que hicieron posible la realización de las bóvedas sexpartitas europeas. Para ello se ha llevado a cabo la investigación de las principales bóvedas en Europa occidental; Francia, España, Inglaterra, Alemania, Suiza e Italia. Su estudio comparativo nos ha permitido poner de manifiesto sus características constructivas comunes y aquellos aspectos propios de cada país, así como algunos de los canales de comunicación que permitieron la expansión de esta arquitectura. Las nuevas tecnologías de medición, el escáner láser, la estación total, la fotogrametría, etc., han supuesto una revolución para la documentación y restauración del Patrimonio y un salto cualitativo formidable para el análisis de las bóvedas góticas, permitiendo estudios de la arquitectura histórica hasta ahora inabordables. Para realizar el análisis de las bóvedas sexpartitas europeas se ha llevado a cabo un levantamiento exhaustivo de las mismas, lo que ha permitido definir su despiece, obteniendo la forma de la talla de cada uno de los elementos constructivos que la componen; jarjas, dovelas, claves y plementería. La obtención de estos datos nos ha permitido abordar un profundo estudio de su estereotomía y construcción, aportando datos inéditos hasta el momento. Por otro lado se ha llevado a cabo la detección y catalogación de las principales bóvedas sexpartitas que aún se conservan en Europa. Los estudios realizados nos permiten afirmar que la bóveda sexpartita surge en Francia en la segunda mitad del siglo XII, utilizándose en las principales catedrales francesas, como Notre Dame de Paris, Bourges o Laon. A comienzos del siglo XIII cae en desuso en Francia y comienza su expansión por el resto de Europa, donde se abandona medio siglo después, desapareciendo definitivamente del gótico europeo. Mientras que los ejemplos que datan del siglo XII muestran soluciones escasamente desarrolladas y propias del románico, las bóvedas construidas en el siglo XIII muestran soluciones enormemente complejas, con grandes jarjamentos e inteligentes estrategias constructivas y geométricas que permiten la simplificación de sus estructuras auxiliares y una mayor libertad en su diseño. Estas bóvedas son el reflejo del desarrollo de la estereotomía gótica en sus comienzos por lo que su estudio nos ha permitido conocer el desarrollo y la evolución del gótico primitivo en Europa. ABSTRACT One of the most interesting chapters of European Gothic is the sexpartite vault, without doubt one of the most remarkable vaults ever created within this style. The first Gothic vaults, with crossed ribs on a square base, were restricted to relatively small areas, but a new vault, with very particular characteristics emerged to address the need to cover spaces of considerable size; the sexpartite vault. This cross-ribbed vault is reinforced in the centre by an arch that runs parallel to the transverse arches, divides the vault in half and splits the wall arch in two, creating a pair of windows, one on each side. The simple groin vault surface, the source of ribbed vaults, was greatly complicated creating a highly complex volume with six sections of severies and with six supports of different sizes, four on the corners and two smaller central ones. The construction difficulties involved in building this type of vault may explain its premature abandonment and a return to the simple cross-ribbed vault, now in rectangular sections. However, despite its brief existence, the sexpartite vault was the great protagonist of the beginnings of Gothic architecture and important vaulting was built using this system from England to Romania. Studies undertaken in the 19th century helped the History of Construction as a discipline tremendously. Research was abandoned during the twentieth century however, and has only recently been taken up again. Towards the end of the 19th century, Viollet-le-Duc gave a brief description of this type of vault. Later, Auguste de Choisy also devoted some pages to the French sexpartite vault; since then, later studies have made very few references to it. Against this background, this research now attempts to bring to light the knowledge of geometry and construction that made the construction of the European sexpartite vault possible. To this end, the main vaults in Western Europe - France, Spain, England, Germany, Switzerland and Italy, have been studied. By making a comparative study we have been able to reveal the common construction features and those that are specific to each country, as well as some of the channels of communication that enabled this architecture to spread. New measuring technologies, the laser scanner, total station, photogrammetry, etc., have given rise to a revolution in heritage documentation and restoration, as well as facilitating a huge qualitative leap for the analysis of Gothic vaults, enabling studies of historical architecture that until now were inaccessible. A comprehensive survey was carried out to be able to analyse European sexpartite vaults. We could thus create an exploded view, which enabled us to obtain the form of each of the elements; tas-de-charges, voussoirs, keystones and severies. The data gathered provided previously unknown facts that enabled us to make an in-depth study of stereotomy and construction. Furthermore, the main sexpartite vaults still preserved in Europe have been identified and categorised. The studies undertaken allowed us to affirm that the sexpartite vault appeared in France in the second half of the twelfth century, being used in the main French cathedrals, such as Notre Dame de Paris, Bourges or Laon. At the beginning of the thirteenth century it fell into disuse in France and began to expand throughout the rest of Europe, where it was abandoned half a century later, disappearing from European Gothic for good. While the examples dating back to the 12th century display poorly developed solutions more characteristic of the Romanesque, the vaults built in the 13th century reveal enormously complex solutions, with large tas-de-charges and intelligent construction and geometric strategies that allowed auxiliary support structures to be simplified, and gave more freedom to design. These vaults reflect the beginnings of Gothic stereotomy and by studying them we have been able to learn more about the development and evolution of Early Gothic architecture in Europe.

