983 resultados para Egipto-Civilización
Resumo:
Neste estudo sobre os primórdios da arquitectura, indicamos os nomes de dezassete arquitectos da Antiguidade pré-clássica (Egipto e Mesopotâmia) e da Antiguidade Clássica (Grécia e Roma). Apontam-se as suas obras de referência, salientando, quando for o caso, as suas inovações. Alguns exemplos: o uso da pedra e da forma escalonada da pirâmide Imohtep em Sacara; o uso de colunas proto-dóricas pelo arquitecto Senmut em Deir-el-Bahari; a utilização do arco e da abóbada no palácio de Domiciano em Roma pelo arquitecto Rabirio, etc. No legado destes primórdios da arquitectura são dignas de registo várias técnicas que perduram até ao presente: a iluminação clerestórica do templo de Karnak (muito utilizada nas catedrais góticas medievais); a "entasis" que foi usada por Calícrates no Partenon em Atenas e usada na arquitectura renascentista; a quadrícula de Hipódamo de Mileto como prática urbanística frequente.
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Vem já de muito longa data o gosto e a prática de coleccionar antiguidades egípcias, acção que conheceu notório desenvolvimento após a expedição conduzida pelo general Bonaparte no Egipto, em finais do século XVIII. Depois, durante todo o século XIX, foi a corrida aos vestígios do passado faraónico, em que os actos de rapina e saque de muitos aventureiros ombrearam com o trabalho meritório e metódico dos diversos egiptólogos que, após as descobertas filológicas de Champollion, as descrições impulsionadoras de Lepsius e as actividades incansáveis de Mariette, passaram muitos anos das suas vidas no país do Nilo e estabeleceram em bases firmes a ciência egiptológica.
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Não confundir o termo Direito Penal Islâmico com o Direito penal ocidentalizado ou influenciado pelas codificações penais ocidentais, que vigoraram em grande parte dos países muçulmanos, por exemplo, na Índia e na Nigéria, por iniciativa das potências coloniais. Tão-pouco deve ser confundido com o Direito Penal que, na sua essência, mantinha a sua filiação islâmica, mas profundamente alterada, por iniciativa de governos de tendência centralizadora e modernizadora, como no Egipto, entre 1830 e 1883, e no Império Otomano, entre 1839 e 1917.
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Embora historicamente as diferentes versões-interpretações míticas, parciais ou globalizantes, tenham evoluído de forma relativamente independente entre si e apesar de, na maioria dos casos, nos terem chegado através de alusões esparsas, incompletas ou truncadas e, por isso, muitas vezes, incompreensíveis ou de difícil compreensão, o discurso literário-teológico egípcio conheceu áreas de síntese, de intersecção ou justaposição que, pelos seus denominadores comuns e pelo seu vocabulário concreto, nos permite salientar os topoi literários essenciais (termos e noções) desse mesmo pensamento.
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O estabelecimento do culto ao deus Serápis na antiga cidade cosmopolita de Alexandria, capital dos Ptolomeus, em torno de uma imagem única e híbrida, respondeu à necessidade de harmonização intercultural dos dois mais importantes agrupamentos populacionais de Alexandria (os autóctones egípcios e os imigrantes greco-macedónios) e constituiu um factor de superação de anteriores e antigas antíteses e diferenças que os opunham, desenvolvidas com a ocupação grega do Egipto, e que eram,na viragem do séc. IV a.C., um dos maiores problemas e desafios colocados ao novo poder político, geneticamente oriundo da Macedónia, mas residente no Egipto.
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El autor relee algunas propuestas culturales de los ensayos de Montalvo. Comienza por defender el rasgo de la polémica, en cuanto una herramienta estética y ética: la emplea con afán literario –en el mismo estilo de Sarmiento, González Prada, entre otros– y también como escritor vinculado a la política militante, para incentivar así a una audiencia poco letrada. En su pensamiento, señala oscilaciones entre ideas europeizantes, hispanoamericanistas y claramente latinoamericanistas. Hay coincidencias entre Montalvo y Pedro Henríquez Ureña al pensar lo latinoamericano, su noción se mueve entre aquella de lo nacional y del sujeto popular (vínculos con Martí y Bello). Considera a la nación como una totalidad cooperativa, en una propuesta anticolonial, de carácter republicano: donde prevalecieran la libertad de opinión, la fraternidad, y la democracia. Analiza las ideas de Montalvo sobre las masas populares, destacando el rasgo humanista en las acepciones de civilización y barbarie (que sería lo opuesto a la paz que se obtiene por el respeto y no por el miedo a los gobernantes o a la Iglesia). Montalvo aboga por la creación de un pueblo virtuoso a partir del trabajo y de un equilibrio entre la razón y los placeres, justifica la necesidad de la ilustración popular y de que un héroe guíe al pueblo (no que lo esclavice). Sin embargo, al momento de definir las clases sociales significativamente no considera las nociones de casta. Al referirse al pueblo afro, vuelve a sostener que es la esclavitud la que los coloca en una situación inferior, insistiendo en que no existe una inferioridad innata.
