920 resultados para Juan Duns Escoto , Beato, ca. 1266-1308-Crítica i interpretació
Resumo:
Juan Mayorga (Madrid, 1965), filósofo y matemático, ha desarrollado una vasta labor como dramaturgo, tarea que realiza en paralelo con la docencia y la investigación teatral. Uno de los tópicos fundamentales de su teoría dramática tiene que ver con las referencias a la Poética de Aristóteles, que son frecuentes tanto en sus ensayos críticos como también en algunos procedimientos intertextuales y metateatrales en el interior de sus piezas (Camino del cielo- Cartas de amor a Stalin). Mayorga retoma la diferenciación realizada por el filósofo griego entre el rol del historiador y el del dramaturgo para constituir la base del planteo de su "teatro histórico". Del mismo modo, el autor español revisa también el concepto de "lo bello", definido como la armonía entre lo simple y lo complicado o la "sencillez compleja", que utiliza para proponer un teatro contemporáneo que busque el equilibrio entre lo culto y lo popular. Estos son los aspectos que intentaremos desarrollar, en primer lugar, desde los escritos teóricos del autor, para luego puntualizarlo en el análisis de las obras ya citadas.
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En el período de emergencia de la literatura nacional se encuentran ciertos textos, de carácter autobiográfico, que han sido abordados, principalmente, como fuentes historiográficas, y en las que se han relevado las costumbres, sociabilidad, construcción del estado, etc., de ese momento. El hombre común, testigo de grandes transformaciones en su tiempo, se preocupa por registrar los sucesos excepcionales para generaciones posteriores (Prieto 1982; Jitrik 1998; Weintraub 1991). En este sentido, las conocidas ?pero poco estudiadas- Memorias curiosas de Juan Manuel Beruti, -que enumera los hechos principales que van de 1717 a 1855 en la ciudad de Buenos Aires- inician como una sucinta enumeración de los sucesos administrativos y políticos, pero pronto empieza a ganar terreno la figura del nombre propio, del escritor y, principalmente, la ficción a partir de la narración de los sucesos de 1806. En función de este desplazamiento se analizará el relato seleccionado, intentando abordarlo en tanto texto literario y leer en él, a contrapelo, como quería Benjamin, las huellas que manifiestan la configuración de una subjetividad y de los cambios de percepción de su sujeto textual respecto de los acontecimientos políticos y culturales que en su narrativa se registran
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Las múltiples llamadas de atención que M. Frisch y F. Dürrenmatt realizaron a los intelectuales suizos durante los años 50, tanto a través de sus obras como de sus discursos públicos, tuvieron como consecuencia no sólo un enfrentamiento decididamente crítico por parte de los jóvenes autores con la sociedad helvética en sus más diversos aspectos, sino también la reflexión sobre el papel del intelectual en la sociedad. Una reacción directa a tales planteamientos fue la novela más conocida de Walter Matthias Diggelmann (1927-1979) Die Hinterlassenschaft (El legado, 1965). En ella, a través del personaje de David Boller, un joven cuyos padres habían muerto en un campo de concentración durante el Tercer Reich, el autor reflexiona sobre los años del profascismo y sobre la política de asilo en Suiza durante la II Guerra Mundial relacionándolos con las tendencias comunistas posteriores a través de una historia para cuya composición utiliza abundante material documental, lo que dota al texto de unas características formales enormemente innovadoras. En su última novela, El séptimo velo (2007), Juan Manuel de Prada construye una trama ambientada en la Francia del periodo de la ocupación nazi, a través de la que Julio, el protagonista, descubre que su padre es un antiguo héroe de la resistencia francesa. El análisis comparado de ambas obras revela estrategias de composición similares en torno a los ejes temáticos de la memoria y la identidad.
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Tabla de contenidos: La injuria populista : Episodios literarios de un combate político. Todo argentino es héroe de Boquitas : Puig y la nueva crítica. Poéticas. Teoría y políticas de la crítica. Posdictadura y modos de narrar : Revistas de intelectuales y parientes. La moral de la historia : Novelas argentinas sobre la dictadura [1995-2002].