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El padre Vicente tosca, arquitecto, filósofo, matemático, y astrónomo, Y comienza su Tratado de Arquitectura (que forma parte de su Compendio matemático, 9 vols. 1701-1715) abordando el tema de la traza o proyecto de bóvedas: Lo más sutil y primoroso de la Arquitectura... es la construcción de todo género de arcos y bóvedas, cortando sus piedras, y ajustándolas con tal artificio, que la misma gravedad y peso que las había de precipitar hácia la tierra, las mantenga constantes en el ayre, sustentándose las unas á las otras en virtud de la mutua complicación que las enlaza, con lo que cierran por arriba las fábricas con toda seguridad y firmeza. El equilibrio se alcanza a través de la geometría y, de este modo es posible la construcción de edificios de fábrica seguros. Las antiguas reglas tradicionales para el proyecto de bóvedas y estribos de fábrica tienen un carácter geométrico, ya que establecen ciertas relaciones entre las dimensiones de los elementos estructurales. Regulan, por ejemplo, que el grosor de un estribo debe ser una cierta fracción entera de la luz de las bóvedas. De hecho en la afirmación del padre Tosca encontramos la esencia misma del proyecto de estructuras de fábrica (Huerta 2004). Sin embargo para nosotros, arquitectos e ingenieros del siglo XXI, todo esto nos parece demasiado ingenuo, la demostración de la ignorancia de los antiguos maestros; de hecho, hasta el siglo XVIII no se desarrolló una teoría científica de las estructuras, basada en la Resistencia de Materiales y las leyes de la Mecánica (Huerta 1996). De cualquier forma estos *ignorantes+ maestros constructores levantaron el Pantheon de Roma, Santa Sofía y las catedrales góticas. Por tanto, puede que, después de todo, el enfoque geométrico tradicional no esté demasiado equivocado. Es posible que los antiguos maestros tuvieran una teoría, distinta de nuestra teoría científica, pero basada en un profundo conocimiento de la naturaleza y comportamiento de las estructuras de fábrica. Si fuera así, sería interesante conocer algo sobre esta teoría, la cual, si juzgamos por los resultados, era extraordinaria. Sin embargo, aunque podemos ampliar nuestros conocimientos, no podemos sustraernos a los que ya tenemos. Estamos forzados a abordar el tema del análisis de arcos y bóvedas desde un enfoque científico, dentro del marco de la teoría de estructuras actual. Antes de proseguir se deben hacer dos observaciones. La primera se refiere al objetivo de la Teoría de Estructuras. El objetivo de la teoría estructural es el proyecto de construcciones seguras o el análisis de la seguridad de las que ya existen. Es una ciencia aplicada no una ciencia pura. Como Rankine (1858) señaló, si la pregunta que se hace el científico es *qué quiero saber+, la del arquitecto o ingeniero es *qué quiero hacer+. Todas las consideraciones teóricas están condicionadas por la necesidad de una respuesta a un problema sin demora. La segunda observación hace referencia a nuestra propia ignorancia respecto al tema. Ya no se construyen bóvedas y toda la tradición de la construcción en fábrica se ha perdido en el mundo occidental. Esta parte de la arquitectura, que fue considerada *lo más sutil y primoroso+, nos es ajena. La mayor parte de los arquitectos e ingenieros nunca han visto construir una sencilla bóveda. Carecemos del oficio y experiencia del antiguo constructor, que seleccionaba la piedra, dibujaba las plantillas para cortarla, trazaba la cimbra, dirigía el proceso de construcción y, finalmente, supervisaba el descimbrado. Rodrigo Gil de Hontañón (Tratado de arquitectura, ca. 1540, copiado en García, 1681) después de describir la construcción de una bóveda gótica de crucería advierte que: . . . estas cosas, podran ser difiçiles de comprehender faltando en quien las procura la experiencia, la practi¬ca, la profesion de la canteria, y la execuçion, o el aberse allado presente a algunos çierres de cruçeria, para haçerse capaz en el asiento de ella. Esta es precisamente la situación de cualquier arquitecto o ingeniero de la actualidad. A partir de aquí trataremos de mostrar que los enfoques tradicional y moderno del cálculo de estructuras de fábrica llevan a la misma conclusión fundamental: la absoluta importancia de la geometría. Se demostrará que la moderna teoría del Análisis Límite de las estructuras de Fábrica, que ha sido desarrollada por el profesor Heyman, es la herramienta más apropiada para comprender y analizar las construcciones de fábrica. Esta teoría conduce al *enfoque del equilibrio+; el calculista necesita sólo estudiar posible estados de equilibrio con la fábrica trabajando a compresión. La existencia de estos posibles estados de equilibrio depende de la geometría. Una construcción segura es una construcción en equilibrio: la teoría moderna conduce a las mismas disposiciones geométricas que la tradicional. No podía ser de otro modo, los espectaculares logros de los antiguos arquitectos no pudieron ser fruto de la casualidad. Se harán numerosas referencias históricas con la intención de dejar claro que existe una antigua tradición en el cálculo científico de las estructuras de fábrica según el enfoque del equilibrio. Tenemos mucho que aprender de los arquitectos e ingenieros de la antigüedad. Pudieron no tener una profunda comprensión de la teoría, pero poseían los conocimientos esenciales, ésos que proporciona la reflexión sobre la práctica. Ars sine scientia nihil est, la práctica no es nada sin la teoría, pero la teoría sin la práctica es simplemente peligrosa. La experiencia, en nuestro caso, debemos buscarla en los edificios construidos y en lo que podemos extraer de la lectura crítica de los antiguos tratados de arquitectura e ingeniería.