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El autor revisa el cuento “Guayaquil”, de Jorge Luis Borges, incluido en El informe de Brodie, su motivo es la histórica reunión entre Bolívar y San Martín en dicha ciudad. Es interpretado a la luz de la novela Nostromo de Joseph Conrad, aludida en el relato, y que se refiere a los devaneos y traiciones de las élites criollas y sus caudillos. Robles sostiene que Borges presenta en “Guayaquil” su propia visión de la Historia: una construcción a base de perspectivas que se cruzan, de reordenamientos de datos y de imprecisiones, para Borges, en la lucha de poderes entre caudillos populares y refinados políticos pesarían más la voluntad y la decisión que las palabras. Finalmente, el autor revisa el efecto de una distinta organización de los cuentos del libro. El de la primera versión inglesa apuntaría a mostrar un ascenso en la representación de la barbarie (como tema de los textos), presente en las repúblicas latinoamericanas siglo y medio después de sus independencias.
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La convicción de que la Nación constituida es algo que fue previamente imaginado informa el título de esta investigación, en el que implícitamente se opone “imaginar desde el centro” proponiendo un monismo cultural homogeneizador, cosa ocurrida en lo que hace a la República Argentina durante el siglo XIX desde el paradigma civilización-barbarie; a “imaginar desde la periferia”, más concretamente “desde la frontera”, entendida como espacio cuyas transformaciones permanentes tienen que ver con la presencia o cercanía de otra cultura, cuestión que le permite propugnar la heterogeneidad, y que leeremos en textos producidos al finalizar éste último siglo, cuya absorción de un rumor social, provocado por tendencias mundiales hacia la interculturalidad de las que se hicieron eco muchos trabajos investigativos y nuevas leyes que hacen una apuesta por el pluralismo, podría influir en el nacimiento de una nueva “comunidad imaginada”. El subtítulo de nuestro trabajo se refiere a la construcción de las figuras del caudillo y del gaucho en la literatura salteña, que se incorporaron a ésta después de ser revalorizadas en Buenos Aires desde el paradigma rioplatense del mestizaje propuesto por los sectores dominantes. La recuperación de estas figuras significó la revalorización de ciertas variables de la identidad que habían quedado interdictas bajo el paradigma civilización-barbarie. Se trata de textos que, aparecidos en la primera mitad del Siglo XX, acompañan, no sólo la nueva etapa de predominio de un sector, sino también la continuidad de una manera homogeneizadora de imaginar la Nación. También hace alusión a la figura del indio que, al provenir de paradigmas no rioplatenses como el indianismo, idealización romántica del mundo indio, fue filtrándose ya desde estos textos primerizos, hasta convertirse, a partir de mediados del siglo XX, con el indigenismo cargado de un sentimiento de reivindicación social, en emblema de un sector emergente en ascenso: la nueva promoción de escritores pertenecientes a la clase media. Su presencia nos hizo sospechar que en los textos se construía desde esta época un modo distinto de imaginar la Nación, propio de la frontera noroéstica. Esta hipótesis inicial fue descartada durante el transcurso de la investigación ya que, aunque la voz y la presencia del indígena y del negro fisuraban en cierta manera los paradigmas homogeneizadores, no llegaban a romperlos. Se producía, en cierta manera, la incorporación de esa voz marginal a un orden discursivo “superior”, en una especie de variante regional de los paradigmas mencionados. Recién a finales del siglo XX se editan textos construidos desde lo real maravilloso que devela zonas antes inéditas del universo mítico del hombre andino y que, al conformarse a través del ingreso de múltiples voces con igual derecho a la opinión, permiten la inscripción de varias formas diferentes de evaluar el mundo indígena. Se incorpora así una verdadera revalorización de la figura del indio, que había quedado siempre en el polo negado. Al hacerlo, en acuerdo con tipos textuales que provienen de prácticas sociales y académicas presentes en nuestros días (legislación, periodismo, antropología), se recupera otra variable de la identidad y esto puede promover el origen a una “comunidad imaginada” que haga posible un pensamiento intercultural, modo verdaderamente diferente de imaginar la Nación desde esta frontera.