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La literatura y el cine son disciplinas que dialogan y se separan, que se unen y se dislocan. Cuando un realizador escoge un texto literario para transponerlo al cine y presentar su propia lectura (Jauss, 1987; Ingarden, 1989), son las resonancias (Wolf, 2005) las que indican la manera en que el director leyó el texto y lo que identificó como potencial cinematográfico. Entre 1943 y 1955, con gran apoyo de los espectadores, toma auge el cine argentino, aunque no se favorece a la producción, distribución y exhibición porque los dueños del capital están más ocupados en los réditos inmediatos del negocio que en el desarrollo y progreso de la industria cinematográfica (Getino, 2005). Sin embargo, directores como Soffici, Manzi y Papier adhieren al proceso político, desarrollan una producción valiosa y atienden a lo popular (Cabrera, 1994; Di Núbila, 1959). Con esa herencia, emerge como director la figura de Hugo del Carril, con producciones que transitan la crítica a severos conflictos sociales simbolizados a través de la representación de las vidas dramáticas de los oprimidos y olvidados, como el caso de Las tierras blancas que lleva a la pantalla en 1958, inspirada en la novela homónima de Juan José Manauta
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En este trabajo comento el contenido y el enfoque del libro de Jerry Toner, director de estudios clásicos en el Hughes Hall College de la Universidad de Cambridge, quien en "Sesenta millones de romanos..." estudia y caracteriza la cultura popular como un conjunto de estrategias empleadas por el pueblo romano para enfrentar los desafíos de la vida cotidiana
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El presente trabajo se propone examinar la noción del "espacio líquido" en la literatura argentina, y sobre todo en la obra de Juan José Saer. Se trata de demostrar que lo que caracteriza la obra saeriana es la oscilación entre dos concepciones de lo líquido: por un lado, una acepción metafórica, tal como ha sido utilizada por teorías sociales de la modernización y de la globalización - en la base de esta acepción de lo ?líquido" está una concepción topológica del espacio, destinada a describir mundos y percepciones en constante devenir y cambio. Por el otro lado, se hace presente, en Saer, una concepción más concreta, topográfica, de lo líquido como espacio aquático y, sobre todo, como espacio fluvial. Para Saer, la orilla del río, es decir la zona 'cosmogónica' entre agua y tierra como modelo de lo cultural, precede a la orilla de la ciudad con su oposición mítica entre civilización y barbárie, tan importante en la historia literaria argentina. Quisieramos mostrar al ejemplo de una lectura de Nadie, nada, nunca, como esas dos concepiones de lo líquido se superponen y cuales son las consecuencias de esa superposición para pensar los espacios de la literatura argentina entre topologías abstractas y topografías concretas
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La obra poética de Juan L. Ortiz resuelve de una manera inédita en la literatura argentina la tensión que existe entre política y poesía. Su relación con el Partido Comunista, con ciertos escritores del grupo de Boedo y luego, centralmente, con González Tuñón, allá por la década de 1930-1940, no redundan en una adaptación de su obra a los postulados determinantes del realismo. Por partida doble, diremos, Ortiz rechaza al realismo. En un primer momento, frente al realismo de Boedo decide "envainar la espada", teniendo a la vista los resultados estéticos de aquel programa. Luego, de cara a la evolución que suponía la idea del realismo en Tuñón hacia mediados de 1930, opta por mantener un ritmo propio y reflejar la enorme crisis política que se vivía (con España como epicentro) sin quebrar su forma personal del decir. Una voz tendiente a la sutileza, a resaltar el aspecto musical del lenguaje en relación con el paisaje y loalusivo. Lo que lo hace original, entonces, es justamente el hecho de colocar la cuestión social y política dentro de esa intimidad, gracias a una concepción dialéctica de su poesía, que está en la base de su programa estético