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El derecho a la libre circulación y residencia han sido la clave de bóveda del proceso de integración europea, primero en la consecución del mercado interior y, desde su inclusión en el estatuto de ciudadanía europea, para el reconocimiento de un status jurídico común a todos los nacionales de los Estados miembros. Originariamente, las libertades comunitarias se concibieron sólo para los que ejercieran una actividad profesional, asalariada o no, en el territorio de la Comunidad. Esta postura se fue flexibilizando, ampliándose la libertad de circulación a ciudadanos que no ejercían actividades profesionales en el territorio de otro Estado miembro (estudiantes, jubilados, residentes y ciertos familiares). El desarrollo del proceso de integración europea, junto con la adopción de diversos actos jurídicos de Derecho derivado y la labor del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), ha favorecido una ampliación progresiva del ámbito personal de titularidad del derecho. La libre circulación de personas es una de las libertades básicas del mercado interior, cuyo contenido esencial implica un espacio sin fronteras interiores en el que esta libertad será garantizada conforme a las disposiciones del Tratado. Posteriormente, con la adaptación de la Directiva 2004/38/CE en los ordenamientos jurídicos de los Estados miembros, se pretendía potenciar la movilidad intracomunitaria y transformar el mercado único en un espacio de libertad de circulación, residencia y trabajo por cuenta propia y ajena para los nacionales de los Estados miembros. Sin embargo, tal y como se pone de manifiesto en el presente trabajo, este derecho no es absoluto, puesto que la Directiva lo somete a condición. De este modo, el beneficiario debe ser económicamente activo en cualquiera de sus manifestaciones o debe disponer de los recursos económicos necesarios para no convertirse en una carga excesiva para el Estado de acogida. Resulta evidente que el contexto de la crisis económica, unido al incremento de la movilidad ha motivado las tendencias restrictivas del derecho de libre circulación y residencia de los ciudadanos de la Unión Europea en el territorio de los Estados miembros.

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La hipertensión arterial pulmonar (HAP) se define como un grupo de enfermedades caracterizadas por el aumento de las resistencias vasculares pulmonares, que conduce a la insuficiencia respiratoria progresiva, al fracaso del ventrículo derecho y finalmente a la muerte prematura. Es una enfermedad rara, con una prevalencia baja (16 casos por millón de habitantes), de origen desconocido, posiblemente multifactorial y muy devastadora con una supervivencia del 68% a los 5 años. La definición de HP es fundamentalmente hemodinámica, y viene determinada por la presencia de una presión arterial pulmonar media en reposo por encima de 25 mmHg; el promedio normal de la PAP media es 14 ± 3 mmHg, con un límite superior de 20 mmHg; los valores entre 21-24 mmHg tienen aún significado incierto, los pacientes que presentan una presión arterial pulmonar en este rango deben ser seguidos porque pueden desarrollar hipertensión arterial pulmonar , como ocurre en los pacientes con enfermedad del tejido conectivo o familiares de los pacientes con HAP heredable. Estos pacientes sufren un gran deterioro en su calidad de vida y aunque en los últimos tiempos se están produciendo grandes avances en la investigación, con numerosos logros tanto en la etiopatogenia como en el tratamiento y han proporcionado pequeñas mejorías es necesario seguir, hasta conseguir que el diagnóstico sea precoz, antes de que se produzcan cambios iniciales y las presiones pulmonares comiencen a elevarse. El diagnóstico de la enfermedad se realiza todavía en el 70% de los casos es en fase avanzada, con afectación importante del ventrículo derecho y una clase funcional III a IV de la OMS...