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El presente trabajo ha investigado en las diversas imágenes que la ciudad ha suscitado entre nuestros escritores, desde sus primeros textos hasta la década del cincuenta. Los textos seleccionados para esta investigación varían, tanto en los géneros narrativos, largos y breves, —se ha incluido dos obras de teatro: Receta para viajar y La leprosa— como en la escasa difusión de algunos de ellos. Los hermanan, además de la evidente presencia de la ciudad, el estricto orden cronológico, que facilitará la constatación evolutiva de la imagen citadina. El corpus seleccionado arranca, en un primer momento con La emancipada y Cumandá, que inauguran la narrativa nacional y que tienen como eje común, la dicotomía civilización-barbarie —cuyas variantes se manifestarán en todos los textos comentados— y que los inserta en la problemática instaurada por Sarmiento a mediados de siglo XIX. El siguiente grupo [La leprosa, Timoleón Coloma y Receta para viajar] se desliza entre la atracción y el rechazo que la ciudad ejerce sobre sus personajes. Pacho Villamar, A la costa y Entre dos tías y un tío es el siguiente bloque que estrena siglo e instala el incipiente realismo narrativo. Débora y En la ciudad he perdido una novela son textos de vanguardia en el que ya se perciben los conflictos urbanos actuales. Por último y cerrando este peregrinar por la ciudad, El Chulla Romero y Flores, en el que, tanto la ciudad como sus habitantes, reflejan las marcas identitarias de nuestro pueblo. El propósito inicial que impulsó este trabajo —el respeto y cariño por la ciudad en la que habito y pervivo— ha sido cumplido y ampliado, con el generoso aporte de los maestros de la Universidad Andina a quienes debo mi gratitud y reconocimiento.
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Estos modos de vida otros aparecen en el texto de la nueva Constitución con las expresiones “buen vivir” –en castellano– y “sumak kawsay” –en kiwcha– y constituyen el paradigma de vida hacia el cual deberá orientarse el “desarrollo”. El “buen vivir” o “sumak kawsay” postula un reordenamiento general de lo que el término moderno “desarrollo” había querido expresar. En la medida que desborda los límites de un proyecto meramente económico, social o político, adquiere el carácter de paradigma regulador del conjunto total de la vida. Su perspectiva “holística” (León 2008a: 137) contrasta con los modelos de “desarrollo” que infructuosamente se han ensayado en la historia ecuatoriana y se plantea desde su novedad como una alternativa al modelo de “civilización” dominante.
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Los árboles no solo tienen importancia natural, son depositarios de memoria e identidad y pueden constituirse como una categoría explicativa de los procesos culturales. Existen árboles que nos revelan importante información acerca de los sujetos, los cambios de época, la política y la cultura. Se explora el árbol como depositario de memoria, su riqueza simbólica, sus usos materiales y narrativa como una clave para estudiar la cultura. En esta investigación se recorre por la sociedad gualaquicense a través de sus árboles, reconstruyendo su memoria histórica. Se adentra en el bosque de la memoria colectiva, recogiendo la narrativa e información de sus usos y representaciones, estableciendo nexos entre la representación de los árboles y la construcción de la memoria, como símbolos de identidad y de conflictividad cultural. Se indaga en su riqueza simbólica y se pone de manifiesto una reflexión cultural sobre un cantón cuya identidad se encuentra asentada sobre heridas sociales, conflictos inter-étnicos, económicos, ideológicos, religiosos y discontinuidades generacionales; lo cual está relacionado con la tensión entre civilización y naturaleza. Se pone en evidencia la riqueza simbólica de los árboles, que se manifiesta en diferentes ámbitos: primero, en el rol que cumplen como memoria viva de este cantón (árboles que identifican a la ciudad, árboles específicos con historias); segundo, en la conflictividad cultural (interétnica y generacional), que se manifiesta en las diversas formas de relacionarse con estos seres, lo cual posibilita analizar los conflictos sociales, económicos, ideológicos, políticos y religiosos que subyacen a esta dinámica.
