979 resultados para Roe, Edward Payson, 1838-1888.
Resumo:
Los numerosos estudios sobre la sociedad rural rioplatense en el período colonial y pos independiente van mostrando, poco a poco, las características de la población, la composición familiar y la disponibilidad de mano de obra, tanto en las áreas de viejo asentamiento como en las más dinámicas de la frontera interior, de manera que puede continuarse la tarea con nuevas aproximaciones, comparando los resultados con los ya obtenidos. Esta será la perspectiva del presente trabajo, en el que se describirá la estructura poblacional de Chascomús entre 1815 y 1838, aunque sumando una relación que se aprecia ausente en los trabajos sobre el tema, como es la ocupación y acceso a la propiedad legal de la tierra. Debido a las características de las fuentes los partidos de Ranchos y Monte se incluirán parcialmente en el análisis
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La sanción del código penal en la provincia de Buenos Aires en el año 1877, fijó en el homicidio la penalidad y determinó las circunstancias del delito mediante la enumeración de los atenuantes y agravantes. El objetivo era contemplar todas las posibilidades del delito para reducir el "arbitrio judicial". Sin embargo, deteniéndonos en los cambios operados en cuanto a la ebriedad en la normativa legal y en la práctica judicial, se puede observar que la función del juez no se redujo únicamente a computar la pena según el delito. A su cargo quedó la apreciación de las pruebas y la interpretación legal. En este sentido, la ley dejó márgenes para considerar a la ebriedad como atenuante o no de la penalidad. Sin embargo, los jueces le negaron tal beneficio al imputado, lo cual marcó una ruptura con respecto al período anterior. Interpretación que estuvo determinada no por un cambio en la percepción sobre el efecto del alcohol como perturbador de la conciencia, sino por ciertos prejuicios que otorgaron una jerarquía y un valor a los motivos que pudieran cegar al trasgresor. Considerada aun como un vicio y no una patología, revelaron la condena a esta práctica social determinando que hechos ya no quedaban comprendidos como circunstancias atenuantes. En definitiva, la ebriedad posibilita apreciar el complejo proceso de codificación que consistió no únicamente en la aplicación literal de la ley sino también en la interpretación que de ella se hiciera.
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Este análisis de Cultura e imperialismo de Edward Said se concentra en sus en principio contradictorias actitudes frente a la tradición de la estética como fuente de modos de concebir las prácticas artísticas y literarias aún hoy operantes y en sus concepciones de la figura del intelectual crítico y de su labor. Las caracterizaciones, juicios y evaluaciones de Said a propósito de diversos intelectuales poscoloniales más o menos contemporáneos permiten dar cuenta críticamente de su análisis de la posibilidad de 'restaurar' el universalismo constitutivamente emancipatorio de las prácticas culturales y de la labor del intelectual (o, al menos, de sus aspectos rescatables tras un análisis profundo de los compromisos entre cultura europea e imperialismo desde principios del siglo XIX hasta fines del XX). Para esto, se presta atención a sus conclusiones respecto de las variantes específicamente académicas de la 'política de identidades', al menos tal como se dieron en el marco de las universidades de la órbita angloparlante. En última instancia, todo se dirige al planteo de la cuestión de si el privilegio, por parte de Said, de los aspectos heterogeneizantes y dislocadores de la crítica de la cultura es positivamente compatible con su pretensión de 're-universalización' y 'secularización' radical de la labor del intelectual, y con la constitución posible de instancias de agenciamiento transformador más allá del plano de las diversas políticas nacionales o nacionalistas.
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A menudo la historia de la lectura configura su corpus de estudio a partir de otros que obedecen criterios ajenos, como su impronta política, cultural o su lugar en el canon literario. Pero para una verdadera comprensión de la configuración de un mercado editorial vernáculo sería mejor orientar las miras hacia los impresos de mayor distribución y difusión en la época. Editados apuntando, con mayor o menor éxito, lograr rentabilidad a través de aumentar sus ventas apelando a entretener. Prensa antes que libros, entretenimiento antes que herramienta pedagógica, los resultados preeliminares de nuestra incipiente investigación apuntan a una serie de estrategias desplegadas por escritores, editores e impresores para atraer a nuevos consumidores, desde innovaciones formales a otras temáticas, entre ellos el recurso del humor, el costumbrismo, el chisme y el escándalo, así como la modernización de los periódicos y el uso del folletín. Por supuesto, al ser el impreso un producto cultural requiere de nosotros cuidado en el análisis, ya que demanda de su consumidor la capacidad de leer (aunque existen muchos niveles de gris entre analfabeto y alfabetizado). A pesar de que es un consenso en el campo que sólo a partir de las políticas de 1880 se alfabetiza lo suficiente como para pensar en un público moderno, el éxito de ventas sin precedentes que disfrutan las obras de Hernández y Gutiérrez en la década anterior nos señalan que estamos ante un proceso que se inicio con anterioridad. Esta ponencia sugiera una nueva manera de enfocar el desarrollo editorial argentino, ingresando a él a partir de los impresos dedicados al entretenimiento en busca de replantear algunos consensos y enriquecer con preguntas el campo de estudio.
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Este análisis de Cultura e imperialismo de Edward Said se concentra en sus en principio contradictorias actitudes frente a la tradición de la estética como fuente de modos de concebir las prácticas artísticas y literarias aún hoy operantes y en sus concepciones de la figura del intelectual crítico y de su labor. Las caracterizaciones, juicios y evaluaciones de Said a propósito de diversos intelectuales poscoloniales más o menos contemporáneos permiten dar cuenta críticamente de su análisis de la posibilidad de 'restaurar' el universalismo constitutivamente emancipatorio de las prácticas culturales y de la labor del intelectual (o, al menos, de sus aspectos rescatables tras un análisis profundo de los compromisos entre cultura europea e imperialismo desde principios del siglo XIX hasta fines del XX). Para esto, se presta atención a sus conclusiones respecto de las variantes específicamente académicas de la 'política de identidades', al menos tal como se dieron en el marco de las universidades de la órbita angloparlante. En última instancia, todo se dirige al planteo de la cuestión de si el privilegio, por parte de Said, de los aspectos heterogeneizantes y dislocadores de la crítica de la cultura es positivamente compatible con su pretensión de 're-universalización' y 'secularización' radical de la labor del intelectual, y con la constitución posible de instancias de agenciamiento transformador más allá del plano de las diversas políticas nacionales o nacionalistas.