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En diversos ensayos sobre literatura y cultura industrial, escritos sostenidamente desde la década del 60 y recogidos en libros que desde fines de los 80 pautan su consagración en el campo literario argentino, Juan José Saer consolida una figura de autor y repone otras categorías valorativas que el auge posmoderno declaraba muertas (obra, estilo, autonomía). A partir de la tensión entre imperativos personales y determinaciones públicas, desde los inicios su ensayística sostiene agonalmente la especificidad literaria, contra los falsos compromisos sociológicos y las limitaciones exteriores a la forma estética, ampliando los embates contra el democratismo de la posmodernidad hacia fines de los 90 e inicios de la década actual. A la vez, algunos ensayos reformulan la tradición literaria argentina a partir de la postulación de su violencia de origen y de lo que Saer llama "una estricta y subjetiva privacidad del uso lingüístico" con la cual producir "figuras universales", operatoria que lee en la gauchesca y que puede tomarse como balance autorreferencial del proyecto. La "privacidad en sentido estricto", esa "intimidad con las palabras" que da aliento a la manera narrativa que Saer ha practicado durante cinco décadas, se afianza en el final del milenio como una distinción, apropiada y necesaria ante el relativismo posmoderno, que permita mantener a la literatura en su sitio, en su forma específica ajena a determinaciones externas, a salvo de los parámetros de mercado y de la opresión política y cultural
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La ponencia propone problematizar el paradigma de la normalidad implicado en los discursos pedagógicos centrados en el reconocimiento de la diversidad, puestos en circulación a partir de mediados de la década de 1980 en Argentina. Tomamos como punto de partida el surgimiento de los discursos pedagógicos normalizadores en el siglo XIX, donde se determinó y prescribió un tipo de comportamiento y grado de educabilidad natural y esperable. Normal es, siguiendo a Canguilhem, el término por el cual se va a designar el prototipo escolar y el estado de salud orgánica. El desvío o la transgresión a la norma hizo posible producir y clasificar a los sujetos bajo nominaciones de monstruosidad, degeneración, peligrosidad e indocilidad, delimitando a las infancias y juventudes anormales. En este sentido el saber pedagógico se constituyó en relación al saber médico, jurídico y psicológico, como el fundamento central de la escuela moderna. Resulta significativo mencionar que es en este período cuando la escuela comenzará a aplicar tecnologías de modo de definir los destinos del alumnado. Como señala M. Foucault el anormal es un tipo de niño, no un enfermo, es alguien sumergido dentro de la propia infancia normal. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo XX, tanto en plano social como en el académico, surgieron miradas e iniciativas que han puesto en cuestión el poder normalizador. Así, tanto el movimiento de personas con discapacidad como, por ejemplo, los estudios e investigaciones realizadas en el marco de los disability studies, han irrumpido en la arena pública, denunciando los discursos y las relaciones de poder que mantienen a grupos e individuos en situación de opresión, desigualdad, invisibilización que los priva de una participación social e interlocución plena. Estas demandas han dado lugar a una re?exión crítica sobre los discursos pedagógicos centrados en la atención a la diversidad que, en términos generales, abordan la relación pedagógica a partir de concepciones como las de tolerancia, aceptación, integración, donde Uno tolera y el Otro es tolerado, el normal se contacta con el anormal que es el diverso, lo cual deja intacto, inconmovible, al paradigma de la normalidad. Esta perspectiva no exige repensar/se ni modificar/se ninguno de sus supuestos en razón de incluir a los otros en sus propias lógicas, a cambio despolitiza las diferencias y borra la desigualdad. Siendo que la génesis del discurso de la pedagogía es normalizador, se hace necesario retomar la pregunta propuesta por Valeria Flores "en tanto la normalidad es un producto de la pedagogía ¿Es posible una pedagogía que trabaje contra sí misma?"