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Trata acerca del análisis de los periódicos El Iris de La Paz, La Época y El Comercio, los tres de la ciudad de La Paz, Bolivia, en el siglo XIX entre 1829 y 1899. El propósito fue conocer cómo se representó a la Nación boliviana en la prensa de La Paz. Los tres periódicos analizados tuvieron similares objetivos propagandísticos en favor de los respectivos gobiernos de turno. Las diferencias fueron cualitativas en lo referido a la argumentación de esa propaganda. El Iris de La Paz (1829-1839) se ubicó ideológicamente en el liberalismo británico de Jeremías Bentham. Fue el periódico mejor argumentado de los tres. Mediante el discurso del Iris se intentaba establecer puentes que alcanzaban diversos aspectos: entre Iglesia y Estado liberal; entre el liberalismo y la religión; entre Bolivia y el Perú; entre el nuevo régimen y el antiguo. Pese a la aceptable argumentación ideológica, su representación de Nación quedó ambigua debido sobre todo a que el caudillo resultó más importante que la Nación. El periódico La Época (1845-1857 y 1866-1867), en sus cinco etapas se ligó al liberalismo francés y al romanticismo, pero a partir de diversos enfoques que fueron desde un liberalismo conservador (p. ej. en las épocas de los Presidentes Ballivián y Melgarejo) a otro más arrimado a la izquierda e incluso con influencia del socialismo utópico (p. ej. en la época del Presidente Belzu). Junto a ese liberalismo, se divulgó también una mentalidad del Antiguo Régimen, fundamentalmente de índole religiosa. Haciendo una revisión global de sus cinco etapas, se concluyó que en el periódico hubo una mezcolanza de ideas denominada como “colecticismo”. El periódico El Comercio (1878-1899) en sus tres escenarios fue el más banal de los tres. Su discurso estaba enfocado únicamente a la propaganda política, con una pobre argumentación ideológica. Los términos del liberalismo moderado se mezclaron con los del catolicismo con el fin de hacer propaganda para los gobiernos del partido político Conservador. El uso de los términos quedó desprovisto de su significado, y sólo sirvieron para otorgarle sentido al accionar de uno u otro gobierno; así, los mismos términos se usaron ya sea para justificar una actitud o para rechazarla, en un entorno político muy reñido. Al final del proceso, en vísperas de la Guerra Federal, el periódico que apoyaba al Partido Conservador pasó a apoyar al Partido Liberal; los liberales ganaron la Guerra Federal. En lo referido al regionalismo, en el Iris no hubo explícita mención al regionalismo entre La Paz y Chuquisaca, sí hubo algunos indicios. Tal regionalismo se fue haciendo más notorio en La Época, con diferentes matices. La confrontación regional fue más radical en El Comercio a finales del siglo XIX, con la misma tipificación étnica que ya se había vislumbrado en La Época: los indios y cholos en el Norte versus la gente civilizada en el Sur. El caso indígena fue también tratado con diversos matices. En el Iris no se expusieron textos peyorativos acerca del indígena. En La Época se defendió al indígena desde una perspectiva humanista proveniente del romanticismo, pero el discurso adquirió contrasentido, pues el indio fue tipificado a la vez como un pobre “paria” sin civilización. En el Comercio se divulgaron dos visiones acerca del indígena: el del feroz indomable y del “paria” sumiso. Paradójicamente, los tres periódicos defendieron al indígena por lo menos desde un punto de vista humanista, pero a su vez los tres propugnaban que, para mejorar su suerte de opresión, el indio debería asumir los modos de relación social del liberalismo o civilizarse. La representación de una Nación ambigua se dio ya sea porque el caudillo adquirió mayor importancia que la Nación misma, por el uso “interesado” de la ley y la Constitución para legitimar gobiernos de facto, para justificar actitudes gubernamentales arbitrarias, por las riñas regionales con connotaciones étnicas entre el Norte y el Sur, o por porque los indígenas implícitamente no formaban parte de la Nación moderna por ser incivilizados.