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Se vinculan los sentidos poéticos de Anunciaciones con los de derrota y resistencia, en Argentina, 1987. Estos núcleos se encuentran en la figura del oxímoron, en el sentido de que se expresa el profundo dolor desolado producido por una rendición, a la vez que la oposición a que aquella sea permanente. Hay un predominio de desesperanza pero emergen imágenes utópicas que pueden llegar a ser, en términos de Ernst Bloch, ya sea recuperando lo que fue derrotado como creando nuevas visiones y sensaciones. Es nítido el rechazo a ese mundo presente. Las visiones apocalípticas se multiplican en el pasado de genocidio y en el presente de ignominia ante el silencio, la pasividad, la desmemoria y la complicidad. Pero el Apocalipsis es una visión del fin catastrófico de los viejos tiempos y el anuncio de lo venidero por lo tanto sus imágenes son también anunciaciones, no beatíficas sino convulsionadas y perturbadoras. No hay referencias explícitas a la guerra revolucionaria del pasado en el que finalmente se instaló el genocidio. Hay constelaciones de palabras y figuras que remiten a ella y a veces -no siempre- derivan en una imagen femenina de la muerte. Algunos fragmentos amorosos de este largo poema pueden ser interpretados en clave alegórica como la muerte en contexto de guerra y destrucción
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En los ensayos de un escritor, las nociones que se valen de imágenes o de metáforas no operan de ese modo por pura retórica o para ilustrar ideas un poco abstractas: es el tropo mismo el que trae consigo un sentido preciso. Para Saer, "la selva espesa de lo real", donde el narrador se interna, es el imaginario de la literatura latinoamericana o, mejor, latinoamericanista. Esa selva debe ser atravesada para internarse en la intemperie de lo material: aunque en sus ensayos no la nombra, la llanura, paisaje predominante de sus narraciones, es ese reverso mudo y sin significación al que arriba el narrador luego de atravesar la selva espesa, esto es, la realidad previa, dada. El entenado (1983) interroga el mito del descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo figurando, en la historia de su narrador, la génesis de la narración saeriana. Operación doble en donde, por un lado, se impugna cualquier noción esencialista de América Latina (y, por extensión, de cultura, hombre o literatura latinoamericana) y, por el otro, se presenta, de modo literal, el trabajo mismo del narrador que, desembarazado de todo preconcepto de realidad (europeo o americano, que, en el caso de la novela, es el mismo), atraviesa la selva para acceder a la intemperie: el Afuera. La nada de la que parte, para Saer, toda narración, y también todo arte
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El presente trabajo analiza los dos libros que el escritor mexicano Juan Villoro inscribe bajo la rúbrica del ensayo -Efectos personales (2001) y De eso se trata (2007). Dicho análisis dará pie a un desarrollo sobre el lugar del ensayo como terreno privilegiado para la reflexión crítica. A partir de los célebres textos que György Lukács y Theodor Adorno dedicaran a la forma del ensayo, se establece una divergencia en los métodos que uno y otro proponen para el quehacer del ensayista. Lukács arguye a favor de una mirada que sea capaz de transparentar sus objetos a la manera de un buen retratista; Adorno caracteriza al ensayo a partir de una mirada que se dirige sobre un objeto de reflexión negativa, ocupándose así de lo que hay de ciego en sus objetos. De esta forma, si se considera a una y otra mirada como perspectivas divergentes al momento de construir sus objetos de reflexión, se puede formular la interrogante que motiva este trabajo: ¿cuál de estas miradas podría caracterizar la escritura ensayística del autor mexicano? Responder a esta pregunta implica poner de relieve la singularidad de la ensayística de Villoro, pues al tiempo que desarrolla una lectura de la tradición literaria latinoamericana, realiza una permanente puesta en tensión de la forma en la que se presenta su escritura. Para ello se destacan las series ?establecidas por Villoro? que van del ensayo a la traducción, y de la puesta en cuestión de la identidad latinoamericana a una concepción de la literatura en términos de extraterritorialidad, pues ellas permiten caracterizar la elucidación de la forma en el discurrir de esta ensayística, y renovar la discusión sobre los modos del ensayo en la crítica latinoamericana