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Analiza, evalúa y plantea hipótesis sobre el fenómeno internacional del fundamentalismo islámico y su impacto en las relaciones internacionales contemporáneas a partir de un supuesto que es: el punto de vista de occidente visto como un movimiento político-religioso que usa medios violentos para conseguir sus fines y por el que ocupa un lugar importante en la agenda internacional de los países del Primer Mundo, debido a que cobra una fuerza inusitada a partir de la caída del Muro de Berlín, época en la cual el fracaso del marxismo y del liberalismo fungen como catalizador de su movimiiento. El integrismo islámico no constituye un fenómeno nuevo; en la época colonial ya hubo un islam politizado, comprometido en la lucha por la independencia nacional, encarnado en el grupo fundador de la ideología radical islámica 'Los Hermanos Musulmanes' en el Egipto de la revolución nasserista. El integrismo es un fenómeno que aparece como producto de una serie de circunstancias de orden religioso, económico, social y cultural, el cual ha conmocionado el mundo de las relaciones internacionales en una era altamente globalizada e inevitablemente interdependiente, ya que implica una reacción violenta contra el cambio abrupto de modo de vida de los países islámicos de la periferia, en donde las respuestas demagogas y proselitistas atraen a amplias capas de marginados. En esta medida, este fenómeno ha incursionado cíclicamente en un conflicto que ocupa uno de los puntos más importantes de la agenda internacional: el Conflicto del Medio Oriente, el cual desde hace medio siglo, ha tomado un cariz dramático, pues se intensifica la lucha entre árabes y judíos, entre islam y judaísmo, pues de la lógica del problema se deriva que el aspecto político se articule a lo religioso-nacional y surja la causa de la 'jihad' o guerra santa en el un lado y la defensa de los terriotorios sagrados en el otro, haciendo de este conflicto una amenaza a la paz y un peligro de expansión a nivel mundial, pues entran en conflicto intereses de Occidente y Oriente. En consecuencia, el tema de la presente tesis es importante en el esquema global de las relaciones internacionales, pues el interismo islámico no debe ser analizado solamente como un fenómeno religioso proveniente de una zona extraña con seres que profesan un credo extremista y mal comprendido, sino que abarca a todo un complejo sociológico que va del orden social al económico, que tiende a tornar violenta la política internacional entre Oriente y Occidente, pues la conceptición de vida del fundamentalismo viene a ser una lógica reacción a los errores cometidos por el modernismo, el materialismo y el secularismo de nuestra época. El problema teórico fundamental puesto en juego en la presente tesis es la radicalización del islam como producto de la relación entre religión, identidad nacional, Estado y política y la ruptura entre sí como consecuencia de la modernidad que se profundiza en los años 70.
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La historia de las religiones es un tema muy controversial que ha sido investigado y analizado por varios autores e intelectuales de todas las épocas hasta la actualidad, dando como resultado trabajos que cuestionan a las diferentes religiones existentes en el mundo y también aquellos que defienden los preceptos de cada religión. Es decir, la religión es un asunto político donde se involucran varios actores con una diversidad ideológica en su forma de pensar y actuar. Este estudio surgió como parte de la gran afluencia de evangélicos que existen en la actualidad, hoy llamados cristianos porque según ellos acogen a todas las personas afines al cristianismo, que han penetrado en la ideología de las personas que ocupan el territorio ecuatoriano, con especial interés en la influencia de la religión cristiana-evangélica en las comunidades indígenascampesinas de los Andes ecuatorianos, especialmente la Sierra centro sur del país, por ser los principales actores de las agencias evangélicas que promueven la ayuda internacional a través de proyectos que beneficien a la comunidad con el fin único de adherir más fieles a su rebaño. La religión es una manifestación más del ser humano. La gente cree en Dios porque se les ha enseñado desde la infancia a hacerlo, a creer en algo, no a cuestionarlo. La religión se basa en el miedo... según Bertrand Russell, todas las religiones son dañinas y falsas… el miedo es el padre de la crueldad y, por tanto, la crueldad y la religión van de la mano. El cristianismo no es más que una copia de otras religiones que se basan en representaciones y símbolos ya inventados por otras como del Antiguo Egipto. Como lo dice Lenzman, “más he aquí que el cristianismo le debe más que a todas las demás religiones… esta religión nació entre los judíos, los de la diáspora naturalmente, y no los de Palestina”.
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Las Islas Encantadas han sido ampliamente examinadas por las ciencias naturales desde que Charles Darwin las visitó en 1835. Los estudios en ciencias sociales sobre estas singulares islas ecuatorianas se han profundizado a partir de las últimas décadas del siglo XX; sin embargo, pese a la existencia de un significativo corpus, no ha existido un análisis desde la literatura que sistematice cómo este archipiélago del Pacífico sur ha sido percibido por quienes lo han habitado o visitado y que, además, han plasmado sus experiencias y apreciaciones en poemas, cuentos, novelas, crónicas de viaje, testimonios y ensayos. Tras una contextualización sociohistórica y cultural de las Galápagos, esta investigación plantea que existen dos perspectivas de representación literaria isleña: la visión romántica, que contempla la soledad, el mar, el basalto y la mansedumbre, y que interpela la dicotomía civilización-barbarie; y la visión que se mueve entre lo infernal y el proyecto utilitario, que ubica a la ensoñación industrial como única forma de entender las relaciones entre seres humanos y la de estos con la naturaleza, ausente de cuestionamiento ético-ambiental alguno. Finalmente, este estudio exhorta al ethos romántico humano para generar una alternativa frente al dominante ideal de progreso, vigente en el trance continentalizador-tecnificador- prosificador de Galápagos: y del planeta entero.